Árboles
Mi cabecera
son duras raíces retorcidas.
Sucederá, me digo:
una de las raíces
ha de crecerme cuerpo adentro
y sorberá a través de mi sangre
agua de ríos subterráneos
y la esencia de mudas cosas tristes
que no hablan ni piensan
pero crecen, crecen, crecen.
lehoiosh Shloime
Atado
Y tal como estabas hincado ante tu ídolo,
inclinándote piadosamente ante su santa imagen,
salió una araña de su red,
te envolvió en su tejido, y su nudo te tiene
inseparablemente atado a tu ídolo
hasta que la misma boca os devore a ambos.
lehoiosh Shloime
De las cenizas
Quemaste puente tras puente
y observa qué ha sucedido:
tras cada incendio
manos extrañas hurgaron
y extrajeron de entre las brasas
la maravillosa piedra que escondiste.
lehoiosh Shloime
El profeta
Ellos se inclinaron ante él: —Hombre de Dios,
vamos a coronarte.
Él se sonrió quedamente: —Vais a hacerlo
al lapidarme.
Ellos sitiaron su tienda: —Hombre de Dios,
vamos a alzarte.
Él sacudió apenado la cabeza: —Y alzándome
hundiréis mi creencia.
Ellos le cantaron su más hermosa alabanza:
—¡Eres aquel que necesitamos!
El se sobresaltó: —Cuidado, que yo soy la llama
y vosotros, las espigas secas.
lehoiosh Shloime
Miniatura
De una rama pende un sol de oro
atrapado en una gota;
en la minúscula jaula
un bosque de canciones tiembla y brilla.
lehoiosh Shloime
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