En el mundo espiritual hay, lo mismo que en el material, signos y presagios de la noche.
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror, página 17
El hombre al que se habían dirigido con el nombre de Marsh parpadeó un poco antes de preguntar con una sonrisa: — ¿Qué condiciones? Sabe usted que sólo soy un sencillo hombre de negocios y no se supone que deba entender de tales cosas. ¿Cómo, cuándo y dónde debería leer su historia de fantasmas? —En soledad, por la noche, a la luz de una vela. Hay ciertas emociones que un escritor puede provocar con bastante facilidad: como la compasión o la alegría. Puedo conmoverle hasta las lágrimas o la risa casi bajo cualquier circunstancia. Pero para que mi historia de fantasmas sea efectiva debe disponerse a sentir miedo, por lo menos una poderosa sensación de lo sobrenatural, y eso ya es más difícil. Tengo derecho a esperar de usted que si quiere leerme me dé una posibilidad; que usted mismo se predisponga y se vuelva accesible a la emoción que trato de inspirar.
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento El entorno conveniente, página 17
Hay almas honestas que creen que la genialidad es un tipo de exceso.
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento El entorno conveniente, página 37
—No se atrevería… no tendría usted el valor suficiente —dijo enfatizando las palabras con un gesto de desprecio—. Es lo bastante valiente para leerme en un coche público, pero en una casa desierta… ¡solo… en el bosque… por la noche! ¡Bah! Tengo en mi bolsillo un manuscrito que le mataría.
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento El entorno conveniente, página 38
— ¿Quiere decir entonces que si me tomo la molestia de observar sus directrices —situarme en las condiciones que usted exige: soledad, nocturnidad y una vela de sebo— puede darme con su oro fantasmal un sentimiento incómodo de lo sobrenatural, tal como lo expresó? ¿Puede acelerar mis pulsaciones, que me sobresalte por los ruidos repentinos, transmitir una corriente fría y nerviosa por mi columna y hacer que se me erice el cabello? Colston se volvió repentinamente hacia él y, sin dejar de caminar, le miró fijamente a los ojos. —No se atrevería… no tendría usted el valor suficiente —dijo enfatizando las palabras con un gesto de desprecio—. Es lo bastante valiente para leerme en un coche público, pero en una casa desierta… ¡solo… en el bosque… por la noche! ¡Bah! Tengo en mi bolsillo un manuscrito que le mataría.
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento El entorno conveniente, página 37
Tengo la convicción de que el don de los sueños es un valioso obsequio literario, pues, si con alguna técnica aún no descubierta pudiéramos captar, fijar y utilizar las insólitas imágenes que proporciona, tendríamos una literatura «muy por encima de lo corriente».
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento Visiones de la noche, página 41
Situado en los límites de la eternidad, me doy la vuelta para echar un último vistazo a la tierra, a la trayectoria que seguí hasta llegar aquí. Hay veinte años de huellas inconfundibles, impresiones de pies sangrantes. El trazado sigue caminos de pobreza y dolor, tortuosos y poco seguros, como los de alguien que se tambalea bajo una carga,
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento Visiones de la noche, página 59
Situado en los límites de la eternidad, me doy la vuelta para echar un último vistazo a la tierra, a la trayectoria que seguí hasta llegar aquí. Hay veinte años de huellas inconfundibles, impresiones de pies sangrantes. El trazado sigue caminos de pobreza y dolor, tortuosos y poco seguros, como los de alguien que se tambalea bajo una carga,
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror, página 59
Situado en los límites de la eternidad, me doy la vuelta para echar un último vistazo a la tierra, a la trayectoria que seguí hasta llegar aquí. Hay veinte años de huellas inconfundibles, impresiones de pies sangrantes. El trazado sigue caminos de pobreza y dolor, tortuosos y poco seguros, como los de alguien que se tambalea bajo una carga,
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuentoUna carretera iluminada por la luna, página 59
Ah, la profecía que el poeta hizo sobre mí. ¡Qué admirable! ¡Qué espantosamente admirable!”
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror, página 59
A todos y cada uno, les deseo la paz que no fue mía.
