La cámara secreta



… en la actualidad hay una creencia extendida de que cuando el mencionado piramidión se vuelva a poner sobre la Gran Pirámide, el mundo entrará en una nueva era espiritual o en un nuevo orden mundial.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 9



Se está jugando en la polvorienta meseta de Gizeh el juego más excitante y significativo de la historia: nada menos que la búsqueda de los orígenes culturales y espirituales de la civilización, y su verdadero destino.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 29



En una de sus numerosas sesiones en las que Edgar Cayce caía en trance, se le pidió que explicara el significado y el propósito de la Gran Pirámide y la ceremonia de colocación de un piramidión dorado. Su contestación, un tanto críptica, fue que «solamente un iniciado puede entenderlo». La Cámara Secreta, por lo tanto, de alguna forma «iniciará» al lector para que pueda «entender». En consecuencia, uno de sus principales objetivos es proveer al lector de todo el conocimiento «científico» y «esotérico» que se requiere en esta tarea. En la tradición iniciática del antiguo Egipto se decía que el neófito que pasaba con éxito el proceso de adquirir tal conocimiento, estaba «equipado». De esta manera, nos daremos cuenta de que la Gran Pirámide y toda la necrópolis de Gizeh no son «tumbas» o «templos» en el sentido convencional, sino una especie de instrumentos que fueron diseñados para servir de poderosos rituales de iniciación. Aunque hoy estos edificios y estructuras están muy deteriorados y algunos incompletos, todavía pueden producir el potente efecto subliminal sobre la psique humana para el que fueron creados en un principio. En la tradición hermética y alquímica tales instrumentos se conocen como «mecanismos» y la Gran Pirámide de Gizeh es quizás el más poderoso de estos mecanismos herméticos. Se dice que la Gran Pirámide y toda la necrópolis de Gizeh tienen la energía de iniciación necesaria como para causar a una escala masiva un poderoso y transcendental cambio en el pensamiento. Sólo hay que apretar los botones correctos en el momento justo.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 45


Existe un enorme debate entre los académicos sobre los orígenes y antigüedad de los escritos herméticos y consiguientemente, por extensión, sobre la profecía hermética relacionada con Gizeh o el Monte Líbico. La mayoría de los expertos coinciden en que tos textos herméticos (también conocidos como Corpus Hermeticum o Hermética, si lo abreviamos) fueron finalmente puestos por escrito en su forma actual por egipcios «helenizados» anónimos o, puede que en este caso, helenos (griegos) «egipciados» de la antigua ciudad de Alejandría, en algún momento entre el último siglo antes de Cristo y el segundo de nuestra era. Hay dos grupos de textos, uno conocido como los textos «filosóficos» y el otro como los textos «técnicos» o «alquímicos». Son los textos «filosóficos» los que más nos interesan en nuestra investigación. La mayoría fueron escritos en griego pero algunos, probablemente los textos más antiguos, lo están en la lengua de los antiguos coptos egipcios. Estos textos fueron descubiertos en 1945 en Nag Hammadi, en el Alto Egipto. La Hermética contiene unos 21 libros; hay 18 llamados propiamente «Libros» que forman parte del cuerpo principal, y los otros reciben el nombre del Asclepio Latino. También hay una colección de «extractos» y «fragmentos» breves que se consideran en general parte de la Hermética. No está claro cuántos autores participaron en esta obra, ya que todos los libros están atribuidos a Hermes Trismegisto (Hermes el Tres Veces Grande). Hermes, como hemos visto, fue identificado por los griegos con el dios egipcio de la sabiduría mágica Thot (Tehuti en egipcio). Sin embargo, es importante darse cuenta de que en el mundo helenístico (y más tarde en la Europa renacentista), Hermes Trismegisto no fue la misma figura que su homónimo egipcio, sobre quien discutiremos en profundidad en breve. Hermes Trismegisto es, en realidad, un Hermes egipcio, un sincretismo o fusión, como si estuviera entre Thot y el Hermes griego, pero con una genealogía parecida a la del Enoc bíblico o la del Idris árabe; una figura legendaria que recuerda la sabiduría y el conocimiento de la época antediluviana, que la preserva para el beneficio y futuro de la Humanidad. Por lo que respecta a su epíteto «el Tres Veces Grande», probablemente venga, sin embargo, de los antiguos egipcios quienes, ya en el siglo III a. C., con frecuencia se referían a Thot como el «Grande-Grande», el «Muy Grande» o el «Tres Veces Grande». El motivo para atribuir sus obras a este personaje semidivino y mítico, de acuerdo con el experto Walter Scott, «debe de haber sido similar a aquél que hizo a un judío escribir un libro de Daniel o de Enoc en vez de hacer uno de sí mismo». En aquellos tiempos había una tendencia, dice Scott, «a apoyarse en el soporte de la autoridad y la tradición»; al dios Thot de los egipcios, durante cientos de años antes, se le había atribuido el conocimiento divino y la sabiduría de los dioses que luego impartió a los humanos en sus famosos «Libros». Según una antigua tradición egipcia, había unos cuarenta y dos libros que pertenecían a Thot. En su estudio de los dioses egipcios, el egiptólogo George Han proporciona una serie de títulos de Thot que definen el papel fundamental de este dios como el protector de la «Verdad» y como el emisario de la sabiduría sagrada de los dioses. Estos títulos o epítetos son «el más poderoso de los dioses», «señor de las palabras sagradas», «Thot el Grande, el Grande, el Grande», es decir, Hermes-Thot el Tres Veces Grande. Thot, escribe Hart, como el «señor de las palabras sagradas»…

