Relatos de Belcebú a su nieto



De acuerdo con las numerosas deducciones y conclusiones a que he llegado durante mis dilucidaciones experimentales referentes a la productividad de la percepción de las nuevas impresiones procedentes de cuanto se oye y se lee por parte de los hombres contemporáneos, y de acuerdo también con el pensamiento contenido en uno de los aforismos de la sabiduría popular que a través de varios siglos ha llegado hasta nuestros días y que acaba de hacerse presente en mi espíritu, el cual afirma: «Solo serán oídas y solo obtendrán respuesta de las Potencias Superiores, las plegarias que se pronuncien tres veces»: «La primera vez por la bienaventuranza y la paz de las almas de los propios padres». «La segunda vez, por la bienaventuranza del prójimo». «Y solo la tercera vez, por uno mismo.» Considero necesario incluir en la primera página de este libro, ya listo para ser publicado, el siguiente consejo: «Lee tres veces cada una de las exposiciones que he escrito»: «La primera vez, por lo menos en la misma forma mecánica en que ya te has acostumbrado a leer los libros y los periódicos de tu tiempo». «La segunda vez, como si estuvieras leyéndolo en voz alta a otra persona». «Pero solo la tercera vez trata de sondear la médula de mis escritos». Únicamente entonces podrás considerarte capaz de lograr un juicio propio e imparcial, válido para ti solamente, acerca de mi trabajo. Y solo entonces podrá materializarse mi esperanza de que logres, gracias a tu comprensión, los beneficios específicos que desde ahora te anticipo y que deseo para ti con todo mi ser.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
El idioma ruso, no puede negarse, es excelente. Hasta creo que me gusta, pero… solamente para contar anécdotas o para utilizarlo cuando uno alude a su parentela. El ruso es como el inglés; este último es también excelente, pero solo para discutir en las «salas de fumar», sentados en un sillón con las piernas estiradas sobre otro, acerca de la carne congelada australiana o, en ciertas ocasiones, de la cuestión hindú. Estos dos idiomas son como el plato conocido en Moscú con el nombre de «solianka», en el cual hay de todo salvo tú y yo; a decir verdad, todo lo que uno pueda desear e incluso, el «Cheshma», de Scherezade.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto


Cuando mi abuela —que la gloria de Dios sea con ella— estaba en su lecho de muerte, mi madre, como era costumbre entonces, me llevó a su lado y cuando yo le besé la mano derecha, mi querida abuela me colocó su moribunda mano izquierda sobre la cabeza y con un susurro apenas audible me dijo: «¡Tú, el mayor de mis nietos!». «¡Escúchame, escúchame y recuerda siempre éste, mi último deseo: nunca te comportes en la vida como lo hacen los demás!». Así que hubo dicho esto, me miró el puente de la nariz y advirtiendo evidentemente mi perplejidad y mi escasa comprensión de lo que me había dicho, agregó algo irritada, con autoridad: «O no hagas nada —ve a la escuela solamente— o si no, haz algo que nadie más que tú haya hecho».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 27
 
 
Mulaj Nassr Eddin, que podría formularse con estas palabras: «Nunca atices con tu bastón un nido de avispas».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 45
 
 
Viajaba por el Universo la nave Karnak destinada a las comunicaciones «transespaciales». Volaba procedente de los espacios «Asuparatsata», esto es, de los espacios de la «Vía Láctea», procedente del planeta Karataz, con rumbo al sistema solar «Pandatznoj», cuyo sol también se conoce por el nombre de «Estrella Polar». En la mencionada nave transespacial se hallaba Belcebú, con familiares y servidores suyos. Iba en viaje al planeta Revozvrandendr para asistir a un congreso especial en el que había prometido tomar parte por habérselo pedido ciertos amigos suyos.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 52
 
 
 
 
En el tiempo en que tuvo lugar esta historia, se hallaban Belcebú, con Jassín y su viejo y fiel servidor Ajún, que siempre lo acompañaba a todas partes, sentados en el «Kasnik» superior, es decir, en la cubierta superior de la nave Karnak, debajo del «Kalnokranonis», algo bastante parecido a lo que nosotros llamaríamos una gran «campana de vidrio», charlando acerca de sí mismos mientras contemplaban el espacio sin límites. Tenía la palabra Belcebú, quien hablaba del sistema solar donde le había tocado pasar tantos años. Explicaba entonces las peculiaridades de la naturaleza del planeta llamado «Venus».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
Mulaj Nassr Eddin «Uno no puede saltar por encima de sus propias rodillas y es absurdo pretender besarse su propio codo».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 58
 
 
Pero me gustaría saber si habitan en esos planetas de aquel sistema solar seres tricerebrados y si poseen o no, en su interior, «cuerpos eserales» superiores. Sí —replicó Belcebú—, también en casi todos los planetas de aquel sistema solar habitan seres tricerebrados y casi todos ellos encierran cuerpos eserales superiores. Los cuerpos eserales superiores, o «almas», como se los llama en algunos de los planetas de aquel sistema solar, se presentan en los seres tricerebrados que habitan en todos los planetas salvo aquellos situados a tal distancia que las emanaciones de nuestro «Más Sagrado Sol Absoluto» pierden gradualmente, antes de alcanzarlos —debido a los repetidos desvíos— la plenitud de su fuerza, hasta carecer por completo, finalmente, de todo poder vivificante capaz de producir cuerpos de existencia superior.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 62
 
 
Si bien los seres que habitan este planeta están dotados de cuerpos planetarios sumamente frágiles, tienen en cambio, un «espíritu» sumamente fuerte, debido a lo cual todos ellos poseen una extraordinaria perseverancia y capacidad de trabajo.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 64
 
 
 
Y puesto que no puede existir un mundo sin planetas y, por lo tanto, sin atmósfera, se deduce entonces, que mientras exista el mundo y, por consiguiente, la atmósfera, el cilindro inventado por el gran Arcángel Jaritón, habrá de tener siempre ocasión de funcionar.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
 
¡Ah!, —rio Belcebú—. Por lo que veo, me preguntas acerca de los seres que habitan el planeta «Tierra» y que se dan a sí mismos el nombre de «hombres». Sí, Abuelo, esos mismos. Cuéntame acerca de esos «seres hombres» con más detalle. Me gustaría saber algo sobre esos «seres hombres» —dijo Jassín. A lo cual replicó Belcebú: «Mucho es lo que podría decirte acerca de ellos, pues el hecho es que visité con frecuencia ese planeta, viviendo largo tiempo entre ellos, e incluso llegando a hacerme amigo de muchos de los seres tricerebrados terráqueos». Por cierto, que habrás de encontrar interesante la información de que dispongo, relativa a estos seres, pues son en verdad muy peculiares. Ocurren entre ellos muchas cosas que no podrían verse entre los seres de ningún otro planeta del Universo. Yo los conozco muy bien, dado que su nacimiento, así como su posterior desarrollo y existencia a lo largo de muchos, muchos siglos —de acuerdo con su cálculo cronológico— tuvieron lugar ante mis propios ojos. No solo fui testigo de su nacimiento, sino también de la propia formación del planeta en que habitan. Cuando llegamos por primera vez a ese sistema solar, estableciéndonos en el planeta «Marte», nada existía todavía en el planeta «Tierra», pues no había acabado siquiera de enfriarse por completo. Desde su nacimiento mismo, este planeta fue motivo de serios problemas para Nuestra Eternidad.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 81
 
 
Y así es como Belcebú comenzó su relato: «Una vez que llegamos al planeta Marte, donde se nos había destinado vivir, comenzamos a establecernos lentamente».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 82
 
 
Es interesante notar aquí que los seres residentes en un continente de aquel planeta llamado la «Atlántida», que pereció tiempo después, todavía tenían conocimiento de la existencia de este segundo fragmento del planeta madre, dándole también el nombre de «Anulios»; pero los seres que habitaron tiempo después en el mismo continente, en quienes ya se habían cristalizado e integrado en su presencia común, los resultados de las consecuencias de las propiedades de aquel órgano llamado «Kundabuffer» —acerca del cual, según parece ahora, tendré que explayarme todavía con más detalle— lo llamaron «Kimespai», lo cual significa «Nunca Te Deja Dormir En Paz».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 87
 
 
En resumen, como en todos los demás, también en este planeta había comenzado el desarrollo normal de todas las cosas.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 89
 
 
 
 
Como ya dije antes, muchos de nosotros nos establecimos definitivamente en el planeta Marte; mientras otros, gracias a la nave Ocasión que había sido puesta a disposición de los seres de nuestra tribu para la comunicación interplanetaria, se marcharon o bien se prepararon para marcharse hacia otros planetas del mismo sistema solar. Pero yo, junto con mis familiares y algunos de mis servidores más cercanos, seguí viviendo en el planeta Marte.
(…)
En consecuencia, entre los muchos objetos de mis observaciones también se contaba el planeta Tierra. Pasó el tiempo. También en este planeta comenzó gradualmente a establecerse el proceso de la existencia y, según todo lo hacía presumir, en la forma que es habitual en todos los planetas. Pero la estrecha observación demostró, en primer lugar, que el número de seres tricerebrados había aumentado gradualmente y, en segundo término, que de vez en cuando daban lugar a manifestaciones sumamente extrañas, jamás observadas en los demás seres tricerebrados que habitan otros planetas; quiero decir que, repentinamente, y sin razón aparente, comenzaban a destruirse entre sí.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 93
 
 
La historia que voy a narrarte tuvo lugar hace muy poco tiempo entre los seres tricerebrados de allá, y se originó en la forma siguiente: Vivía en una de esas grandes «comunidades», un pacífico ser ordinario, de profesión «escritor», según se la llama en aquellos lugares. Sabrás que en edades remotas podían encontrarse todavía ocasionalmente, seres pertenecientes a esa profesión capaces de inventar y describir cosas realmente propias de ellos; pero en épocas más recientes los «escritores» que entre los terráqueos pululan, especialmente entre los actuales, se han limitado a copiar toda clase de ideas de los muchos libros ya existentes y, uniéndolas todas en una nueva disposición, hacen así «libros nuevos». Para esta tarea, estos «escritores» han preferido los libros procedentes de sus antepasados lejanos. Es necesario notar que los libros escritos por los contemporáneos constituyen en su conjunto la causa principal de que la razón de todos los demás seres tricerebrados se vuelva día a día y cada vez más —como dice el venerable Mulaj Nassr Eddin— «pura tontería». De modo pues, querido nieto, que… El escritor contemporáneo de quien comencé a hablarte no era sino uno de tantos, sin ningún rasgo distintivo particular. Una vez terminado uno u otro libro, comenzaba a pensar en lo que habría de escribir a continuación y con esta perspectiva se dedicaba a buscar alguna «idea» nueva en los libros de su llamada «biblioteca», provisión ésta de «ideas» de la que ningún escritor actual puede carecer. Mientras hacía esto, llegó a sus manos un libro llamado «Evangelio». «Evangelio» es el nombre que allí le dan a un libro escrito en épocas pasadas por ciertos individuos llamados Mateo, Marcos, Lucas y Juan, sobre Jesucristo, un Mensajero de nuestra ETERNIDAD enviado a aquel planeta. Este libro se halla ampliamente difundido entre aquellos seres tricentrados que siguen supuestamente las enseñanzas de este Mensajero. Habiendo caído este libro en manos de nuestro escritor, a éste se le ocurrió de pronto: ¿Por qué no habría yo también de escribir un «Evangelio»? Como pude comprobar por otras investigaciones que debí realizar por otras razones completamente ajenas al caso, resultó ser que después de esta primera idea nuestro terráqueo siguió razonando de esta forma: «¿Soy yo acaso peor que aquellos antiguos bárbaros Mateo, Lucas, Marcos y Juan? En todo caso, yo poseo más cultura que la que ellos nunca poseyeron, de tal modo que podría escribir para mis contemporáneos un ‘Evangelio’ muy superior a los de ellos». «Decididamente, es absolutamente necesario que escriba un ‘Evangelio’, puesto que los pueblos contemporáneos llamados ‘ingleses’ y ‘norteamericanos’ tienen una gran debilidad por este libro y las libras y los dólares que ellos utilizan se cotizan actualmente muy bien». «Entonces, dicho y hecho». Y a partir de ese día se dedicó a trasladar su «sabiduría» al nuevo «Evangelio». Pero cuando éste estuvo terminado e impreso, solo comenzaron todos los demás hechos vinculados con el nuevo «Evangelio». En cualquier otra ocasión, quizás nada hubiera pasado y este nuevo «Evangelio» habría dormido inadvertido en algún estante de alguna biblioteca de algún bibliómano, indiferenciado entre la multitud de libros que en aquellos lugares contienen «verdades» semejantes. Pero afortunada o desafortunadamente para este escritor, sucedió que ciertos seres dotados de «influencia», pertenecientes a aquella gran comunidad en la que él vivía, venían precisamente de tener una negra suerte con lo que se llama allí «ruleta» y «baccará», reclamando, por consiguiente, cada vez más «dinero» —como ellos dicen— de los seres ordinarios de la comunidad, por lo cual, gracias a estas insólitas y desmedidas exigencias de dinero, los seres ordinarios de la comunidad despertaron por fin de su letargo habitual y empezaron a «rebelarse». En vista de ello, los otros seres «dotados de influencia» que se habían quedado en su tierra, se alarmaron considerablemente, decidiendo tomar las «medidas» correspondientes. Y entre las «medidas» por ellos tomadas se contó también la de destruir inmediatamente y borrar de la superficie del planeta cualquier publicación reciente que surgiese en su comunidad, capaz de impedir a los seres ordinarios que retornasen al mencionado letargo. Y fue precisamente en ese momento cuando el citado «Evangelio» hizo su aparición. También en el contenido de este nuevo «Evangelio» creyeron ver estos seres «dotados de influencia» un instrumento capaz de impedir que los seres ordinarios de la colectividad retomaran su sueño de costumbre, por lo cual, resolvieron casi inmediatamente «librarse» tanto del escritor como de su «Evangelio», y digo «librarse» porque por entonces ya se habían convertido en verdaderos expertos en «librarse» de esos «advenedizos» que se metían en lo que no les incumbía. Pero por ciertas razones no pudieron aplicar ese tratamiento a nuestro escritor, de modo que grande fue su alarma, deliberando todos agitadamente acerca de lo que deberían hacer. Algunos propusieron encerrarlo simplemente en aquellos lugares donde pululan las «ratas» y los «piojos»; otros propusieron enviarlo al «Timbuktu», y así sucesivamente; pero en definitiva, decidieron castigar al escritor y su «Evangelio», de forma pública y solemne, según las reglas tradicionales y lo que es más aún, con exactamente el mismo «anatema» con que sin duda te habrían castigado a ti si hubieran llegado a saber cómo los habías insultado. Y así, querido niño, el extraño psiquismo de estos seres tricerebrados contemporáneos que habitan aquel peculiar planeta, quedó puesto de manifiesto en este caso, en el hecho de que, una vez que este escritor y su Evangelio fueron públicamente castigados, con el anatema, el resultado fue para nuestro escritor —como dice el muy estimado Mulaj Nassr Eddin— «solo un lecho de rosas». Esto es lo que ocurrió: Los seres ordinarios de aquella comunidad, en vista del escándalo despertado en torno a este escritor por los «seres influyentes», se interesaron considerablemente en aquél, comprando y leyendo ávidamente no solo éste su nuevo «Evangelio», sino también todos los libros que había escrito con anterioridad. Por ello, como siempre sucede con estos seres tricentrados que habitan aquel peculiar planeta, todos los demás intereses de los seres pertenecientes a la mencionada comunidad, cedieron gradualmente su lugar a éste más reciente, pensando tan solo en este escritor. Y como siempre sucede también, mientras unos lo alabaron, elevándolo por los cielos, otros lo condenaron, y el resultado de estos juicios exaltados y contradictorios fue que el número de personas interesadas en él y su obra siguió en aumento, no solo entre los seres de su misma comunidad, sino también entre otros seres pertenecientes a otras colectividades. Y tal ocurrió porque algunos de los «seres influyentes» de esta comunidad, por lo general con los bolsillos repletos de dinero, prosiguieron todavía, a su vez, visitando otras comunidades donde se jugaba a la «ruleta» y al «baccará», llevando hasta allí la polémica relativa a este escritor y contagiando, de este modo, paulatinamente, su mismo desmesurado interés por el asunto a los seres pertenecientes a otras comunidades. En resumen, debido a lo extraño de su psiquis, resultó entonces que incluso mucho tiempo después de haberse olvidado este «Evangelio», el nombre de su autor sea conocido en casi todas partes como el de un excelente escritor. En la actualidad, cualquier cosa que escribe es arrebatada por el público que la devora ávidamente, tomándola por la verdad definitiva. No hay, en la actualidad, quien no mire sus obras con la misma veneración con que los antiguos Kalkianos escuchaban las predicciones de sus sagradas «pitonisas». Es interesante notar aquí que no sería posible encontrar actualmente una persona que no conociese a este escritor y que no lo alabase como a un ser extraordinario. Pero si preguntáramos a cualquiera de estos cuáles son sus obras, comprobaríamos —claro está que si se decidiesen a confesar la verdad— que en su gran mayoría no han leído uno solo de sus libros. No obstante, todo el mundo habla de él, y discuten echando espumarajos por la boca, insistiendo en que se trata de un ser con una «mente extraordinaria» y muy conocedora del psiquismo de los seres que habitan el planeta Tierra.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 99
 
