TENER O SER




Estamos al inicio de una época en que la vida lucha por crear nuevas formas en el mundo.

Ruth Nanda Anshen


El egoísmo se relaciona no sólo con mi conducta, sino con mi carácter. Significa que lo deseo todo para mí; que poseer y no compartir me da placer; que debo ser avaro; porque mi meta es tener, y que más soy cuanto más tengo; que debo sentir antagonismo a todos mis semejantes: a mis clientes a los que deseo engañar, a mis compañeros a los que deseo destruir, a mis obreros a los que deseo explotar. Nunca puedo quedar satisfecho, porque mis deseos no tienen límite; debo envidiar a los que tienen más, y temer a los que tienen menos; pero debo reprimir estos sentimientos para presentarme (ante los otros y ante mí mismo) como el individuo sonriente, sincero, amable que todos simulan ser.

Pág. 25


El amor no es algo que se pueda tener, sino un proceso, una actividad interior a la que se está sujeto. Puedo amar, puedo estar enmarado, pero al amar, no tengo... nada. De hecho, cuanto menos tenga, más puedo amar.

Pág. 39


El consumidor es el eterno niño de pecho que llora reclamando su biberón.
Desde luego, para quién tener es la forma principal de relacionarse con el mundo, las ideas que no puede definir claramente (o redactar) le causan terror, como cualquier cosa que se desarrolla y cambia y que no puede controlarse.

Pág. 44-45


Conocer significa penetrar a través de la superficie, llegar a las raíces, y por consiguiente a las causas. Conocer significa "ver" la realidad desnuda, y no significa poseer la verdad, sino penetrar bajo la superficie y esforzarse crítica y activamente por acercarse más a la verdad.

Pág. 53


Sean cuales fueren las razones de la pérdida de las cualidades que forman la capacidad, en la mayoría de las sociedades más grandes y organizadas jerárquicamente ocurre el fenómeno de la alienación de la autoridad. La capacidad inicial, verdadera o supuesta se transfiere al uniforme o al título de la autoridad. Si ésta el uniforme adecuado u ostenta el título apropiado, su signo externo de capacidad reemplaza a la capacidad verdadera y sus cualidades. El rey (usamos ente título como símbolo de este tipo de autoridad) puede ser estúpido, vicioso, malo, o sea totalmente incompetente para ser una autoridad; sin embargo, tiene autoridad. Mientras conserve el título, se supondrá que tiene las cualidades de la capacidad. Aunque el emperador esté desnudo, todo el mundo cree que usa bellas ropas.
La gente no confunde en forma espontánea los uniformes y los títulos con las cualidades verdaderas de la capacidad. Los que tienen estos símbolos de autoridad y los que se benefician con ellos deben embotar el pensamiento critico y realista de la gente para que crea la ficción. El que estudie esto advertirá las maquinaciones de la propaganda, los métodos con que se destruye el juicio crítico, cómo la mente es adormecida por medio de clichés para someterla, cómo la gente se atonta al volverse dependiente y perder su capacidad de confiar en sus ojos y en su juicio. La ficción en la que cree le oculta la realidad.

Pág. 52-53


En el modo de ser, el conocimiento óptimo es conocer más profundamente. En el modo de tener, consiste en poseer más conocimientos.


¿Es posible tener amor? Si se pudiera, el amor necesitaría ser una cosa, una sustancia susceptible de tenerla y ponerla. La verdad es que no existe una cosa concreta llamada "amor". "El amor" es una abstracción, quizá una diosa o un ser extraño, aunque nadie ha visto a esa diosa. En realidad, sólo existe el acto de amar, que es una actividad productiva. Implica cuidar, conocer, responder, afirmar, gozar de una persona, de un árbol, de una pintura, de una idea. Significa dar vida, aumentar su vitalidad. Es un proceso que se desarrolla y se intensifica a sí mismo.
Experimentar amor en el modo de tener implica encerrar, aprisionar o dominar al objeto "amado". Es sofocante, debilitador, mortal, no dador de vida. Lo que la gente llama amor la mayoría de las veces es un mal uso de la palabra, para ocultar que en realidad no ama.

