angustia
Altiva aún parece,
de sombras rodeada.
Muralla tus pestañas,
guárdame de la gente
que este día desolado
me apunta con dedo afilado.
Pavol Garan
consuelo
Antes de que esté acabado,
suspiraré —y estaré empezado.
Sólo pondré cara ausente
sobre la fosa donde dignamente
a la tierra donaré mi cuerpo
(en él me sentía en aislamiento).
¿Pero qué pondrán en mi tumba?
Sólo una de mis figuras.
Pavol Garan
del registro de pasos
Una súbita niebla
de la que cuelgan árboles.
(La tierra por el aire
es como si se hundiera.)
Este es nuestro drama invertido:
un paso atrás a lo desconocido.
Pavol Garan
la tarde del idealista
Yo no sé, pero mi novia
tiene que ser un hada.
Debe elevarse
veinte grados sobre la tierra
mientras toque
el arpa
de tal modo
que lluevan flores
de albaricoquero…
Me lo repito
mientras por encima de la pipa,
por encima del fregadero que bosteza,
en las láminas de espejo
situadas enfrente,
controlo mis posiciones
—entre el tequila y la ginebra,
entre los pistachos y el brandy—
e intento justificarme
que no soy un tipo raro:
Yo también me vuelvo a mirar a las mujeres,
sólo que después tengo
que ordenar de nuevo mis manos:
izquierda, derecha…
Sigo convenciéndome
de que la auténtica soledad no es un estado,
sino una cualidad
de la que no es posible desprenderse.
Aún ingenuamente
dejo mi muerte
para el último momento.
Y además todavía
nunca he visto en vivo
un arpa.
Pavol Garan
un nimio incidente con el sustento
(a los críticos)
Veo que un mirlo a otro
roba su cena.
Tomo el saber estoico
de esta escena.
Como si hubiera alguno…
Pero por más que lo busco
no lo encuentro.
Cerca ni lejos.
Pavol Garan
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