 
De este modo, fue en esta nave Ocasión en la que realicé mi primer descenso al planeta Tierra. En esta mi primera visita, la nave aterrizó precisamente en las costas de aquel continente que durante la segunda catástrofe sufrida por aquel planeta desapareció por completo de su superficie. Este continente era conocido por el nombre de la «Atlántida» y la mayoría de los seres tricerebrados, así como la mayoría de los miembros de nuestra tribu que habitaban aquel planeta, residían en este continente.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 111
 
 
El Tiempo como tal no existe; no es más que un conjunto de resultados provenientes de todos los fenómenos cósmicos presentes en un lugar dado. Al Tiempo, como tal, ningún ser puede comprenderlo ya sea por medio de la razón, ni sentirlo por medio de una función eseral interna o externa, sea cual fuere. Ni siquiera puede ser percibido por el instinto, presente en toda formación cósmica más o menos independiente, sea cual fuere el grado de ese instinto. Solo es posible evaluar el Tiempo si se comparan los fenómenos cósmicos reales que se desarrollan en el mismo lugar y en las mismas condiciones en que el Tiempo ha sido tomado como objeto de consideración. Es necesario notar que en nuestro Gran Universo todos los fenómenos en general, sin excepción, dondequiera que surjan o se manifiesten, no son sino «Fragmentaciones» sucesivas conformes a las leyes de un fenómeno total que tiene su origen primero en el «Sagrado Sol Absoluto». Y, en consecuencia, todos los fenómenos cósmicos, dondequiera que se produzcan, tienen un significado «objetivo». Y esas sucesivas «Fragmentaciones» conformes a las leyes, se materializan en todos sus aspectos incluso en el sentido de su involución y evolución, según la ley cósmica fundamental sagrada de «Heptaparaparshinoj». Solo el Tiempo carece de sentido objetivo debido a que no es el resultado de la Fragmentación de ningún fenómeno cósmico determinado. Y si no procede de cosa alguna, pero identificándose siempre con todo y permaneciendo soberanamente independiente; es solo él, en todo nuestro vasto Universo, quien puede merecer la denominación de «Fenómeno Idealmente Único y Subjetivo».

