"Ahora bien, si la separación de los sexos se implantó meramente para poder imprimir a la educación de las niñas un sentido más doméstico y adecuado a "las funciones propias de la mujer en la familia, también, y sin duda sobre todo, se adoptó -como se dijo-, para intensificar la cultura física de los niños hasta un punto que en la mujer sería excesivo. Era en el fondo, una razón de preparación guerrera, porque a los varones se les enseña una gimnasia de tipo militar y se les comienza a preparar para servicios de guerra que por ahora no realizan las mujeres, A éstas, eso sí, en la enseñanza media y superior se las capacita para los servicios auxiliares de asistencia y se les suministran algunas nociones elementales de manejo de armas para la defensa de las ciudades.
Esa reforma involutiva se adoptaba en plena guerra y entonces podía explicarse la preocupación de intensificar la capacitación bélica de las generaciones. Debió esperarse que esa preocupación desapareciese o se atenuase al concluir la contienda. Pero ha ocurrido todo lo contrario. Ya se había firmado el armisticio y se continuaba viendo en los días de fiesta, por las calles de Moscú, a los jóvenes (muchachos y muchachas), con fusiles de ejercicio de tiro al blanco, Y hoy más que nunca arrecia la instrucción gimnástica militar en las escuelas masculinas.
Se comprueba así cómo el destino de la escuela y la formación del alma infantil quedan condenados a padecer la gravitación deformante de la obsesión bélica en esa extraña "patria del Socialismo y de los trabajadores" que se ha labrado, por imposición de un poder político de fanáticos de la fuerza, como medio de resolverlo todo, una fatalidad guerrera de ininterrumpida militancia.
Dos reformas plausibles se introdujeron asimismo, casi simultáneamente con aquélla. Una consistió, de acuerdo con una cartilla de "Reglas de conducta para los alumnos" redactada por el entonces Comisario de Instrucción Pública, Potienkin, en inculcar a los alumnos normas de buen comportamiento fuera de la escuela y de respeto y cariño a los padres y hermanos.
La otra vino a suprimir la "emulación socialista en las escuelas", que se aplicaba como en las fábricas. Así como las fábricas de una misma rama de la producción se desafiaban entre sí a cuál producía más en igual tiempo, una clase desafiaba a otra a cuál obtenía mayor puntaje de clasificaciones. Por ejemplo, la clase de gramática a la de geografía. Se advirtió que eso conducía a la mecanización de la enseñanza y a aprender las asignaturas para alcanzar notas y no realmente para saber, estudiando con amor una materia.
Pero no se eliminó la intervención y la vigilancia políticas en las escuelas. En todas ellas hay un director político, un representante del Komsomol y algún otro ayudante del mismo carácter que no son educadores y constituyen una especie de Estado Mayor dependiente del partido comunista. Los maestros no son nada al lado de ellos. Sólo reciben órdenes."
Emilio Frugoni
La Esfinge Roja
El baño
Hoy he vuelto del baño
con las carnes tostadas por el aire y el sol;
con los cabellos polvoreados de arena.
A mis oídos traigo pegado un caracol
donde la mar resuena
con su perenne arrastre de zumbidos.
Traigo toda la mar en los oídos...
Al salir a la playa,
obstinada la mar me perseguía
con el blanco mordisco de su espuma.
De su seno emergía
desnudándome de agua y arrastrando
detrás de mí jirones de la fría
túnica de sus ondas. Cuando
un nuevo paso hacia la orilla daba,
parecía que tras de mí tiraba
de todo el mar que me siguió bramando.
Se desprendía de mis carnes, roto
en gotas que bañaban las arenas
y evaporaba el sol con el castigo
de sus irradiaciones,
inyecciones de vértigo en mis venas;
pero el hecho es que el mar salió conmigo
y aquí lo traigo en las palpitaciones
de mis carnes morenas.
Siento en mis labios el sabor salobre
de sus besos, y sobre
mi piel velluda el enconado diente
del sol; y además siento
rozar la tibia comba de mi frente
el aletazo rítmico del viento.
El mar me ha perseguido con su aliento.
Lo siento a mis cabellos adherido;
de todo el mar se penetró mi vida;
por mi epidermis su contacto pasa,
y siento a ese contacto renacida
mi fuerza espiritual, como una brasa.
Su clamor, su clamor muerde mi oído...
Es que el mar me ha seguido
como un perro fantástico hasta casa.
