DEL TENER AL SER




"¿Cómo puede vivir nadie sin haber sido instruido en el arte de vivir y de morir?'

Eckhart, pág. 24


Piense el lector que las palabras no tienen realidad en sí mismas, sino en el contexto en que se emplean y en las intenciones y carácter de quien las emplea. Si se interpretan parcialmente, sin perspectiva de fondo, no comunican, sino que ocultan las ideas.

Pág. 27

... La preparación más importante para el arte del ser es cualquier cosa que nos haga adquirir y aumentar la capacidad de conciencia superior, así como la capacidad de pensamiento crítico, dubitativo. Y no es cuesti6n, sobre todo, de inteligencia, edad o instrucción: es cuestión de carácter, más concretamente de lo independiente que se haya llegado a ser de las autoridades irracionales y de los ídolos de toda especie.

Pág. 60

El objetivo transterapéutico del psicoanálisis es la propia liberación del hombre mediante la máxima conciencia; la consecución del bienestar, la independencia, la capacidad de amor y de pensamiento desengañado, critico: el ser, en vez del tener.

Pág. 86
Quien viva en un grupo en el que todos tengan el mismo defecto se inclinará a considerarlo normal.

Pág. 91


El hado es la forma enajenada del plan inconsciente del hombre, que está en su interior y que determina su vida.

Pág. 96


Tenemos que ser conscientes de lo que hay oculto en otros, porque lo que ocurre en nuestro interior no es sólo intrapsíquico, no puede comprenderse sólo estudiando lo que sucede entre nuestras cuatro paredes, sino que es interpersonal, lo cual quiere decir que hay una red de relaciones entre los demás y yo. Yo puedo comprenderme plenamente sólo en tanto me comprenda en mis relaciones con los demás.
No sería tan difícil para el individuo comprenderse sin engaños si no estuviese expuesto constantemente a que le laven el cerebro y lo priven de la capacidad de pensamiento crítico. Le hacen pensar y sentir lo que no sentiría ni pensaría si no fuese por las ininterrumpidas indicaciones y los perfeccionados métodos de condicionamiento a los que se ve sometido. A menos que pueda ver el sentido real que se esconde detrás de las ambigüedades, y la realidad tras los engaños, será incapaz de conocerse a sí mismo tal como es, porque sólo conocerá al que quieren que él sea.
¿Qué puedo saber yo de mí mismo, mientras no sepa que el yo que conozco es, en gran parte, un producto artificial? Que la mayoría de la gente, incluido yo mismo, miente sin saberlo; que "defensa" significa "guerra", deber significa sumisión; virtud, obediencia, y pecado, desobediencia; que la idea de que los padres aman por instinto a sus hijos es un mito, que la fama muy pocas veces se debe a cualidades humanas admirables, como tampoco a logros verdaderos; que la historia es un texto falseado por los vencedores, que la modestia excesiva no siempre es prueba de carencia de vanidad; que el amor es lo contrario del ansia y la codicia, que todo el mundo trata de justificar las malas acciones e intenciones aparentando que son nobles y benéficas, que la búsqueda de poder significa persecución de la verdad, de la justicia y del amor, que la sociedad industrial de hoy se orienta por el principio del egoísmo, del tener y consumir, no por los principios del amor y del respeto a la vida que proclama. A menos que pueda analizar los aspectos inconscientes de la sociedad en que vivo, no podré saber quién soy yo, porque no sabré qué parte de mí no es mía.

Erich Fromm, Pág. 101-102

En verdad, no puede negarse que el autoanálisis es muy difícil, pero también lo es cualquier otro acceso al bienestar (...) La dificultad podría ser desalentadora si se tratase de alcanzar o no alcanzar el objetivo final. Pero no parecerá tan enorme si no anhelamos la perfección, no nos preocupa a qué punto del camino lleguemos, sino sólo caminar en la dirección justa. Sobre todo, el autoanálisis producirá tal aumento del bienestar y lucidez que ya no se querrá dejarlo nunca, a pesar de todas las dificultades.

Pág. 106

El hombre de hoy, que lleva máscara de gigante, se ha convertido en un ser débil y desamparado, dependiente de las máquinas que "él" ha creado y, por tanto, de los dirigentes que aseguran el buen funcionamiento de la sociedad que produce la máquina, dependiente del buen funcionamiento de la economía, aterrorizado por el miedo a perder todas las ventajas, a ser "un hombre sin rango ni título", a ser a secas, a tener que hacerse la pregunta: "¿Quién soy yo?". En resumen, el hombre moderno tiene muchas cosas y usa muchas cosas, pero es muy poca cosa. Sus sentimientos y sus pensamientos están atrofiados, como músculos sin emplear. Tiene tanto miedo a cualquier cambio social que toda perturbación del equilibrio significa para él caos o muerte: si no la muerte física, la muerte de su identidad.

