La vida es real solo cuando «Yo Soy»



«Quienquiera que se interese en mis obras debe abstenerse rigurosamente de leerlas en un orden diferente del que está indicado; en otros términos, no debería leer jamás ninguno de mis nuevos escritos antes de conocer bien mis obras anteriores».
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
«Mi último libro, por medio del cual quiero compartir con mis semejantes, criaturas de Nuestro Padre Común, casi todos los secretos del mundo interior del hombre que han permanecido hasta ahora ignorados y de los que he tomado conocimiento accidentalmente…»
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
Gurdjieff escribe estas líneas el 6 de noviembre de 1934 y se entrega de inmediato al trabajo. Durante varios meses se dedica enteramente a la elaboración de esta obra. De pronto, el 2 de abril de 1935, cesa definitivamente de escribir.
 
 
 
 
 
Yo soy… ¿en qué se ha convertido entonces esta sensación entera de la totalidad de mí mismo, que experimentaba antes cuando pronuncié estas palabras en estado de recuerdo de sí? ¿Es posible que esta aptitud interior, adquirida al precio de tantas renuncias y automortificaciones de todo tipo, justo hoy, que su acción sobre mi ser es más indispensable que el aire mismo que respiro, haya desaparecido sin dejar traza alguna? No; esto no puede ser. Tiene que haber otra cosa… de otra manera todo, dentro del mundo de la Razón, es ilógico. No; el poder de hacer esfuerzos conscientes y de asumir un sufrimiento voluntario no se ha atrofiado aún en mí. Todo mi pasado y todo lo que me aguarda exigen que yo vuelva a SER. Yo quiero… yo volveré a ser. Con mayor razón que mi ser es necesario no solo para mi egoísmo personal, sino para el bien de toda la humanidad. Mi ser en realidad es más necesario a los hombres que todas sus satisfacciones y toda su dicha de hoy en día. Yo todavía quiero ser… Yo todavía soy.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
«Puesto que, cuando estaba pletórico de fuerza y salud, no había llegado a introducir prácticamente en la vida de los hombres las verdades que he elucidado para su bien, es necesario que, antes de mi muerte, cueste lo que cueste, llegue a hacerlo, al menos en teoría». Habiendo bosquejado a grandes rasgos durante el primer año el material destinado a publicarse, decidí escribir tres series de libros. Con el contenido de la primera serie quería llegar a destruir las convicciones arraigadas en el consciente y en la emocionalidad de los hombres, convicciones para mí falsas, y absolutamente contrarias a la realidad. Con el contenido de la segunda serie: probar que existen otros caminos para la percepción y el conocimiento de la realidad, y señalar su dirección. Con el contenido de la tercera serie: hacer conocer las posibilidades que había descubierto para entrar en contacto con la realidad y hasta fusionarse con ella.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
«Pero mi vida ha transcurrido en tales circunstancias que éstas hacen que mi tiempo ya no dependa de mí; depende exclusivamente del caprichoso Arcángel Gabriel».
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Lo había tratado todo en mi vida pasada, había recurrido a toda clase de cilicios; nada me había ayudado. Esos objetos solo ayudaban mientras los llevaba puestos y aun así solo al comienzo; en cuanto se dejaba de usarlos o uno se habituaba, uno volvía a encontrarse como antes.
 
No hay ninguna salida posible…
 
Y, sin embargo, sí, hay una —solo una—. Y es el tener, fuera de mí, la ayuda de un factor regulador que no duerma nunca.
 
Es decir, un factor que me llame constantemente, cualquiera que sea mi estado ordinario, a «recordarme a mí mismo».
 
—¡Qué! ¡Cómo!… ¡Será posible!…
 
¿Por qué no se me había ocurrido antes una idea tan simple?
 
¿Por qué ha sido necesario sufrir tanto y desesperar tanto para darme cuenta recién ahora de esta posibilidad?
 
¿Por qué no había recurrido, en este caso también, a esta analogía que lo abarca todo?
 
Y aquí nuevamente. Dios… de nuevo, Dios. Él solo. Por todas partes Él; y todo está ligado a Él.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Hago el juramento de recordarme de no hacer uso jamás del poder que poseo, y de esta manera negarme la satisfacción de la mayoría de mis vicios. De manera que, quiéralo o no, estaré llamado sin cesar a recordarme a mí mismo.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
 
 
Y esto, porque yo ya sabía, gracias a múltiples experiencias personales, que si en realidad le es posible al hombre alcanzar una meta que se ha impuesto intencionalmente, no puede hacerlo sino por medio del sufrimiento y solo del sufrimiento voluntario.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
La víspera de San Jorge 1928, conforme a todas mis conclusiones, resolví introducir en mi vida, paralelamente al cumplimiento de este programa, las tres exigencias siguientes:
 
La primera, al inicio de toda acción que se refiera a una de las tres tareas que me había fijado y, varias veces durante su desarrollo, estimular artificialmente en mí tres impulsos bien definidos: el impulso de «perseverancia» en lo que concierne a mi tarea de escritor; el impulso de «paciencia» en lo que concierne a mi tarea de estudiar los rasgos escondidos del psiquismo del hombre; y, finalmente, el impulso de «sufrimiento aceptado» ante las pruebas automáticamente soportadas en lo que concierne al restablecimiento de mi organismo.
 
La segunda exigencia consistía en lo siguiente: cualquiera que fuese la persona que yo encontrara, fuese por negocios o por cualquier otra razón, que la conociera desde hace tiempo o no, y cualquiera que fuese su nivel social, descubrir de inmediato su «callo más sensible» y pisarlo sin vacilación.
 
Y la tercera: por una parte, no negarle nada a mi cuerpo físico, sobre todo en cuanto a alimento, pero, por otra parte, después de haberle dado satisfacción durante cierto tiempo, suscitar en mí, durante un tiempo igual, un impulso de compasión por aquéllos que no tienen las mismas posibilidades y un deseo de ayudarlos.
 
