Dos camas
Dos camas cubiertas con blancas cobijas
callan.
La madera de nuevo siente nostalgia por el verdor,
por el rumor de las ramas.
Las cobijas descansan.
Las blancas camas no quieren decir nada.
Gris la alegría
y grises las madrugadas.
Dos camas
uncidas entre las varas de una pesada carga de años,
meditan…
Miran al firmamento azul por la ventana
y no ven el brillo de las estrellas.
El bosque ejecuta una canción estival;
la tormenta toca una canción de primavera.
Ellas no alcanzarán a escucharla.
Kadia Molodovsky
Poetas acudirán volando a tu alma, como cuervos,
a repartirte hechas sílabas y estrofas,
a ti y a quien te diera luz,
y sobre la claridad de tu rostro,
con todas las letras escribirán un nombre.
Puedo imaginármelo;
yo soy un cuervo,
vine a posarme sobre tu corazón,
sobre tus luminosos diecinueve años
que como diecinueve manantiales brotan de la tierra
y refrescan
mis trescientos veinte años.
Kadia Molodovsky
Somos ahora como dos palomas grises
Somos ahora como dos palomas grises
que con el despertar de la mañana
se dirigen a la ventana a tomar prestada luz,
a aprovisionarse para la breve jornada
con un poco de resplandor.
Somos ahora como dos palomas silenciosas
y con la aparición de las estrellas
nos asomamos a la ventana a acrecer nuestro consuelo,
a convencernos de que aquel mundo ha de permanecer por siempre
y que por siempre ha de durar el celeste resplandor.
Somos ahora como dos palomas fieles;
reñimos alguna vez por un abrigo:
yo grito que hace frio; tú, que hace calor,
y por sobre nosotros una sonrisa amarillenta
enciende un joven resplandor.
Somos ahora como dos palomas inteligentes;
en días libres leemos el salterio.
Yo digo: —Siento nostalgia por las filacterias y el manto de oraciones.
Tú dices: —Estás vieja de sentimientos, querida mía.
Y por sobre nosotros un salmo de resplandor.
Kadia Molodovsky o Kadie Molodovski
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