Emilio Frugoni Queirolo
"El Socialismo no es la violencia, ni el despojo, ni el reparto": "El Partido Socialista, que es revolucionario por sus fines, no es revoltoso por sus medios, y no desea lanzar a los proletarios a una lucha estéril ni aspira a poner en manos de la clase obrera todo el poder político antes de que este haya logrado dentro de las normas pacíficas que permiten el desarrollo de su organización y de su capacidad cívica, la posibilidad de sustentarlo en la voluntad consciente de la nación (...) combatimos el orden burgués, el orden social, económico y jurídico que se funde en las desigualdades de clase y las consagra, pero no alteramos el "orden público" poniéndonos al margen de la ley (...) no nos colocamos en posición subversiva frente a nuestro orden constitucional."
Emilio Frugoni Queirolo
"En épocas futuras en que los productos del trabajo se distribuyan más equitativamente , en que las sociedades descansen sobre una base de justicia y equidad, En que la sociedad sea más armónica y también más humana, la mujer no tendrá necesidad de sacrificar ninguna de sus cualidades morales ni ninguna de sus gracias naturales para dar preferencia al intelectualismo absorbente o al trabajo remunerador..."
Emilio Frugoni Queirolo
"La suerte del ciudadano soviético, sobre todo en le área de su destino individual, sufre el agobio del criterio con que se dirige y gobierna la nación, en los cánones de un estrecho fanatismo pseudos colectivista que pone los ojos solamente en la masa y desdeña fijarlos un instante en el individuo, cuyos padecimientos pasan a muy retirado término ante los fines generales de la colectividad o el Estado, que se persiguen por encima de todo, inflexible e inexorablemente."
Emilio Frugoni Queirolo
"Me doy cuenta que afrontar una campaña electoral es además una aventura económica. Para contribuir a los gastos entregaré el único bien de que puedo disponer, mi biblioteca, a fin de que sea vendida en la forma que se considere más conveniente, si es necesario en subasta pública."
Emilio Frugoni Queirolo
"No prestarme más a la sanguinaria rivalidad de las divisas (...) para abrir una nueva ruta al criterio político de nuestro pueblo para apartarlo de la arcaica costumbre del tradicionalismo de blancos y colorados, siempre prontos a dirimir sus rivalidades en los campos de batalla."
Emilio Frugoni Queirolo
"Nosotros seremos como el Bombo, en el sentido estudiantil de la palabra, no callaremos ante ninguna amenaza ni dejaremos sin su correspondiente censura a quien en realidad se lo merezca. Seremos implacables, rectos, justicieros en todo lo que puede serlo una publicación de esta especie. Por otra parte sabemos que El Bombo es el más gracioso de los instrumentos."
Emilio Frugoni Queirolo
Oda la hombre vulgar
Hombre vulgar, prosaico,
que no sabes de esculturales gestos;
ignoras la plástica moral de los arrestos
y eres en el mosaico
de la especie, la piedra más opaca.
Hombre simple y oscuro
cuyo perfil borroso no destaca
ni un rasgo ni una línea
del gran montón anónimo, y no obstante
bajo el destino duro
revelas un alma broncínea
y una voluntad perseverante.
Hombre modesto, ocupas en la vida
un ignorado puesto;
vida desguarnecida
de toda luz, pequeña
y metódica vida
que silenciosamente desempeña
su misión necesaria.
Eres un héroe reacio
al laurel. Tu ordinaria
existencia circula
en el hueco invariable de su espacio,
lejos de toda lírica estridencia:
no sabe de lirismos tu existencia.
Eres resistidor como la mula.
Mas nadie reconoce la importancia
de tu trabajo, y eso que tus manos
sin elegancia y sin arrogancia
realizan en afanes cotidianos
con abnegación invisible
y con mecánica insistencia
la obra que hace posible
la humana convivencia.
Tú en el taller, guiando
la máquina o blandiendo
las herramientas, vas canalizando
el latido tremendo
de la naturaleza, y vas haciendo
la gran casa de todos,
la vida con sus múltiples facetas
y sus distintos modos.
Te ignoran los poetas,
pero te necesitamos todos.
Yo te veo en los puertos
pululantes de trabajo,
moverte en una nube de faenas,
de arriba para abajo,
de abajo para arriba,
desde la estiba al muelle,
desde el muelle a la estiba,
entre las formidables antenas
de los guinches potentes,
atravesando el ríspido tumulto
de las actividades urgentes,
curvado, casi oculto
bajo el peso de los sacos deformes,
depositando en los hangares
las mil cosas vulgares
que reclaman las gentes,
con tus manos enormes.
