Ese día

Hoy pienso en ese día, que será como tantos
–voraz, suplementario, azul, indiferente–,
y en el que una vez más, pero ya no habrá otra,
mis ojos, mis oídos, recobrarán el mundo. 

Y quizá me despierte sin sorpresa, ignorando
que es por última vez, que ya no quedan sueños;
que el tiempo, del que son formas todas las cosas,
ha decidido descartar la mía.

En mis ojos abiertos se ahogarán los pájaros,
los hombres, las estrellas, la luz que los inventa;
colérico, el futuro desgarrará su engaño,

como un telón pintado, revelando el vacío.
Y mi ser, vaso inútil en manos de un enfermo,
rodará silencioso a estrellarse en la nada.

José Cereijo



Estos versos son los únicos que he escrito desde que, en Noviembre de 2015, se publicase mi último libro. Sólo escribo cuando siento una necesidad (o un deseo) íntimos de hacerlo: el impulso no parte, no conscientemente al menos, de mí. Y mucho de lo que escribo acaba descartado; es fácil que esto también. No creo que la cantidad sea lo que importa. De hecho, incluso en los poetas de obra abundante (Juan Ramón Jiménez o Neruda, por ejemplo) la selección que ellos no hicieron acaba haciéndola el tiempo.

Aprender a callar
como calla la lluvia,
como callan las hojas
a las que ella golpea o acaricia.
Si la vida te acoge o te rechaza,
que lo haga a su manera,
no a la tuya.

José Cereijo




"Intensidad, hondura y precisión son cualidades que me parecen ciertamente deseables."

José Cereijo



"La poesía no puede ser del todo coloquial en el sentido de que en lo que hablamos hay muchas repeticiones, y otras cosas que por escrito no caben. Yo pretendía que lo que escribiera en poesía no se distanciara demasiado del lenguaje usual porque lo contrario me parece que artificializa demasiado el poema, hace que quién lea este deteniéndose cada momento para ver qué significa que por qué se ha dicho esto o aquello. Y yo pienso que eso va en contra del fluir natural de la emoción que debe de ser el centro de la poesía. Mucho antes de que se hablara de este grupo y de que yo tuviera noticias de esos poetas, lo que a mí me tentaba ya era hacer una poesía que no interrumpiera, a la hora de ser escrita o leída, el flujo de la emoción natural. El adjetivo ‘coloquial’ es un poco engañoso porque puede hacer pensar que uno rebaja voluntariamente el nivel de lo que dice para ponerlo a la altura del lenguaje de la calle, y tampoco se trata exactamente de eso. No porque el lenguaje de la calle no tenga su interés, yo lo que pretendía no era tanto hablar un lenguaje especializado, pero el de la calle es un lenguaje efímero. Yo pretendía un lenguaje que no distanciándose, no llamando la atención sobre sí, pudiera tener un poco más de permanencia. Pero si trato de estar más cerca del lenguaje de todos los días que de un lenguaje muy artificializado."

José Cereijo




"La verdad es que no me preocupa lo de expresarme o no a mí mismo en mis propios versos. La autenticidad en lo que se dice, que yo creo esencial, es cosa que se cumple mejor, a mi manera de ver, sin nuestra intervención consciente; de otro modo, el riesgo de que quien nos habla en el poema no sea real, sino un personaje inventado y (lo que es peor) inventado sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello, es grande. A la hora de escribir, mi preocupación consciente es dar el mejor cuerpo posible al germen que tengo entre las manos: atender, por tanto, a las necesidades del poema, no a las mías particulares, que, sobre parecerme en ese momento muchísimo menos importantes, no pintan nada allí. Un poema no es ni una vitrina ni un pedestal para la exhibición de su autor. Y la forma, al menos en mi deseo, tampoco es una vestidura que pretenda añadir belleza, elegancia o estilo, sino algo crecido orgánicamente con lo que se dice, al modo de la propia piel. Que, por cierto, es la vestidura que, siendo la más ceñida, la más justa y propia, permite al mismo tiempo la mayor libertad."

José Cereijo


Maldición

Que alguna enfermedad implacable y secreta te devore
por dentro, lentamente.
Que no haya en ningún sitio agua para tu sed, sueño para
tus ojos extraviados, tiempo para tu corazón.
Que la vida, continuamente hostil, te ofrezca sólo espinas,
peligros, negaciones.
Que todo lo que lleves a los labios se llene de un sabor
amargo y póstumo.
Que seas, en fin, lo mismo que yo soy, lo mismo que seré
mientras que no consiga
                             librarme de tu ausencia.

José Cereijo


Mira

Mira la vieja puerta de madera
por la que ya has pasado tantas veces.
Mira la acera gris que es tu camino,
y en la que no reparas al pisarla.
Mira también las nubes de esta tarde,
los árboles dormidos del paseo,
los delicados juegos de la luz.
Todo lo que sucede para nadie,
lo que es puro ausentarse de sí mismo,
como acaso la vida.
Mira, por una vez, estas cosas oscuras
que han de perderse en cuanto no las mires,
que no serán recuerdos.

