El standbye del beso
No me gusta salir en las fotos
esa maña la tengo desde chiquito
desde antes de la adolescencia
la edad en que los adultos se vuelven complicados.
En las fotos
que me sacaron el día
que nació mi hermano
demuestro cierta incomodidad
yo apenitas cuatro y algo de años
afilando la hacha
Después las fotos para la abuela que agonizaba
¿Por qué no te quedás quieto un momento?
Para la tía padrina que me hundía en sus besos mojados
y el marido de mi otra tía que dicen que le gustaban los chicos
la foto que nos sacaba el rígido fotografo
después de la confirmación
todas las chicas con faldas negras
salían en primera fila no me molestaba
medio que me escondía detras de las cabezas
de las hermanas Sattig, gemelas mellizas
que inspiraban mis sueños durante un rato
Igual en un momento, mi papá de tanto
yo rebelarme, perdió el interés
de perseguirme con la reflex
que cada vez caía más en desuso
en un ultimo intento de registrar mis pasos
por el mundo se volvió pionero en nuestro pueblo
comprando una cámara de video.
Igual no era lo mismo
ver un bebé en pañales o directamente desnudo
en una playa de la Costa Brava
registrado en Super 8
y en tomas bien cuidadas
(porque el rollo duraba apenas 3 minutos)
que ese delirio pixelado de mas de dos horas
que nunca se editaba y se solía mostrar
a deshoras, comiendo sanguiches
con pepino y queso, con mi madre borracha
y mi hermano peleador como un perro pastor.
Mi papa y yo nos perdimos el rastro
Él ahora se está muriendo de una enfermedad
que lo carcome desde adentro
yo hace meses que le debo
una foto de mi pareja y yo
con nuestro bebe.
La verdad, no me gusta verme en las fotos
siempre parezco alguien que quiere
estar en otra parte.
Pero tengo una
en que poso
con mi hermano recien nacido
lo abrazo desde atrás
pero parece que lo estoy ahogando.
Y tengo otra foto
que me acaba de llegar
por facebook
de una joven autora
que conocí hace poco
que se cortó el pelo
y ahora me manda una foto
con los cachetes rasurados
y una boca que tira un beso
el standbye del beso.
No sé cómo contestarle.
Sé solo que no me gustan las fotos
en que
de alguna manera
aparezco yo.
Timo Berger
Eterna constelación de pocos segundos
En el carril de giro hacia The Girl from Ipanema
aúlla una cuatro por cuatro, los altoparlantes a todo volumen
Una coma puede resultar gatillo
En el terreno, sin garantía, se reparten
caramelos. En la secuencia del semáforo un billete
de lotería para viajar hacia la felicidad de los segundos congelados
En el rabillo del ojo, estático, un avisador de movimientos: la ciudad
es como champán, se sube rápido a la cabeza
Delante de nosotros, en el tránsito taconeante
un motoquero, de casco y arnés livianos
Su remera habla hijo de ricos igual playboy
hijo de pobres igual motoboy
Timo Berger
Hecho en Perú
Un Waino chilla por el canal de Ayacucho TV
attenti, son las seis de la manana, Maicito Pelo d’Ambrosio –
el Hombre Poncho en su tapado de alpaka – canturrea:
“Ay Macito, eres Peruano como yo”.
En un bar de Los Olivos (Cono Norte) por la noche
el presentador de Diana Cari y los Mágicos del Amor
pregunta al público: De dónde son Ustedes? Qué lugar
tachamos del mapa con el próximo pedido?
Ay Maicito, La Nueva Perú luce en un letrero de la Panamericana.
Esta noche, te prometo, Diana Cari, todo el país será una Fiesta Chica,
tú y yo serémos Mil Melodías de Nuestra Tierra. Y una caravana
de la cordillera que deja su carga en los lockers de Lima.
Hospedajes, casas de ladrillo seco nomás, heridas graves
cuyos hilos perforan el cielo como las fibras de acero.
Al ton y son del arpa paraguaya se mudan muslos, troncos,
se gana dinero, terreno sobre el declive sin agua
ni pan. Hay un bosque de cemento, donde antes olivares,
dice el chofer de lo que pretende ser un taxi en camino
al aeropuerto. De Lima me gustan, consta, las muchachas,
quizás, y las muchas formas de rebuscarse la vida...