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
 
Quiero hablar del principio que ya he definido en estos términos: «pisarles a todos los que encuentre el callo más sensible». Este principio llegó a ser verdaderamente milagroso para mí, pues no solo ponía a mi disposición, siempre y en todas partes, un material abundante con vistas a mi meta principal, es decir, para mi regeneración, sino que además afectaba a tal punto a todos los que se topaban conmigo, que cada uno, sin que yo tuviera que hacer el menor esfuerzo, se afanaba en quitarse con la mayor satisfacción, la máscara con que solemnemente le habían gratificado papá y mamá. Y esto me proporcionaba una agilidad inmediata e incomparable para contemplar tranquilamente lo que su mundo interior contenía de valores reales que habían permanecido intactos desde la infancia, y a la vez la mugre nauseabunda acumulada a lo largo de una «educación» absolutamente anormal. Se debe tan solo a este principio, a este principio para mí divino, que yo haya podido discernir y comprender finalmente las sutilezas profundamente escondidas del alma humana que me intrigaron tanto toda mi vida. Es a él y solo a él que debo todo lo que poseo hoy en día. Y poseo una «riqueza interior» que objetivamente hablando vale más que todas las fortunas fabulosas de las que pueda soñar el cerebro humano,
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
 
 
Mientras tanto, para hacer justicia a este principio, diré que a él le debo haber perdido absolutamente todo lo que poseía en cuanto a «riquezas» o más bien lo que la gente llama así. Y me ha hecho perder no solo todos los bienes que poseía, sino también a todos los susodichos «amigos», y hasta el «privilegio de ser envidiado», en una palabra, todo lo que me hacía aparecer ante los ojos de mis contemporáneos no como un vulgar «rabo de perro», sino como uno de los grandes «ases» de la época. Y sin embargo, lo afirmo, a pesar de todo —hoy mismo, mientras escribo estas líneas, cuando las condiciones generales de mi vida ordinaria se agravan día a día según una constante conforme a las leyes y han llegado a tal punto, debido a mi obstinación en proseguir las exigencias que me he impuesto (entre otras la de continuar fiel a este principio), a tal punto que ya no sé verdaderamente cómo arreglármelas— a pesar de todo, repito, bendigo este principio con todo mi ser.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
«Si logro alcanzar las metas que me he fijado y si sobrevivo, organizaré mi existencia de la manera siguiente: consagraré un tercio de mi estado de vigilia a satisfacer a mi propio cuerpo; otro tercio, exclusivamente a aquéllos de mis allegados por afinidad espiritual o parentesco que aún se encuentren a mi lado; y el tercero, a la ciencia, es decir a la humanidad entera».
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Ha transcurrido tanto tiempo… Ignoro si se han mantenido en la corriente del río de la vida dónde, sin piedad hacia mí, yo los había dirigido —corriente destinada a reunirse tarde o temprano con el inmenso océano—, de eso no sé nada. O quizá las tentaciones de la vida, también conforme a las leyes, los han arrastrado en la corriente que tarde o temprano debe desembocar en los abismos subterráneos para allí proseguir un proceso involutivo.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Al acordarme ahora por asociación de alguno de esos «enemigos» particularmente queridos a mi mundo interior y al sentirme sinceramente emocionado con este recuerdo, quiero aquí mismo —para su agrado o su desagrado— citar en este prólogo algunas de las numerosas sentencias de sabiduría popular que, por medio de ciertos «legamonismos» (datos o definiciones que desde tiempos antiguos pasan a través de iniciados de generación en generación), nos han llegado desde los tiempos más remotos.
 
He dicho «para su agrado o su desagrado» porque ignoro en cuál de las dos corrientes del río de la vida se encuentran en este momento.
 
«Solo tendrás verdadero sentido común el día en que aprendas a diferenciar lo que te será bueno o malo mañana, de lo que te parece bueno o malo hoy».
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Es tal la naturaleza del hombre, que:
 
Al primer regalo que le haces se arrodilla.
Al segundo te besa la mano.
Al tercero se inclina.
Al cuarto le basta con inclinar la cabeza.
Al quinto toma confianza.
Al sexto te insulta.
Y al séptimo te demanda porque no le has dado lo suficiente.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Al reanudar relaciones con toda clase de personas, yo las observaba con una agudeza particular, debido a la atención medio relajada que había desarrollado intencionalmente en el curso de mi primera juventud, y que permite no «identificarse con las manifestaciones externas de los demás»; y poco a poco me di cuenta, y luego terminé por convencerme, a medida de mis encuentros, que en el psiquismo de todos aquéllos, hombres y mujeres, que se habían interesado en mis ideas, sobre todo aquéllos que habían ya empezado a practicar sobre sí mismos lo que supuestamente correspondía a mis ideas, algo «iba mal», tan manifiestamente «mal» que aun un ser ordinario —por supuesto, a condición de saber observar— podía darse cuenta.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
… todos los desafortunados que vegetan en el fondo de esos ‘asilos de alienados’.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
«Así es el hombre promedio ordinario: un esclavo inconsciente, enteramente al servicio de designios de orden universal que nada tienen que ver con su individualidad».
 
«Puede permanecer toda su vida tal como nació y tal como ha sido formado, bajo la acción de influencias de todas clases que finalmente han determinado las condiciones de su existencia y, como tal, después de la muerte, ser destruido para siempre».
 
«Y aunque este sea el destino general de toda vida, la Gran Naturaleza le ha dado, sin embargo, a ciertas formas de vida —al hombre en este caso—, la posibilidad de no ser simplemente un instrumento ciego al servicio de los designios objetivos del Todo Universal; ella le ha proporcionado los medios, mientras la sirve y actualiza conscientemente lo que le ha sido predestinado, para producir más de lo que le es demandado y para utilizar este excedente para su ‘egoísmo’, es decir, para la determinación y la manifestación de su propia individualidad».
 