George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
En primer lugar debo decirte que existen generalmente en el Universo, dos «clases», o dos «principios», de la duración de la existencia del ser. La primera clase o «principio» de existencia del ser llamado «Fulasnitamniano» es propia de la existencia de todos los seres tricerebrados que habitan todos los planetas de nuestro Gran Universo, y el objetivo fundamental, así como el sentido de su existencia, es que a través de estos seres ha de producirse la transmutación de las sustancias cósmicas necesarias para lo que se conoce con el nombre de «Proceso Trogoautoegocrático Cósmico Común». El segundo principio de la existencia del ser, es aquel al que están sometidos todos los seres uni y bicerebrados, dondequiera que aparezcan. Y el sentido y objetivo de la existencia de estos seres consiste también en que a través de los mismos tiene lugar la transmutación de las sustancias cósmicas requeridas, no a los fines de un carácter cósmico común, sino tan solo para los fines de aquel sistema solar o incluso, exclusivamente, del planeta en que estos seres uni y bicerebrados habitan. En todo caso, a fin de que puedas comprender lo extraño del psiquismo de estos seres tricerebrados que a tal punto han cautivado tu fantasía, deberás saber también que en un principio, una vez que el órgano Kundabuffer con todas sus propiedades inherentes hubo sido eliminado de sus presencias, la duración de su existencia pasó a ser regida por el principio «Fulasnitamniano», es decir, que ellos también debían existir hasta que se hubiera revestido en ellos, y completamente perfeccionado en razón, lo que se conoce con el nombre de «cuerpo Kesdyan» o, como ellos comenzaron a llamar más tarde a esta parte de su ser —que, dicho sea de paso, los seres actuales solo conocen de oídas— el «cuerpo Astral».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
Ni siquiera tienen noción, por poco justa que sea, de los fenómenos cósmicos que se producen a su alrededor en su propio planeta.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
Todos los seres tricerebrados, sin excepción, que han alcanzado la edad del ser responsable, e incluso todas las «múltiples sabihondeces» que ellos llaman «ciencias», dan categóricamente por sentado que todos los fenómenos mencionados proceden por completo, «prefabricados», por así decirlo, y «directamente», de su propio Sol… y, como diría Mulaj Nassr Eddin en estos casos: «basta ya de tonterías».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
Y se ha hecho necesario para que puedas asimilar lo mejor posible todas estas explicaciones que ahora te estoy dando y también para que todo lo que te expliqué antes sea «digerido» por ti de la forma adecuada. Debo decir, ante todo, que todas las cosas del Universo, tanto las creadas deliberadamente como las que surgieron más tarde de manera automática, existen y se mantienen sobre la base exclusiva de lo que llamamos el Proceso Trogoautoegocrático Cósmico Común. Este Gran Proceso Trogoautoegocrático Cósmico Común fue materializado por nuestro ETERNO UNIEXISTENTE, cuando nuestro Altísimo y Santísimo «Sol Absoluto» ya existía, y en él poseía y sigue poseyendo todavía su lugar principal de residencia NUESTRO MISERICORDIOSO Y ETERNO CREADOR. Este sistema en el que todas las cosas se mantienen en existencia armónica, fue ejecutado por nuestro CREADOR ETERNO, con el propósito de que lo que se conoce con el nombre de «intercambio de sustancias» o «Alimentación Recíproca» de todo cuanto existe, pudiera desarrollarse en el Universo y, de este modo, no pudiera el despiadado «Heropás» producir su maléfico efecto sobre el «Sol Absoluto». Este mismo Gran Proceso Trogoautoegocrático Cósmico Común cobra forma siempre, y en todas las cosas, sobre la base de dos leyes cósmicas fundamentales, la primera de las cuales recibe el nombre de «Sagrada Ley Fundamental de Heptaparaparshinoj», y la segunda el de «Sagrada Ley Fundamental de Triamazikamno». Por la acción de estas dos sagradas leyes cósmicas fundamentales se originaron, en primer término, a partir de la sustancia llamada «Ethernokrilno», en ciertas condiciones, las llamadas «cristalizaciones» y a partir de estas cristalizaciones, pero tiempo más tarde, y también en ciertas condiciones, se originaron diversas formaciones cósmicas definidas grandes y pequeñas y de mayor o menor importancia. Es precisamente dentro y sobre estas formaciones cósmicas definidas, donde tienen lugar los procesos de la llamada involución y evolución de las concentraciones ya formadas y también de las referidas cristalizaciones —claro está que también en conformidad con las dos leyes sagradas fundamentales antes mencionadas— y todos los resultados obtenidos como consecuencia de estos procesos en las atmósferas, así como consecuencia de la actividad de estas atmósferas mismas, se confunden cooperando en la materialización del mencionado «intercambio de sustancias» para los fines necesarios al más Grande Trogoautoegócrata Cósmico Común. El Ethernokrilno es la sustancia primaria que llena todo el Universo y que constituye la base necesaria para el nacimiento y el mantenimiento de todo cuanto existe. No solo constituye este Ethernokrilno la base necesaria para el nacimiento de todas las concentraciones cósmicas sin excepción, grandes y pequeñas por igual, sino también el de todos los fenómenos cósmicos en general que tienen lugar durante las transformaciones de esta misma sustancia cósmica fundamental, al igual que durante los procesos de involución y evolución de las diversas cristalizaciones —o, como dicen tus favoritos, de esos elementos activos— que han obtenido y siguen todavía obteniendo su forma primordial a partir de esta misma sustancia cósmica fundamental y primaria. Ten en cuenta que es precisamente por esto por lo que la mencionada Ciencia Objetiva afirma que «todas las cosas que hay en el Universo, sin excepción, son materiales». Debes recordar, también, que solo hay una cristalización cósmica, conocida con el nombre de «Okidanoj Omnipresente» capaz de obtener su nacimiento primario —aunque también se cristaliza a partir del Ethernokrilno— a partir de las tres Santas fuentes del sagrado Teomertmalogos, esto es, a partir de la emanación del Santísimo «Sol Absoluto». En todos los puntos del Universo, este «Okidanoj Omnipresente» o «Elemento Activo Omnipresente» toma parte en la formación de todos los procesos, ya sean estos grandes o pequeños, y constituye, en general, la causa fundamental de la mayoría de los fenómenos cósmicos y, en particular, de los fenómenos que tienen lugar en las atmósferas. A fin de que puedas comprender, por lo menos aproximadamente, lo referente a este Okidanoj Omnipresente te diré, ante todo, que la segunda ley cósmica fundamental —el Sagrado Triamazikamno— consta de tres fuerzas independientes, es decir, que esta ley sagrada se manifiesta en todas las cosas sin excepción y en todos los mundos del Universo con tres aspectos separados e independientes. Y estos tres aspectos se dan en el Universo bajo las siguientes denominaciones: «Santa Afirmación» «Santa Negación» «Santa Conciliación». Y también es por esto por lo que, en lo referente a esta sagrada ley y sus tres fuerzas independientes, la mencionada Ciencia Objetiva posee, entre sus muchas formulaciones referentes a esta ley sagrada, la siguiente: «Una ley tal que siempre determina una consecuencia y se convierte en la causa de otras consecuencias posteriores y funciona siempre por medio de tres manifestaciones características independientes y completamente opuestas, latentes en su naturaleza íntima y cuyas propiedades no son percibidas ni vistas». También nuestro sagrado «Teomertmalogos», esto es, la emanación primordial de nuestro Santísimo «Sol Absoluto», adquiere precisamente esta misma legalidad en su nacimiento primario y, durante sus materializaciones ulteriores, produce resultados acordes con ello. De modo, pues, querido niño, que el Omnipresente Okidanoj, obtiene su nacimiento primario en el espacio exterior del Santísimo «Sol Absoluto», a partir de la fusión de estas tres fuerzas independientes en una sola, y durante sus involuciones posteriores cambia, de forma consecuente, con respecto a lo que se conoce con el nombre de «Vivificación de las Vibraciones», en conformidad con su paso a través de los llamados «Stopinderes» o «centros de gravedad» de la Sagrada ley fundamental Cósmica Común de «Heptaparaparshinoj». Vuelvo a repetirte una vez más: en el gran número de las demás cristalizaciones cósmicas ya definidas, el Okidanoj Omnipresente participa siempre, indefectiblemente, tanto en las formaciones cósmicas de grandes dimensiones, como en las pequeñas, dondequiera que ellas surjan y cualesquiera que sean las circunstancias exteriores circundantes. Esta «Cristalización Única Cósmica Común» o «Elemento Activo», presenta varias características peculiares propias, exclusivas de este elemento, y es principalmente gracias a estas particularidades que le son naturales, como la mayoría de los fenómenos cósmicos tienen lugar, incluyendo, entre otras cosas, los referidos fenómenos que se producen en la atmósfera de ciertos planetas. Entre estas características peculiares tan solo del Elemento Activo Omnipresente existen muchas de suma importancia, pero para los efectos de nuestra conversación, será suficiente que aprendas lo relativo a dos de ellas. La primera peculiaridad consiste en que, cuando una unidad cósmica nueva se halla en vías de concentración, el «Elemento Activo Omnipresente» no se funde, en su totalidad, con ese nuevo producto ni tampoco se transforma en su totalidad en lugar correspondiente alguno, a diferencia de lo que sucede en todas las demás cristalizaciones cósmicas en todas las formaciones cósmicas mencionadas, sino que inmediatamente después de ingresar en su totalidad a una unidad cósmica dada, tiene lugar en él mismo lo que se conoce con el nombre de «Dyartklom», es decir, que se dispersa en las tres fuentes fundamentales de las cuales obtuvo su nacimiento primario y solo entonces producen esas fuentes, cada una por separado, el comienzo para una concentración independiente de estas tres correspondientes formaciones separadas, dentro de una unidad cósmica dada. Y de esta forma el Elemento Activo Omnipresente materializa, desde el principio mismo, en todo lo que surge nuevo, las fuentes de la posible manifestación de su propia sagrada ley del Triamazikamno. Debes notar también, y es imprescindible que lo hagas, que en todas las formaciones cósmicas, las referidas fuentes separadas, tanto para la percepción como para la posterior utilización de esta propiedad del «Elemento Activo Omnipresente» a los efectos de la correspondiente materialización, existen y siguen teniendo la posibilidad de funcionar en tanto exista la unidad cósmica dada. Y solo una vez que esta unidad cósmica es completamente destruida vuelven estas santas fuentes del sagrado Triamazikamno, localizadas en el «Elemento Activo Omnipresente Okidanoj» a fundirse, transformándose nuevamente en «Okidanoj», pero presentando ahora otra cualidad con respecto a la Vivificación de las Vibraciones. En cuanto a la segunda peculiaridad del «Okidanoj Omnipresente», exclusiva también de este ente, y como la primera, necesaria para la comprensión de los problemas que nos hemos planteado en nuestra conversación, solo podrás comprenderla si sabes algo acerca de la ley cósmica fundamental de segundo grado, conocida en el Universo con el nombre de «Sagrada Aieioiuoa». Y esta ley cósmica establece que en todo lo nacido, grande o pequeño, al ponerse en contacto directo con las emanaciones provenientes del «Sol Absoluto» o bien de cualquier otro sol, tenga lugar lo que se llama «Remordimiento», que consiste en un proceso en el que las partes nacidas como consecuencia de la actividad de cualquier Fuente Sagrada o del Sagrado Triamazikamno, se «rebelan», por así decirlo, y «censuran» a las anteriores percepciones inadecuadas y a las manifestaciones impropias del momento de otra parte de su todo, parte ésta resultado de la actividad de otra Sagrada Fuente de la misma ley cósmica sagrada y fundamental de Triamazikamno. Y este sagrado proceso de la Aieioiuoa o Remordimiento, se presenta siempre también con el Elemento Activo Omnipresente Okidanoj. La característica peculiar de este último durante este sagrado proceso consiste en que, durante la acción directa del Teomertmalogos Sagrado o bien de la emanación de cualquier sol ordinario sobre el medio circundante de su presencia total, este Elemento Activo se dispersa en sus tres partes primordiales, que pasan a existir entonces casi independientemente, y cuando cesa la mencionada acción directa, estas partes se funden nuevamente para seguir existiendo luego como un todo único. En este momento podría hablarte también, creo, acerca de un interesante hecho que ha llamado mi atención, registrado en la historia de la existencia de los seres tricerebrados que habitan aquel planeta que tan considerablemente despertó tu interés, y que se refiere a lo extraño de su configuración psíquica y a lo que ellos denominan sus «especulaciones científicas». Resulta que, durante el período de mis seculares observaciones y estudios del psiquismo terráqueo, tuve ocasión de comprobar varias veces que si bien la «ciencia» surgió entre ellos casi desde el comienzo mismo de su existencia para luego alcanzar periódicamente —como todas las demás cosas en aquel punto del Universo— un grado más o menos elevado de perfección, y que si bien durante estos y otros períodos deben haber nacido para ser luego destruidos nuevamente muchos millones de seres tricerebrados conocidos con el nombre de «hombres de ciencia», no obstante, con la única excepción de cierto terráqueo chino llamado Chun-Kil-Tes —acerca del cual te hablaré detalladamente más adelante— ni una sola vez se le ha ocurrido a uno solo de estos seres la idea de que entre estos dos fenómenos cósmicos que ellos llaman «emanación» y «radiación» no existe diferencia alguna. Ni a uno solo de sus «tristes científicos» se le ha ocurrido nunca que la diferencia entre estos dos procesos cósmicos no es mayor que la expresada por el muy estimado Mulaj Nassr Eddin, con las siguientes palabras: «Son tan parecidos como la barba del famoso inglés Shakespeare y la del francés no menos famoso Armañac». Para la posterior comprensión de los fenómenos que tienen lugar en las atmósferas y referentes en general al «Elemento Activo Omnipresente», debes saber y recordar también que durante los períodos en que, debido al sagrado proceso de la Aieioiuoa el «Dyartklom» se manifiesta en el Okidanoj, es entonces temporalmente liberada del mismo la proporción del Ethernokrilno puro —esto es, sin fusión alguna en absoluto— que participa indefectiblemente de todas las formaciones cósmicas y que sirve, por así decirlo, para vincular todos los elementos activos de estas formaciones, restableciéndose más tarde, cuando estas tres partes fundamentales se vuelven a fusionar nuevamente. Es necesario tratar también, ahora —claro está que una vez más, solo brevemente— otro problema, es decir, qué relación guarda el elemento activo omnipresente Okidanoj con la presencia común de toda clase de seres y cuáles son los resultados cósmicos que por su causa se materializan. Es necesario que nos detengamos a considerar este punto, principalmente debido a que, de este modo, dispondrás de otro hecho altamente útil para la mejor comprensión de la diferencia existente entre los diversos sistemas cerebrales de los seres, es decir, los sistemas «unicerebrados, bicerebrados y tricerebrados». Sabrás, en primer lugar, que, en general, todas las formaciones cósmicas de este tipo llamadas «cerebros» reciben su formación de aquellas cristalizaciones para cuyo surgimiento la fuente afirmativa, de acuerdo con el sagrado Triamazikamno, es una u otra de las santas fuerzas que se corresponden con el Triamazikamno sagrado fundamental, localizado en el Okidanoj omnipresente. Y las materializaciones posteriores de las mismas santas fuerzas se desarrollan por medio de las presencias de los seres, precisamente a través de esas localizaciones. Ya te dedicaré más adelante una explicación especial acerca del proceso mismo del nacimiento de estos cerebros eserales en las presencias de los seres correspondientes, pero por ahora hablemos, si bien no detalladamente, sobre los resultados materializados por el omnipresente Okidanoj, mediante estos cerebros del ser. El elemento activo omnipresente Okidanoj penetra en la presencia de los seres a través de las tres clases de alimentos eserales. Y tal ocurre debido a que, como ya te he dicho, este mismo Okidanoj toma parte necesariamente en la formación de todo tipo de productos utilizables como alimentos eserales, estando siempre contenido en la presencia de dichos productos. De modo pues, querido niño, que la principal característica del omnipresente Okidanoj, en este caso dado, es que el proceso del «Dyartklom» se desarrolla en sí mismo en la presencia de todos los seres, pero no por hallarse en contacto con las emanaciones de una concentración cósmica de magnitud considerable, sino que los factores determinantes de este proceso en las presencias de los seres, o bien son resultado de los procesos conscientes de los «deberes de Partkdolg» por parte de los propios seres —procesos acerca de los cuales ya habré de hablarte más adelante— o bien de aquel proceso de la propia Gran Naturaleza que se conoce en el Universo con la denominación de «materialización Kerkulnarniana», significando este proceso «la obtención de la totalidad de vibraciones necesarias mediante la adaptación». Este último proceso se desarrolla en los seres sin que haya participación alguna de sus consciencias. En ambos casos, en que el Okidanoj penetra en la presencia de un ser y tiene lugar el proceso del «Dyartklom», se funde cada una de sus partes fundamentales con aquellas percepciones que a éste le corresponden, en conformidad con las llamadas «Vibraciones afines» y que se hallan presentes en el ser en ese momento, y luego estas partes se concentran en la localización correspondiente, esto es, en el cerebro correspondiente. Y estas fusiones reciben el nombre de «Impulsacri» del ser. Es necesario notar, además, que estas localizaciones o cerebros de los seres no solo sirven como aparatos para la transformación de las sustancias cósmicas correspondientes a los efectos del Altísimo Trogoautoegócrata Cósmico Común, sino también como el medio necesario para posibilitar el autoperfeccionamiento consciente de los propios seres. Este último objetivo depende de la calidad de la presencia del «Impulsacri del ser» concentrado o, como suele decirse también, depositado, en estos cerebros eserales correspondientes. En cuanto a las cualidades del Impulsacri del ser, se cuenta entre los mandamientos directos de nuestra ETERNIDAD TODO ABARCANTE, uno especial, rigurosamente cumplido por todos los seres tricerebrados de nuestro Gran Universo y que puede expresarse con las siguientes palabras: «Cuídate siempre de aquellas percepciones que puedan manchar la pureza de tu cerebro». Los seres tricerebrados tienen la posibilidad de perfeccionarse a sí mismos personalmente, gracias a que poseen en su presencia común tres centros o cerebros localizados, sobre los cuales, posteriormente, cuando el proceso del «Dyartklom» se produce en el Okidanoj omnipresente, son depositadas las tres santas fuerzas del sagrado Triamazikamno, adquiriendo así, esta vez, la posibilidad de efectuar posteriores materializaciones independientes. Es precisamente en este punto que los seres poseedores de este sistema tricerebrado pueden, mediante el cumplimiento consciente y deliberado de los deberes eserales de Partkdolg, utilizar en este proceso de «Dyartklom» en el Okidanoj omnipresente, sus tres santas fuerzas para sus propias presencias, llevando sus presencias a lo que se conoce como «estado Sacronulantsakniano»; es decir, que pueden convertirse en individuums dotados de su propia ley sagrada del Triamazikamno, adquiriendo, de este modo, la posibilidad de procurarse conscientemente y recubrir su presencia común con el elemento «Sagrado», lo cual, además, ayuda a la materialización del funcionamiento en esas unidades cósmicas de la Razón Objetiva o Divina. Pero lo más terrible, querido niño, reside precisamente en esto, en que si bien en esos seres tricerebrados que tanto te han interesado y que habitan el planeta Tierra, disponen igualmente hasta la época de su completa destrucción, de estas tres localizaciones independientes o tres cerebros eserales, por intermedio de los cuales se transforman terminando en materializaciones posteriores correspondientes a las tres santas fuerzas del sagrado Triamazikamno que ellos podrían utilizar para su propio perfeccionamiento, no obstante, debido principalmente a las anormales circunstancias de existencia ordinaria establecidas entre ellos, estas posibilidades se ven truncadas en su propia raíz. Es interesante notar que los mencionados cerebros eserales se encuentran en las mismas partes del cuerpo planetario de estos seres tricerebrados que habitan la Tierra que en nosotros, a saber: El cerebro predestinado por la Gran Naturaleza a la concentración y posterior materialización de la primera santa fuerza del sagrado Triamazikamno, llamada la Santa Afirmación, se halla localizado en la cabeza. El segundo cerebro, encargado de transformar y cristalizar la segunda santa fuerza del sagrado Triamazikamno, es decir, la Santa Negación, se halla, al igual que en nosotros, a lo largo de su espalda, en lo que se denomina la «médula espinal». Pero en cuanto al lugar de concentración y fuente de la posterior manifestación de la tercera santa fuerza del sagrado Triamazikamno, es decir, la Santa Conciliación, he de decirte que la forma exterior de este cerebro eseral en los individuos tricerebrados que habitan la Tierra, no guarda parecido alguno con el nuestro. Debo hacerte notar que en los primeros seres tricerebrados que habitaron aquel lejano planeta, dicho cerebro eseral se hallaba localizado en la misma parte de su cuerpo planetario que en el nuestro y su forma exterior era exactamente igual también al nuestro; pero por muchas razones que tú mismo podrás comprender más adelante en el curso de mis explicaciones, la Gran Naturaleza se vio obligada a alterar gradualmente este cerebro, dándole finalmente la forma que ahora ostenta en los seres contemporáneos. Este cerebro eseral no se halla localizado, en los individuos contemporáneos tricerebrados de aquel planeta, en una masa común, según es propio de las presencias de todos los demás seres tricerebrados de nuestro Gran Universo, sino que está localizado en distintas partes, en conformidad con lo que se llaman «Funciones Específicas», y cada una de estas partes se encuentra situada en un lugar distinto del cuerpo planetario total. Pero si bien en su forma exterior este centro eseral terráqueo posee actualmente múltiples concentraciones diversamente ubicadas, todas sus funciones separadas se hallan no obstante vinculadas entre sí, de modo que la suma total de esas partes dispersas puede funcionar de forma exactamente igual a la propia del cerebro unitario. Los terráqueos denominan a estas localizaciones independientes de su presencia común: «haces nerviosos». Es interesante notar que la mayoría de las partes separadas de este cerebro eseral se hallan localizadas precisamente en aquel lugar de su cuerpo planetario en que debiera estar el cerebro normal, es decir, en la región del pecho; por su parte, la totalidad de estos «haces nerviosos», reciben el nombre de «plexo solar». De modo pues, querido niño, que el proceso del «Dyartklom» en el Okidanoj omnipresente puede desarrollarse en la presencia de tus favoritos terráqueos y también en ellos las tres santas fuerzas se funden independientemente con otras cristalizaciones cósmicas, pasando a materializarse en forma correspondiente, pero, dado que, por causa principalmente de las ya mencionadas circunstancias anormales de existencia que paulatinamente establecieron ellos mismos, han dejado por completo de cumplir sus deberes eserales de Partkdolg, de las santas fuentes existentes, la única que puede en consecuencia, transubstanciarse en su propia presencia es la fuente de la negación. Las cristalizaciones surgidas en sus presencias, de la primera y la tercera santas fuerzas están destinadas casi por entero al servicio del proceso Trogoautoegocrático cósmico común, en tanto que para el recubrimiento de sus propias presencias solo quedan las cristalizaciones de la segunda parte del Okidanoj omnipresente, es decir, la Santa Negación, y esto es lo que explica que la mayoría de ellos posean en sus presencias el solo cuerpo planetario, que como tal será aniquilado para siempre. En cuanto a todas las peculiaridades propias exclusivamente del Elemento Activo Okidanoj omnipresente y omniabarcante y también en cuanto a los resultados posteriores que se materializan como consecuencia de estas peculiaridades, estarás en condiciones de formarte una acabada representación de las mismas, una vez que te haya explicado más o menos detalladamente —como ya te he prometido— las leyes fundamentales de la creación y del mantenimiento del mundo. Pero mientras tanto, te hablaré de los experimentos dilucidatorios referentes a la cristalización cósmica Omnipresente, de los que yo mismo fui testigo presencial. Pero te diré que, si bien presencié personalmente los referidos experimentos dilucidatorios, no fueron en el planeta Tierra que tanto ha cautivado tu fantasía —ni tampoco fueron tus favoritos sus autores— sino desde el planeta Saturno, donde fueron llevados a cabo por aquel ser tricerebrado que durante casi todo el período de mi exilio en aquel sistema solar estuvo íntimamente ligado a mí por una estrecha amistad y acerca de quien, no hace mucho, te prometí hablarte más detalladamente.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 1
 
