Gente Tóxica


Conéctate con la gente correcta, confía en ti. ¡Estás capacitado para hacerlo! Si tienes en claro tu propósito y tus sueños podrás tener el control de tus emociones y de decidir a quienes quieres elegir para que te acompañen. El problema se suscita cuando decidimos quién nos acompañará mucho antes de tener en claro adónde queremos llegar. El propósito de tu vida es tuyo y sólo a ti te pertenece diseñarlo. La solución está en ti. Desafíate cada día a más, a mucho más.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 2


Cambiar es sencillo, es sólo una decisión que hoy está a tu alcance.


Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 3


La culpa es la emoción más obstaculizadora en el camino de los anhelos y objetivos.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 5


Quienes viven con culpa establecen dentro de sí pensamientos rígidos, normas inflexibles y principios imposibles de alcanzar cuyo objetivo final es boicotear el éxito, obligándose así a vivir en medio de un fracaso continuo.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 6





Una serpiente estaba persiguiendo a una luciérnaga. Cuando estaba a punto de comerla, ésta le dijo: "¿Puedo hacerte una pregunta?". La serpiente respondió "En realidad nunca contesto preguntas de mis víctimas, pero por ser tú te lo voy a permitir". Entonces la luciérnaga preguntó: "¿Yo te hice algo?", "No" respondió la serpiente. “¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?" preguntó la luciérnaga., "No" volvió a responder la serpiente. “Entonces, ¿por qué me quieres comer?" inquirió el insecto. "Porque no soporto verte brillar", respondió la serpiente.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 14


Había un hombre vendiendo cangrejos en la playa. Tenía dos cubos llenos de animales vivos: uno estaba cubierto con una malla y el otro tapado. Una mujer le preguntó: "¿Por qué tapó un cubo y el otro no?" entonces el vendedor respondió: "Porque vendo dos tipos de cangrejos: japoneses y argentinos. El cangrejo japonés siempre trata de salirse del cubo; cuando no lo consigue, los demás hacen una cadena, se apoyan unos a otros y así todos logran salir, por eso tuve que ponerle una tapa. Los cangrejos argentinos también tratan de escaparse, pero cuando uno intenta saltar, los de más abajo lo agarran y así ninguno escapa."

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 16


Envidias sanas o enfermizas, envidias ocultas o expuestas, envidias controladas o descontroladas, son envidias al fin, envidias que afectan nuestra estima y emociones y, en consecuencia, nuestros resultados.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 19


La envidia no tiene ni sexo ni religión, ni clase social ni raza, es una emoción que afecta a cualquier individuo que no esté enfocado en su propia vida ni en sus metas. No es mayor ni menor, ni sana o enfermiza, ni buena ni mala.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 19


Hay gente que ha sufrido artrosis, reumas y otras dolencias, sólo por envidia. Aunque te parezca mentira, la base de todas estas enfermedades muchas veces se origina en la envidia. La envidia siempre enferma y no sólo enferma el cuerpo físico sino que también amarga el espíritu.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 21


El descalificador no es más que un simple nene asustado que va reprimiendo y rechazando todo lo bueno que la vida había deparado para él.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 30


Puedes admirar en lugar de envidiar. La palabra envidia proviene del latín y quiere decir: "Yo veo". La palabra admiración también proviene del latín y significa: "Yo miro a". Envidiar quiere decir "mirar mal"; admirar implica "mirar a". Ambas tienen que ver con mirar; la diferencia es que la envidia trae bronca y la admiración, motiva. ¿Cuál es la diferencia? Envidiar es decir "te miro para destruirte", admirar "te miro para aprender cómo lo lograste."

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 23


En la NASA hay un cartel que dice: "Está comprobado que el abejorro, aerodinámicamente, no puede volar por su peso, tamaño y cuerpo, sólo que él no lo sabe." En reiteradas ocasiones te dijeron que no eras capaz, que no servías; sin embargo, si tienes actitud de aprender y refutar lo que una vez aceptaste sin cuestionar, todo tu potencial será puesto en marcha y los mejores éxitos tendrán tu nombre.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 32


Muchas rupturas y relaciones interpersonales podrían haber sido óptimas si hubiésemos elegido en su momento el tono de voz conveniente.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 41