«También esta posibilidad le ha sido dada para servir a la meta común, pues el equilibrio mismo de estas leyes objetivas, requiere de tales vidas independientes con estructura autónoma, relativamente liberadas y, en particular, de la especie humana».
 
«A este respecto, considero mi deber moral agregar aquí y aun subrayar que, si bien la liberación es posible para el hombre, la oportunidad de alcanzarla no le es dada a todos».
 
«Pueden oponérsele muchas razones que, en la mayoría de los casos, no dependen ni de nosotros personalmente, ni de las grandes leyes cósmicas, sino solamente de las diversas condiciones accidentales de nuestra venida al mundo y de nuestra formación, entre las cuales las principales son, desde luego, la herencia y las circunstancias en las cuales se efectuó el proceso de nuestra ‘edad preparatoria’. Esas condiciones incontrolables pueden bastar para hacer imposible esta liberación…».
«Para nosotros, hombres contemporáneos, el peor mal estriba en que, debido a diversas condiciones de nuestra vida ordinaria y, sobre todo, debido a nuestra anormal ‘educación’, solo poseemos, en la edad responsable, presencias correspondientes a la corriente del río de la vida destinada a perderse en los abismos subterráneos y caemos en esta corriente. De allí en adelante nos arrastra donde quiere, como quiere y nosotros, sin reflexionar en las consecuencias, permanecemos pasivos, dejándonos llevar como los restos de un naufragio, a la deriva».
 
«Mientras permanezcamos pasivos, no solo nos veremos constreñidos a no ser más que instrumentos al servicio de las ‘creaciones involutivas’ de la Naturaleza, sino que tendremos que someternos como esclavos, por el resto de nuestras vidas, al capricho de todo tipo de sucesos ciegos».
 
«Puesto que la mayoría de ustedes ya ha cruzado el umbral de la edad responsable y reconoce con toda sinceridad que todavía no ha adquirido su propio ‘Yo’; y puesto que ustedes se dan cuenta, por otra parte, según lo esencial de lo que acabo de decir, de que las perspectivas que les esperan no tienen nada de particularmente agradable, entonces, para que ustedes —justamente ustedes, que han tomado conciencia de esto— no se ‘descorazonen’ y no caigan en el ‘pesimismo’ tan difundido en la vida anormal de hoy en día, les diré, con toda franqueza, sin reserva alguna, apoyándome en convicciones establecidas durante largos años de estudios, las que han sido reforzadas por múltiples experimentos conducidos de manera excepcional —experimentos sobre cuyos resultados he basado el ‘Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre’—, que aún para ustedes, no todo está perdido todavía».
 
«En efecto, los estudios y experimentos de los que acabo de hablar me han demostrado, claramente y de manera definitiva, que nuestra Madre Naturaleza, en su vigilancia infinita, ha previsto que los seres tengan la posibilidad de adquirir el ‘núcleo de su esencia’, es decir, su propio ‘Yo’, aun después de haber alcanzado la edad responsable».
 
«Esta previsión de la equitativa Naturaleza consiste para nosotros, en este caso, en que, después de haber alcanzado el grado de desarrollo correspondiente a una vida responsable, nos ha sido dada la posibilidad, por nuestra propia intención y mediante ciertas experiencias interiores y ciertas condiciones exteriores, de cristalizar, en nuestra presencia general, datos para la adquisición del ‘núcleo de nuestra esencia’; por supuesto, que al precio de esfuerzos mucho mayores que durante la edad preparatoria. El proceso de formación intencional de esos datos en nuestra presencia está condicionado por la dificultad de cruzar de una a otra de las corrientes del río de la vida».
 
«Es interesante hacer resaltar que la expresión, ‘primera liberación del hombre’, usada a menudo por nuestros contemporáneos, por supuesto que de manera totalmente automática, sin ninguna comprensión de su sentido oculto, expresa precisamente, de acuerdo con la interpretación que le dan los iniciados de una escuela existente en la actualidad en el Asia Central, el sentido de la imagen que yo he dado en mis escritos de la posibilidad que tiene cada gota de agua del río primordial de la vida, de pasar de la corriente destinada a perderse en los abismos subterráneos a la que se vierte en los vastos espacios del océano sin límites».
 
«Aunque la Gran Naturaleza le haya dado la posibilidad de este paso al hombre que, habiendo alcanzado su edad responsable, ya ha entrado en la corriente de los abismos subterráneos, yo debo advertirles, a fin de no suscitar en ustedes ilusiones vanas: el pasar de una corriente a otra no es tan fácil —no es querer pasar y ya está—».
 
«Para esto es indispensable, manteniendo sin cesar un estado de conciencia activa, obtener ante todo en sí mismo, al precio de una perseverancia a toda prueba, la cristalización intencional de datos capaces de engendrar un impulso inextinguible del deseo de este paso».
 
«Luego vendrá, para el hombre, una movilización de todas sus fuerzas interiores con miras a una lucha tenaz contra las anomalías flagrantes ancladas en su individualidad y perceptibles aun por su sentido común, es decir, con miras a una lucha contra los hábitos arraigados en él, que considera indignos de él durante los períodos en que está más tranquilo y que contribuyen a la aparición de nuestro Dios maléfico interior, al sostenimiento y al refuerzo de su fuerza y de su poder, siempre y en todo; ‘Dios maléfico’ cuya presencia crea las condiciones ideales, sobre todo entre los hombres contemporáneos, para gozar de un estado de paz imperturbable».
 
«En otras palabras, ustedes tienen que morir a todo lo que constituye la vida ordinaria».
 
«Es de esta muerte que hablan todas las religiones».
 
«Ese es el significado de la sentencia que nos ha llegado desde los tiempos más remotos: ‘sin muerte no hay resurrección’. Dicho de otro modo: ‘Si no mueres no serás resucitado’».
 