 
Después de las consabidas ceremonias y después de haberle formulado yo algunas preguntas relativas al gran Centro, Su Conformidad se dignó decirme, entre otras cosas, que después del choque del cometa Kondur con el planeta Tierra, él y otros Individuums Cósmicos responsables, a cargo de la supervisión de las cuestiones relativas a la «Armoniosa Existencia Universal» habían efectuado frecuentes descensos en este sistema solar a fin de observar el cumplimiento de las medidas que habían tomado para contrarrestar las consecuencias de aquel accidente cósmico general. «Y descendimos», siguió diciendo Su Conformidad, «porque si bien habíamos tomado todas las medidas posibles para evitar un desastre y habíamos asegurado a todos que nada malo habría de suceder, personalmente no nos hallábamos del todo convencidos de que no pudiera ocurrir algo imprevisto». «Y en efecto, nuestras aprensiones se vieron justificadas, si bien, ‘gracias a la casualidad’, no de forma grave, es decir, no a gran escala, sino que esta nueva catástrofe solo afectó al planeta Tierra». «Este segundo desastre», continuó diciendo Su Conformidad, «ocurrió por los motivos siguientes:». «Cuando, con ocasión del primer desastre, se desprendieron dos considerables fragmentos de este planeta, por ciertas razones, lo que llamamos el ‘centro de gravedad’ de su presencia total no tuvo tiempo suficiente para desplazarse inmediatamente al nuevo punto correspondiente, con el resultado de que hasta la siguiente segunda catástrofe, ese planeta mantuvo su ‘centro de gravedad’ en una posición inadecuada, debido a la cual su movimiento, durante ese tiempo, no fue ‘proporcionalmente armonioso’, debiendo sufrir a menudo, tanto en su interior como en su superficie, diversas conmociones y considerables desplazamientos». «Pero fue solo recientemente, con motivo del desplazamiento final del centro de gravedad a su centro verdadero, cuando tuvo lugar la segunda catástrofe mencionada». «Pero ahora», agregó Su Conformidad con una especie de autosatisfacción, «la existencia de este planeta será perfectamente normal con respecto a la armonía cósmica común». «Después de esta segunda catástrofe el planeta Tierra ha recobrado finalmente su tranquilidad y nosotros somos de la opinión que ya no puede sobrevenir ningún desastre a gran escala en el futuro». «No solo ha adquirido este planeta nuevamente un movimiento normal en el equilibrio cósmico general, sino que además sus dos fragmentos separados» —que, como ya te he dicho, se llaman ahora Luna y Anulios—, «han adquirido un movimiento normal convirtiéndose, pese a lo pequeño de sus dimensiones, en ‘Kofenshares’ independientes esto es, en planetas adicionales al sistema solar de Ors».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto
 
 
 
 
 
El Ocasión descendió sobre este mar «Colchidius» o «Caspio» debido a que éste era el más apropiado para anclar la nave y también como base de futuros viajes. Era sumamente adecuado para mis viajes posteriores debido a la proximidad de un gran río que desembocaba en él mismo por el este; este río irrigaba casi toda la región del «Tikliamuish» y en sus riberas había sido edificada la capital del país, la ciudad de «Kurkalai».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto
 
 
Pues bien, querido nieto, durante los primeros días de mi viaje a la ciudad de Kurkalai, acerté a tratar diversos temas con aquel amigo mío que te mencioné antes, el sacerdote «Abdil», pero, por supuesto, nunca le hablé de aquellos puntos que podían revelar mi verdadera naturaleza. Al igual que la mayoría de los seres tricerebrados que habitan en tu planeta favorito con quienes trabé relaciones en mis dos visitas, también él me tomó por un congénere, pero considerándome sabio y entendido en la psiquis de los terráqueos.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto
 
 
«Si un ser es por su Razón superior a ti, siempre deberás inclinarte en su presencia, tratando de imitarlo en todo; pero si en cambio es inferior, deberás ser justo con él puesto que una vez tú también ocupaste ese mismo lugar de acuerdo con la sagrada Medida de la graduación de la Razón de nuestro CREADOR y OMNICONSERVADOR».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 205
 
 
Y cuando sobreviene la muerte y el alma es liberada de todos estos órganos y miembros especialmente adheridos a ella, se convierte en el ente que debe ser en realidad, siendo entonces llevada inmediatamente hacia la isla de Su residencia, donde Nuestro Señor Dios, de acuerdo con la forma en que el alma con sus partes adicionales ha existido en el continente de su residencia (en este caso Ashark) le asigna un lugar adecuado para su existencia posterior. Si el alma ha cumplido sus obligaciones concienzuda y honestamente, Dios le permite quedarse, para el resto de su existencia, en Su isla; pero si el alma no ha cumplido cabalmente con sus deberes en vida (en el continente de Ashark) o solo ha tratado de cumplirlos, pero negligentemente y con indolencia, el alma es enviada por Nuestro Señor para su vida futura a una isla vecina de mucho menor tamaño.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 223
 
 
También la enfermedad de la «mentira» se halla allí altamente difundida. En el planeta Tierra la gente miente consciente e inconscientemente.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 228
 
 
Sin responder cosa alguna, Belcebú se limitó a reiniciar su relato con una sonrisa. La historia del surgimiento de este tercer grupo de seres asiáticos se remonta a un período apenas posterior a aquél en que las familias de cazadores de «Pirmarales» llegaron por primera vez a las costas del mar de la Abundancia procedentes del continente de Atlántida.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 237
 
 
Pues bien; entonces, cuando llegué por primera vez a Perlania, decidí lograr mi objetivo valiéndome, también allí, del «Javatviernonis» del lugar, es decir, de su religión. Pero resultó ser que entre los seres de este tercer grupo del continente de Ashark, existían por entonces varias «Javatviernonis» o religiones peculiares, basadas todas ellas en doctrinas diferentes, completamente independientes unas de otras, y sin nada en común. En vista de ello, comencé por estudiar seriamente las doctrinas prevalecientes y tras comprobar, en el curso de mis estudios, que una de ellas, fundada en las enseñanzas de un auténtico Mensajero de nuestro ETERNO CREADOR COMÚN, llamado más tarde «San Buda», poseía el mayor número de adeptos, me dediqué a estudiarla con la mayor atención. Antes de proseguir con mi relato acerca de los seres tricerebrados que viven en aquella parte de la superficie del planeta Tierra, es necesario notar, a mi entender —aun sucintamente— que existían entonces y existen todavía, desde el origen mismo de aquellas prácticas «Javatviernonianas» o religiosas, dos tipos básicos de doctrinas religiosas. Una de ellas fue inventada por aquellos seres tricerebrados en quienes, por una razón u otra, habíase conformado la psiquis propia de los «Hasnamusses», y el otro tipo de enseñanzas religiosas se fundaba en las instrucciones detalladas que los auténticos Mensajeros de lo Alto habían predicado, mensajeros estos que suelen ser enviados de vez en cuando por ciertos ayudantes sumamente allegados al PADRE COMÚN, con el fin de ayudar a los seres tricerebrados que habitan tu planeta favorito, a destruir en sus presencias las consecuencias cristalizadas de las propiedades del órgano Kundabuffer.
(…)
En este punto del relato, Jassín dirigió la palabra a Belcebú en los siguientes términos: Querido Abuelo, has usado ya en el transcurso de tu relato varias veces el término Hanasmuss. Hasta ahora he creído comprender, merced a la entonación de tu voz y a las consonancias de la propia palabra, que con esta expresión denominabas a aquellos seres tricerebrados que han de ser considerados con independencia de los demás, como si mereciesen un Desprecio Objetivo. Por favor, ten la bondad de explicarme el significado de esa palabra. A lo cual respondió Belcebú con su sonrisa de siempre: En cuanto a la «particularidad» de los seres tricerebrados para cuya denominación adopté dicha definición verbal, ya te la explicaré a su debido tiempo, pero has de saber por ahora que esta palabra sirve para designar a todas las presencias comunes correspondientes a los seres tricerebrados ya «determinados»; tanto aquellos que constan tan solo de un cuerpo planetario, así como aquellos cuyos cuerpos eserales superiores ya han sido configurados en su presencia y en los cuales, por una u otra razón, no se han cristalizado los datos necesarios para el «impulso divino de conciencia moral objetiva». Con esta somera explicación de la palabra «Hasnamuss», Belcebú dio por satisfecha la curiosidad de su nieto
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 240-242
 
 
 
 
 
Tanto se modificó, poco a poco, la interpretación de las enseñanzas del Santo enviado de lo Alto, que, si éste en persona hubiera podido discutirlas con los miembros de generaciones posteriores, probablemente no hubiera llegado a sospechar siquiera que eran las mismas que él había impartido durante su permanencia en la Tierra…
Te diré primero, que solo pude esclarecer el malentendido originado en dicha práctica mucho tiempo después de la época a que mi actual relato se refiere; entre otras cosas, solo en la época de mi sexto descenso al planeta Tierra pude esclarecer, de forma accidental y gracias a mi vinculación con el Santo Ashyata Sheyimash —de quien te hablaré más detalladamente muy pronto— las verdaderas actividades de aquel Auténtico Mensajero de lo Alto, San Buda. Y el segundo hecho es el siguiente: que desdichadamente, el origen del lamentable malentendido fueron ciertas palabras contenidas en una de las auténticas explicaciones del propio San Buda. De hecho, sucedió que el propio San Buda expresó a algunos de sus más próximos discípulos, iniciados por Él Mismo, en el transcurso de ciertas explicaciones, su propio y definido parecer con respecto a los medios posibles para la destrucción, en la naturaleza terráquea, de las mencionadas consecuencias de las propiedades del órgano Kundabuffer que les habían sido transmitidas por herencia. Así, pues, les dijo, entre otras cosas, lo siguiente: «Uno de los mejores medios para invalidar la predisposición de vuestras naturalezas hacia la cristalización de las consecuencias de las propiedades del órgano Kundabuffer, es el ‘Sufrimiento Voluntario’; y el mayor ‘sufrimiento voluntario’ puede obtenerse en la propia presencia, obligándose a tolerar las ‘desagradables manifestaciones de los demás para con uno mismo’». Esta explicación de San Buda, junto con otras muchas enseñanzas precisas, fue difundida entre los seres ordinarios del país, por Sus más próximos discípulos, y una vez que el proceso del sagrado Raskuarno tuvo lugar en ellos, aquélla se fue transmitiendo de generación en generación. De modo pues, querido niño, después de la época del desastre de la Atlántida, una peculiaridad conocida con el nombre de «necesidad orgánico-psíquica de hacer necedades» ya se había fijado en el psiquismo de aquellos seres tricentrados. Y bajo la acción de esa particularidad, los seres pertenecientes a la segunda y tercera generación que sucedieron al sagrado Raskuarno de la presencia de San Buda, comenzaron —para desgracia de los seres tricentrados ordinarios de aquel período y para desgracia también de los seres de todas las generaciones posteriores, incluso la contemporánea— a decir y hacer en grado superlativo toda clase de «necedades» con respecto a este consejo de San Buda; como resultado natural, se llegó a la antojadiza conclusión transmitida luego de generación en generación, de que aquella «tolerancia» mencionada en la enseñanza del Buda, debía ser llevada a cabo en la más completa soledad. Y aquí se pone de manifiesto el extraño carácter del psiquismo de tus favoritos, pues omitieron la consideración del hecho obvio —por lo menos para toda Razón sana— de que el Divino Maestro, San Buda, al aconsejarles el empleo de aquella actitud de «tolerancia», tenía presente ciertamente la consecución de esta «actitud de tolerancia» en un medio poblado por las presencias de otros muchos seres semejantes, de modo tal que mediante la frecuente repetición en sus presencias de esta sagrada materialización eseral hacia las manifestaciones desagradables para ellos provenientes de otros seres semejantes, fueran obtenidos en ellos los llamados «Trentrudianos» o, como ellos mismos dirían, esos «resultados químicofísicos» que forman, generalmente, en la presencia de todo ser tricentrado, aquellos sagrados datos eserales destinados a materializar en las presencias comunes de los seres tricentrados una de las tres santas fuerzas del sagrado Triamazikamno Eseral; y esta santa fuerza siempre se vuelve afirmativa en los seres, contra todas las propiedades negativas de que pudieran haber estado dotados con anterioridad. De modo pues, querido niño, que desde la época en que esta definida idea comenzó a prevalecer, tus favoritos comenzaron a abandonar aquellas condiciones de vida ya establecidas, por cuya causa la predisposición hacia la cristalización de las consecuencias de las propiedades del órgano Kundabuffer había llegado a intensificarse en sus presencias, condición ésta indispensable, tal como lo suponía el Divino Maestro Buda, para que dicha «tolerancia» para con las «manifestaciones desagradables hacia uno mismo» pudiera cristalizar en sus presencias comunes los deberes de «Partkdolg», necesarios para el normal desenvolvimiento de todos los seres tricentrados y sin los cuales ningún «perfeccionamiento de sí» es posible. De modo pues que, a fin de obtener este famoso «sufrimiento», muchos de los seres tricentrados de aquella época, ya fuera individualmente o en pequeños grupos, es decir, con otros seres que compartieran sus propias opiniones, comenzaron, desde entonces, a alejarse de sus semejantes. Llegaron, incluso, a organizar colonias especiales con este fin, en las cuales, si bien convivían todos juntos, se las arreglaban, sin embargo, para obtener aquella anhelada «tolerancia» en la mayor soledad. Fue entonces cuando surgieron los llamados «monasterios» que existen todavía y en los cuales algunos de tus favoritos terráqueos contemporáneos no hacen otra cosa sino, como ellos dicen, «salvar sus almas».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 248-249
 
 
Es interesante además notar que otro Santo Individuum, verdadero Mensajero de Lo Alto, San Kirmininasha, les había dado, igualmente, una advertencia idéntica. Ese Santo Enviado les había revelado, en efecto, esta palabra: «Dichoso aquel que tiene un Alma, dichoso también el que no la tiene, pero desdicha y desolación para aquel que no tiene más que su germen».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 254
 
