La causa de la miseria humana evitable no suele ser tanto la estupidez como la ignorancia, particularmente la ignorancia de nosotros mismos.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 33
La ciencia no sólo es compatible con la espiritualidad sino que es una fuente de espiritualidad profunda. Cuando reconocemos nuestro lugar en una inmensidad de años luz y en el paso de las eras, cuando captamos la complicación, belleza y sutileza de la vida, la elevación de este sentimiento, la sensación combinada de regocijo y humildad, es sin duda espiritual. Así son nuestras emociones en presencia del gran arte, la música o la literatura, o ante los actos de altruismo y valentía ejemplar como los de Mohadma Gandhi o Martín Luther King, Jr. La idea de que la ciencia y la espiritualidad se excluyen mutuamente de algún modo presta un flaco servicio a ambas.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 73
Cuanto más deseamos que algo sea verdad, más cuidadosos hemos de ser. No sirve la palabra de ningún testigo. Todo el mundo comete errores. Todo el mundo hace bromas. Todo el mundo fuerza la verdad para ganar dinero, atención o fama. Todo el mundo entiende mal en ocasiones lo que ve. A veces incluso ven cosas que no están.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 78
Lo que una mente crítica podría reconocer como alucinación o sueño, una más crédula lo interpreta como una visión de una realidad externa elusiva pero profunda.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 153
La cultura comercial está llena de informaciones erróneas y evasivas a expensas del consumidor. No se espera que preguntemos. No piense. Compre. La recomendación (pagada) de productos, especialmente por parte de expertos reales o supuestos, constituye una avalancha constante de engaños. Delata su menosprecio por la inteligencia de sus clientes. Presenta una corrupción insidiosa de actitudes populares sobre la objetividad científica. Hay incluso anuncios en los que científicos reales, algunos de distinción considerable, aparecen como cómplices de las empresas. Ellos revelan que los científicos también son capaces de mentir por dinero.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 196
Una de las lecciones más tristes de la historia es ésta: si se está sometido a un engaño demasiado tiempo, se tiende a rechazar cualquier prueba de que es un engaño. Encontrar la verdad deja de interesarnos. El engaño nos ha engullido. Simplemente, es demasiado doloroso reconocer, incluso ante nosotros mismos, que hemos caído en el engaño. En cuanto se da poder a un charlatán sobre uno mismo, casi nunca se puede recuperar. Así, los antiguos engaños tienden a persistir cuando surgen los nuevos.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 225
A veces es más fácil rechazar una prueba consistente que admitir que nos hemos equivocado.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 226
El examen escéptico no es sólo un equipo de herramientas para desarraigar las tonterías y crueldades que buscan sus víctimas entre las personas menos capaces de protegerse a sí mismas y con mayor necesidad de nuestra compasión, gente a la que se ofrece poca esperanza. También es un recordatorio oportuno de que los mítines masivos, la radio y la televisión, los medios de comunicación impresos, el marketing electrónico y la tecnología de la venta por correo permiten que se inyecte otro tipo de mentiras en el cuerpo social para aprovecharse de los incautos, frustrados e indefensos en una sociedad plagada de males políticos que se afrontan con ineficacia, si es que se afrontan. Los camelos, engaños, ideas poco precisas, tonterías y deseos disfrazados de hechos no están restringidos al salón de magia y al consejo ambiguo en asuntos del corazón. Lamentablemente, abundan en la vida política, social, religiosa y económica de todas las naciones.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 228
La ciencia es una empresa colectiva con un mecanismo de corrección de errores que suele funcionar con suavidad.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 238
La ciencia es diferente de muchas otras empresas humanas; no, desde luego, porque sus practicantes estén influenciados o no por la cultura en la que crecieron, ni porque a veces acierten y otras se equivoquen (algo común en toda actividad humana), sino en su pasión por formular hipótesis comprobables, en su búsqueda de experimentos definitivos que confirmen o nieguen ideas, en el vigor de su debate sustancial y en su voluntad de abandonar ideas que se han mostrado deficientes. Si no fuéramos conscientes de nuestras propias limitaciones, sin embargo, si no buscásemos más datos, si no estuviésemos dispuestos a realizar experimentos de control, si no respetásemos las pruebas, avanzaríamos muy poco en nuestra búsqueda de la verdad. Por oportunismo y timidez, podríamos ser vapuleados por cualquier brisa ideológica sin tener nada de valor duradero a lo que agarrarnos.
Carl Sagan
El mundo y sus demonios, pág. 249
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