«En este caso no se trata de la muerte del cuerpo, porque, para esta muerte, no hay necesidad de resurrección».
 
«Si hay un alma, y ésta es inmortal, no necesita de la resurrección del cuerpo».
 
«Esta resurrección no es en absoluto necesaria para comparecer en el Juicio Final, ante Nuestro Señor, como nos lo enseñan los Padres de la Iglesia».
 
«No, todos los profetas enviados de Lo Alto y Jesucristo mismo han hablado de esta muerte que puede sobrevenir aquí abajo, en esta vida, es decir, de la muerte del ‘tirano’ que hace de nosotros esclavos y sin cuya destrucción no se puede asegurar la primera gran liberación del hombre».
 
Después de todo lo que se acaba de leer, cada uno de ustedes debería comprender que la condición indispensable exigida a un hombre para conservar la posibilidad de entrar en un nuevo camino, el del «movimiento evolutivo», es la de poseer por lo menos algunos datos para la adquisición de su propio «Yo». El hombre que, debido a las condiciones de su edad preparatoria, no ha aprovechado el tiempo preestablecido por la Naturaleza para la cristalización natural, en su presencia general, de datos requeridos para la adquisición ulterior de su propio «Yo» y que, una vez llegado a la edad responsable —edad en que algunas veces se puede manifestar un razonamiento sano conforme a las leyes—, descubre por azar este hecho y decide alcanzar la posibilidad de ser tal como en realidad debe ser, es decir, de tener su propia individualidad determinada por la posesión incontestable de su propio «Yo», este hombre —como lo han establecido los verdaderos sabios de todas las épocas pasadas— debe absolutamente comenzar por cristalizar conscientemente, en sí mismo, siete datos inherentes solo al ser humano, datos cuya calidad de manifestación depende de su acción concordante, en perfecto acuerdo con la ley fundamental del Universo, la Heptaparaparshinoj Sagrada.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Es solo en el hombre que posee un tal «Yo» que estos tres impulsos —dos de los cuales se definen aproximadamente por las expresiones inglesas I can y wish — adquieren el pleno significado que yo les atribuyo: Este significado, así como la fuerza de acción correspondiente de su manifestación, solo aparecen en aquél que, por sus esfuerzos intencionales, suscita en sí mismo datos capaces de engendrar estos impulsos, sagrados para el hombre. Solo tal hombre, cuando dice conscientemente: «Yo soy», es realmente; «Yo puedo», puede realmente; «Yo quiero», quiere realmente. Cuando «Yo quiero», yo siento con todo mi ser que yo quiero y que yo puedo querer. Esto no quiere decir que tenga ganas o que sienta la necesidad, que me gustaría ni siquiera que yo desee. No. «Yo quiero». Yo no tengo inclinación alguna, ni ganas, ni deseos de lo que fuere, no necesito nada —todo esto es esclavitud—. Si «Yo quiero» algo, me debe gustar, incluso si no me gusta. Yo puedo querer que me guste, porque «Yo puedo».
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Un hombre «tiene sentimiento» cuando sus «factores de iniciativa» emanan de una de las localizaciones diseminadas en su presencia general que la ciencia contemporánea llama los «ganglios nerviosos simpáticos», cuya concentración principal se conoce con el nombre de «plexo solar» y cuya totalidad de funcionamiento, de acuerdo con la terminología que he establecido desde hace mucho tiempo, se llama el «centro emocional»; y el hombre «tiene sensación» cuando la base de sus «factores de iniciativa» es el conjunto de las «neuronas motoras» de la columna vertebral y de una parte del cerebro encefálico, conjunto que es llamado, siempre según mi terminología, el «centro motor».
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
A fin de explicarles este asunto tan importante —la diferencia entre «tener sentimiento» y «tener sensación»— les daré la siguiente definición:
 
Un hombre «tiene sentimiento» cuando sus «factores de iniciativa» emanan de una de las localizaciones diseminadas en su presencia general que la ciencia contemporánea llama los «ganglios nerviosos simpáticos», cuya concentración principal se conoce con el nombre de «plexo solar» y cuya totalidad de funcionamiento, de acuerdo con la terminología que he establecido desde hace mucho tiempo, se llama el «centro emocional»; y el hombre «tiene sensación» cuando la base de sus «factores de iniciativa» es el conjunto de las «neuronas motoras» de la columna vertebral y de una parte del cerebro encefálico, conjunto que es llamado, siempre según mi terminología, el «centro motor».
 
Es esta diferencia en la naturaleza de estas dos fuentes independientes, desconocidas para ustedes, la que determina la diferencia entre unas funciones que ustedes no distinguen entre sí. Para este cuarto ejercicio preparatorio que les estoy explicando, es necesario aprender —valiéndose de este «sustituto» que cumple hoy en día en ustedes las obligaciones de lo que en el hombre real constituye la «atención voluntaria» y no es en ustedes sino una «tensión de sí»— a observar simultáneamente tres resultados heterogéneos que se producen en ustedes proviniendo, cada uno, de una fuente diferente del funcionamiento general de su presencia entera. En otras palabras, una parte de esta atención debe estar ocupada en comprobar, en uno de los dedos, el proceso que consiste en «tener sensación», la segunda, en comprobar en otro dedo el proceso que consiste en «tener sentimiento» y, la tercera, en seguir la cuenta del movimiento automático del tercer dedo.
 
Aunque este cuarto ejercicio sea el más difícil de todos los que componen esta serie, es no obstante para ustedes, debido a los diversos malentendidos que he mencionado, el único ejercicio que a mi parecer puede corregir sus errores del pasado y preparar todo lo que es necesario para el futuro.
 
Para reconocer lo que tiene de indispensable y medir su real dificultad, es necesario hacerlo muchas muchas veces. Al comienzo, deben simplemente tratar, sin cesar, de comprender el sentido y el alcance de este cuarto ejercicio —el primero para ustedes— sin esperar obtener resultado concreto alguno.
 