José Cereijo



"No me considero un crítico, aunque haya publicado reseñas de libros o artículos de tema literario. Dicho esto, mi opinión es que estamos más bien en una época de transición, en que el posible dominio hace unos años de la que aquí se llamó «poesía de la experiencia» (de factura realista y temática próxima a lo cotidiano) ha remitido bastante, sin que se vea una sucesión clara. He de decir que no me parece mal; cada vez creo menos en las «escuelas», que me resultan cosa de adolescentes o facilidad para estudiosos. Un poeta que merezca ese nombre tiene que tener su propio mundo, y encontrar su propia voz para contarlo. Incluso si parte de una escuela, ha de dejarla atrás para ir a alguna parte."

José Cereijo



"No sé si la poesía es o no inútil, o para qué pudiera o debiera ser útil. Quizá es necesaria, ya que, al menos, parece haber existido inevitablemente allí donde hay comunidades humanas. Para mí personalmente lo es; me ayuda (y no sólo, ni siquiera ante todo, la propia) a entender lo que siento y lo que pienso, y finalmente quién o qué soy. Hasta quienes se creen ajenos a ella aprecian, a través por ejemplo de las canciones, formas acaso (no siempre) menores, o incluso degradadas, de ella. Nos enseña a conocernos, como ya dije, y también a conocer lo que no somos nosotros, lo que nos es ajeno. Y, en la medida (grande, aunque no exclusiva) en que el pensamiento es verbal, nos enseña también a pensar, o al menos a formular mejor el propio pensamiento. Hay una verdad no desdeñable en lo de donner un sens plus pur aux mots de la tribu que dijera Mallarmé, aunque creo que por pur habría que entender también ahí cosas como «preciso» y «hondo». Son utilidades no menores, aunque sobrevenidas: no se canta con fines prácticos sino por afición, por gusto. Salvo en el caso del hechicero que pretende curar enfermedades o producir la lluvia; e incluso entonces, nuestra apreciación del conjuro se deberá más a su intensidad, belleza y adecuación humana, que a su dudosa eficacia mágica. La magia sin duda existe, pero es más íntima y menos calculable que todo eso."

José Cereijo


Nunca

Nunca dormí en tus brazos.
Nunca me desperté de madrugada y vi el armario, la ventana, los libros,
o escuché el ruido de las cañerías, los pasos solitarios en la calle,
y pensé, incrédulo, que, puesto que todo aquello era real,
tú también debías serlo.
No supe a qué sabían tus labios, o tu risa.
No te vi desnudarte.
No supe ni sabré jamás cómo tus ojos, en el acto del amor, incendiaban la noche.
Esa ausencia es, lo sé bien, una mutilación irremediable;
es un triste muñón, que llevaré conmigo hasta la muerte.
También es, a su modo, forma y prueba de amor, de lúcido y humillado amor,
de devastado y verdadero amor, que ofrezco a tu recuerdo.

José Cereijo



Triste rosa

La triste rosa ha abierto esta mañana sus pétalos al beso, para ella mortal, del aire y de la luz.
Al borde de un abismo prodiga su belleza, esa defensa inútil,
como si, al revés de nosotros, no buscara con ser la salvación (y aun la desdeñase ocultamente),
sino una justificación más honda, y de otro orden. ¿Morirá porque debe? –No, no es verdad, no la defiende su belleza,
que sólo hace más triste su final. Es en otro lugar donde es invulnerable (pero, ¿cómo entenderlo?):
allí, en aquello que hace de su muerte, de su vida tan breve, un destino, en sí mismo.

José Cereijo



Una de las razones…

Una de las razones
que hacen grato el silencio, a cierta edad,
es que es el ámbito de los que se fueron.
Su voz, íntima y tenue, no puede oírse
en mitad del ruido continuo de las cosas; que, además,
es abusivo e irrespetuoso
para la calma, la soñadora delicadeza
en que les gusta vivir. (Quizá no se han repuesto
del todo de la muerte;
quizá uno no se repone nunca de algo así).
En cualquier caso, el silencio es su patria.
Es allí, sin palabras, donde uno puede tener
la esperanza de encontrarlos. Y vale la pena. Son una compañía
paciente y comprensiva,
y saben mucho, muchísimo (la muerte
es una gran escuela). Su visita
nos deja serenamente enriquecidos, aunque a veces
no sepamos muy bien cómo. (No importa).
Uno se acostumbra a distinguir
a quienes están habituados a ese trato; hay en ellos
esa misma delicadeza, esa sabiduría,
que sólo en él pueden aprenderse. Hasta el punto
de que las otras compañías se nos hacen, a veces,
algo superficiales. Es como si no hubieran aprendido
a darse cuenta, aún, de ciertas cosas.

José Cereijo


Yo sería
el más grande poeta
si lograra encontrar palabras que dijeran
lo que no nos dijimos.

José Cereijo





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