A divinis
Bajo los álamos del Jardín Botánico
se pasean las letras
del Paraíso Perdido.
Ángela Hernández
Alquimista
El amor no detiene la muerte del cuerpo
No detiene la muerte del amor
Pero de él, nada se pierde
Todo lo transforma a su favor
Ángela Hernández
Amor
Océano que cabe en un suspiro
Sol que entre dos manos se acomoda
Agua dulce brotando entre instantes
Ángela Hernández
Amor
Océano que cabe en un suspiro
Sol que entre dos manos se acomoda
Agua dulce brotando entre instantes
Ángela Hernández
El orden de lo finito
"Estoy soñando contigo, dice una voz en la noche.
Camino sobre un espejo lívido. Tal vez la mar.
Monstruo indefenso. Pueblo tierno de césped.
Ronronea.
En cercanía, luciérnagas, brevísimas piedras,
hunden la oscuridad.
Del otro lado surgen filamentos de hierba.
En el cielo un relámpago, sonrisa de enigmática
presencia.
Estoy soñando contigo
Fíjate en las flores de las cañas.
Sedosas.
Fluctuantes.
Velos en mi sangre soplados por tu boca.
Dice una voz en la noche
Hay un grano de polvo,
un rosal que levita en nuestro patio."
Ángela Hernández
Pág. 208 del libro "Antología. La poesía del siglo XX en República Dominicana".
Edición de José Mármol y Basilio Belliard.
Colección Visor de Poesía
Reunión Conmigo
"Ha florecido el patio.
Corté la zona de mis debilidades.
Duermo con el dolor. Le soy extraña.
Es largo y desconocido el camino
de volver hacia mí.
El fuego que vieron arder mis ojos.
El agua sobre el cuerpo.
El aire sin nombre ni dirección.
La arena llena de cosas milenarias.
Mis pies han olvidado.
Y mi corazón danza bajo el látigo del amor.
Los poetas enferman como las manzanas.
Se ha borrado el lenguaje de lo eterno.
La verde primavera ríe oscura.
Que el silencio me purifique.
Que la soledad me alumbre.
Ahora soy Galatea. Anónima espora.
Tengo que morir a la servidumbre.
Olvido ser mujer. Olvido ser alguien.
Olvido la juventud y la vejez.
El mundo está espléndido.
¿Como pueden no verlo mis entrañas?"
Ángela Hernández
Tregsa
Si quiero huir
muerdo mis uñas:
recuerdo obligaciones de mañana
Si quiero odiar, miro mis garras en el agua
recuerdo de la palabra el poder
cabalístico
el poder del deseo y la intención
Si quiero dudar, sostengo en el aire mis músculos
elásticos:
escucho al mundo exento de mi cuerpo
Si quiero llorar, bostezo. Tiempo y mundo acortan
la órbita en mi ojo
Si quiero llorar, prendo lámparas
Si me siento en una gruta, no hay enemigos
ni presa
Si me siento en una gruta, espero el alba
No hay escape ante tanto secreto embellecido
Llevo estupor y asombro para el otro
llevo apetito y muerte
Entre mis fauces, la lengua para lamer mis hijos
y los dientes afilados para el perdón
No hay escape en este ahora de agua caliente en la nariz
y furia de niños
No hay escape en este lugar sin puertas ni caminos
Alrededor de mí, la luz, el círculo infinito.
Angela Hernández
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