Ausencia

La rama de los astros se estremece en la altura,
movida por el viento de la eterna armonía,
y el silencio murmura
su vaga poesía.

Tú ya no estás conmigo para hacerme dichoso,
y te hallas tan lejana, que eres una tristeza…;
pero todo, esta noche, se vuelve más hermoso,
tal como si estuviese pensando en tu belleza.

Un arroyito claro por la pradera, ondula,
el temblor de las plantas le descubre su anhelo,
y la tierra se azula
deseando ser un cielo…

Siento que te aproximas en esta noche tierna;
pues aunque vives lejos, el ensueño nos une,
como a dos estrellitas una misma cisterna,
donde la fantasía del agua las reúne.

La belleza es misterio, que tu amor profundiza,
tu recuerdo, en guiadora claridad se convierte;
y la ausencia idealiza
la pena de quererte.

¡Si no sólo en mis versos, si en realidad vinieras!
¿No oyes la melodía que, de cariño, llora?
Se muestra el mundo bueno, como si me quisieras…
¿Dónde estarás ahora? ¿Dónde estarás ahora?

Pedro Miguel Obligado


Íntima

¿Qué soledad, Dios mío, qué soledad es ésta?
He derrochado en vano mi bondad y cariño,
como quien echa flores a un arroyo que pasa;
he puesto el corazón ante todas mis cosas,
como escudo, y lo han roto con violencia los golpes;
he querido tener una casa en las nubes,
donde abrir una puerta, fuese ver una estrella;
y el viento se ha llevado las nubes y los astros…
Y sin embargo tengo, como todos, un alma.

¿Qué soledad, Dios mío, qué soledad es ésta?
No encuentro quien me quiera; ¿no es cierto que parece
una frase tan sólo para la poesía?
Y es la verdad: no encuentro…Yo he visto la mirada
celeste del cariño; pero la he visto siempre
como se ve una estrella caer sobre la tierra
y que nunca desciende donde estamos nosotros…
He observado caricias que extenuaban dos manos;
y he oído palabras que eran besos con nombre,
como unos pajaritos que iban para otra selva…
Y sin embargo tengo, como todos, un alma.

¿Qué soledad, Dios mío, qué soledad es ésta?
Y la vida se vuela, y la paso diciendo
lo que dicen: - ¡ qué hueco!- En silencio me marcho.
La maldad y el desprecio, las vilezas y el odio,
no han sido mis torturas; tú, sólo, Indiferencia,
cual hija de la nada, me cerraste la vida
con tu puerta de mármol, a donde tantas veces
como una aldaba inquieta golpeó mi corazón…

Tú, sorda, no sabías lo que yo te decía,
y te pusiste el dedo en los labios: - Silencio -…
Te pedí: - Deja que entre a la vida. Yo busco 
quien me quiera…- No oías y cerraste la puerta…
Y me he quedado solo, así como esos perros
que vagan por las calles, rogando con sus ojos
humanos, que los lleven al calor de un hogar…
Y me he quedado solo, como una hoja mustia
barrido por el viento, en una primavera…
Y sin embargo tengo, como todos, un alma.



Pedro Miguel Obligado


¿Nada más?

"¿Nada más que tu amable disciplina merezco,
y el cariño oportuno que dices que me das,
y sonrisas piadosas para el mal que padezco?
¿Nada más, nada más?...

Yo sé que no te he dado sino un alma sincera,
y un amor que no buscas y que no buscarás,
y los días opacos de una vida cualquiera.
Nada más, nada más...

Tal vez como un sonido que se pierde en la altura,
vagamente en ti misma, mi ensueño sentirás;
y será mi recuerdo, delicada amargura.
Nada más, nada más...

Pero cuesta volverla juiciosa, a la esperanza,
mostrarle que su ensueño querido está de más,
y sólo es una sombra que sobre el suelo danza.
Nada más, nada más..."

Pedro Miguel Obligado


¿Para qué?

¿Para qué este deseo de una afecto profundo,
y este afán de ser noble, y esta lucha por ser;
si sólo viviremos un instante en el mundo,
y la vida que aísla, no nos deja querer?

¿para qué transformar el gemido en un canto,
y aprender en las penas, a dar nuestros consuelos;
si todos van huyendo, sordos por desencanto;
y el hombre perseguido tiene horror de los cielos?

¿para qué la bondad que provoca el abuso,
cual los mimos que vuelven más caprichoso al niño;
si aceptarán apenas, o le darán mal uso,
al corazón que se hace pesado de cariño?

el esfuerzo destroza las alas del anhelo,
y el bien con que soñamos, es un ciego derroche.
¡Todas las flores no hacen jardín de este suelo,
y todas las estrellas no pueden con la noche!...

Y ¿par qué alma mía, vas a seguir tu empeño?
el camino se pierde: no se oye, no se ve
mejor es descansar en el lago del sueño:
¿para qué?... ¿Para qué?...

Pedro Miguel Obligado


Soledad

¡Soledad, soledad y siempre soledad!
Palabras, ruidos, ecos; almas, tristezas, nada:
apenas un deseo de vivir y de amar.
Los días se deshacen como nubes ligeras;
y como todo pasa, ¿dónde está la verdad?
Las ideas son chispas que descubren honduras,
y el placer más seguro, descansar, descansar.

El alma es como un pozo que contempla a una estrella
y que la siente dentro, sin tenerla jamás…
Las flores son tan bellas que duran un instante,
y el amor cuando nace, se alza a volar.
Y todo esto que digo, sólo son frases, humo
que el soplo de una noche de lluvia, apagará.
Hermano: estoy muy triste –¿me perdonas?– muy triste…
—¡Soledad, soledad y siempre soledad ¡

Pedro Miguel Obligado











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