Kierkegaard

Como había mirado al suelo
durante años, vio el mundo
como un reflejo en un charco.

Todo lo que durante años se le
había escapado se unió en un
momento, y supuso que
había nieve en los tejados.

Un hombre puede cantar como una mujer
cuando lo ha perdido todo,
herir las manos en la
sombra del cristal roto.

Pero entonces cuando todo es insignificante,
y la sangre es como agua,
una voz comienza una respuesta
a contraluz,

una voz más clara que
la vida

y todo es de nuevo
como era antes.

Stefan Hertmans




Orlando di Lasso

Tal vez su padre, que le arrojó a los perros;
tal vez su deformado nombre, con las sedientas
letras finales llenas de confusión;
tal vez sencillamente la parra florida
en el muro de su casa paterna
o, tal vez, la terrible arpa llena de cromatismos
en su cabeza, la cascada entre ojo y sien,
el fermentado borboteo de contrapunto a
calderón.

En todo caso algo como un eco de una
ha tiempo vagamente oída misa temprana,
una voz que a su cumbre sube
y así su parodia comienza:
la gamba con su voz de queja,
la paloma que empolla en agujeros de resonancia.

Lluvia, lluvia sobre una ciudad del siglo dieciséis.
Hay mucho silencio en la escribiente mano,
pero mucho más inaudible sonido.

Extraño que el sangrar cesa cuando la
voz lo quiere; extraño que en villanelas
y moriscas siempre muere uno

mientras que el otro vive; este permanente
recomenzar es lo que en el lejano presentimiento
de las primeras fugas tiembla, un poco viejo
y, oh Dios, y cada vez los primeros contrapuntos
se tocan vertiginosamente, llenándose de juventud.

Stefan Hertmans


Tango saudade

Un ángel no cae de la escalera;
Y tu trepas por todas partes,
Tu yaces un tiempo recostada y, después
De nuevo, tendida, en los sobacos afeitados
Has traído olor de muerte.

Las calles has traído,
La pista de baile estalla de todo, polvo de betón
Y ramos marchitos; alcohol
En rafia chamuscada.

Entretanto, en el bar,
El mescal se acabo, tu quieres lo ultimo:
La botella está vacía, el gusano está duro
Y resistente, tu lo comes y hay solo
Espuma entre il rabillo del ojo y
El giro tenso de tu garganta.

Querida, las fronteras son peligrosas.

Ah, vamos. Pellizcas al muerto en el pulso.
Lleva una camisa de moaré,
La vestidura de Nessos. La muchacha
En piel de serpientes roja gira la colilla ahora
Como una espuela negra. El bandoneón
Mete la lengua caliente bien honda
En tu oído.

Desaparecer en el aire de la tarde
En una visión de acero y cristal,
Una mano que es más cortante que
Tus palabras odiosas.

En algún sitio alguien está sentado
En un rincón negro y sube el ritmo.

Todavía queda espacio.
Todavía queda cuerpo.
Dolor, de la izquierda
– igual al cuchillo que
ondea como una bandera –
pasa al corazón.

Baila conmigo, no me dejes temblando
En el rayo de la eternidad.
Te levanto, solo un poco, de los pies,
Estás un tiempo en contratiempo.

Stefan Hertmans



"Todo mi trabajo es una continuidad y la diferencia que el lector encuentra en los géneros no es tal para mi, porque es mi propia voz. Si no puedo enunciar algo en un ensayo, lo digo en forma de poema. Se trata de una misma continuidad y energía, aun así, debo decir que mi poesía es un tanto introvertida. Es una poesía muy filosófica, introvertida y melancólica. Como novelista, soy bastante irónico. Como ensayista, soy polémico. Y en mi trabajo teatral me siento completamente libre para hacer lo que quiera; de modo que existen diferentes niveles en mi voz y no siempre sé de antemano qué voy a hacer exactamente. En cierto punto, lo siento y sale de mí en palabras."

Stefan Hertmans












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