Pág. 57


Durante el noviazgo nadie está seguro todavía de su pareja, pero cada uno trata de conquistar al otro. Ambos son vitales, atractivos, interesantes, y hasta bellos, ya que la vitalidad embellece el rostro. Ninguno tiene al otro; por consiguiente las energías de ambos están dirigidas a ser, es decir, a dar y a estimular al otro. En el matrimonio, la situación con frecuencia cambia fundamentalmente. El acta matrimonial le da a cada esposo la posesión exclusiva del cuerpo, de los sentimientos y de las atenciones del otro. Ninguno de los dos debe conquistar, porque el amor se ha convertido en algo que se tiene, en una propiedad. Los esposos dejan de esforzarse por ser amables y dar amor, por ello se aburren y su belleza desaparece. Se sienten desilusionados y confundidos. ¿Ya no son las mismas personas? ¿Cometieron un error al casarse? Cada cónyuge generalmente busca en el otro la causa del cambio, y ambos se sienten defraudados, pero no advierten que ya no son los mismos que cuando se amaban; que el error de creer que se puede tener amor, ha hecho que dejen de amarse. En vez de amarse, llegan a un acuerdo para compartir lo que tienen: el dinero, la posición social, la casa, los hijos. Por ello, en algunos casos el matrimonio que se inicia con amor, se transforma en una asociación amistosa, en una empresa en la que dos egotismos se reúnen en uno solo: el de la "familia."
Cuando una pareja no puede sobreponerse al anhelo de renovar el antiguo sentimiento de amor, uno o ambos esposos puede tener la ilusión de que un nuevo compañero (o compañeros) calmará su deseo vehemente. Creen que sólo desean tener amor; pero para ellos el amor no es una expresión de su ser; es una diosa a la que desean someterse. Necesariamente fracasan en el amor, porque "el amor es hijo de la libertad" (como dice una antigua canción francesa), y el culto a la diosa del amor llega a ser tan pasivo que causa aburrimiento, y él o ella pierden los restos de su antiguo atractivo.
En esta descripción no intentamos implicar que el matrimonio no pueda ser la mejor solución para dos personas que se aman. La dificultad no reside en el matrimonio, sino en la posesiva estructura existencial de los esposos y, en último análisis, de su sociedad. Los partidarios de tan modernas formas de unión como el matrimonio en grupo, el cambio de pareja, el sexo en grupo, etc., hasta donde puedo advertir sólo tratan de evitar su dificultad de amar y aliviar el aburrimiento con estímulos siempre nuevos y tratan de tener "amantes", aunque no sean capaces de amar a nadie.

Pág. 58-59


El conocimiento que no se aplica a la práctica es ineficaz.
El yo es una mezcla de cualidades verdaderas, como conocimientos y facultades, y de ciertas cualidades ficticias que colocamos en torno del núcleo de la realidad; pero el punto esencial no es cuál es el contenido del yo, sino que consideramos el yo como algo que poseemos, y esta "cosa" es la base de nuestro sentimiento de identidad.

Pág.. 79


La realización óptima de la naturaleza de la especie (en el caso del individuo, la naturaleza humana) es la meta de la vida. Cuanto más nos acerquemos al modelo de la naturaleza humana, mayores serán nuestra libertad y nuestro bienestar.

Pág. 97


La estructura de mi carácter, la verdadera motivación de mi conducta, constituye mi ser auténtico. Mi conducta puede reflejar parcialmente mi ser, pero por lo general es una máscara que tengo y que me pongo para mis propios fines.

Pág. 99


Se supone que las opiniones del "sentido común" de un ciudadano normal o sea, socialmente adaptado son racionales y no necesitan de un análisis profundo; pero esto no es verdad. Nuestras motivaciones, ideas y creencias conscientes son una mezcla de información falsa, prejuicios, pasiones irracionales y racionalizaciones, en que fragmentos de la verdad flotan y ofrecen la seguridad, aunque falsa, de que toda la mezcla es genuina y verdadera. El proceso de pensamiento intenta organizar este cultivo de ilusiones de acuerdo con las leyes de la lógica y la credibilidad. Se supone que este nivel de la conciencia refleja la realidad: es el mapa que usamos para organizar nuestra vida. Este mapa falso no esta reprimido; lo que reprimido es el conocimiento de la realidad, el conocimiento de la verdad. Si preguntamos ¿qué es inconsciente?, la respuesta debe ser: además de las pasiones irracionales, casi todo el conocimiento de la realidad. El inconsciente básicamente está determinado Por la sociedad, que produce las pasiones irracionales y ofrece a sus miembros varios tipos de ficciones y así hace que la verdad quede prisionera de la supuesta racionalidad.