Solo esta comprensión, y la capacidad de ejecutar bien este ejercicio, les permitirá captar el sentido y el alcance de todos los ejercicios siguientes, los cuales es indispensable poder comprender y ejecutar, si se quiere adquirir la propia individualidad. Les aconsejo por tanto «movilizar» todas sus fuerzas y sus posibilidades a fin de ser capaces, por un tiempo determinado, de no ser perezosos y al mismo tiempo de mostrarse hacia sí mismos, es decir, hacia sus propias debilidades, totalmente implacables, porque de este primer ejercicio dependerá todo el orden normal de la vida venidera de ustedes, todas sus futuras posibilidades inherentes solo al hombre, en conformidad con las leyes.
 
Así pues, si realmente quieren adquirir en sí mismos lo único que distingue al hombre de un animal ordinario, en otros términos, si ustedes quieren ser tal como la Gran Naturaleza les ha dado la posibilidad de ser, a condición de que tengan un verdadero deseo —un deseo que emana de las tres partes independientemente espiritualizadas de su ser— y que emprendan esfuerzos conscientes con miras a transformarse en una «tierra trabajada», apropiada para la germinación y para el crecimiento de aquello sobre lo que descansa la esperanza del Creador de Todo lo que Existe, entonces, ustedes deben, en todo momento y en toda circunstancia, luchando contra las debilidades que se encuentran en ustedes, en conformidad con las leyes, llegar, a cualquier precio, a la total comprensión y luego a la ejecución práctica del ejercicio que les acabo de exponer. Ustedes tendrán entonces una oportunidad de cristalizar conscientemente en sí mismos los datos susceptibles de engendrar esos tres impulsos, los que deben obligatoriamente existir en la presencia general de todo hombre que tenga el derecho de llamarse una criatura a imagen de Dios.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
… este sentimiento al que se le llama «instinto de rebaño», que ha llegado a ser la propiedad indiscutible de la mayoría de los hombres de hoy en día, y cuya manifestación consiste en que el hombre, en vez de actuar de acuerdo a su propio razonamiento, sigue ciegamente el ejemplo de los otros, mostrando así a qué nivel tan bajo se encuentra el desarrollo de su pensamiento, con respecto a su capacidad para efectuar confrontaciones lógicas.
 