dio a los egipcios el conocimiento de cómo escribir mediante símbolos pictóricos; así, los jeroglíficos pudieron poseer siempre una fuerza mágica. Los escribas se consideraban a sí mismos como «seguidores de Thot». Thot representaba para los egipcios la esencia de todos los saberes científicos y literarios, teniendo el dominio de todos «los libros sagrados en la Casa de la Vida». La «Casa de la Vida» (Per Ankh) era un centro de recursos venerado, accesible sólo para los escribas, que contenía abundancia de conocimientos… todo bajo la protección de Thot…

Estos «conocimientos» y «sabiduría», dice Han, fueron considerados muy secretos a los ojos profanos, y sólo accesibles para unos pocos iniciados.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 66



... el relato que nos interesa es el cuarto, ya que ofrece una tentadora serie de pistas sobre la existencia de una posible «cámara secreta» escondida en la propia Gran Pirámide o en algún lugar de la necrópolis de Gizeh. En vista de la importancia de este manuscrito, lo ofrecemos aquí traducido al completo, aunque con alguna nota añadida entre paréntesis para facilitar su comprensión:


Ahora el príncipe Hardedef se levantó para hablar: «Hasta ahora tú (rey Keops) has escuchado ejemplos de la destreza de aquellos que han fallecido, y nadie puede distinguir lo verdadero de lo falso. Pero hay un súbdito de tu majestad en tu propia época, desconocido para ti, que es un gran mago». Dijo su majestad: «¿A qué te refieres, Hardedef, mi hijo?», a lo que respondió el príncipe Hardedef: «Hay un hombre llamado Djedi que vive en Djed-Snefru [probablemente sea Dashur, a unas doce millas al sur de Gizeh]. Es un hombre de ciento diez años, que come al día quinientos panes, medio buey y bebe cien jarras de cerveza. Puede unir una cabeza cortada. Puede hacer que un león camine detrás de él, con la correa suelta arrastrando por el suelo. Y sabe el número de las cámaras secretas del santuario de Thot». En ese momento su majestad el rey Keops estaba invirtiendo mucho tiempo buscando las cámaras secretas del santuario de Thot para copiarlas en su «Horizonte» (es decir, en su Pirámide). Así, su majestad le dijo: «Tú, Hardedef, mi hijo, tú mismo me traerás a Djedi» (Entonces el príncipe Hardedef va a recoger al mago Djedi por barco, río arriba. Djedi toma consigo sus «libros» y dos barcos les llevan a él y a su séquito al palacio). Nada más alcanzar la residencia, el príncipe Hardedef se dirigió a informar a su majestad el rey Keops. Dijo Hardedef: «Oh Rey, mi Señor, te he traído a Djedi». Y dijo su majestad: «Ve y tráelo ante mí». Cuando Djedi estuvo acomodado ante él, su majestad dijo: «¿Cómo es que nunca te he visto, Djedi?». A lo que respondió Djedi: «Aquél que es llamado viene, oh Rey, mi Señor, yo fui llamado y he venido». Entonces su majestad el rey Keops dijo: «Se dice incluso que sabes el número de cámaras secretas del santuario de Thot». Dijo Djedi: «Por favor, desconozco el número, oh Rey, mi Señor, pero sé el lugar en el que está». Su majestad dijo: «¿Dónde está?», a lo que Djedi respondió: «Hay un cofre de piedra en el edificio llamado “Inventarios” en On (Heliópolis). Es en ese cofre…».

