Z. Weinper

Idish 
(fragmento) 

Me arrojas una pregunta y te ríes: 
—¿Es acaso el ídish un idioma? 
¿Y yo qué puedo contestarte? 
Yo hojeo un libro sobre mis rodillas 
y de pronto, ya no estoy aquí; 
me voy como llevado por alas. 

Un párrafo de nuestro pasado; 
innumerables generaciones 
juntaron aquí clavitos y guijarros. 
Un guijarro del monte, otro del valle, 
un clavito de la feria, otro de la calle, 
y nos legaron un palacio. 

Quién puede reconocer ahora 
los guijarros del valle y la montaña, 
los clavitos de la calle y la feria. 
Nuestro edificio gigantesco 
encandila con sus altas columnas 
y levanta su cabeza al firmamento. 

Sin embargo, en las puertas no hay cerrojos; 
están de par en par abiertas 
Para ti, para mí, para cualquiera; 
desde dinteles, muros y balcones 
generaciones radiantes nos saludan 
deslumbradas por una luz eterna. 

Cada año 
me hago una generación más sabio. 
Ya hay tanta sabiduría en mí 
como en el conjunto de todos los mundos. 
¿Para qué quiero tanta sabiduría? 

Abrí puerta y ventana 
y me detuve en el umbral 
a formular la última pregunta 
en sueños, sorprendido y asombrado: 
—¿Quién eres, mundo mío? ¿Y quién eres tú, mi siglo? 

Mundo y siglo 
asombrados y sorprendidos movieron sus labios de piedra 
preguntando: 
—¿Y quién eres tú? 

Y todo esto sucedió en un solo instante, 
que fue un día, un milenio. 

Y desde entonces estoy de pie minutos, horas, días; 
milenios parado en mi umbral, preguntando: 
—¿Quién eres, mundo? 
Y un eco pregunta: —¿Y quién eres tú? 

Y todo esto sucedió en un solo instante, 
cuando el afuera llovía llover y llover 
y el adentro llovía preguntar y preguntar. 

Y tal como yo estaba parado en mi umbral 
vi como de llover, llover, sobre el mundo, 
crecen los árboles y crece la hierba 
por la superficie de la tierra 
y en sus negras entrañas 
caen los rayos de lluvia, confluyen 
y se hacen torrentes. 

Pero de mi preguntar, preguntar, 
no creció nada de lo que brota tras una lluvia, 
ni torrentes debajo, ni hierbas encima, 
y el viento llegó y desparramó con un soplido 
los minutos, las horas, los días, los milenios de preguntas 
Y también a mí me sacó el viento del umbral como a una hoja que cae de un árbol 
sobre interminables senderos solitarios.

Zishe Wainper o Z. Weinper seudónimo de Zishe Vainperlij








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