George Ivanovich Gurdjieff
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Y continué sollozando sin motivo razonable, dominado solo por el sentimiento que me poseía por completo y que continuaba por inercia, hasta que mi amigo, el doctor que me había acompañado a Norteamérica, habiendo notado por azar en mí los síntomas de un estado psíquico insólito, irrumpió en la habitación con una enorme botella de «whisky escocés» especialmente fabricado para los norteamericanos. Después de haber tomado este remedio de su invención, me sentí psíquicamente más calmado,
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Para la comprensión correcta del significado de este primer «ejercicio de ayuda» ante todo es necesario saber que cuando un hombre normal —es decir un hombre que ya tiene su propio «Yo», su «voluntad» y todas las otras propiedades del hombre verdadero— pronuncia en voz alta o en sí mismo las palabras, «Yo soy», siempre se produce en su «plexo solar», una «resonancia», es decir, una especie de vibración, un sentimiento o algo parecido. Esta especie de «resonancia» también puede producirse en otras partes de su cuerpo, pero con la condición que, cuando pronuncie estas palabras, su atención esté intencionalmente concentrada sobre estas partes. El hombre ordinario que aún no tiene datos para esta resonancia natural pero que conoce la existencia de este hecho y realiza los esfuerzos conscientes para que se constituyan en él los verdaderos datos que forman parte de la presencia general de un hombre verdadero, si pronuncia a menudo y correctamente estas mismas palabras, aún vacías para él y si imagina que esta «resonancia» tiene lugar en él, puede, así a la larga, por frecuentes repeticiones, adquirir el «inicio teórico» de una posibilidad para la formación efectiva de estos datos. Para comenzar, quien se ejercita de esta manera debe imaginar, cuando pronuncia las palabras «Yo soy», que esta resonancia ya se está efectuando en su plexo solar. A propósito de esto, es curioso señalar aquí, que por medio de una concentración intencional de esta resonancia sobre una parte cualquiera de su cuerpo, un hombre puede poner fin a toda falta de armonía surgida en esta parte del cuerpo; es decir, que él puede, por ejemplo, deshacerse de su dolor de cabeza al concentrar la resonancia en la zona de la cabeza en la que tenga una sensación de dolor. Al principio, es necesario pronunciar las palabras, «Yo soy», muy a menudo y tratar de no olvidar nunca de experimentar esta resonancia en el plexo solar. Si no se experimenta esta resonancia, ni siquiera en la imaginación, el pronunciar en voz alta, o para sí mismo, las palabras, «Yo soy», no tendrá ningún significado.
(…)
Este segundo ejercicio, como ya lo he dicho, es solo preparatorio; y es solo cuando ustedes hayan adquirido «destreza» en la experiencia de este proceso imaginado en ustedes mismos, que les daré los detalles complementarios para obtener en ustedes resultados reales. Primeramente, concentren la mayor parte de su atención en las palabras mismas: «Yo soy»; la otra parte concéntrenla en el plexo solar y la resonancia se efectuará, poco a poco, por sí misma. Al comienzo, solo es necesario adquirir, en cierta forma, el «sabor» de estos impulsos que todavía ustedes no poseen en sí mismos y que por el momento los pueden simplemente designar con las palabras «Yo soy», «Yo puedo», «Yo quiero». «Yo soy, yo puedo, yo soy poder». «Yo soy, yo quiero, yo soy querer». Para concluir mis explicaciones sobre este ejercicio de ayuda, repetiré una vez más, pero, en otros términos, lo que ya he dicho. Si «yo soy», solo entonces «yo puedo». Si «yo puedo», solo entonces merezco y tengo el derecho objetivo de «querer». Sin la facultad de «poder», no hay ninguna posibilidad de tener nada, no, ni el derecho de tenerlo.
(…)
Para permitirles la asimilación completa de estos dos «ejercicios de ayuda» o, como también se les podría llamar, estos «ejercicios preparatorios», con el fin de adquirir la maestría del ejercicio principal, encuentro necesario advertirles, desde el inicio de la formación de este grupo, compuesto por personas que persiguen todas una sola y misma meta, que hay una condición indispensable para el pleno cumplimiento de esta meta común; esta condición consiste en ser sinceros en sus relaciones mutuas. Tal como he podido saberlo, por diversas fuentes auténticas, dicha sinceridad era la condición imperiosa, por encima de cualquier otra, exigida a los hombres de todos los tiempos pasados, cualquiera que fuese su grado de intelectualidad, cada vez que se reunían para alcanzar juntos una meta común. A mi parecer, solo el cumplimiento de esta condición indispensable al trabajo colectivo, tal como ha sido propuesto, permitirá llegar a un verdadero resultado con relación a esta meta, ya casi inaccesible para los hombres contemporáneos. Cada uno de ustedes, al participar con igualdad de derechos en el grupo nuevamente formado para alcanzar un solo y mismo «ideal», debe luchar, sin cesar, contra los impulsos indignos del hombre que inevitablemente surgen en él, tales como el «amor propio», el «orgullo», la «vanidad» y así sucesivamente y no tener vergüenza de ser sinceros en sus respuestas, sus observaciones y sus comprobaciones sobre los ejercicios que yo les habré dado. Toda información que venga de uno cualquiera de ustedes, relativa al esclarecimiento de los diversos detalles de este primer ejercicio, que en este momento es para todos ustedes el centro de gravedad, puede revelarse, en este trabajo en común, de un gran valor para ayudarse unos a otros. En tales casos no deben tener temor de ser sinceros entre ustedes. Al trabajar, para resolver cuestiones referentes a esta gran meta común, cada uno de ustedes debe siempre comprender y sentir instintivamente que en ciertos aspectos son ustedes todos parecidos y que el bien de uno depende del bien de los otros. Ninguno de ustedes, aisladamente, es capaz de hacer nada que sea real; por consiguiente, aunque solo sea con un fin egoísta, ayúdense unos a otros en este grupo recientemente formado que también podría llamarse una hermandad. Cuanto más sinceros sean, unos hacia otros, tanto más útiles serán, unos a otros. Por supuesto, sean sinceros, pero solo aquí, en el grupo y sobre las cuestiones relativas a su meta común. La sinceridad hacia todo el mundo es una debilidad, una esclavitud e incluso un síntoma de histeria. Aunque el hombre normal deba demostrar su capacidad de ser sincero, le es necesario también saber cuándo, dónde y con qué fin es necesario ser sincero.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Antes de comenzar a desarrollar este tema, quiero citar el contenido de un antiguo manuscrito que conocí por azar en circunstancias totalmente excepcionales. El antiguo manuscrito, que tengo la intención de usar, es una de esas reliquias transmitidas de generación en generación por un muy pequeño número de hombres a quienes se les llama «Iniciados», no iniciados de la clase que se ha multiplicado recientemente en Europa, sino verdaderos Iniciados. En nuestro caso, pertenecen a una cofradía que aún existe en la actualidad, en lo más recóndito del Asia central. El contenido de este manuscrito está expuesto, como era la costumbre en los tiempos antiguos, «podobnolizovany » o, como lo dice la ciencia esotérica, «analógicamente», es decir, simbólicamente, bajo una forma por completo diferente a la ya establecida en el pensamiento de nuestros contemporáneos.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
He aquí lo que dice este antiguo manuscrito:
 
«La psiquis general de todo hombre cuando alcanza la madurez —lo que ocurre en general para el sexo masculino a la edad de veinte años y, para el sexo femenino, desde que cumple los trece años— consiste en tres totalidades de funcionamiento, que no tienen entre sí casi nada en común».
 
«Las manifestaciones de estas tres totalidades de funcionamiento independientes en la presencia general de un hombre que haya alcanzado la madurez se desarrollan simultáneamente y sin interrupción».
 
«La formación en el hombre de diferentes factores, a partir de los cuales se elaboran esas tres totalidades de funcionamiento, comienza y concluye en diferentes períodos de su vida».
 
«Tal como ya se ha establecido desde hace mucho tiempo, los factores que determinan en el hombre la primera totalidad de funcionamiento se constituyen —a menos que se tomen ciertas medidas especiales— exclusivamente durante la infancia: en los muchachos hasta la edad promedio de once años y en las niñas hasta los siete años solamente».
«Los factores que determinan la segunda totalidad, comienzan a formarse en muchachos a partir de los nueve años y en las niñas desde la edad de cuatro años, durante un tiempo variable, según los casos, y que dura aproximadamente hasta la mayoría de edad».
«En cuanto a los factores de la tercera totalidad, comienzan a constituirse a partir del momento en que el hombre alcanza la mayoría de edad y en nuestros días no continúan formándose, en los hombres ordinarios, sino hasta la edad de 60 años y en las mujeres hasta la edad de cuarenta y cinco años».
«Pero para aquéllos que se perfeccionan conscientemente hasta el estado de ‘todos los centros despiertos’, es decir, hasta llegar a ser capaces de pensar y de sentir por propia iniciativa, la formación de estos factores puede proseguir, en los hombres hasta la edad de trescientos años y en las mujeres hasta la edad de doscientos años».
 
«La formación de los diferentes factores de manifestación de estas tres totalidades de funcionamiento, enteramente distintas, se efectúa en el hombre conforme a la ley universal, llamada Ley de Trinidad».
 