Timo Berger
Jardín Botánico
Nada de loros estridentes ni de salvajes
desnudos, las primeras imágenes de la ciudad
a orillas del río de enero aparecen con un dejo
de rojo: Giselle y su auto
Pasión: un escarabajo de color huevo lleva
la nouvelle vague con un zumbido afónico
por las curvas: ningún taxi-boy
va a ensuciar este vehículo
Contra el espejo retrovisor golpetea Elvis
The King, de ebonita, una promesa
de sexo, mientras tanto, detrás de nosotros,
se baja una barrera de lacre blanco
El primer círculo de seguridad, vivimos
dice Giselle, en el lado acreedor
de la ciudad, que, abajo en los valles,
cada noche asalta la noche
Timo Berger
"Me gusta que los poemas no hablen naturalmente de la realidad, sino que describan algunas técnicas culturales. La gente ya no sabe mucho de técnicas culturales tradicionales; incluso, la escritura es una técnica cultural que no sabemos si se perderá. Por ejemplo, si una computadora responde a mi voz, podría ser que deje de ser necesario escribir. Sin embargo, no soy nostálgico. Me gusta el cruce entre lo moderno, lo actual, y esas técnicas. El taller es un disparador."
Timo Berger
POST TENEBRAS LUX
Débiles objetos nubosos
Comienzan a moverse
Hacia algo definido
Aurora de Chile
Que el día se convierta
Que no brille ni una luz
Que espere la luz y no vea
Aurora de Chile
Como abortos enterrados
Como alma endurecida
Escuderos sin piedad
Como niños que no vieron
Y en el día van a tientas
Cual si todo fuera oscuro
Orden de la buena muerte
Obediencia
Educación
Abandonada
Pacto
Alianza social
Otra forma si forma pudiera
Ser llamada no tenía
Ni sustancia como sombra
Para hacer de esto que es algo
Algo terrible, lo oscuro
Parece necesario
Aurora de Chile
Campo visual más ancho
Que alto y que no
Representa ninguna distancia
Ni es posible asociarlo a un ojo
O al otro; la voz creerán
De la verdad y la razón serán oídas
Tras silencios de tres siglos
De infamia llanto y miseria
Aurora de Chile
Atrocidad
El cuerpo social llorará
Sobre el horror de la memoria ingenua
Luz de las tinieblas
Producto de la retina
Nervio óptico
Gris intrínseco
Aurora de Chile
Ruido visual
Timo Berger
PRESIÓN EVOLUTIVA
la relación entre el ancho de la malla de las redes
y el peso de una población de bacalao es un dato duro;
peces que invierten más energía en la sexualidad
que en el crecimiento. En el horizonte barcos monstruosos,
fábricas flotantes, que circulan mes a mes
arriba en el norte criando reservas
donde los animales son más chicos y alcanzan cuatro años antes
su madurez sexual. Solo así tienen una chance
de escabullirse por mallas cada vez más estrechas, reproducirse
antes de su captura. 46.000 toneladas: los cardúmenes
del Mar del Norte en una balanza imaginaria. Lo necesario
para una pesca sustentable: el triple. Pero no solo el peso
se reduce, también el tamaño. Hace seis decenios
a comienzos de la pesca industrial noventa y cinco centímetros,
hoy sesenta y cinco. Un alto en la pesca o zonas protegidas
aquí y allá solo retrasan lentamente el reloj.
Un piletón de peces grandes a modo de amortiguador
a bordo del arrastrero: separarlos vivos por tamaño y devolverlos
al agua salada es técnicamente inviable. Pero no se trata acá
de la suerte de cada pez: con individuos más pequeños se reduce
la magnitud de la pesca, los comederos se vacían y se dificulta que los ministros
acuerden cómo abastecer a masas de gallinas con harina
de pescado, a los ciudadanos de la UE con huevos para el desayuno
o un culto mundano a la fertilidad
Timo Berger
Pueblo joven
Este plano lleno de colores no
representa el límite actual
entre la ciudad y el desierto
tampoco desparece la planicie
de arena de un amarillo lavado,
se acomoda entre casitas
tiradas como dados recién arrojados,
pueblos adolescentes
que crecen carcomiendo el último
gajo de la cordillera
más allá de la ruta interregional
del radio de la planta eléctrica
los usurpadores no regalan
ni una capa de pintura sobre el ladrillo
de sus mansiones en progreso
cuestión de impuestos, dicen
falta de cultura, dicen otros
pero sorprende que a pesar
de la aparente falta de organización
las edificaciones se alinean
como anticipando al urbanista
que con trazos generosos
sobre mapas heredados
moldeara un futuro
que nunca llega ni llegará
sino más allá
de cualquier plano de la ciudad
acá arriba y lejos del centro
Celinda, sus tres hijas y el perro
no amanecen en la bruma costera
que en Chile se llamaría Camanchaca
y acá no tiene nombre aún
como tantas otras cosas.
Timo Berger
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