Acta de inocencia

Para Lucía

Tan lejos de ser madre
me siento menos hija algunas veces.
Antes de descubrir un horizonte firme
y no poder hablarte
desde el cable de acero
sobre el que tiemblo ahora,
quiero firmar un acta de inocencia.
De alguien que titubea en una línea fría
entre el azul y el suelo,
para el baile futuro de tus pasos.
Granada, doce de mayo de dos mil catorce.
De una mujer que a veces duele,
otras veces repara
en las sombras etéreas de su lucha,
respira y vence al miedo,
grita cuando comprueba algunas tardes
que hizo mucho más de lo que se esperaba:
ha clavado en la tierra
el cuchillo triunfante
de todos los testigos
del error que no fue.
En el torpe equilibrio que nos lleva
de mis veinte a tus veinte:
todo duele.
El tiempo que no cura escuece más,
le lleva la contraria a las heridas,
se aleja siempre de las cicatrices,
y camina hacia dentro.
Más lejos de la piel
y más cerca de ti.
Si lamentas un beso,
vuelve a besar tan pronto como puedas.
Si te duele un silencio,
escribe mientras buscas la razón del oyente.
Si el silencio fue solo la respuesta del otro,
                                                        respira.
No hay mensaje capaz de callar para siempre
y la quietud total solo es posible en corazones mudos.

Paula Bozalongo



Canción de despedida

Dejaste de contar
las cosas que no hacías,
para que los amigos tampoco preguntasen
cómo fue.
No has querido contarles que no fuiste capaz,
que en el amor falló lo inexplicable,
el tiempo o el espacio.

Pero ahora lo sabes.

Dibujó alguien un plano
y construyó una vida
dentro de una ciudad de servilletas,
volátil, imprecisa,
como todos los sueños.
En la comodidad de sus portales
se olvidó de que todo era mentira.

Ahora aquella ciudad
diluye con tu paso las fachadas,
como si cada lágrima que escondes
mojara los tejados
que se han ido cayendo
como papel o tinta
con la lluvia.

Aquellas avenidas centenarias
parecían de piedra en otro tiempo,
ahora ves cómo caen,
cómo los días pierden su refugio
y el calor de tu cuerpo
parece insuficiente
para llamarse hogar,
y el plomo de los días,
para llamarse vida.

Nunca podrás saber
quién fue más responsable,
la ciudad construida
que esconde sus errores
en terrenos baldíos
bajo parques o plazas
negados a la sombra,
o la tormenta presa
al fondo de tus ojos
que arrasó con las calles,
que lo destruyó todo.

Tormenta insoportable
Como un abril con frío.
En la última lluvia del invierno
sonaba una canción de despedida.

Paula Bozalongo


El hombre que no quiso ser destino

El hombre que no quiso ser destino
se prometió a sí mismo
no fallarle al presente,
no acertar en pasado
ni prevenir errores
que su piel no pudiera imaginar. 

Aún así, cada día, cuando iba a la oficina,
evitaba las calles con andamios,
le aterraba mirarse en el espejo
y cruzaba los dedos cuando los gatos negros
pasaban por delante
con ojos amarillos que decían:
-¿por qué nos tienes miedo?,
si tú nunca has querido ser destino. 

-Tenéis razón, pensaba,
maldito el adivino que se sentó a mi mesa:
serás lo que decidas y no tendrá el azar
nada que ver contigo. 

En un papel guardaba la promesa
que ahora le asustaba.
Que mis pasos no sigan un camino,
mejor que sean mis manos
las que busquen tu amor.

Paula Bozalongo



La vida breve

¡Malhaya el hombre, malhaya,
que nace con negro sino!

¡Malhaya quien nace yunque
en vez de nacer martillo!

(La vida breve, ópera de Manuel de Falla,
libreto de Carlos Fernández Shaw)


La percusión del tiempo es una fragua
al final del pasillo,
ya no la escuchan más los hijos del herrero,
tan solo la perciben cuando para:
cuando el tiempo descansa
ellos paran también,
por si acaso al sacarle a la prisa ventaja
solo encuentran la muerte.

Las nubes de la tarde
resuenan en la lluvia de esta noche. 

Los gritos de la casa
tiemblan en el eco de un llavero que cae
en el salón vacío. 

En el ruido metálico de un andamio
se quejan las reformas
de lo que ya no existe. 

El invierno te grita en el deshielo,
el verano cruje en las hojas que pisas
ahora que ya es octubre,
fue entonces cuando alguien pensó en ti,
y hoy susurra una carta debajo de la puerta.

Si se escucha un disparo,
hay redoble de lágrimas
en el cuarto del huérfano
y un suspiro entre sueños
despierta al asesino. 

En este llanto estallan nuestros sueños,
y no llora el pasado,
el futuro se queja de no ser quien creía. 

La prisa nunca prometió ventaja,
si bailas con el eco
pero no con su causa,
el tiempo de la música no es tuyo todavía.

Paula Bozalongo



"No coincido en que la poesía solo la leen los poetas, como tampoco en determinar los géneros de una manera muy cerrada. De hecho, desde la Arquitectura cada vez me siento más cercana a reivindicar para la poesía el proceso de trabajo, porque para alguien que escribe -al menos para mí- la imagen es fundamental a la hora de escribir. Quizá tiene que ver más con mi formación como arquitecta…"

Paula Bozalongo



Poética contigo

Estaba convencida
de que un poema surge
casi de cualquier cosa.
Y, si pensaba en ti,
no encontraba palabras.
Renunciar a esa idea
era perder la lluvia,
y la luz, las ventanas,
renunciar al invierno
como fuente de imágenes,
destrozar las ciudades y los mapas
y no poder hablar de besos sin esquinas,
de tardes con tristeza
y de paseos que nunca
suceden en Madrid.
Debería hablar del tiempo que se escapa
y convertir las trazas en lugares inhóspitos
que transitas sonámbulo
donde no existen gritos ni silencio.
Cómo son los caminos que te alejan de nada.
Para hablar del tiempo
y ser su espanto eterno,
con la grandilocuencia
de quien cree conocer alguna dimensión
invisible a mis ojos,
tendría que olvidar
que el espacio sucede en los relojes:
en las horas que pasan más deprisa
si mis manos se enredan
a esa sonrisa triste que te aleja del mundo
y en los gestos que
nacen con versos hilvanados
a su intención ausente.
Ahora he vuelto al principio.
Quise hablar de casi cualquier cosa
y ha caído la noche en el poema
como un objeto limpio
que ilustra mis temores,
que vuelve a hablar de mi,
pero contigo.

Paula Bozalongo


"Yo desconfío bastante de la inspiración, me parece que hay un punto de intuición pero que el trabajo y la inteligencia deben superarla. Hay muchísimos autores a los que, aun reivindicando a las musas, la inteligencia no mata su sensibilidad, pero a veces parece que hablar desde las entrañas valida la poesía… Está muy bien escuchar las entrañas en cualquier ámbito de la vida, pero la honestidad tiene que ver ante todo con el trabajo y con lo que crees que puedes ofrecer."

Paula Bozalongo






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