«A la formación de los factores de la primera totalidad contribuyen, por una parte, como ‘principio ánodo’, las impresiones exteriores accidentalmente recibidas, así como las impresiones resultantes de lo que se llama los ‘sueños de todos los centros’ y, por otra parte, como ‘principio cátodo’, los resultados de los reflejos del organismo, especialmente de aquellos órganos que presentan una peculiaridad hereditaria».
«En la formación de los factores de la segunda totalidad, concurren, como ‘principio ánodo’, las impresiones exteriores recibidas bajo cierta presión, teniendo como característica el haber sido implantadas intencionalmente desde afuera y, como ‘principio cátodo’, los resultados de la acción de factores constituidos a partir de impresiones similares anteriormente percibidas».
«Los factores de la tercera totalidad de funcionamiento se forman a partir de los resultados de la ‘contemplación’, es decir, resultados obtenidos a partir del ‘contacto voluntario’ entre los factores de las dos primeras totalidades, contacto al cual los resultados de la segunda totalidad sirven de ‘principio ánodo’ y aquéllos de la primera totalidad de ‘principio cátodo’».
«Una de las propiedades de tal coordinación de las tres totalidades distintas de funcionamiento que determinan la psiquis general del hombre es el suscitar —por diversas combinaciones de ‘contacto voluntario’ entre las manifestaciones de estas tres totalidades independientes— en una de ellas la grabación de los procesos que se desarrollan en las otras totalidades, así como de aquéllos que tienen lugar fuera del hombre y caen en la esfera de actividad subjetiva de sus órganos de percepción».
 
«Lo que los hombres perciben ordinariamente de esta propiedad inherente a su presencia general es lo que ellos llaman ‘atención’».
 
«El grado de sensibilidad de esta ‘atención’ —o, según la definición que de ella daba la ciencia antigua, su ‘fuerza abarcadora’— depende enteramente del nivel del ‘estado global del hombre dado’».
 
«Para definir la esencia de esta propiedad llamada ‘atención’ en el hombre, la ciencia antigua utilizaba la siguiente fórmula»:
 
«GRADO DE FUSIÓN ENTRE LO QUE ES SEMEJANTE EN LOS IMPULSOS DE OBSERVACIÓN Y DE COMPROBACIÓN DENTRO DE LOS PROCESOS DE UNA DE LAS TOTALIDADES, Y LO QUE SE DESARROLLA DENTRO DE LAS OTRAS TOTALIDADES».
 
«Este nivel del ‘estado global’ del hombre va, tal como lo define la ciencia, de la más fuerte intensidad subjetiva de ‘sensación de sí’, a la más grande ‘pérdida de sí’ mensurable».
 
«Este grado de fusión vuelve a ser siempre el factor de iniciativa para la realización de una función común de las tres totalidades independientes que representan la psiquis general del hombre en la cual, en un momento dado, el nivel del estado global tiene su centro de gravedad».
 
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
Ahora, ¡basta de aprovechar la materia gris de los demás! Es tiempo de «extraer» nuevamente de la mía.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Diré que todo hombre ordinario, todo hombre que jamás ha «trabajado sobre sí mismo», tiene dos mundos; si se ha convertido en «candidato para otra vida», ya tiene tres mundos.
 
El primero es el mundo exterior, dicho de otra manera, todo lo que existe fuera de él, tanto aquello que puede ver y sentir, como aquello que permanece invisible e intangible para él.
 
El segundo es el mundo interior, o sea, todos los procesos automáticos de su naturaleza y las repercusiones mecánicas de estos procesos.
 
El tercer mundo es su propio mundo, que no depende ni de su «mundo exterior» ni de su «mundo interior», es decir, independiente de los caprichos de los procesos que se desenvuelven en él, tanto como de las imperfecciones de los procesos que los desencadenan. Un hombre que no posee su propio mundo no puede hacer nunca nada por iniciativa propia: todas sus acciones «se hacen» en él.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
El problema de la vejez
Por P. Mann Russky Golos
Domingo 14 de abril de 1935
 
Cuando Metchnikov publicó sus trabajos, se pudo creer que se había resuelto el problema de la prolongación de la vida humana. Según él, la vejez prematura y enfermiza, y la muerte, eran resultados del envenenamiento crónico de los tejidos por las toxinas de las bacterias de descomposición que se desarrollan principalmente en el intestino grueso.
 
Para prolongar la vida, preconizaba un régimen de leche cuajada (kéfir, suero de leche de vaca) porque las bacterias del ácido láctico, al penetrar en el intestino, previenen tanto la descomposición orgánica como el desarrollo de esos agentes de putrefacción.
 
Como prueba, Metchnikov citaba muchos ejemplos de longevidad de personas y aun de pueblos enteros. Además, el sabio mismo vivió hasta una edad que ninguno de sus parientes había alcanzado y él consideraba que se debía al hecho de que durante varios años había bebido diariamente leche cuajada, preparada según una receta especial.
 
Sin embargo, Metchnikov exageraba la importancia de las bacterias del intestino. Las toxinas elaboradas por estas bacterias son innegablemente nocivas. Pero hay muchas otras razones, y más importantes aun, para la senectud precoz del organismo animal. Hay animales que no tienen ningún intestino. No dejan de envejecer ni de morir.
 
La causa de la senectud precoz no está ahí. Una vez rechazada la teoría de Metchnikov, los sabios aportaron toda una serie de nuevas teorías que explicaban, cada una diferentemente, las bases de la longevidad.
 
El famoso fisiólogo francés, Brown-Séquard, trató de retardar el progreso de la vejez y de rejuvenecer el organismo por medio de la inyección de extractos de glándulas sexuales animales.
 
Al no dar grandes resultados la aplicación de este método a gran escala, Steinach y Voronov volvieron a la idea del fisiólogo francés y trataron de lograr el rejuvenecimiento por injerto de glándulas sexuales de animales jóvenes. Pero ellos mismos admitieron que no habían logrado resultados positivos, sino en casos excepcionales.
 