Después Djedi pronuncia una profecía un tanto extraña. Cuando el rey Keops le ordena traerle el «cofre de piedra», Djedi declara que a él no se le ha mandado esa tarea, sino que será encomendada a alguien que aún no ha nacido:

«Es el mayor de los tres chicos que están en el útero de Ruddedet quien te lo traerá… Ella (Ruddedet) es la esposa de un sacerdote de Ra, Señor de Sakhbu, que está embarazada de los tres hijos de Ra, Señor de Sakhbu. Él ha dicho que en lo que se refiere a ellos asumirán este beneficioso cargo en toda esta tierra, y el mayor de ellos será alto sacerdote en On». El corazón de su majestad se puso triste al oírlo. Djedi dijo: «¿Por qué ese cambio de humor? ¿Se debe a estos tres chicos? Yo digo: primero tu hijo (como Rey), luego su hijo y después uno de los tres chicos». A lo que dijo su majestad: «¿Cuándo dará a luz Ruddedet?» Dijo Djedi: «Dará a luz el día quince del primer mes del invierno». Dijo su majestad: «¡justo cuando los bancos de arena de los Dos Canales de Peces (el comienzo del Delta del Nilo) estén secos! Podría cruzar por mí mismo, hasta ver el templo de Ra, Señor de Sakhbu». Dijo Djedi: «Entonces prepararé cuatro codos de agua sobre los bancos de arena de los dos Canales de Peces (para que el Rey pueda pasar)»

El Papiro Westcar
Relato cuarto
La cámara secreta, página 85


Todo alquimista o mago sabe que uno de los grandes secretos de su arte radica en el poder de las palabras o, precisando más, en la forma en que ciertas palabras pueden cargarse de poder y efectividad.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 88


Thot, según la tradición del antiguo Egipto, fue el verdadero «inventor» o «padre» de dicha magia. De esta manera a Thot se le conocía como el «Maestro de las Palabras de Poder», «Thot el Grande en recitaciones», «Thot Señor de la Palabra Divina», «Thot el Mago». Todos estos títulos están por lo tanto encapsulados en el conocido epíteto «Thot el Tres Veces Grande». Tan considerables eran su sabiduría y su talento para pronunciar palabras de poder mágico que ocupaba el cargo más elevado del panteón egipcio, el de «juez de los Dioses». También era el «Mensajero de los dioses» y se le asignó el cargo supremo de «Escriba de Osiris», es decir el mago de Osiris. Ya hemos establecido la distinción entre Thot y Hermes Trismegisto, es decir el sincrético «Hermes egipcio» del período helenístico, la quintaesencia del sabio o el sabio de las tradiciones esotéricas occidentales. Ahora ya está claro por qué Thot era su modelo y prototipo. De hecho, en cierto sentido, se puede considerar a Thot como el prototipo de rey mago y mago, el equivalente arcaico supremo de un Merlín, un John Dee, un Francis Bacon y un Albert Pike, todos en uno. A diferencia de algunos de estos personajes históricos, se pensaba que Thot colocaba la «verdad» sobre cualquier otro concepto, y que en la aplicación de la magia consideraba obligatorio que las palabras que se dijeran estuvieran llenas de «verdad». Así, la integridad de Thot estaba fuera de toda duda o reproche. Fue Thot a quien se llamó para juzgar la gran batalla de sucesión entre Horus, el hijo de Osiris, y Set, el hermano y asesino de Osiris. También fue Thot quien se encargaba de la navegación y de la ruta del «barco celestial de un millón de años» en el que el séquito del dios supremo, Atón-Ra, viajaba por el tiempo y el espacio. Y era Thot el guardián del tiempo divino caracterizado por el movimiento de las estrellas. Todo esto requería un compromiso total con la «verdad». De esta forma, el mago era el practicante último de la verdad y de Heka, es decir, de la magia verdadera o, mejor aún, de la verdad mágica. La palabra Heka, en su connotación de «verdad», ha sobrevivido en Egipto. En el dialecto árabe puro, los egipcios todavía dicen hake para expresar lo que está «bien» o «mal». Ser de hake significa ser a la vez sabio y veraz. Lo uno no puede existir sin lo otro.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 94



