carillón herrumbroso, pentagrama
y digitación V
Un poco más de cocaína
que de costumbre
y el querubín descalzo hizo bailar los altares
Yo traducía la lengua de signos del suicida
gestos confusos, poses cifradas
(No hablaban de nosotros)
¿La indiferencia de los entusiastas?
Del viaje de novios él volvió
casi como virgen engañado
mientras el sexo de ella
recordaba un poco una malévola
sonrisa
Peter Bilý
el adormecimiento
Las dudas se cuajaron
un minuto antes de la tregua.
Cero detrás de cero.
En qué va a creer quien ya no crea.
Los ojos de la virgen
con vieja nobleza miran lelos.
Seguir así de incógnito
y dejar desangrarse los cielos.
Luna sobre la costa.
Minutos de hotel de mala vida.
La lengua de Babel.
Eran bellos mientras nos dolían.
Peter Bilý
insomnio
Un solo violín y miles de arcos,
y en la noche una octava acosada.
¿Qué dejó de nosotros el encanto?
Los tristes sexos de arpas borrachas.
Trajo el vacío un descubrimiento.
Tu nómada grabó en plata en su poema:
que la eternidad vive un momento
y el infinito no dura apenas.
Ya tienes nada de lo que querías;
una música sosa, crudos cuerpos
y un canon vuelto patas arriba.
El nudo gordiano siempre te corta.
Queda el cliché: sólo es su dueño
aquel que de sí mismo se enamora.
Peter Bilý
la realidad
Por la calle camina una florista marchita. Un poco más allá la espera
una joven peluquera con una bolsa llena de pelo cortado.
Juntas lo echarán al contenedor repleto de desperdicios
del día anterior.
Y a mi lado hay una pequeña aristócrata mirando
el escaparate de una joyería. Es una de esas que esconden su sangre
roja y caliente.
Mañana mis amigos robarán esa joyería
y a mí me quedará la impresión de que las tres
sentirán el deseo de un poema
pero sólo
sobre el papel.
Peter Bilý
ladrón de sombras
preludio
A la hija que no tuvo tiempo de nacer ya no le haré de intérprete,
ella no me explicará la diferencia entre huida y fuga, no romperá
la vitrina con inertes figuritas
en el medio
y no disipará mis dudas sobre lo ya pasado.
Nos cruzan las calles estrechas, tortuosas,
de la ciudad desconocida
y tú no quieres que le revele
los acordes del carillón herrumbroso,
el pentagrama y la digitación:
lo que no entiendo me explicará en secreto,
justificará al niño desnudo que antes fue anciano sin piernas
que bajaba la escalera de caracol huyendo
de sí mismo.
Y así, mordido por tu cicatriz, me encojo.
Peter Bilý
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