Citas extraídas del libro por Cristina González Serrano
Era un hombre tradicional pero abierto a las innovaciones;
se casó nueve veces, pero se negó a que una sola de sus esposas o hijas llevara
velo. Cuando algún musulmán estricto le preguntaba el motivo, repetía las
palabras de un joven erudito sufí al que admiraba: —Dios ha creado los rostros
para que los veamos y reconozcamos. El corazón es el que vuelve piadosa a la
gente, no el velo.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 49
... proverbio que ella acababa de recortar: «Lo razonable del amor es su locura.»
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 119
—La gente hermosa no necesita vestidos, Dios mismo les ha
cosido el más hermoso. Pero esas personas son escasas; en todas las demás,
nuestro arte consiste en recalcar lo bello y ocultar lo feo. —Ésa era la divisa
de Dalia en su trabajo.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 132
La caligrafía ejerce su influencia en el cerebro mediante
una música interior, y abre así el camino al corazón... una música cuyo origen
no se conoce y de la que no se sabe de qué trata, pero que aun así complace.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 166
Dame una fecha, porque todos los días tienen principio y
fin, salvo mañana.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 169
La caligrafía árabe está creada para ser música para la
vista. La longitud de la unión entre las letras representa un gran papel en la
composición. La extensión o el acortamiento de esa unión es para el ojo como la
prolongación o el acortamiento de la duración de un sonido para el oído. El
alif, que en árabe es un trazo vertical, se transforma en un compás para el
ritmo de la música. Pero como a su vez el tamaño de la letra alif determina,
según la doctrina de la proporción, el tamaño de todas las demás letras,
participa también en la altura y profundidad de la música que las letras forman
horizontalmente en cada línea. Y también la distinta anchura, tanto de las
letras como de las transiciones en el pie, tronco y cabeza de las letras, entre
finísima y desbordante, influye en esa música para el ojo. La extensión de las
líneas horizontales, la alternancia entre letras redondas y angulosas, entre
líneas verticales y horizontales, influye en la melodía de la escritura y
engendra un ambiente ligero, juguetón y alegre, tranquilo y melancólico, o
grave y sombrío. Y si se quiere hacer música cuidadosamente con las letras, el
espacio entre ellas y entre las palabras aún requiere mayor habilidad. Los
espacios vacíos son instantes de silencio. Y, lo mismo que la música árabe,
también la caligrafía apuesta por la repetición de determinados elementos que
no sólo promueven la danza del cuerpo y el espíritu, sino también la separación
de la esfera terrena para alcanzar otras esferas.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 176
—Mantente siempre alejada de los estigmatizados y los
desfavorecidos —fue su único comentario—; la miseria se contagia como la gripe.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 179
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 5
—El café es una bebida robusta y tolera un par de errores,
pero el té es el hijo de una mimosa. Un descuido, y pierde su esencia —le había
dicho Karam.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 192
—Los poemas abren tu corazón a los secretos del lenguaje
—decía Karam,
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 194
—El blanco y negro es música; la mirada oscila entre esos
dos polos. Surge un ritmo, una melodía para la vista cuyos componentes son la
emoción y la precisión. El color es fingido, produce fácilmente alegría en
medio del caos.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 205
La pluma no tenía que torturar el papel, sino que había que
guiarla sobre él como si fuera un hada frágil y sensible.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 207
… la armonía de las letras árabes se basaba en la geometría
que el genial calígrafo Ben Muqla había inventado hacía más de mil años. Tenía
que ver con la dualidad de curvas y rectas, de relajaciones y contracciones, de
lo visible y lo oculto.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 208
—En la cárcel y en el matrimonio, el tiempo es el peor de
los enemigos…
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 209
Hasta un milagro pierde su esplendor cuando se repite
trescientos sesenta y cinco días al año. Después de cinco años lo verás como a
un hermano. Nuestros maridos no pueden hacer nada para evitarlo. El tiempo
quita el brillo a cualquier novio, y no deja más que una frágil masa llamada
«esposo» y «padre de mis hijos».
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 213
Las horas, los días y los meses se repetían, y asfixiaban en
origen cualquier sorpresa. Nura se sentía como el asno del molino de aceite del
barrio de Midan, donde vivía de niña, que empujaba la muela con los ojos
vendados y daba vueltas desde la salida del sol hasta el ocaso. —Le tapan los
ojos para que crea que trota hacia alguna parte, y todos los días el asno se
siente mal, porque cuando le quitan la sucia venda, se ve en el mismo sitio
—dijo Dalia.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 215
«El amor es un niño malcriado y maleducado, que va directo
al corazón sin llamar.»
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 219
Yacían juntos en el sofá, y sólo entonces reparó Nura en que
no estaba circuncidado. —¿Se olvidaron de ti? —No, nosotros no nos
circuncidamos. —¿Por qué no? Es un signo de que un chico se ha hecho adulto.
¿Por qué los cristianos no lo hacéis? —Tal vez Jesús quería que sus adeptos
siguieran siendo niños siempre.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 226
Todos los hijos y nietos de Muqla fueron calígrafos, pero el
más famoso fue indiscutiblemente Muhamad Ben Muqla. Fue el calígrafo árabe más
grande de todos los tiempos, un arquitecto de la escritura. No sólo inventó
varios estilos de letra; además, cimentó la teoría de las medidas de las letras
y su armonía y simetría. Su teoría de la proporción sigue vigente hoy. Conforme
a ella es fácil comprobar si algo está bien o mal caligrafiado. El alif, la a
árabe, es un trazo vertical, y Ben Muqla lo eligió como referencia de las demás
letras. Desde entonces, todos los calígrafos fijan al principio la longitud del
alif para la escritura elegida. El cálculo se hace con puntos verticales
sucesivos. El punto se rige a su vez por la pluma empleada y se realiza
apretando la pluma contra el papel. Todas las demás letras, ya sean
horizontales o verticales, adoptan un tamaño que Ben Muqla calculó y fijó con
un número de puntos. También los redondeos de algunas letras se sitúan en un
círculo cuyo diámetro corresponde a la longitud del alif. La observancia de esa
medida corresponde a la observancia del ritmo en una obra musical. Sólo a través
de ella la escritura resulta armoniosa y se convierte en música para el ojo.
Después de años de práctica, los maestros dominan esas reglas de manera
automática. Pero los puntos permiten comprobar rápidamente si la proporción es
buena. Ben Muqla era un dotado matemático, erudito de la escritura y científico
de la naturaleza. Había leído los escritos de teólogos y ateos como Ben al
Rawandi, Ben al Muqaffa, al Rasi y al Farabi. Pero, sobre todo, le fascinaba el
erudito universal Al Gahiz. Sin embargo, al contrario que éste, él se entregó a
la cercanía de los poderosos. Al Gahiz no aguantó más de tres días en la corte
del gran mecenas de las ciencias y la literatura, el califa Al Mamun, hijo del
legendario Harun al Rashid.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 260
«Lo que yo cree sobrevivirá al tiempo», dice la cita más
famosa de Ben Muqla que nos ha llegado, y hasta hoy da testimonio de la visión
de un hombre que sabía que las reglas que estableció para la caligrafía árabe
estarían vigentes mientras esa escritura existiera.
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 268
—«La escritura es un equilibrio universal entre lo terrenal
y lo celestial, lo horizontal y lo vertical, la curva y la recta, lo abierto y
lo cerrado, lo ancho y lo estrecho, la alegría y la tristeza, la dureza y la
ternura, la severidad y el juego, la energía y la caída, el día y la noche, el
Ser y la Nada, el Creador y la Creación.»
Rafik Schami
El secreto del calígrafo, página 270
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