La egiptología no es una «ciencia», es una ciencia sagrada. La Gran Pirámide no es sólo una construcción de ingeniería que se ajusta a unas claras reglas geométricas, sino un templo sagrado de iniciación a los misterios de la existencia cósmica. Para estar seguros, los antiguos arquitectos-sacerdotes usaban un canon geométrico para diseñar sus monumentos, pero este canon era una parte intrínseca de la ciencia sagrada de la iniciación. La Geometría era sagrada. El Arte era sagrado. La Arquitectura era sagrada. Los Jeroglíficos eran sagrados. La Astronomía era sagrada. Cada una de las ciencias era una parte, una parcela de la ciencia sagrada que se enseñaba en el templo a los altos iniciados. La mente del hombre, que consideraban lo más sagrado de toda la creación, debía convertirse en experta de esta ciencia o conocimiento para poder encontrar a Dios. Aquellos que planearon y diseñaron la Gran Pirámide no eran arquitectos en nuestra definición actual de la palabra. Estos hombres, en cambio, eran magos, supremamente iniciados en la ciencia sagrada de los símbolos y los ambientes cósmicos. La Gran Pirámide no es simplemente una obra maestra de la arquitectura, es una obra maestra de la ciencia sagrada.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 100



Thot, más tarde el Hermes Trismegisto del Renacimiento, era esa entidad mágica, dotada del conocimiento y de la sabiduría de lo divino e inventor de la ciencia sagrada del antiguo Egipto. El egiptólogo Christian Jacq, en su libro Magia y misterio del Antiguo Egipto, llama a Thot el «patrón de los magos egipcios» y dice de él que sirvió como «modelo para todos sus discípulos», es decir los escribas-magos; Thot fue el «maestro de los jeroglíficos y de la magia… el guardián de la sabiduría, el inventor del lenguaje sagrado, astrónomo, matemático… el medidor de todas las cosas… “dotado” de poder mágico».
Lo que hay que resaltar aquí es que existió una ciencia sagrada en Egipto que tal vez se impartió exclusivamente a individuos dotados de una gran predisposición al aprendizaje intuitivo —el tipo de aprendizaje que se hace con el aparato humano de la percepción, con el afinamiento de los cinco sentidos tal que funcionaban conjuntamente como extraordinarios recibidores y transmisores de mensajes. Así la iniciación o entrenamiento de magos naturales consistía en afinar la percepción sensorial. Cualquiera puede afinar su sentido para «leer» los mensajes de la naturaleza. Sin embargo, para ser un mago hay que tener la capacidad de invertir el proceso, es decir transmitir los mensajes a otros usando el «lenguaje de los dioses». Éste es el arcana arcanorum, el secreto último del mago. Thot, el inventor de esta magia, era el mejor preparado para su aplicación. Dotados de tal comprensión de Thot, podemos ahora examinar la finalidad de su misión divina como «mensajero» de los dioses.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 105


Como afirmó Bruno en su juicio, los momentos «astrológicos» ideales a lo largo del año para que la influencia de la magia astral sea de una eficacia óptima, se daban durante los solsticios o lo equinoccios, es decir, en los coluros. La «cruz» que se forma sobre el suelo en estos momentos del año, se da bien al amanecer o al anochecer, o bien al mediodía o en la medianoche. Ficino, que tradujo la Hermética para Cosme de Médicis en 1463, comentaba que la cruz egipcia formada por los coluros, no solamente era un «testimonio al «regalo de las estrellas» (es decir, la magia astral) sino que también era una especie de presagio de la venida de Cristo. Estos alegatos realizados por Bruno y Ficino con respecto a la cruz y los coluros, están tomados de hecho de la Hermética, de un tratado conocido como el Kóre Kósmou. En este tratado la diosa Isis habla con su hijo, Horus, quien pregunta a su madre por qué los hombres que han nacido fuera de Egipto carecen de la inteligencia refinada de los egipcios. A lo que Isis responde:

