Cuando mujeres embarazadas lloran de noche
Cuando mujeres embarazadas lloran de noche,
sobresaltadas en sueños,
llora Dios con ellas.
Se levanta de su azul lecho divino,
vaga de noche por su universo,
apaga en su morada las estrellas
y despierta a los ángeles
para que digan sus oraciones quedamente.
Cuando mujeres embarazadas lloran de noche
un lejano llamado recorre el mundo;
anda el universo de extremo a extremo:
—Ma—dre, ma—dre.
Ya se enfrió hace mucho el lecho azul de Dios
que anda por sus espacios en la noche;
los abismos bostezan hondamente
y los ángeles rezan en silencio.
Dios ve los abismos, murmura, queda callado
y se sobresalta:
—¿Qué hice aquí?
Y de las profundidades escucha
el eco del llamado
y el sollozar de cálidas sangres
en el nocturno grito repentino de mujeres embarazadas.
Melech Ravitch
Un instante
Cada instante mío
un día para mí.
A cada instante mío lo sigue un reproche
Porque nunca retorna
y es como dicha pasada.
Cada día
envejezco un año entero.
A mi alrededor todavía es tenderse,
pero yo ya estoy levantado.
A mi alrededor están los cantos,
pero yo soy ya el canto mismo.
A mi alrededor es final todavía,
pero yo ya soy comienzo.
A mi alrededor todo son interrogantes,
pero yo soy ya explicación.
A mi alrededor ya no hay más alrededor,
porque yo ya soy sólo yo.
Melech Ravitch
Una poesía sin nombre
A mi alrededor todavía es primavera
pero yo ya soy otoño.
Aunque tal vez a mi alrededor ya sea otoño
y yo ya soy primavera.
Todas las verdades tienen dos costados
y ambos son verdad.
Todos los sí son no
y todos los no son sí.
A mi alrededor ya es desesperación
pero yo soy todavía esperanza.
A mi alrededor todavía es amanecer
pero yo ya soy ocaso.
A mi alrededor todavía es contradicción,
pero yo ya soy claridad.
A mi alrededor todavía es ser—judío,
pero yo ya soy ser humano.
A mi alrededor todavía es ser hombre,
Pero yo ya estoy en lo de Dios.
A mi alrededor todavía es espera,
Pero yo ya estoy.
A mi alrededor es morir todavía,
Pero yo estoy ya muerto.
Un bosque gira sobre un monte,
los árboles danzan un vals,
una tijera.
Un árbol escapa hacia el valle.
Corren abedules tras él,
corren castaños tras él,
corren pinos tras él,
robles se arrastran detrás.
Un árbol enorme en el medio
mantiene los brazos levantados
y se arrima a él con el vientre,
inclinan sus cabezas los árboles
y 10 señalan con sus manos.
Da vueltas un árbol en el valle
y se asombra que corran hacia él,
cree que corren hacia él.
Corren el campo y el mundo,
el mundo y una mujer.
Corre un hombre tras ella,
corre un cementerio tras ellos,
juega un niño tras él.
Se apura el sol por un borde
y los enciende con luz de anochecer.
Melech Ravitch seudónimo de Zejaría Bergtier
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