El altar dórico

El esposo de Medea, la que huyó vestida con ropa de hombre, Jasón, al que Medea rejuveneció hirviéndolo, me construyó, no Aquiles, al que de niño su madre tendió sobre el fuego para hacerlo inmoral, el hijo de Tetis, al que mató Paris, hijo de Hécuba, sino Jasón, el amado de  Crisa, cuando Medea destruyó a Talo, al que nacido sin un padre, marido de dos esposas y arrojado por su madre Hera,Hefesto, había forjado.
Cuando Filoctetes, el matador de Paris, el que encendió la hoguera de Heracles, quien fue concebido en una triple noche, se acercó para contemplarme, gritó de dolor, pues le hirió con su veneno la serpiente que se rejuvenece cambiando de piel. Pero cuando se lamentaba Lemnos, Odiseo, el que robó el Paladión, el que fue al Hades y pudo regresar vivo y Diomedes, el hijo de Tideo, le condujeron a Troya, la que fue destruida por tres veces.

Dosiadas 
De Angel Martínez Fernandez, profesor de la Universidad de la Laguna, nos da una versión prafraseada inteligible en su artículo “Consideraciones Generales sobre la Poesía Visual en la antigua Grecia”

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