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento Una carretera iluminada por la luna, página 59
TESTIMONIO DE LA DIFUNTA JULIA HETMAN A TRAVÉS DEL MEDIUM BAYROLLES
Me había retirado temprano y había caído casi inmediatamente en un sueño apacible, del que desperté con una indescriptible sensación de peligro, lo que es, según creo, una experiencia común de otra vida anterior.
(…)
Vosotros que todavía estáis vivos, sujetos a los horrores de la imaginación, os daréis cuenta de qué monstruoso miedo debe de ser ése que, en la oscuridad, busca seguridad contra las existencias malévolas de la noche. Es como batirse cuerpo a cuerpo con un enemigo invisible. ¡La estrategia de la desesperación!
(…)
Después de apagar la luz, me cubrí la cabeza con la colcha y me quedé temblando en silencio, incapaz de gritar, y sin acordarme siquiera de rezar. En ese penoso estado debí de permanecer durante lo que vosotros llamaríais horas; entre nosotros no existen horas: el tiempo no existe. Finalmente apareció: ¡un ruido suave e irregular de pisadas en las escaleras! Eran pausadas, dubitativas, inseguras, como si fueran producidas por alguien que no viera por dónde iba; para mi mente confusa eso era mucho más espantoso, como la proximidad de una malignidad ciega y estúpida, para la que no valen ruegos. Estaba casi segura de que había dejado la lámpara del recibidor encendida y el hecho de que aquella criatura caminara a tientas demostraba que era un monstruo de la noche. Esto era absurdo y no coincidía con mi anterior terror a la luz, pero ¿qué queréis que haga? El miedo no tiene cerebro; es idiota. El observador sombrío que contiene y el cobarde consejo que susurra no guardan relación. Nosotros, que hemos entrado en el Reino del Terror, que permanecemos ocultos en el crepúsculo eterno rodeados por las escenas de nuestra vida anterior, invisibles incluso para nosotros mismos y para los demás, y que sin embargo nos escondemos desesperados en lugares solitarios, lo sabemos muy bien; anhelamos hablar con nuestros seres queridos, y sin embargo estamos mudos, y tan temerosos de ellos como ellos de nosotros. A veces este impedimento desaparece, la ley queda en suspenso: por medio del poder inmortal del amor o del odio conseguimos romper el hechizo. Entonces, aquellos a los que avisamos, consolamos o castigamos, nos ven. Qué forma adoptamos es algo que desconocemos; sólo sabemos que aterrorizamos hasta a aquéllos que más deseamos reconfortar y de los que más anhelamos ternura y compasión. (…)
Vosotros que nos consultáis de este modo imperfecto, no comprendéis. Hacéis preguntas absurdas sobre cosas desconocidas y prohibidas. La mayor parte de lo que sabemos y podríamos reflejar en nuestro discurso no tiene ningún sentido para vosotros. Debemos comunicarnos con vosotros por medio de una inteligencia balbuciente en aquella pequeña zona de nuestro lenguaje que vosotros sabéis hablar. Creéis que somos de otro mundo. Pero no; no conocemos otro mundo que el vuestro, aunque para nosotros no existe la luz del sol, ni calor, ni música, ni risa, ni cantos de pájaros, ni compañía. ¡Dios mío! ¡Qué cosa es ser un fantasma, encogido y tembloroso en un mundo alterado, presa de la aprensión y la desesperación!
(…)
La suma de lo que conocemos al morir es la medida de lo que sabemos después de todo lo que hemos vivido. De esta existencia sabemos muchas cosas, pero nunca hay nueva luz sobre ninguna de esas páginas: todo lo que podemos leer está escrito en el recuerdo. Aquí no hay cimas de verdad que dominen el confuso paisaje de aquel reino dudoso.
(…)
Porque, aunque hemos perdido el sol para siempre, todavía nos queda la luna, completamente redonda o imperceptible. A veces brilla por la noche, a veces de día, pero siempre sale y se pone como en la otra vida.
Ambrose Bierce
Un vigilante junto al muerto y otros relatos de terror
Del cuento Una carretera iluminada por la luna, página 62-63-64-65
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