Y continuaron surgiendo nuevas teorías sobre las causas de la vejez, valiéndose de cambios físico químicos en el organismo, del desgaste de los vasos sanguíneos, etc.
 
Cada una de ellas exponía a su manera las razones de la senectud precoz y proponía diferentes métodos para la prolongación de la vida. Pero no estaban de acuerdo sino en su conclusión general, es decir, que la muerte tiene mucha prisa por alcanzar al hombre.
 
De hecho, el hombre puede vivir mucho más de setenta o setenta y cinco años, duración habitual de la vida humana.
 
¿Cuántos años, entonces? ¿Y de qué manera?
 
Se sabe que en casos excepcionales, el hombre puede vivir cien a ciento veinte años y aun hasta ciento cincuenta. En la clínica de Patofisiología para ancianos dependiente del Instituto de la Unión para la Medicina Experimental, dirigida por el profesor Hellmann, se sigue el estudio completo, bajo todos sus aspectos, del organismo humano en diferentes edades. Sin contar a los niños y a los adolescentes, la clínica alberga docenas de ancianos, entre los cuales algunos se acercan a la edad límite de la vida humana.
 
En un solo y mismo período la clínica acogió más de sesenta ancianos, hombres y mujeres, de los cuales tres tenían más de cien años. Uno de ellos, Moschuchin, murió hace unos cuantos meses a la edad de ciento veintitrés años; este viejo campesino recordaba perfectamente los acontecimientos del siglo pasado, el estado feudal, la liberación de los campesinos y la época en que ganaba diez copecs diarios. Los otros dos eran Zirulnikov, el ciudadano más viejo de Moscú después de la muerte de Moschuchin, ciento doce años, y Balascheva, ciento cinco años, testigo ocular de los funerales de Nicolás I.
 
Entre los ancianos de menos de cien años, se puede citar a un antiguo partidario Aksenova, setenta y cinco años, que tomó parte activa en el movimiento de los partidarios, en Siberia, fue varias veces perseguido a través de Checoslovaquia y participó en marchas forzadas, cubriendo más de una vez sesenta kilómetros en un día. Citemos también una mujer de ochenta y tres años, profesora de lenguas, Pasternatzkaya, que aun el invierno pasado hizo un brillante papel en una competencia de patinaje sobre hielo con jóvenes.
 
¿Qué nos han aportado estas observaciones? El estudio de los hombres de mucha edad permite concluir que fuera de los factores sociales, que desempeñan un papel muy importante en la longevidad, una gran parte tiene que ver con los factores hereditarios. Además, casi todos los ancianos examinados habían gozado de una salud excepcional durante su vida entera. Muchos de ellos conservaban intacta su memoria y sus facultades mentales. La mayoría no representaba su edad. Nunca estaban enfermos.
 
Esta característica condujo a los sabios a la muy importante idea de la posible presencia, en muchos de ellos, de una inmunidad congénita respecto a las infecciones.
 
Parece que esta propiedad biológica es uno de los factores hereditarios que determinan las condiciones internas gracias a las cuales un hombre puede alcanzar una edad muy avanzada.
 
Otros resultados de estas observaciones son también de suma importancia. Entre otras cosas los sabios le dieron gran importancia al estudio de las diferencias entre los individuos según su edad.
 
¿Es normal la sangre de los ancianos?
 
Esta cuestión ha sido ya solucionada definitivamente. Se descubrió que la sangre de los ancianos era normal y casi no difería de la de los jóvenes.
 
Investigaciones paralelas han permitido concluir que los muy ancianos conservan por mucho tiempo sus aptitudes físicas, especialmente en el plano sexual.
 
La comparación de los resultados de la observación de los individuos jóvenes y viejos nos permite establecer que el desarrollo del hombre obedece a una ley fundamental y observar las variaciones funcionales que determinan las particularidades fisiológicas del hombre en diferentes edades.
 
El descubrimiento de estas leyes abre nuevas posibilidades para la solución del problema de la vejez en general y de ciertos de sus elementos más importantes, especialmente de la cuestión que desde hace mucho tiempo interesa a los sabios, la del mantenimiento hasta una edad avanzada de las capacidades no solo físicas, sino mentales.
 
Después de los trabajos de Brown-Séquard y de Metchnikov, el pensamiento científico ha recorrido mucho camino. El estudio de las glándulas endocrinas se ha desarrollado considerablemente. Los últimos descubrimientos sobre las hormonas han introducido numerosos hechos nuevos. La clínica del profesor Hellmann tiene como programa el estudio crítico de las diversas teorías sobre las causas de la longevidad, a fin de poner al hombre en posibilidad de alcanzar naturalmente y en plena salud una edad avanzada y, en general, descubrir el medio de prolongar la vida humana.
 
Los trabajos apenas han comenzado. Es demasiado pronto para hablar de resultados. Falta aún hacer un gran número de investigaciones, de observaciones, de razonamientos y de deducciones prácticas. Pero parece indudable que el único camino justo hacia una solución de este interesante problema científico consiste en un estudio del organismo humano bajo todos sus aspectos, desde el nacimiento hasta la edad más avanzada, gracias a los esfuerzos aunados de fisiólogos, de bioquímicos y de médicos, tal como ha sido emprendido por el Instituto de la Unión para la Medicina Experimental.
 
Este método abre nuevas y grandes posibilidades para la ciencia soviética.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
 
«La agudeza de la contradicción que aparece entre dos acciones diametralmente opuestas es directamente proporcional a la duración de su encuentro».
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»
 
 
Si dos personas se encuentran juntas, mientras más próximas estén una de otra, más íntima es la mezcla de sus atmósferas, y mejor se efectúa el contacto entre sus vibraciones específicas.
 
George Ivanovich Gurdjieff
La vida es real solo cuando «Yo Soy»


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