 
—Pues sí, querido niño, —dijo Belcebú y prosiguió luego: —Y debido una vez más al extraño carácter de su psiquis, los deliberados padecimientos y conscientes trabajos de aquel Sagrado Individuum, San Buda, que había sido especialmente materializado dentro de una presencia planetaria similar a la terráquea para actuar entre ellos y enseñarles el recto camino del desenvolvimiento moral, fueron en vano, pues no solo interpretaron erróneamente las enseñanzas del Maestro, sino que aun ahora continúan propagando sin cesar nuevos malentendidos de toda clase y «pseudoenseñanzas», encubiertas en los últimos tiempos bajo los nombres de «Ocultismo», «Teosofía», «Espiritismo», «Psicoanálisis», etc., etc., con el consiguiente oscurecimiento de su psiquis, ya sin esto bastante oscura.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 257
 
 
No estará de más recalcar en este sentido que los seres que habitan aquel planeta, presentaban ya entonces otra peculiaridad que desde mucho tiempo antes se había tornado característica de ellos exclusivamente y que consiste en esto: tan pronto como una nueva Javatviernoni o religión surge entre ellos, sus adeptos empiezan inmediatamente a separarse en diferentes grupos creando cada uno, a continuación, lo que se conoce con el nombre de «secta». Lo particularmente extraño de esta peculiaridad de los terráqueos consiste en que aquellos que pertenecen a cualquiera de las sectas, jamás se llaman a sí mismos «sectarios», designación ésta considerada ofensiva, sino que solo denominan «sectarios» a todos aquellos que no pertenecen a su propia secta. Y los adeptos a cualquier secta solo son sectarios para los demás seres, siempre que carezcan de «cañones» y «barcos», pues tan pronto como se apoderan de un número bastante grande de estos elementos, entonces, lo que había sido una secta más, se convierte de pronto en la religión oficial. Los seres instalados en esta colonia y en muchas otras regiones de Perlania se habían convertido en sectarios, difiriendo en ciertos puntos de aquella religión cuya doctrina, como ya te he dicho, debí estudiar detalladamente durante mi permanencia en aquel país y que se conoció más tarde con el nombre de «Budismo». Estos sectarios, que se denominaban a sí mismos autodomadores, surgieron debido a la errónea interpretación de la religión budista que, como ya te dije antes, era entendida como un «sufrimiento en soledad». Y era solo para lograr en sí mismos este famoso «sufrimiento» libres del obstáculo de otros seres semejantes a ellos, por lo que estos seres con los cuales pasamos la noche, se habían instalado tan lejos de su propio pueblo.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 263
 
Fue precisamente durante su estancia en Marte cuando ideó aquel Tesskuano o, como tus favoritos lo llaman, «telescopio», gracias al cual, como acabo de decirte, mi observatorio se convirtió más tarde en uno de los más célebres y prestigiosos del universo. El Tesskuano inventado por mi amigo constituye, en verdad, una maravilla de la inteligencia Eseral, puesto que aumenta la visibilidad de las concentraciones cósmicas remotas siete millones doscientas ochenta y cinco veces, durante ciertos procesos en las sustancias cósmicas originadas en las atmósferas que circundan a casi todas las concentraciones cósmicas, así como durante los procesos que sufre el Ethernokrilno en los espacios interatmosféricos…
En aquel momento del relato, le trajeron a Belcebú un «Leitutchanbróss», esto es, un platillo de metal especial en el cual se registra el texto de los heterogramas provenientes de uno u otro lugar, limitándose el destinatario a sostenerlo cerca de su órgano auditivo para enterarse del contenido del mensaje.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 278-279
 
 
Te decía que en éste, mi cuarto vuelo hacia el planeta Tierra, nuestra nave Ocasión, descendió en el mar conocido con el nombre de «Mar Rojo». Y descendimos en este mar debido a que baña las costas orientales de aquel continente al cual deseaba dirigirme, esto es, el continente llamado entonces de «Grabontze», actualmente «África», en el cual se criaban aquellos seres monos que nosotros buscábamos, en mayor número que en ninguna otra tierra firme de la superficie de aquel planeta. Y, además, porque ese mar se hallaba en aquel período en condiciones particularmente ventajosas para anclar nuestra nave Ocasión, pero lo que es aún más importante, en una de sus orillas, se hallaba el país llamado de «Nilia», actualmente, «Egipto», en el cual residían aquellos miembros de nuestra tribu que deseaban permanecer en aquel planeta y con cuya ayuda pensaba yo capturar los monos. Así, pues, habiendo descendido en el Mar Rojo, recorrimos la distancia que separaba a nuestra nave de la orilla, a bordo de nuestros «Hipodrenekaj», y luego, montados en camellos, llegamos a aquella ciudad en la que vivían nuestros congéneres y que era por entonces la capital del futuro Egipto. Esta ciudad se llamaba «Tebas».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 293
 
 
os individuos encargados de aquellas observaciones y estudios se llamaban entonces «astrólogos». Pero cuando posteriormente se apoderó de los terráqueos aquella enfermedad psíquica conocida con el nombre de «necedad», enfermedad que hizo decaer tanto a estos especialistas que, más que para «especialistas» servían apenas para dar nombres a las concentraciones cósmicas remotas, sin hacer cosa alguna de interés. Y terminaron por llamarlos «astrónomos». La diferencia de valor y de razón de ser, entre aquellos de los seres tricerebrados terráqueos que ejercían por entonces esta profesión, y aquellos que tienen en la actualidad, por así decirlo, la misma ocupación, podría revelarte, para así expresarlo, «lo evidente del persistente deterioro del grado de cristalización» de los datos que conducen a una «mentación lógica sana», que debiera hallarse en las presencias comunes de tus favoritos en cuanto seres tricerebrados que son: por lo cual me parece indispensable explicarte esa diferencia, ayudándote a hacerte una idea cabal de la misma. En aquella época, los tricerebrados terrestres en edad responsable, a quienes los demás llamaban «astrólogos», además de efectuar las mencionadas observaciones e investigaciones referentes a las diversas concentraciones cósmicas, con el fin de realizar un estudio más «detallado» de aquella rama del conocimiento general que ellos representaban, cumplían otras muchas obligaciones esenciales, encomendadas a ellos por sus semejantes. Entre estas obligaciones fundamentales se hallaba la de aconsejar —al igual que nuestros Tzirlikneres— a todas las parejas conyugales, según los tipos individuales de cada pareja, acerca de la época y forma propicias para consumar el sagrado Elmuarno, a fin de alcanzar una deseable concepción como resultado. Y cuando tales frutos eran finalmente materializados o, como ellos dicen, «nacían», debían trazar su «Oblekiunerish» que no es sino lo que tus favoritos llaman «horóscopo». Y tiempo más tarde, si bien ellos mismos o sus sustitutos debían —durante todo el período de formación del recién nacido y de su preparación para ingresar en la existencia responsable— guiarlos y suministrarles las indicaciones adecuadas sobre la base del mencionado «Oblekiunerish», así como sobre la base de las leyes cósmicas, que continuamente se ponían de manifiesto en las acciones desplegadas por otras concentraciones cósmicas. Estas indicaciones y «consejos preventivos», consistían en lo siguiente: Cuando una función, en la presencia de un individuo dado, comenzaba a desentonar con el resto de la comunidad, este individuo acudía entonces al astrólogo de su barrio quien, sobre la base del mencionado «Oblekiunerish», así como sobre la base de los cambios previstos en sus cálculos, de acuerdo con los procesos de la atmósfera, transmitidos a su vez hacia otros planetas del mismo sistema solar, le indicaba exactamente lo que debía hacer con su cuerpo planetario en determinados períodos del movimiento krentonalniano de su planeta, como, por ejemplo, la dirección en que debía acostarse, la forma en que debía respirar, los movimientos que debía realizar con preferencia, los tipos de relaciones que debía mantener y con qué personas, y muchas otras cosas por el estilo. Además de todo esto, los astrólogos asignaban a los seres tricentrados, en el séptimo año de su existencia, también sobre la base del correspondiente «Oblekiunerish», los compañeros adecuados del sexo opuesto con la finalidad de llenar uno de los principales deberes eserales, esto es, la perpetuación de la raza o, como dirían tus favoritos, les adjudicaban «maridos» a las mujeres y «esposas» a los varones. Y aquí debo hacer justicia a los terrestres que vivían en la época en que estos astrólogos llevaban a cabo sus funciones. Ciertamente, entonces cumplían estrictamente sus indicaciones y realizaban las uniones conyugales ateniéndose rigurosamente a lo aconsejado por dichos astrólogos. En consecuencia, en aquella época, en lo que respecta a las uniones conyugales, éstas se realizaron siempre en conformidad con los tipos respectivos, de forma similar a lo que acontece en todos los planetas habitados por seres «Kestchapmartnianos». Estos antiguos «astrólogos» terrestres concertaban estas alianzas con tanto éxito, debido a que, si bien se hallaban muy lejos del conocimiento de gran número de las verdades cósmicas Trogoautoegocráticas, conocían ya, perfectamente, por lo menos, las leyes de la influencia de los diferentes planetas del sistema solar sobre los seres que habitaban en su propio planeta, esto es, la influencia que estos planetas ejercían sobre un ser dado en el momento de ser concebido, en el de su ulterior formación, y también en el de su completa adquisición del ser de un ser responsable. Gracias a la experiencia adquirida por la práctica en el transcurso de varios siglos, y transmitida de generación en generación, ellos ya conocían perfectamente qué tipos de sexo pasivo eran más adecuados para los tipos de sexo activo. Y gracias a todo esto, las parejas unidas de acuerdo con sus indicaciones tendían casi siempre a corresponderse perfectamente, y no como sucede en la actualidad, en que las parejas conyugales no coinciden en tipo casi nunca; como consecuencia de ello, la vida entera de las actuales parejas, casi la mitad de su «vida interior», como ellos dicen, refleja lo que nuestro estimado Mulaj Nassr Eddin expresa con las siguientes palabras: «¡Qué buen marido aquél, o qué buena mujer aquélla, cuyo mundo interior no se halla ocupado por un continuo ‘sermonear a la otra mitad’!». En todo caso, querido nieto, si estos «astrólogos» hubieran seguido ejerciendo su profesión en aquel planeta, con toda seguridad que, gracias a sus prácticas ulteriores, la existencia de los habitantes de aquel desdichado planeta hubiera llegado a ser gradualmente, en sus relaciones familiares, algo semejante a la de los demás seres que habitan los otros planetas de este Gran Universo. Pero todo esto, que podría haber reportado tan beneficiosas ventajas al proceso de su existencia, fue desechado por los terráqueos, al igual que todas las demás conquistas valiosas, sin haberle sacado provecho alguno, arrojándolo «a los glotones cerdos», como diría nuestro respetado Mulaj Nassr Eddin. Y estos «astrólogos» terráqueos, como siempre sucede allí, comenzaron pues, gradualmente, a «decaer», para luego terminar por desaparecer completamente. Tras la total abolición de las tareas encomendadas previamente a los astrólogos, otros profesionales hicieron su aparición en la escena, pero esta vez provenían de cierto círculo de «eruditos» de nueva formación, quienes también comenzaron a observar y estudiar, por así decirlo, los resultados originados en las diversas concentraciones cósmicas y su influencia sobre la existencia de los habitantes de su planeta; pero como los seres ordinarios que rodeaban a estos profesionales no tardaron en advertir que sus «observaciones» y «estudios» solo consistían en la invención de nombres para los soles y planetas remotos —nombres por lo demás desprovistos de todo significado para ellos— así como medir supuestamente, por medio de un método que ellos solo conocían y que constituía un secreto profesional, la distancia existente entre los puntos cósmicos percibidos desde su planeta, con ayuda de esos «juguetes» que ellos llamaban «telescopios», comenzaron a denominarlos, como ya te he dicho, «astrónomos». Y ahora, querido nieto, que hemos hablado de estos «ultrafantaseadores» contemporáneos, no estaría mal «iluminar» tu razón respecto a su importancia real, tan estimada por tus favoritos. Deberás saber, ante todo, la existencia de «algo» que se realizó para esos tipos terrestres, tal como se realiza siempre por sí mismo para toda unidad cósmica y que sirve a los seres dotados de Razón Objetiva, de fuente generadora para sopesar y comprender las explicaciones del sentido y razón de cualquier resultado cósmico dado. Este «algo» que sirve como fuente generadora para evaluar la importancia de esos tipos terrestres contemporáneos es un necio mapa llamado por ellos mismos inconscientemente, claro está «mapa inventario de los espacios celestes». No necesitamos extraer aquí ninguna otra conclusión lógica de esta fuente generadora especialmente realizada para ellos; bastará simplemente decir que el nombre mismo de este mapa terráqueo demuestra que las designaciones en él efectuadas no pueden ser sino completamente relativas, puesto que con los medios a su alcance —pese a lo mucho que rompen sus estimadas cabezas ideando nombres extraños y haciendo diversas clases de cálculos— solo pueden ver desde la superficie de su planeta aquellos soles y planetas que para su suerte no cambian demasiado rápidamente el curso de su caída con respecto al planeta Tierra, brindándoles así la posibilidad durante un largo período —claro está que largo si se lo compara con la extrema brevedad de la existencia terráquea— de observarlos y de, como dicen con gran orgullo, «establecer sus posiciones». En todo caso, querido nieto, por infructíferas que sean las actividades de estos representantes contemporáneos de la ciencia terráquea, te ruego que no te molestes con ellos. Si sus trabajos ningún beneficio acarrean a tus favoritos, por lo menos tampoco los perjudican en exceso. Al fin y al cabo, deben ocuparse en algo.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 295
 
Un «Teleoguinara» es una idea materializada o un pensamiento que existe, después de su nacimiento, casi eternamente en la atmósfera del planeta en que surge. El «Teleoguinara» está constituido por la calidad de la contemplación eseral que solo poseen y pueden llegar a materializar aquellos seres tricerebrados que han recubierto en sus presencias sus cuerpos eserales superiores y que han llevado el perfeccionamiento de la Razón de la parte superior del ser hasta el grado del «Martfotai» sagrado. Y las distintas series de ideas eserales así materializadas, referentes a un hecho dado, se conocen con el nombre de «cintas Korkaptil del pensamiento». Al parecer, estas «cintas korkaptiles del pensamiento» relativas a la historia del origen de la erudita sociedad de «Ajldán» fueron fijadas deliberadamente, como descubrí mucho más tarde, por cierto «Individuum Eterno» llamado Asuchilón, actualmente Santo, que se recubrió con la presencia común de un ser tricerebrado llamado Tetetos, que habitó en tu planeta favorito, en el continente de Atlántida, y que vivió durante cuatro siglos antes de la segunda gran «perturbación transapalniana». Estas «cintas korkaptiles del pensamiento» son indestructibles, mientras existe, en el planeta, el mismo «ritmo de movimiento» que en el momento de su aparición; y no se hallan sujetas a ninguna de las transformaciones provenientes de causa cósmica alguna a las cuales se encuentran sujetas todas las demás substancias y cristalizaciones cósmicas. Y por mucho tiempo que haya transcurrido desde su surgimiento, todo ser tricerebrado en cuya presencia se haya adquirido la facultad de provocar el estado eseral llamado la «contemplación surptakalkniana», puede percibir y descifrar los textos de estas «cintas korkaptiles del pensamiento».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 302