Yo te veo en las tiendas
y en las áridas sendas
del comercio, con sus tumultuosos emporios;
o en la calma burócrata
de los escritorios.
Te veo
en los barcos, que evocan
el mito de Anteo,
pues cuando en tierra tocan
es para recobrar
fuerzas e impulsos
con que hendir el mar.
Te veo en las sentinas
y entre las máquinas propulsoras,
ante las hornallas devoradoras
de carbón; en las jarcias
donde el viento se enreda
como en una arboleda
de intrincado ramaje,
y entre el abigarrado pasaje
sobrellevando el gris hastío
de los forzados ocios,
que disuelven tu brío;
pensando en tus miserias
o en tus negocios
bajo el gotear de las horas iguales.
Y te veo en el campo, entre los animales
que cuidas y arreas.
Cuando el pasto acarreas,
semejante a una hormiga
que tiembla bajo el peso de su carga.
Te veo descansar de tu fatiga,
con expresión amarga,
entre los tuyos, sin hablar siquiera.
Te veo en todas partes, donde quiera.
Tú llenas el espacio
de la vida, hombre útil.
Tú eres el vulgo inmenso,
inmenso como el mar, que es una inmensa
muchedumbres de olas. Voy suspenso
de tus secretas ansias, tras tu paso.
—Ese hombre que encontramos al acaso
siente y piensa. ¿ Qué piensa ?...
En ti, hombre oscuro,
hay una oculta luz, una imprevista
poesía hecha de prosa.
Tus virtudes
sin poesía valen la poesía
del mundo. No tienes inquietudes
espirituales, pero en cambio tienes
dolores sin grandeza, sin belleza y sin voz,
¡nada más trágico!
Hombre vulgar que vas y vienes
en tu trajín insustituible,
paso a paso te sigo;
luego en tu mesa con tu pan comulgo.
Hastiado estoy del vulgo irredimible
de los que no son vulgo,
¡y te bendigo!
y no concibo el gozo
de las sañudas gentes
cuando aciertan en los blancos vivientes.
Me agrada la pechuga
de la perdiz y el pato,
y me los como a veces con lechuga
si alguien me los coloca sobre el plato,
pero los quiero bien y no los mato.
Aquí sentado al borde
del río, me reflejo
en sus ondas, acorde
con la tranquilidad de mi aparejo
que se duplica en el movible espejo.
Yo estoy en una punta
y en la otra punta el alevoso anzuelo,
y entre las dos la caña que nos junta.
Yo he matado el anhelo;
y el pez que muerde me lo manda el cielo.
Yo le dejo morderme la carnada
sin que mi sentimiento y mi conciencia
me lo reprochen. Nada
me impide reducir a la impotencia
al pez que aguardo con feroz paciencia.
Pero ¿en verdad aguardo
al pez como a su presa
aguaita entre las ramas el leopardo?
No es realmente el pez lo que interesa,
sino la paz, que como el sol nos besa.
Y cuando el pez se clava
y la boya se agita,
el pacífico sueño se me acaba.
Mi mano apresa el cuerpo que palpita,
y en la tierra fatal lo precipita.
No hay sangre pero hay muerte.
El pescado me mira
con su mirada inerte.
No leo en ella ira
ni desesperación. Nada me inspira.
Mas también es mi hermano.
“Mi hermano pez”. Como su pena es muda
sin compasión lo ultima nuestra mano,
cual la del cazador torpe y sañuda.
Pescándolo egoísta y “muy humano”
pesco mi paz de un día este verano.
El hombre se divierte
jugando con los pobres animales
juegos de sangre y muerte.
Los hombres somos fieras racionales
y el mal ajeno cura nuestros males.
Mi caña pensativa
es un arma terrible bajo el cielo.
Pero yo tengo un alma inofensiva
que en hacer mal no puede hallar consuelo.
...........................................................
¡Chito! Que ya otro pez mordió el anzuelo.
Emilio Frugoni Queirolo
Ojos arcanos
I
¡Tus ojos I.. Yo no sé lo que me inspiran,
cuántas cosas de amor me hacen soñar!..
Son dos astros; dos astros que me miran
desde el fondo del mar...
Verdes ó azules, porque no he podido
el color de su magia precisar ...
Sólo sé que al mirarlos he creído
ver el cielo y el mar.
He soñado en misterios siderales,
en planetas de un raudo escintilar,
en solemnes auroras boreales
que se elevan del mar...
He pensado en soberbias Estambules
haciendo al sol sus cúpulas brillar,
y en pájaros de rémiges azules
atravesando el mar...