La tierra yace en el centro del Universo, estirada sobre su espalda como lo pueda hacer un humano… su cabeza se encuentra hacia el sur, su hombro derecho hacia el este, su hombro izquierdo hacia el oeste y sus pies están bajo la constelación de la Osa Mayor (es decir, el norte)… pero el verdadero país sagrado de nuestros ancestros (Egipto) yace en medio de la Tierra; y la mitad del cuerpo humano es el santuario del corazón, y el corazón es el centro principal del alma, y ésta, hijo mío, es la razón de por qué los hombres de este país… son más inteligentes…

De esta manera, el enorme crucifijo que se forma sobre la Tierra, cuando los coluros cruzan la eclíptica y están en el horizonte, tiene en «Egipto» su epicentro, donde se cortan los ejes de la Tierra este-oeste y norte-sur. Así en Egipto, los adeptos a la Hermética imaginaban que el meridiano principal y la latitud principal pasaban por el epicentro o «el centro principal del alma», un lugar que ellos denominan «el santuario del corazón». Desde 1860 varios investigadores han argumentado que el principal meridiano de Egipto, así como de todo el planeta, debería pasar a través del vértice de la Gran Pirámide. El razonamiento que hay detrás de esta hipótesis es que no solamente se encuentra la Gran Pirámide en el centro de las masas terrestres de la Tierra, sino que también está alineada a los cuatro puntos cardinales con una precisión tan asombrosa que un astrónomo francés, por ejemplo, la llamó el «instrumento meridional perfecto». Incluso cuando en 1884 el International Meridian Committee (Comité Internacional del Meridiano) se reunió en Washington D. C. para decidir por dónde debería pasar el primer meridiano del mundo, el Astrónomo Real de Escocia «opinaba que si tenía que haber un primer meridiano, entonces éste debería ser colocado sobre la Gran Pirámide de Egipto».

Robert Bauval
La cámara secreta, página 223


Una de las órdenes masónicas más antiguas y más misteriosas se conoció como los Arquitectos Africanos. Fue fundada en Alemania en 1767 por Frederick Von Koppen, un oficial del ejército prusiano. Normalmente se dice que Von Koppen fue el autor de un extraño trabajo conocido como el Crata Repoa.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 234



Normalmente se cree, aunque de forma errónea, que los coptos son los verdaderos descendientes de los faraones. Pero esto no es correcto en absoluto. Cuando Alejandro Magno invadió Egipto en el 332 a. C., todos aquellos egipcios nativos que vivían a lo largo de los bancales del Nilo eran, como es obvio, los descendientes del antiguo pueblo faraónico. Incluso después de que su origen genético permaneciera virtualmente estable, pocos nativos se mezclaron con los griegos y otros extranjeros que, por otra parte, se encontraban en su mayoría en Alejandría. En el año 30 a. C. Egipto se convirtió en una provincia de Roma, llegando a ser el cristianismo católico romano la religión oficial en el siglo IV d. C. De hecho, el cristianismo se había arraigado en Egipto desde al menos el siglo II d. C., pero debido al gran número de griegos existente, al principio fue aderezado con ideas, rituales y especialmente iconografía helenísticas. Esta rama «griega» del cristianismo llegó a conocerse como cristianismo griego ortodoxo. Hacia los siglos V y VI la mayoría de los egipcios nativos se convirtieron a la fe cristiana. Sin embargo, en el siglo VII los musulmanes invadieron el país y muchos cristianos se convirtieron entonces al islam, la gran mayoría por la fuerza. Aquellos pocos que permanecieron cristianos fueron conocidos como «coptos».

Robert Bauval
La cámara secreta, página 254


El concepto de los Archivos Akásicos es en muchos aspectos algo gnóstico, ya que también propone la existencia de un cuerpo de conocimiento vas to y divino que puede ser explotado por individuos dotados y que de alguna manera les proporciona una iluminación (conocimiento intuitivo) y unidad completas con la mente universal de Dios. En resumen, relata de distintas formas lo que los antiguos egipcios habrían llamado los Libros de Thot; lo que los herméticos habrían llamado Poimandrés (la «Mente Divina»); y lo que los primeros cristianos místicos de Alejandría habrían llamado la «gnosis».