Un «Teleoguinara» es una idea materializada o un pensamiento que existe, después de su nacimiento, casi eternamente en la atmósfera del planeta en que surge. El «Teleoguinara» está constituido por la calidad de la contemplación eseral que solo poseen y pueden llegar a materializar aquellos seres tricerebrados que han recubierto en sus presencias sus cuerpos eserales superiores y que han llevado el perfeccionamiento de la Razón de la parte superior del ser hasta el grado del «Martfotai» sagrado. Y las distintas series de ideas eserales así materializadas, referentes a un hecho dado, se conocen con el nombre de «cintas Korkaptil del pensamiento». Al parecer, estas «cintas korkaptiles del pensamiento» relativas a la historia del origen de la erudita sociedad de «Ajldán» fueron fijadas deliberadamente, como descubrí mucho más tarde, por cierto «Individuum Eterno» llamado Asuchilón, actualmente Santo, que se recubrió con la presencia común de un ser tricerebrado llamado Tetetos, que habitó en tu planeta favorito, en el continente de Atlántida, y que vivió durante cuatro siglos antes de la segunda gran «perturbación transapalniana». Estas «cintas korkaptiles del pensamiento» son indestructibles, mientras existe, en el planeta, el mismo «ritmo de movimiento» que en el momento de su aparición; y no se hallan sujetas a ninguna de las transformaciones provenientes de causa cósmica alguna a las cuales se encuentran sujetas todas las demás substancias y cristalizaciones cósmicas. Y por mucho tiempo que haya transcurrido desde su surgimiento, todo ser tricerebrado en cuya presencia se haya adquirido la facultad de provocar el estado eseral llamado la «contemplación surptakalkniana», puede percibir y descifrar los textos de estas «cintas korkaptiles del pensamiento».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 307
 
 
Y no es posible aquí dejar de expresar cuan lamentable e infortunado para todos los seres tricerebrados terrestres de las épocas siguientes fue que, precisamente entonces, cuando después de increíbles trabajos realizados empeñosamente por los miembros de aquella gran sociedad se había logrado alcanzar el ritmo necesario de trabajo en cuanto al discernimiento, consciente por su parte, y en cuanto a su preparación inconsciente del bienestar de sus descendientes en el calor de aquellas nobles actividades, justo, pues, en la cúspide de sus esfuerzos, algunos de los miembros comprobaran, como ya te dije antes, que algo sumamente grave iba a ocurrirle al planeta en un futuro próximo. A fin de establecer el carácter del grave accidente previsto, los sabios se diseminaron por todo el planeta y poco después, como ya te dije, la referida segunda perturbación transapalniana se abatió de golpe sobre el infortunado planeta de tus simpatías. Pues bien, querido niño; cuando, después de esta catástrofe, cierto número de supervivientes, miembros de aquella sabia sociedad, volvieron gradualmente a reunirse, careciendo ya de su país natal, se establecieron primeramente, con la mayoría de los demás supervivientes del desastre, en el centro del continente de «Grabontze»; pero tiempo más tarde, al haber recobrado un poco «sus sentidos», en el continente de «Grabontze», pasado ya el «cataclismo no conforme a las leyes» decidieron de común acuerdo tratar de restablecer, reanudando todas sus tareas, las actividades fundamentales que habían sido base de la desaparecida sociedad ajldanesa. Como las manifestaciones de aquellas condiciones anómalas de existencia ordinaria de la mayoría de los seres tricerebrados que ya con anterioridad a la catástrofe se habían establecido en aquel lugar, habían comenzado, ya por entonces, a «hervir» furiosamente en dicha parte de la superficie del continente de «Grabontze», estos supervivientes de la sabia y nunca bien ponderada sociedad ajldanesa, buscaron otro sitio, en aquel mismo continente, para establecer su residencia permanente, procurando que fuera el más adecuado para el trabajo que debían emprender, el cual exigía una total tranquilidad. Y el lugar deseado les fue proporcionado por el valle de un caudaloso río que tenía su curso en el norte de dicho continente, y hacia allí emigraron todos juntos, con sus familias, para proseguir, en aquel aislamiento a que las circunstancias los obligaba, las actividades iniciadas en épocas más felices por la sociedad ajldanesa. La región atravesada por este río enorme fue designada con el nombre de «Sakrunakari». Pero con posterioridad, este nombre sufrió varias modificaciones; actualmente se conoce por el nombre de «Egipto», en tanto que el caudaloso río, llamado entonces «Nipiljuatchi» ahora tiene el nombre de Nilo. Poco después de que ciertos exmiembros de la sabia sociedad ajldanesa se hubieran establecido en esta parte de la superficie del planeta Tierra, todos los miembros de nuestra tribu, que habitaban entonces la superficie del planeta que ha llamado tu atención, emigraron hacia aquel lugar. Y las relaciones existentes entre nuestra tribu y los miembros supervivientes de la sociedad ajldanesa, según los informes que hasta mí han llegado, eran de la índole siguiente: Ya te dije una vez que antes de la segunda «perturbación transapalniana», nuestra pitonisa insistió en sus profecías en que todos los miembros de nuestra tribu debían emigrar sin pérdida de tiempo, si querían salvar sus vidas, hacia aquel punto preciso de la superficie del referido continente, actualmente conocido con el nombre de «África». Este punto preciso de la superficie de dicho continente indicado por la pitonisa se hallaba precisamente en las fuentes del referido río «Nipiljuatchi» donde los miembros de nuestra tribu vivieron mientras duró la segunda perturbación transapalniana, así como después de haberse ya normalizado por completo la mayoría de los procesos naturales, vale decir, cuando la mayoría de los supervivientes ya casi habían olvidado lo acontecido, habiendo vuelto a formar —exactamente como si nada hubiera pasado— uno de sus famosos «centros culturales» en el corazón mismo de la futura «África». Y fue precisamente cuando los antiguos miembros de la sociedad ajldanesa se hallaban entregados a la búsqueda de un lugar apropiado para residir de forma permanente, cuando acertaron a encontrarse con cierto número de miembros de nuestra tribu, que les aconsejaron emigrar agua abajo de aquel río. Nuestra vinculación y amistosas relaciones con muchos de los antiguos miembros de la sociedad ajldanesa, no datan por cierto de esta época, sino de mucho antes, es decir, del continente de la Atlántida o sea, casi desde la fundación de esa sociedad. Como recordarás, te dije antes que cuando descendí a aquel planeta por primera vez y los miembros de nuestra tribu se reunieron en la ciudad de Samlios, con mi presencia, a fin de tratar de encontrar conjuntamente una salida a la difícil situación allí planteada, aquellas reuniones generales de nuestros miembros eran celebradas en una de las secciones de la «catedral» principal de la sociedad ajldanesa; y a partir de entonces se establecieron excelentes relaciones entre los seres de nuestra tribu y algunos miembros de esa sociedad. Y así, en el país que más tarde habría de ser Egipto, donde ambos emigraron después del desastre, las relaciones de los nuestros con los antiguos miembros que acertaron a salvarse, así como con sus descendientes, se desarrollaron y continuaron ininterrumpidamente casi hasta la partida definitiva de nuestra tribu de aquel planeta.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 310
 
 
Es en extremo interesante notar que erigieron, frente a la entrada principal de aquel enorme recinto, una enorme estatua de piedra —claro está que enorme si se la compara con el tamaño de sus presencias— llamada «Esfinge», que me recordó en gran medida a la estatua que yo mismo había visto en mi primer descenso personal al planeta, en la ciudad de Samlios, precisamente enfrente del enorme edificio perteneciente a la sabia sociedad ajldanesa y que se conocía por entonces con el nombre de «Catedral principal de la Sociedad Ajldanesa». La estatua que vi en la ciudad de Samlios, y que tanto me interesó, era el emblema de esta sociedad y se llamaba «Consciencia».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 318
 
 
Es en extremo interesante notar que erigieron, frente a la entrada principal de aquel enorme recinto, una enorme estatua de piedra —claro está que enorme si se la compara con el tamaño de sus presencias— llamada «Esfinge», que me recordó en gran medida a la estatua que yo mismo había visto en mi primer descenso personal al planeta, en la ciudad de Samlios, precisamente enfrente del enorme edificio perteneciente a la sabia sociedad ajldanesa y que se conocía por entonces con el nombre de «Catedral principal de la Sociedad Ajldanesa». La estatua que vi en la ciudad de Samlios, y que tanto me interesó, era el emblema de esta sociedad y se llamaba «Consciencia». Representaba un ser alegórico, estando compuestas todas las partes de su cuerpo planetario de una parte del cuerpo planetario de cierta forma definida de existencia terráquea, pero de las partes de aquellos seres de otras formas que, de acuerdo con las ideas cristalizadas en los seres tricerebrados terráqueos, habían alcanzado un grado de perfección en una u otra de sus funciones eserales. La masa principal del cuerpo planetario de dicho ser alegórico estaba representada por el tronco de un ser de forma definida que allí recibe el nombre de «toro». Este tronco de toro descansaba sobre cuatro extremidades de otro ser también oriundo de aquellas comarcas y de forma definida, llamado «León», y a aquella parte del tronco del toro denominada «lomo» se hallaban adheridas dos grandes alas semejantes, por su aspecto, a las de un fuerte pájaro que habita en la Tierra y que se conoce con el nombre de «Águila». Y en el lugar correspondiente a la cabeza, se habían fijado al tronco de toro, por medio de una pieza de «ámbar», dos senos que representaban lo que se denomina «Senos de Virgen». Cuando esta extraña imagen alegórica despertó mi interés en el continente de la Atlántida e interrogué, en consecuencia, a uno de los sabios miembros de la Gran Sociedad Ajldanesa acerca de su significado, éste me explicó lo siguiente: «Esta figura alegórica es el emblema de nuestra sociedad y nos sirve a todos sus miembros como estímulo para recordar constantemente los impulsos correspondientes a aquellos que ella debe representar». A lo cual agregó luego: «Cada parte de esta figura alegórica provoca, en las tres partes independientemente asociativas de su presencia general, es decir, en el cuerpo, el pensamiento y el sentimiento, un choque determinante de las asociaciones correspondientes para aquellos conocimientos separados e independientes que, en su totalidad, son los únicos que pueden brindarnos la posibilidad de liberarnos gradualmente de los factores indeseables presentes en cada uno de nosotros, tanto aquellos que nos fueron transmitidos por herencia, como los que nosotros mismos adquirimos personalmente, los cuales engendran, paulatinamente, impulsos altamente indeseables para nuestra naturaleza y como consecuencia de los cuales no somos lo que debiéramos ser». «Este emblema nuestro nos recuerda permanentemente que es posible alcanzar la liberación de lo que acabo de mencionarle, tan solo si obligamos siempre a nuestra presencia común a pensar, sentir y actuar, en circunstancias conformes a lo que dicho emblema predica». «Y así es cómo entendemos todos nosotros, miembros de la prestigiosa sociedad ajldanesa, el significado de nuestro emblema: El tronco de este ser alegórico, constituido por el tronco de un ‘Toro’, significa que el factor en nosotros cristalizado y que genera en nuestras presencias los impulsos que nos son maléficos, tanto aquellos transmitidos por herencia como los adquiridos por nosotros mismos personalmente, solo pueden regenerarse, mediante trabajos infatigables, esto es, aquellos trabajos en los cuales sobresale particularmente, entre todos los seres de nuestro planeta, el Toro». «El hecho de que este tronco repose sobre las patas de un ‘León’ significa que dichos trabajos deben ser ejecutados con esa conciencia, coraje y fe que caracterizan a todos los actos y el ‘Poderío’ de aquel ser que entre los seres lo posee en grado máximo: el León». «Las alas de la más fuerte de todas las aves y la que más grandes alturas alcanza, el águila, adheridas al tronco del Toro, recuerdan permanentemente a los miembros de nuestra sociedad, que durante la ejecución de dichos trabajos, con las ya mencionadas propiedades psíquicas de autoestima, es necesario meditar continuamente sobre las cuestiones que no se relacionan directamente con las manifestaciones requeridas para la existencia ordinaria». «Y en cuanto a la extraña imagen de la cabeza de nuestro ser alegórico con la forma de los senos de virgen, ésta expresa que el Amor debe predominar siempre y en todas las cosas durante las funciones internas y externas provocadas en la propia consciencia, Amor éste que solo puede surgir y hacerse presente en las presencias de las concentraciones formadas en las partes pertinentes, conforme a las leyes, de todos los seres responsables en quienes las esperanzas de nuestro PADRE COMÚN han sido puestas». «Y el hecho de estar la cabeza fijada al tronco del Toro con “ámbar”, significa que este Amor debe ser estrictamente imparcial, es decir, que debe hallarse completamente separado de todas las demás funciones que tienen lugar en la totalidad del ser responsable».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 318
 
 
La sociedad ajldanesa
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 318
 
 
Y las causas que motivaron este nuevo descenso fueron las siguientes: Ante todo, debo decirte que la principal característica del psiquismo de tus favoritos, es decir, la «necesidad periódica de destruir la existencia de los semejantes», cada vez me interesaba más, a medida que observaba los lugares terráqueos, y junto con este interés, cada vez tomaba más cuerpo en mí, el deseo de establecer con toda precisión las causas exactas de particularidad tan extraña en seres tricerebrados. De modo que, a fin de procurarme un mayor material para la dilucidación de este problema que tanto me interesaba, en el intervalo comprendido entre mi cuarto viaje y el quinto al planeta Tierra, sistematicé mis observaciones realizadas mediante mi Tesskuano instalado en Marte, acerca de la existencia de aquellos peculiares seres tricentrados, de la forma siguiente: Me dediqué deliberadamente a la observación de un crecido número de seres de entre tus favoritos y durante muchos de sus años, bien personalmente, bien por medio de algún ayudante encargado especialmente de observarlos con la mayor atención, tratando de no perder ningún detalle significativo, realicé un profundo estudio tendiente a esclarecer todos los aspectos y particularidades de estas extrañas manifestaciones durante el proceso de su vida ordinaria. Y debo confesarte, nieto mío, que cuando me hallaba libre de tareas inmediatas, me dedicaba a veces, durante «Sinonumos» enteros, o como dirían tus favoritos usando su equivalente del flujo cronológico, durante largas «horas», a la contemplación de todos los movimientos de dichos seres tricerebrados que habíamos escogido, tratando de explicarme de forma lógica las llamadas «emociones psíquicas». Hasta que un día repentinamente, en el transcurso de esas observaciones practicadas desde el planeta Marte mediante el uso de mi Tesskuano, comprendí que la duración de su existencia se acortaba, siglo a siglo, año a año, cada vez más, con un ritmo perfectamente definido y uniforme, y fue esto precisamente lo que sirvió de comienzo a mis posteriores estudios científicos sobre la psiquis de estos seres tricerebrados que, al parecer, se han ganado tu simpatía.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 329
 