En los soles que ruedan incansables
por encima de todo imaginar
y arrastran sus cabellos impalpables
por el fondo del mar...
en las constelaciones abstraídas
en un triste y remoto fulgurar,
¡y en todas las estrellas sumergidas
para siempre en el mar!..
II
He visto en lo profundo del arcano
que esos ojos descubren al mirar,
como huyendo de mí, todo lo humano
que se parece al mar:
Pasiones siempre prontas al empuje,
tristezas imposibles de sondear,
todo lo que en las almas canta ó ruge:
¡mares dentro de un mar!
Y vi también serenas majestades,
altísimas quietudes sin hollar,
religiosas, augustas soledades:
la montaña y el mar ...
III
Astrólogo de amor, quiere mi anhelo
los signos de ese arcano descifrar,
¡cuándo ignora si el mar está en el cielo
o el cielo está en el mar!
Me he acercado á los bordes del abismo,
queriendo ver, ¡mas tuve que soñar!...
y desde entonces para mí es lo mismo
el espacio que el mar...
Lo mismo; que en mis ansias intranquilas
cuando voy lo infinito a interrogar,
veo al mar, como un cielo, en tus pupilas,
y al cielo como un mar.
Fue así como una vez las regias naves
de la Ilusión tus ojos vi surcar,
como si atravesaran muchas aves
pausadamente el mar...
Y después, con la proa hacia el profundo
confín, desde el Ensueño vi zarpar
mi carabela huroneando un mundo
escondido en el mar...
¡Oh, yo he visto también, en una loca
ensoñación que nunca he de olvidar,
el cielo descender hasta una roca,
mientras subía el mar!
Y vi, por fin, con una estremecida
angustia que me hiciera sollozar,
un novelesco y trágico suicida
hundiéndose en el mar...
¡Oh sombra de Gilliat, callada y triste:
no pudiendo en sus ojos descansar,
serenamente heroica le pediste
asilo eterno al mar!
Emilio Frugoni Queirolo
Radiotelefonía
Anoche subí a la azotea.
A mis oídos llegaba un rumor
como de marea:
de lejos, el desgarrador
alarido que lanza un vapor,
y un jadeo de locomotora;
de cerca,
la vibración terca
del gong de los trenes, los autos afónicos,
arriba, el clamor de los hilos
telefónicos.
El cielo esplendía
como si la noche estuviese cubierta
por una obstinada floración del día
que desmenuzado en estrellas ardía
en la amplia e incierta
bóveda sombría …
Poco a poco se iban apagando
los ruidos, y mi alma
se iba plácidamente internando
en una región de silencio y de calma.
El viento callaba. La ciudad se hundía
en un silencio creciente
como una marea
que subía, subía, subía.
Y pasaba sobre la azotea,
sellaba mis labios, cubría mi frente
y me sumergía
en un mar inmóvil de sombra imponente.
Y en ese silencio encantado
yo sentía pasar por mi lado,
rozarme el espíritu, girarme en la altura
impalpables las alas vibrantes
del verbo en el éter disuelto
como un invisible pájaro suelto
que llegara de selvas distantes.
Si tuviese -pensaba- una antena,
yo cazaría en la noche serena,
el verbo viajero y ese prisionero
seguiría volando lo mismo;
hacia los cuatro puntos cardinales,
por sobre el abismo,
cazado en el mismo momento
por muchas antenas iguales
que no lograrían quitárselo al viento…
Me siento infinitamente circundado,
como por una misteriosa nube,
por el espíritu del hombre, que sube
vulgarmente osado
a poner en la naturaleza
en lugar de la ausente palabra de Dios,
fundida en el éter que el mundo atraviesa,
la sombra inmanente y actual de su voz.
Emilio Frugoni Queirolo
" Tenemos clara y definida orientación política. No es esta oportunidad para ventilar discrepancias con las otras fuerzas en el campo de la izquierda ni admitiremos que de ella sea árbitro el Poder Ejecutivo ni ningún otro órgano de gobierno. No aceptaremos ventajas provenientes de medidas represivas ni toleraremos ningún atropello atentatorio contra el ejercicio de derechos esenciales."
Emilio Frugoni Queirolo
"(...) yo no he venido aquí a hacer escuela de decir agradable, envolviendo en delicados eufemismos las asperezas del pensamiento, sino que he venido a decir la verdad desnuda con el acento sincero y algunas veces agresivo que ha dejado en mis labios la costumbre de hablar llanamente en las tumultuosas asambleas populares."
Emilio Frugoni Queirolo
No hay comentarios:
Publicar un comentario