Toma en este momento un lápiz y anota la siguiente pregunta, para luego reflexionar: ¿En qué reacciones de tu carácter tienes que trabajar? ¿Iras, enojos, broncas, fastidios, miedos, culpas ajenas? Tal vez, como sentiste vergüenza o fastidio por tener estas emociones, en un momento decidiste usar máscaras y mostrar una cara que no era la verdadera. Fue entonces cuando tu verdadero "yo" comenzó a usar máscaras como método de defensa ante los demás. Y claro, en medio de esa actuación, fuiste llenándote de sentimientos que te lastimaban y que no te permitían hablar, disentir, acordar ni poner en palabras aquello que decidías aceptar o rechazar para tu vida. Seguramente, muchas veces intentaste cambiar. Probablemente elegiste un modelo y decidiste copiarlo, pensando que si eras como tal o cual persona las cosas también a ti te iban a funcionar. Pero al cabo de un tiempo probablemente te diste cuenta de que esa continua imitación te desgastaba y que al final habías quedado con un peso mayor que cargar. Llegará un momento en el cual no nos podremos esconder más ni podremos seguir fingiendo vivir una vida que no nos pertenece (si no, nos limitaríamos a ser una burda copia). Es fundamental que entiendas que si no logras romper con las máscaras nunca llegarás a ser quien verdaderamente eres, no podrás parir ese "gen" que está dentro tuyo esperando ser descubierto.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 54

El cirujano inglés Lloyd-Jones expresa en su libro "Depresión Espiritual, Sus causas y su cura": "La mayor parte de la infelicidad que sientes en tu vida se debe al hecho de que te estás escuchando a ti mismo, en lugar de hablarte a ti mismo". Necesitamos vernos realmente como somos y no como nos imaginamos ser.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 67


Desde el momento en que seamos capaces de romper con el exceso de confianza en nosotros mismos, estaremos listos para salir del estancamiento, tendremos claridad para enfocamos en los nuevos objetivos y conquistar cada uno de los sueños que hay en nuestra mente y en nuestra alma. Cuando seas libre de la parálisis mental, ¡no habrá muro ni cima que se haga grande delante de ti! ¡Serás un escalador de alto rendimiento! Cuando rompas con tu excesiva confianza, podrás cambiar el recorrido y hacer lo que nunca hiciste antes.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 103


Sólo las mentes abiertas son capaces de comprender que todo puede ser mejorado, y que siempre podemos ir por más. El problema más grande que padecen los seres humanos es la parálisis mental, parálisis que les impide seguir soñando.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 103




Muchos son coleccionistas de quejas, dicen por ejemplo: "Me lastimaron", "me maltrataron", ¿quiénes?, les preguntan, y ellos responden indistintamente: "Mi jefe", "mi primo", "mi tío." Y tal vez tengan razón, porque en realidad, sí fueron lastimados, vivieron injusticias; lo que no saben es que al expresarlo permanentemente a través de la queja la solución al conflicto se aleja cada vez más y su mente se convierte en una "mente de langosta." ¿Tienes mente de langosta? Veamos, responde estas preguntas: ¿Te quejas a menudo? ¿Tienes problemas con muchas personas? ¿Ves las cosas grandes como difíciles de lograr? Si contestaste a una de estas preguntas con un "sí", es que tienes mente de langosta. La queja sólo produce insatisfacción, siempre mostrará descontento, resentimiento, disgusto; refleja una emoción encapsulada que termina enfermando no sólo tus pensamientos, sino también tu cuerpo. Muchas personas hacen de la queja un hábito, una forma de vida, pensando que si se siguen quejando, el problema desaparecerá; creen que a través de la demanda continua el conflicto va a ser solucionado, o que quizás, otro ser humano bondadoso se apiadará de su situación y solucionará su problema. Son personas que se lamentan todo el tiempo, sin darse cuenta de que con su discurso se atan aún más al pasado y a la dificultad, reviviendo viejas penas y culpándose tal vez por no haber podido aprovechar tal o cual oportunidad. Miedos, inseguridades, inquietud, aflicción y dolor son sentimientos por los cuales atraviesan las personas quejosas, convirtiéndose así en seres tóxicos para sí mismos y para los que están a su alrededor.

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 104


¡Qué bueno es poder decir: "Vida, no te debo nada no me debes nada, las cuentas están saldadas! Crea tu propia vida, que yo me encargo de la mía."

Bernardo Stamateas
Gente Tóxica, pág. 132


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