 
Algunos días marcianos después de mi decisión, descendí nuevamente en mi nave Ocasión al planeta Tierra. En la época de mi quinto descenso personal a tu planeta favorito, el «centro de vaivén de los resultados del perfeccionamiento de la ingeniosidad eseral» o, como ellos lo llaman, el «Centro Cultural» del planeta Tierra, se había trasladado a la ciudad de Babilonia; fue allí, pues, hacia donde dirigí mis pasos. Esta vez nuestra nave Ocasión descendió sobre lo que se conoce con el nombre de «Golfo Pérsico», debido a que, gracias al Tesskuano, habíamos establecido con anterioridad al vuelo, que nada sería más conveniente que este espacio «Saliakuriapiano» para emprender luego la marcha a la ciudad de Babilonia, y también para dejar anclada nuestra nave Ocasión. Este espacio cubierto por las aguas era apropiado para mis posteriores viajes, debido a que el caudaloso río sobre cuyas márgenes se hallaba construida la ciudad de Babilonia desembocaba allí; fue por ello por lo que resolvimos remontar el curso de este río para llegar a nuestro destino.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 331
 
 
 
Aunque este cultivado sabio Jamolinadir se había desarrollado y educado para llegar a la edad responsable precisamente en la ciudad de Babilonia, y descendía de la raza de seres llamados «asirios», había alcanzado, sin embargo, su sabiduría en Egipto, donde se encontraba la más alta escuela existente sobre la superficie del planeta Tierra y que se llamaba la «Escuela para hacer que el Pensamiento se vuelva sustancial». A la edad en que por primera vez lo encontré, ya había logrado llevar su «yo» —con respecto a la dirección racional de lo que se denomina «funcionamiento psíquico automático» de su presencia común— al máximo de estabilidad a que podían aspirar los seres tricentrados del planeta Tierra de aquel tiempo, como consecuencia de lo cual, durante lo que se llama el «estado pasivo de vigilia» había expresado con toda claridad manifestaciones eserales como, por ejemplo, la «consciencia de sí», «imparcialidad», «sinceridad», «sensibilidad», «ingeniosidad», etc.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 343
 
 
«No hay nada más fácil que demostrar cualquier cosa a cualquier hombre, claro está que incluyéndome a mí también entre ellos; todo lo que hace falta conocer para ello, son los choques y las asociaciones que han de provocarse en los demás cerebros humanos, mientras uno trata de demostrar una ‘verdad’ dada». «Es posible, incluso, demostrar a cualquier hombre que todo nuestro Mundo, y claro está que también la gente que lo habita, no son sino una ilusión, y que la autenticidad y la realidad del Mundo no son sino un ‘juanete’ y, lo que es más, un juanete en el dedo pulgar del pie izquierdo. Fuera de esto, nada absolutamente existe en el Mundo; todas las cosas solo son apariencias y solo para los ‘psicópatas elevados al cuadrado’.»
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 347
 
 
En honor a la justicia, debo decir ahora que la primera iniciativa para la destrucción de los sagrados trabajos de Ashyata Sheyimash no partió sin embargo de estos sabios terrestres que se habían reunido en la ciudad de Babilonia, sino de la invención de cierto «sabio» muy famoso allí, que había vivido en el continente de Asia, muchos siglos antes de los sucesos babilónicos, es decir, de la invención del ser llamado «Lentrojamsanín» quien, habiendo recubierto su parte eseral superior con una unidad definida, y habiéndose perfeccionado por medio de la Razón hasta el grado requerido por la Razón Objetiva, se convirtió también en uno de los trescientos trece Individuos Hanasmussianos Eternos que viven ahora en el pequeño planeta conocido actualmente con el nombre de «Expiación».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 358
 
 
Ya te he dicho más de una vez que por Misericordioso designio de nuestro OMNIAMANTE ETERNO PADRE COMÚN, nuestros Altísimos y Santos Individuums Cósmicos materializan de tiempo en tiempo, en la presencia de cierto ser tricerebrado terrestre, una «concepción determinada» de un Individuum Sagrado, a fin de que dicho ser, convertido en terrestre y dotado de una presencia terrestre, pueda «orientarse» sobre el terreno, confiriendo al proceso de la existencia ordinaria de sus semejantes una nueva dirección, merced a lo cual, las consecuencias ya cristalizadas de las propiedades del órgano Kundabuffer, así como la predisposición a otras nuevas cristalizaciones, sean arrojadas fuera de sus presencias. Fue unos siete siglos antes de los sucesos babilónicos de que te he hablado, cuando tuvo lugar la materialización de una «concepción determinada» de cierto Individuum Sagrado de nombre Ashyata Sheyimash en el cuerpo planetario de un ser tricerebrado, quien se convirtió así en un Mensajero de lo Alto y quien ha llegado a ser, hasta el presente, el más elevado de los Santísimos y Sagrados Individuums cósmicos comunes. Ashyata Sheyimash llevó a cabo su concepción en el cuerpo planetario de un muchacho de humilde familia, descendiente de lo que se llama la «Raza Sumeria», en un pequeño pueblo conocido con el nombre de «Pispaskana», situado a corta distancia de Babilonia. Con el tiempo, este muchacho llegó a la edad del ser responsable, recibiendo su preparación, parte en aquel pequeño lugar y parte en la propia Babilonia, que si bien no era por entonces la magnífica ciudad que habría de ser más tarde, gozaba ya de gran fama. El Santísimo Ashyata Sheyimash fue el único Enviado del Cielo que logró, mediante sus Santos Trabajos, crear en aquel planeta condiciones tales que hiciesen posible el desarrollo de una existencia semejante a la que los demás seres tricerebrados de los otros planetas gozan en nuestro Gran Universo. También fue él el primero que se negó a utilizar para el cumplimiento de la misión que se le había asignado, los métodos ordinarios empleados con los seres tricerebrados, desde tiempo inmemorial, por los demás Mensajeros de lo Alto. Así, el Santo Ashyata Sheyimash ni enseñó ni predicó nada a los seres tricerebrados ordinarios del planeta Tierra, como había sido costumbre hacerlo, antes y después de su misión en la tierra, por todos los mensajeros enviados de lo Alto con el mismo objeto. Como resultado de ello, ninguna de Sus enseñanzas llegó, en forma alguna, a los contemporáneos, ni siquiera a la tercera generación de los seres que sucedieron a su muerte. Todo cuanto se sabe de Sus Santas Actividades fue transmitido de generación en generación por aquellos seres conocidos con el nombre de «iniciados», por medio de cierto código denominado «Legamonismo», con todos Sus discursos, y titulado «Horror de la situación». Aparte de esto, sobrevivió de aquella época, y existe hasta hoy, una «tablilla de mármol» en la cual se habían grabado Sus «consejos», Sus «mandamientos» y Sus «dichos», según Él los expresó a sus contemporáneos. Y en la época actual, esta tablilla es una sagrada reliquia conservada por un pequeño grupo de iniciados que se conoce con el nombre de «Hermandad de Olbogmek», cuyo centro de actividades se encuentra en el corazón del continente asiático. El término Olbogmek significa: «No hay diferentes religiones; solo hay un Dios». En mi última visita personal a la superficie de tu planeta, casualmente llegué a tener conocimiento del «Legamonismo» donde se guardan para la posteridad del planeta Tierra las meditaciones del Santo Ashyata Sheyimash bajo el título «Horror de la situación». El «Legamonismo» fue de incalculable valor para mí, pues gracias al mismo pude esclarecer ciertos aspectos extraños del psiquismo de estos peculiares seres, aspectos precisamente que, pese a mis cuidadosas observaciones, practicadas durante decenas de siglos, no había logrado comprender todavía. —Mi querido y bien amado Abuelo, dime, por favor: ¿qué significa el término «Legamonismo»?, —preguntó Jassín a Belcebú. —La palabra «Legamonismo» —replicó éste—, se utiliza para denominar uno de los medios existentes para la transmisión, de una generación a otra, de los conocimientos relativos a ciertos hechos del pasado remoto, entre aquellos seres tricerebrados considerados dignos de poseer dicha información y que reciben el nombre de «Iniciados». Este medio de transmitir los conocimientos de generación en generación había sido ya ideado por los habitantes del continente de la Atlántida. A fin de que puedas comprender mejor tal medio para transmitir los conocimientos a los seres de generaciones posteriores, deberé explicarte aquí algo acerca de estos individuos que he llamado «Iniciados». En la antigüedad, en el planeta Tierra, esta palabra era siempre usada exclusivamente con aquel sentido, y los seres tricerebrados que recibían entonces el nombre de «iniciados» eran aquellos que habían adquirido en sus presencias casi los mismos datos objetivos, y ello podía ser percibido por los demás seres. Pero en los últimos dos siglos, esta palabra ha empezado a usarse con dos sentidos diferentes. En uno de ellos se la emplea con el mismo propósito que antes, es decir, para designar a aquellos seres que se convierten en «iniciados» gracias a sus trabajos personales conscientes y a sus sufrimientos voluntarios; y de este modo, como ya te he dicho, adquieren en sí mismos el mérito objetivo necesario, susceptible de ser percibido por los demás seres, independientemente de cuál sea su sistema cerebral, inspirando en todos los demás seres confianza y respeto. En el segundo sentido, se da este nombre a aquellos seres pertenecientes a lo que se conoce con el nombre de «pandillas criminales» que, en el período antes aludido, se multiplicaron considerablemente, y que tienen por objetivo principal el «robo» a los seres que los rodean de los «valores esenciales». Con el pretexto de estudiar ciertas ciencias «místicas» o «sobrenaturales», estas «pandillas criminales» se ocupan en realidad, y con gran éxito, de este tipo de despojo a sus semejantes. Así pues, todo miembro auténtico de tales pandillas recibe el nombre de iniciado. Entre estos «iniciados» terrestres, los hay incluso muy «grandes», y estos «grandes iniciados», especialmente en los tiempos actuales, consisten en aquellos «iniciados» ordinarios de «nueva promoción» que, en sus «negocios de virtuosismo» pasan, como allá dicen, «por el agua, por el fuego, por las tuberías de la estufa», hasta por todas las salas de juego de ruleta de Montecarlo. Así pues, querido niño, «Legamonismo» es el nombre dado a la transmisión sucesiva de los conocimientos referentes a hechos remotos ocurridos en el planeta Tierra, de unos iniciados a otros, en el primer sentido, es decir, de seres realmente meritorios que han recibido esos conocimientos, a otros seres semejantes, no menos meritorios que los primeros. Esa forma de transmitir los conocimientos, fue inventada por los seres de la Atlántida, conviene hacerles justicia, ya que esa manera de proceder es realmente muy sensata y alcanza perfectamente su meta. Y en efecto, este medio era, en realidad, sumamente sabio y apto para lograr su objetivo. Gracias a él poseemos ahora ciertos conocimientos relativos a hechos remotos en la historia, que de otro modo jamás nos habrían llegado. En cuanto a los conocimientos transmitidos de generación en generación por la masa ordinaria de seres que habitan aquel planeta, no tardan en desaparecer completamente de su memoria, o a lo sumo no dejan tras ellas, como dice nuestro querido Mulaj Nassr Eddin, más que «plumas y pelos y un tema para Scherezade».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 359
 
 
Pero más tarde, cuando nuevamente irrumpieron sobre la faz del planeta Tierra las cruentas guerras de los hombres, todas estas tablillas fueron destruidas por aquellos extraños seres y solo una de ellas, es decir, la que guardan actualmente con inigualable celo los miembros de la Hermandad Olbogmek, logró sobrevivir, según ya te dije, y, merced a mi favorable fortuna, llegó hasta mis propias manos. En dicha tablilla, podían leerse las siguientes inscripciones referentes a los sagrados impulsos eserales denominados Fe, Amor y Esperanza: Fe, Amor y Esperanza. La fe de la consciencia es libertad. La fe del sentimiento es debilidad. La fe del cuerpo es estupidez. El amor de la consciencia provoca, en respuesta, su igual. El amor del sentimiento provoca su contrario. El amor del cuerpo depende tan solo del tipo y de la polaridad. La esperanza de la consciencia es fuerza. La esperanza del sentimiento es esclavitud. La esperanza del cuerpo es enfermedad.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 373
 
 
La Hermandad Olbogmek
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 373
 
 
Pero más tarde, cuando nuevamente irrumpieron sobre la faz del planeta Tierra las cruentas guerras de los hombres, todas estas tablillas fueron destruidas por aquellos extraños seres y solo una de ellas, es decir, la que guardan actualmente con inigualable celo los miembros de la Hermandad Olbogmek, logró sobrevivir, según ya te dije, y, merced a mi favorable fortuna, llegó hasta mis propias manos. En dicha tablilla, podían leerse las siguientes inscripciones referentes a los sagrados impulsos eserales denominados Fe, Amor y Esperanza: Fe, Amor y Esperanza. La fe de la consciencia es libertad. La fe del sentimiento es debilidad. La fe del cuerpo es estupidez. El amor de la consciencia provoca, en respuesta, su igual. El amor del sentimiento provoca su contrario. El amor del cuerpo depende tan solo del tipo y de la polaridad. La esperanza de la consciencia es fuerza. La esperanza del sentimiento es esclavitud. La esperanza del cuerpo es enfermedad…
Merced a esta anómala esperanza de los terráqueos se ha desarrollado entre ellos una singular enfermedad, insólita en el más alto grado, que aun hace estragos en nuestros días y lleva el nombre de «Mañana».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 373
 