Robert Bauval
La cámara secreta, página 265


Cuando en julio de 1798 Napoleón llegó con su flota a las costas de Alejandría, hizo llegar a los egipcios una serie de panfletos con estas palabras:

¡Gente de Egipto! Se os dirá que he venido a destruir vuestra religión. No lo creáis… Todos los hombres son iguales ante Dios; pero es el conocimiento, el talento y las virtudes los que hacen las diferencias entre los hombres… ¡Cadises! ¡Sheikhs! ¡Imanes! Decid a la gente que somos amigos de los musulmanes…

Se dice que pocas semanas después de que Napoleón alcanzara El Cairo, él y el general Jean Baptiste Kleber fueron a la Gran Pirámide de Keops y que, bajo la dirección de un maestro y sabio gnóstico, fueron iniciados dentro de la Cámara del Rey en la Fraternidad de la francmasonería. Como no hay ninguna evidencia documental que confirme la existencia de la iniciación masónica de Napoleón en la Gran Pirámide fuera verdad, esta historia no se puede probar. El lector recordará que numerosos miembros de la familia de Napoleón y de su entorno político fueron francmasones. Antes de que Napoleón ocupara Egipto, en Francia la francmasonería estaba fascinada por una «Egiptomanía» que había sido introducida por el infame conde Caliostro. El general Kleber, la mano derecha de Napoleón en Egipto, también fue un importante masón. Todo esto es muy sugerente, ya que la presunta iniciación de Napoleón dentro de la Gran Pirámide podría ser un hecho real. El historiador de la masonería francesa, Gerard Galtier, señala en su libro sobre la francmasonería egipcia que un tal Salutore Avventura Zola (al parecer un pariente del famoso escritor francés, Zola) que fue en 1863 Gran Maestro de la Orden Masónica de Menfis en Alejandría, afirmó: En agosto de 1798, Napoleón y Kleber, aunque este Último ya era francmasón, fueron iniciados en los ritos de Menfis por un hombre de edad, altamente instruido en la doctrina y las costumbres, del que se decía que era un descendiente de los sabios del antiguo Egipto. La iniciación tuvo lugar en la Gran Pirámide de Keops y recibieron, sólo como investidura, un alijo a modo de señal de la dignidad que se les había conferido Napoleón, así como Kleber y varios oficiales de su ejército, fundaron aquí la primera logia de Mentís en 1798-1799.

Robert Bauval
La cámara secreta, página 464



Estoy convencido de que las pirámides son el logro culminante de un poderoso sacerdocio esotérico que pretendió que fueran capaces de despertar en momentos estratégicos en la evolución de la humanidad; despertares que se producirían de alguna manera gracias al majestuoso reloj estelar de la precesión. Qué exactitud tiene este fenómeno, es algo que no puedo decir. Todo lo que sé es que funciona. Aquí veo el trabajo de un genio, un hombre extraordinariamente brillante que de alguna forma parece haber entendido algo transcendental acerca de la mente humana y de cómo «funciona» con el ritmo de las estrellas y el silencioso «lenguaje de los dioses».

Robert Bauval
La cámara secreta, página 482


La historia que acabo de contar es tan extraña como controvertida. Es la historia de un misterio muy antiguo. Un misterio que ha cautivado la imaginación de buscadores de generación en generación… Para algunos se trata de un producto de la imaginación nada más que un mito. Para otros es una posibilidad real una realidad casi histórica, un hecho que está a punto de confirmarse. Ya que en lo más profundo del momento más antiguo, más grande, más alto y sagrado de este planeta, se ha guardado con celo un secreto. Dentro de la Gran Pirámide de Gizeh, cubierta por una intempestiva oscuridad y permaneciendo bajo una calma sagrada, puede haber una cámara secreta esperando a que sea abierta en cualquier momento… y no lejos de la Gran Pirámide, en un enclave al este, poco profundo, se encuentra la Gran Esfinge. También puede estar guardando bajo su vientre el último tesoro: la «Sala de los Archivos» de una civilización que se perdió hace mucho en las brumas del tiempo…

Robert Bauval
La cámara secreta, página 512



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