Pág. 100



Sabemos casi todo lo que es importante saber sobre la conducta humana, como nuestros antepasados tenían un conocimiento notable de los movimientos de las estrellas; pero mientras ellos eran conscientes de sus conocimientos y los usaban, nosotros reprimimos inmediatamente nuestros conocimientos, porque si estuviéramos conscientes, nuestra vida se volvería demasiado difícil y, como nos convencemos a nosotros mismos, demasiado "peligrosa."

Pág. 101



En realidad, gastamos una gran parte de nuestras energías en ocultarnos a nosotros mismos lo que sabemos, y el grado de este conocimiento reprimido difícilmente puede exagerarse.

Pág. 100



Ser se refiere a un panorama real, que contrasta con otro falso e ilusorio. En este sentido, todo intento de aumentar el sector de ser significa aumentar el conocimiento de nuestra realidad y de la de los otros, y del mundo que nos rodea.

Pág. 100
Sólo hay una manera (que enseñaron Buda, Jesucristo, los estoicos, el Maestro Eckhart) de superar verdaderamente el temor a la muerte, y consiste en no aferrarse a la vida ni experimentarla como una posesión. El temor a morir no es en realidad lo que parece: el miedo a dejar de vivir. La muerte no nos preocupa... Seguramente, puede haber miedo a sufrir y al dolor que puede preceder a la muerte, pero este temor es diferente del de morir. Aunque el miedo a la muerte puede parecer irracional, no lo es si la vida se concibe como posesión. No sentimos miedo a morir, sino a perder lo que tenemos; el temor de perder mi cuerpo, mi ego, mis posesiones y mi identidad; de enfrentarme al abismo de la nada, de "perderme."
En la medida en que vivimos en el modo de tener, tememos a la muerte. Ninguna explicación racional suprimirá este temor; pero puede disminuirse, aun a la hora de la muerte, mediante nuestra reafirmación de nuestro vínculo con la vida, mediante una respuesta al amor de los otros que puede inflamar nuestro propio amor. La pérdida del miedo a morir no debe comenzar como preparación para la muerte, sino como esfuerzo continuo por reducir el modo de tener y aumentar el modo de ser.
La instrucción sobre cómo morir es, desde luego, la misma que la instrucción sobre cómo vivir. Cuanto más nos libremos del afán de poseer en todas sus formas, en especial de nuestro egocentrismo, menos poderoso será el temor a la muerte, ya que no tendremos nada que perder.


Pág. 124-125



La supremacía del pensamiento manipulador, cerebral, aparece junto con una atrofia de la vida emocional. Como las emociones no se cultivan ni se necesitan, sino que constituyen un estorbo para el funcionamiento óptimo, permanecen sin desarrollo y no maduran más allá del nivel infantil.


Pág. 145

Yo sostengo que el carácter humano puede cambiar si existen estas condiciones:

1. Sufrimos y nos damos cuenta de ello.

2. Reconocemos el origen de nuestro malestar.

3. Reconocemos que existe una manera de aliviar nuestro malestar.

4. Reconocemos que para aliviar nuestro malestar debemos seguir ciertas normas de vida y cambiar nuestra presente conducta.

Pág. 160


Estoy convencido de que nuestro futuro depende de si, al tener conciencia de la crisis presente, las mejores inteligencias se dedican a crear una nueva ciencia humanista del Hombre.

Pág. 165


Hablar de tener algo permanentemente se basa en la ilusión de una sustancia permanente e indestructible. Parece que lo tengo todo, pero (en realidad) no tengo nada, ya que tener, poseer, dominar un objeto es sólo un momento transitorio en el proceso de vivir.
En último término, la afirmación "yo (sujeto) tengo 0 (objeto)" expresa una definición de yo mediante mi posesión de 0. El sujeto no soy yo, sino que yo soy lo que tengo. Mi propiedad constituye mi yo y mi identidad. El pensamiento subyacente en la afirmación "yo soy yo", es "yo soy yo porque tengo x": x se equipara aquí a todos los objetos naturales y las personas con que me relaciono mediante mi capacidad de dominarlos, de hacerlos permanentemente míos.
En el modo de tener, no hay una relación viva entre mi yo y lo que tengo. Las cosas y yo nos convertimos en objetos, y yo las tengo, porque tengo poder para hacerlas mías; pero también existe una relación inversa: las cosas me tienen, debido a que mi sentimiento de identidad, o sea, de cordura, se apoya en que yo tengo cosas (tantas como me sea posible). El modo de existencia de tener no se establece mediante un proceso vivo, productivo, entre el sujeto y el objeto; hace que objeto y sujeto sean cosas. Su relación es de muerte, no de vida.

Pág. 83-84


 Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1991 - Barcelona













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