Conversación interrumpida
(en el paseo a medianoche)
BAJAMOS en la noche ardorosa de agosto
Hasta donde la lámina del mar acaba
En apenas un leve chapoteo.
Y el crepitar de un pabilo de claros
Sonidos interiores
Era la sola luz
En nuestro caminar hacia lo oscuro.
El poderoso agosto se extinguía
Sin tener la respuesta
Que nos estaba reclamando,
Pues desconocíamos la pregunta
Con que nos angustiaba.
¿Qué cosas semejan las estrellas, dije,
Sino las esparcidas brasas del horno
En que aún nos cocemos? Si se abrieran ahora
Las puertas de la noche,
Nos quebraría el helor del silencio.
Entonces fue cuando agitó las sombras
Un pájaro más leve que una idea:
Le vimos, entre lo que retorna,
Picotear filamentos de algas,
Fugaces y minúsculos fulgores
Minerales, y recorrer huraño
El borde de la espuma
Como el cierre que engrana
En un todo lo que asciende y gravita,
Y luego dejarnos el asombro como un resto
Inservible,
sobrevolar
Las negras aguas bajas, adentrarse
Veloz hacia la hura.
Eugenio Padorno
El canto que aguarda
(dentro del silencio)
EN la noche de un antiguo verano,
En la ventana, la piel enrojecida
Por el sol que horas antes recibiera
En exceso, ante el desplegado coro
De los grillos, me hallé probando,
Con la perseverancia
Y fe de juventud,
La existencia de un poetizar puro.
Con un ritmo que se mide
Y se pesa en la boca,
Di continuos paseos hasta la mesa
Rústica, con papeles
Dispersos donde anotar
Cifras de una oscura ganancia,
Por volver enseguida
A aquel rectángulo de luz,
Horadado entre muros
Sombrosos sobre el mar…
Abiertos los sentidos,
Miraba de nuevo hacia lo alto:
Creía arrancar a la mudez de las estrellas
Enigmas susurrados por la carne habladora.
Eugenio Padorno
Palabras para la arqueología
En los hornos del mar (tienes ojos de hebreo)
las movedizas hojas reverberan al fondo
en el camino de las gravas
las gaviotas descienden sobre monstruos dormidos
montan los areneros las cabinas jergan
bebidas refrescantes
dioses perros bañistas
petrificados en la intersección única de los días
idos y por venir
arañan la fosca realidad
el hermetismo dórico del domingo
ejercitan el tacto avaricioso sobre cuerdas
de música
danzan vomitan eyaculan
a orillas del acuario
entre los dos extremos de la inmovilidad sujetas
juventud y vejez sin erosión
la imagen de la vida y la muerte
en otros silos cinerarios.
Eugenio Padorno
Pisapapeles en la arena
Con el pensado ardor que une
en el entresuelo de anticuario el
huidizo metal de un torso de
muchacha y los miembros atesados
de un fauno tras la urna
del ojo dos cuerpos bajo el viento
africano ocultos yacen tallados sobre
mutables lecturas de arenas soleadas
entre maleza de lenguajes.
Eugenio Padorno
Ritmos
La hoja (o la que crea el pensamiento)
en la mágica
plenitud de la siesta.
Cuerpos
y estatuas
en uno y otro mar
como en las páginas de una edición bilingüe
confrontados
en esa luz no interrumpida en el papel,
el gótico arañar de suspendidos
y mutables signos entre anchas resacas
del lenguaje.
El auriga bosteza en el pescante de la vieja
tartana
agosto abrasa el fruto con fórmula severa
y la palabra excede horror.
Eugenio Padorno
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