El olor triste de unos sillones
El olor triste de unos sillones
me deja pensando
en mamá/ y en mí/
como dos mundos que no tuvieran más que sol o niebla
y se entregaran al abandono / o la quietud/
los colores degradé perdidos
los escalones/ los vidrios limpios
de las ventanas y las puertas
igual que en los sueños
una y otra vez.
Había tantos cuartos y habitaciones/
y una escalera deslumbrante para las niñas de la casa/
allá arriba/ cerca del cielo/
entre nubes la rueca y el telar
donde pincharse el dedo para dormir cien años
en el musgo mullido del bosque/ de un hombre / de cuento/
parecido a la muerte.
Pero tropezamos con la alfombra mal puesta
del tiempo
y caímos/
analfabetas en otra historia
de terror.
Inés Legarreta
En un territorio áspero
En un territorio áspero/ los pastos duros/ las chapas del techo
voladas
y las débiles paredes de la casa en donde resisto
a veces
encuentro
pocillos, cacharros pintados por algún hombre/ ¿mujer?
que puso los colores en orden
para que los ojos se aliviaran en la contemplación de unas líneas amarillas y ocres
más allá
más allá
Inés Legarreta
VII
Mi hermana está aprendiendo a bordar
con punto sombra/ una puntada
casi invisible
(yo escribo)
en los antiguos camisones y enaguas/
en las toallas de mano/
en las batas
(todas prendas de
la intimidad)
inútiles
y fuera del tiempo/
cuando la luz
cae
como una nube morada
respirando
en las manos
pero el hilo
de la historia
crece
en la palabra escondida
Inés Legarreta
De La puntada invisible
XXVIII
a César Suárez
De la niebla surge
una ventana
el piso abandonado a los pastos secos
y al frío
¿qué hombre vivió aquí?
¿cuánto tiempo atrás? ¿por qué se fue?
/¿por qué se fueron el hombre y la mujer?
la rama desnuda
solitaria
los tachos y ollas herrumbrados
los montones de tierra cuevas de mulitas
macetas rotas jarras una pava
todo
barrido por el viento
pero desde afuera
los alambrados de púa
enmarcan
la intemperie.
Inés Legarreta
De "El jardín desconocido"
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