Pág. 123-124


"Lo que mediante el dinero es para mí, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, eso soy yo, el poseedor del dinero mismo. Mi fuerza es tan grande como lo sea la fuerza del dinero Las cualidades del dinero son mis -de su poseedor- cualidades y fuerzas esenciales. Lo que soy y lo que puedo no están determinados en modo alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprarme la mujer más bella. Luego no soy feo, pues el efecto de la fealdad, su fuerza ahuyentadora, es aniquilada por el dinero. Según mi individualidad soy tullido, pero el dinero me procura veinticuatro pies, luego no soy tullido; soy un hombre malo, sin honor, sin conciencia y sin ingenio, pero se honra al dinero, luego también a su poseedor. El dinero es el bien supremo, luego es bueno su poseedor; el dinero me evita, además, la molestia de ser deshonesto, luego se presume que soy honesto; soy estúpido, pero el dinero es el verdadero espíritu de todas las cosas, ¿cómo podría carecer de ingenio su poseedor? El puede, por lo demás, comprarse gentes ingeniosas, ¿y no es quien tiene poder sobre las personas inteligentes más talentoso que el talentoso? ¿Es que no posee yo, que mediante el dinero puedo todo lo que el corazón humano ansía, todos los poderes humanos? ¿Acaso no transforma mi dinero todas mis carencias en su contrario?
"Si el dinero es el vínculo que me liga a la vida humana, que liga a la sociedad, que me liga con la naturaleza y con el hombre, ¿no es el dinero el vínculo de todos los vínculos? ¿No puede él atar y desatar todas las ataduras? ¿No es también por esto el medio general de separación? Es la verdadera moneda divisoria, así como el verdadero medio de unión, la fuerza galvanoquímica de la sociedad (...)
"Como el dinero, en cuanto concepto existente y activo del valor, confunde y cambia todas las cosas, es la confusión y el trueque universal de todo, es decir, el mundo invertido, la confusión y el trueque de todas las cualidades naturales y humanas.
"Aunque sea cobarde, es valiente quien puede comprar la valentía. Como el dinero no se cambia por una cualidad determinada, ni por una cosa o una fuerza esencial humana determinadas, sino por la totalidad del mundo objetivo natural y humano, desde el punto de vista de su poseedor puede cambiar cualquier propiedad por cualquier otra propiedad y cualquier otro objeto, incluso los contradictorios. Es la fraternización de las imposibilidades; obliga a besarse a aquello que se contradice.
"Si suponemos al hombre como hombre y a su relación con el mundo como una relación humana, sólo se puede cambiar amor por amor, confianza por confianza, etc. Si se quiere gozar del arte hasta ser un hombre artísticamente educado; si se quiere ejercer influjo sobre otro hombre, hay que ser un hombre que actúe sobre los otros de modo realmente estimulante e incitante. Cada una de las relaciones con el hombre -y con la naturaleza- ha de ser una exteriorización determinada de la vida individual real que se corresponda con el objeto de la voluntad. Si amas sin despertar amor1 esto es, si tu amor, en cuanto amor, no produce amor recíproco, si mediante una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia."

Marx (Manuscritos: Economía y Filosofía, pág. 178-179 y 161) Tomado del libro de Erich Fromm Del Tener al Ser, pág. 134-135-l36)


El hombre orientado al tener anda siempre con muletas, no con sus pies. Necesita una cosa aparte de él para ser él mismo y para ser algo. El sólo es él en tanto tiene algo. Define su ser un sujeto por tener un objeto. De manera que él es poseído por el objeto de su tener: la cosa lo posee.
Esta metáfora de las muletas, que suplen a los propios pies, aclara al mismo tiempo qué quiere decirse con "orientación al ser". Así como el hombre tiene la capacidad física de estar de pie, de la estabilidad, que en caso necesario puede compensar con muletas, así también tiene el hombre capacidades psíquicas de estabilidad, de rectitud: su capacidad de amor, su capacidad de razón y su capacidad para la actividad productiva. Pero el hombre tiene también la posibilidad de suplir estas energías psíquicas por la orientación al tener, haciendo que la capacidad de amor, razón y actividad productiva dependa de la posesión de aquellos objetos del tener en los que ha centrado su apego.
El amor, la razón y la actividad productiva son energías psíquicas del hombre que nacen y se desarrollan sólo en la medida en que se practican: no se pueden consumir, ni comprar, ni adquirir, como los objetos del tener; sólo se pueden practicar, ejercitar, emplear y realizar. Los objetos del tener se gastan en la medida en que se usan. En cambio, el amor, la razón y la actividad productiva se desarrollan e incrementan a medida que se aplican y comparten.
La orientación al ser significa siempre que orientamos nuestra vida mediante las energías psíquicas humanas, percibiendo, conociendo y adquiriendo como algo propio lo que, en nosotros y en el mundo exterior, es desconocido y extraño; de manera que logramos aumentar y estrechar cada vez más la relación con nosotros mismos y con nuestro mundo.

Pág. 157


Nuestros esfuerzos por adquirir conciencia, desarrollo y una idea de nosotros mismos y del mundo que responda a la realidad están relacionados con la liberación de nuestra vida socioeconómica. Porque "nuestra idea del mundo responderá a la realidad sólo en la medida en que nuestra vida esté libre de irracionalidad y contradicciones".

Pág. 158


 Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1991













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