 
También debo explicarte aquí, el extraño fenómeno que pude comprobar durante mis observaciones y estudios de las formaciones y las presencias, ya casi degeneradas, de tus favoritos, es decir, que en muchos de ellos, hacia el fin de su existencia planetaria, la mayoría de las propiedades de aquel dichoso órgano que había cristalizado en sus presencias comunes por error de un Altísimo individuo Sagrado, comienzan a atrofiarse por sí mismas hasta desaparecer, algunas de ellas, incluso, por completo. Como consecuencia natural de lo cual, dichos seres comienzan a ver y percibir la realidad, en forma un poco más exacta. En estos casos, surge en ellos un fuerte deseo, de trabajar sobre sí mismos, de modificar sus presencias, a fin de lograr, como ellos dicen, la «salvación de sus almas».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 375
 
 
La práctica de enseñar y sugerir a los niños que se muestren hipócritas y falsos en todas las cosas con los demás, se ha arraigado tanto entre los seres del planeta Tierra de la edad contemporánea, que ha llegado, incluso, a reemplazar la noción del deber natural para con los niños; y este tipo de conducta hacia los niños es designado por ellos con la famosa palabra «educación». Los terráqueos «educan» a sus hijos a no obedecer jamás, ni a atender los dictados de la «consciencia» presente en ellos, enseñándoles a comportarse, en cambio, de acuerdo con lo prescrito en los manuales de «buen tono» escritos, por lo general, por diversos candidatos a «Hanasmussianos». Y claro está que cuando estos niños crecen y se convierten en seres responsables, actúan y se manifiestan de manera automática, exactamente como se les enseñó en el tiempo de su formación, es decir, según el modo en el cual se les ha sugestionado, se les ha dado cuerda, o sea, o sea se les ha educado. Gracias a todo ello, la «consciencia moral objetiva», que podría aparecer, desde la más temprana infancia, en el consciente de los seres de ese planeta, se ve poco a poco «replegada» hacia el interior y se encuentra entonces, cuando ellos crecen, en lo que ellos llaman «subconsciente». En consecuencia, el funcionamiento de los referidos datos para la generación en sus presencias de dicho impulso Divino de consciencia moral objetiva, fue cesando paulatinamente hasta caducar por completo hace ya mucho tiempo, en la participación de los procesos conscientes por medio de los cuales se rige su «vida de vigilia diaria». Por ello, querido niño, la cristalización en su presencia común de la Manifestación Divina que constituye en ellos los «datos» necesarios para el surgimiento de ese impulso eseral sagrado venido desde lo alto, solo tiene lugar en su «subconsciente» —que ha dejado ya de participar del proceso de su existencia de vigilia ordinaria— y por esa razón, estos datos han escapado a la degeneración a la cual se hallan sujetos todos los demás impulsos eserales sagrados, y que ellos también deben poseer en sus presencias, es decir, los impulsos de «Fe», de «Amor» y de «Esperanza». Además, si, por una u otra razón, las acciones de los Divinos datos cristalizados en su presencia para dicho impulso eseral, se manifestaran en ellos fuera del subconsciente y se esforzasen por participar en el funcionamiento de su consciencia ordinaria, anormalmente formada, no bien se percatasen de ello, tomarían medidas inmediatamente, a fin de evitarlo, pues ya se ha vuelto imposible, en las circunstancias prevalecientes en la actualidad, que individuo alguno pueda existir con el funcionamiento en su presencia de este impulso Divino de verdadera consciencia moral objetiva. A partir de la época en que el mencionado egoísmo hubo sido completamente «inoculado» en las presencias de tus favoritos, esta particular propiedad eseral se convirtió, a su vez, en el factor fundamental en la cristalización gradual, dentro de su psiquismo general, de los datos para el surgimiento de otros muchos impulsos eserales absolutamente particulares, que ahora existen entre ellos con los nombres de «malicia», «envidia», «odio», «hipocresía», «desprecio», «soberbia», «servilismo», «ambición», «falsedad», etc. Estas singulares propiedades psíquicas que acabo de enumerar, y que no convienen en absoluto a los seres tricerebrados, ya se habían cristalizado por completo en la presencia de la mayoría de tus favoritos, y eran atributos ineludibles del psiquismo de todos los individuos, aun antes de la época en que el Santo Ashyata Sheyimash fuera enviado al planeta Tierra; pero cuando las nuevas formas de existencia implantadas deliberadamente en ellos por el propio Ashyata Sheyimash, empezaron a fijarse en el proceso de sus vidas eserales, para mantenerse allí después automáticamente, esas extrañas propiedades, presentes con anterioridad en su psiquis, desaparecieron por completo de la presencia de la mayoría de los seres tricerebrados de aquel planeta. Más tarde, sin embargo, cuando ellos mismos destruyeron todos los resultados de los Santos Trabajos de este Amador Esencial Ashyata Sheyimash, estas mismas propiedades psíquicas, perjudiciales para ellos, volvieron paulatinamente a resurgir en todos los terráqueos, transmitiéndose luego por herencia hasta los tricerebrados contemporáneos, configurando finalmente el fondo mismo de su esencia.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 388
 
 
Todos los seres de aquel planeta comenzaron entonces a trabajar entusiastamente, a fin de adquirir en su consciente la Divina Función de la «verdadera Consciencia» y, con este propósito, como en todos los demás puntos del Universo, transubstanciaron sobre sí mismos lo que se conoce como los «Esfuerzos eserales obligoluados», que consiste en los cinco siguientes: Primer esfuerzo o deber: Adquirir en la vida eseral ordinaria todo lo realmente necesario para la satisfacción del cuerpo planetario. Segundo deber: Adquirir una constante e irrenunciable necesidad instintiva de perfeccionamiento en el sentido del Ser. Tercer deber: El esfuerzo consciente por conocer cada vez más acerca de las leyes de la creación del Mundo y de su mantenimiento. El cuarto: El deber, contraído desde el principio mismo de la existencia, de pagar por el nacimiento y por la propia individualidad lo antes posible, a fin de estar ya libres para aliviar todo lo posible el Dolor de nuestro PADRE COMÚN. Y quinto: El deber de ayudar siempre a los demás seres como a los pertenecientes a otras formas, en el rápido perfeccionamiento de sus presencias, hasta el grado de «Martfotai» sagrado, esto es, hasta el grado de la autoindividualización.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 397
 
 
Conocí por casualidad los detalles relacionados con las circunstancias que rodearon la aparición de ese Lentrojamsanín y su formación como ser responsable, en el curso de las investigaciones que hice sobre el extraño psiquismo de tus favoritos, cuyos diferentes aspectos ocasionaron la destrucción total de todas las beneficiosas formas y costumbres especiales incluidas en el proceso de su vida eseral que habían sido introducidas y sólidamente fijadas, por la excepcionalmente previsora Razón de nuestro actual Individuum Omnicósmico Muy Santo Ashyata Sheyimash, durante el período en que él se preparaba para llegar a ser lo que actualmente es para todo el Universo. Fue así como supe que ese Lentrojamsanín surgió o, como se dice en aquellas latitudes, «nació», en el continente de Asia, en la capital de Nievia, que tenía entonces el nombre de Kronbujón. Fue concebido por la fusión de dos «Hexioejaris» heterogéneos, formados en dos seres tricerebrados «Kestchapmartnianos» ya bastante viejos. Sus «fuentes productoras» o, como se dice allí, sus «padres», habiendo escogido como lugar de residencia permanente la capital de Nievia, se trasladaron allí tres años terrestres antes de la venida del que más tarde habría de ser un «Hasnamuss» Universal.
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 402
 
 
Así comenzaba este «Kasheiratlir»: «La mayor felicidad del hombre consiste en no depender de persona alguna y en hallarse libre de la influencia de toda personalidad ajena a su propio ser, cualquiera que ésta sea».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 406
 
 
Si se quisiera caracterizar estos aspectos independientes del «espectro» de impulsos «Naluonosnianos», de acuerdo con las ideas de tus favoritos, y expresarlos en su lengua, se los definiría de la forma siguiente:
 
1.     Toda clase de depravación, tanto consciente como inconsciente.
2.     La satisfacción íntima que se experimenta al inducir a otro en error.
3.     La irresistible tendencia a destruir la vida de otras criaturas.
4.     La urgencia por liberarse de la obligación de cumplir con los esfuerzos eserales demandados por la naturaleza.
5.     Las tentativas de todo tipo para ocultar artificialmente de los demás los defectos físicos que ellos le reconocen a uno.
6.     El goce tranquilo de lo que no se ha ganado personalmente ni se merece.
7.     El esfuerzo por ser lo que uno no es.
 
Este cierto «algo» que surge en la presencia de determinados individuums debido a los impulsos Naluonosnianos antes enumerados, además de ser la causa en estos mismos individuos de las llamadas «consecuencias expiatorias dolorosas», tiene también la particularidad de que tan pronto como la acción de una de esas «tendencias imperiosas», deja de actuar en uno de estos individuos, la irradiación propia de uno u otro aspecto de la manifestación de este «algo» adquiere un gran poder de influencia sobre los seres circundantes, convirtiéndose en un factor para la generación de los mismos impulsos en ellos.
En la presencia común de todo ser tricerebrado pueden darse, durante el proceso de su existencia planetaria, cuatro clases de individuos «Hasnamusses» independientes:
 
  • A la primera clase pertenecen aquellos seres tricerebrados que, durante la adquisición en su presencia común de aquel «algo», solo poseen todavía su cuerpo planetario y que, durante el proceso de su sagrado Raskuarno, se hallan sujetos a las consecuencias que acarrean las propiedades de este «algo» en su presencia, por lo cual son destruidos como tales para siempre.
  • La segunda clase de individuo «Hasnamuss», comprende los seres tricerebrados en cuya presencia común ya se ha revestido el cuerpo Kesdyan pero con la participación de ese mismo «algo». Desde ese momento adquieren la propiedad «Turinorino» —tal como es propio de dicha formación cósmica—, esto es, que no están sometidos a la descomposición en ninguna esfera de aquel planeta en el que han surgido, pero que deben existir tal cuales, sometiéndose a ciertas transformaciones, hasta la desaparición en ellos de este «algo».
  • La tercera clase de individuo «Hasnamuss» es el cuerpo eseral superior o «alma», en cuyo revestimiento participa este «algo». Esos cuerpos también adquieren la propiedad «Turinorino», pero propia, esta vez, del cuerpo eseral superior; es decir, que ellos dejan de estar sometidos a la descomposición, no solo en las esferas de aquel planeta en que tuvo su surgimiento el individuo, sino en todas las demás esferas del Gran Universo.
  • La cuarta clase de individuo «Hasnamuss» es semejante a la tercera, pero con la diferencia de que el «Hasnamuss» de la tercera clase tiene la posibilidad de «purificarse», un día u otro librándose de este «algo», mientras que, para los de la cuarta clase esa posibilidad está perdida para siempre. Por ello, esta cuarta clase de «Hasnamusses» se denominan con la expresión de «Individuos Hasnamusses Eternos».
 
En estas cuatro clases de individuos «Hasnamusses», debido a la posesión en sus presencias de este «algo», las mencionadas «consecuencias expiatorias dolorosas» no conllevan los mismos sufrimientos y corresponden a la vez a su naturaleza propia y a las «responsabilidades objetivas», tales como ellas fluyen de la previsión original y de la esperanza de nuestro PADRE COMÚN, con respecto a esas realizaciones cósmicas.
En los «Hasnamusses» de la primera clase, —es decir, cuando ese «algo» ha sido adquirido por un ser dotado tan solo todavía de un cuerpo planetario—, la descomposición de este último no se desarrolla de acuerdo con la regla general, es decir que el cese del funcionamiento en su organismo de toda clase de impulsos experimentados no tiene lugar simultáneamente con la proximidad del sagrado «Raskuarno», esto es, la muerte.
Pero el proceso del sagrado Raskuarno comienza en él ya durante su existencia planetaria, desarrollándose parcialmente, es decir que cada una de sus partes va dejando gradualmente de participar en su presencia común, y lo mismo cada una de sus «localizaciones espiritualizadas independientes», o sea que, como dirían tus favoritos, en un individuo de este tipo muere primero uno de sus cerebros con todas las funciones que le corresponden; más tarde muere el segundo, y solo después tiene lugar la muerte definitiva del ser.
Además de esto, después de la muerte definitiva, se desarrolla la desintegración de todos los elementos activos de que se hallaba compuesto el «cuerpo planetario» dado, con mucha mayor lentitud que de costumbre y por otra parte, permanece sometida a la acción inextinguible —atenuada tan solo en proporción con la volatilización de los elementos activos— de los «impulsos naluonosnianos» sentidos durante la vida, los que no disminuyen sino en función de la volatilización de los «elementos activos».
En la segunda clase de individuos «Hasnamusses», —en cuya presencia común ya ha revestido el cuerpo Kesdyan— los sufrimientos expiatorios consisten, para esas desafortunadas formaciones liberadas del cuerpo planetario del ser tricerebrado, primero en la imposibilidad de perfeccionarse sin tener que revestirse de un cuerpo planetario, ni de llegar a eliminar de su presencia ese maléfico «algo» —adquirido a veces sin culpa de su parte— lo cual representa siempre y en todas partes en el Universo, un obstáculo para el flujo correcto del «proceso Trogoautoegocrático Cósmico común», y por otro lado, debido a la propiedad del «Turinorino» presente en el individuo, esto es, la propiedad de no hallarse sujeto a la descomposición en ninguna esfera del sistema solar en que se ha formado, debe inevitablemente revestir un nuevo cuerpo planetario, y en la mayoría de los casos, con la forma exterior de un ser «uni» o «bicerebrado», lo que los obliga —en vista de lo breve que es, en general, la duración de la existencia de los seres correspondientes a estas formas planetarias—, a recomenzar todo perpetuamente, bajo la forma de otro ser del mismo planeta, con una completa inseguridad acerca del resultado final de este revestimiento.
Y en cuanto a la tercera clase de individuos «Hasnamusses», —constituidos por cuerpos eserales superiores de seres tricerebrados en cuyo revestimiento ha participado ese «algo», pero a tal nivel que la posibilidad de deshacerse de él no se ha perdido para siempre— su problema es más terrible todavía. Ya que como surgimientos eserales superiores —destinados, conforme a la previsión del PRINCIPIO DE LA FUENTE ORIGINAL DE TODO CUANTO EXISTE a servir de ayudantes en la administración del Mundo Omnicreciente, los que los tornaba responsables, una vez acabada su formación y aun antes de que estuviesen perfeccionados en Razón, de toda manifestación subjetiva, tanto voluntaria como involuntaria— tienen la posibilidad de lograr eliminar de su presencia ese «algo», solo y exclusivamente mediante la acción de los resultados de los deberes de Partkdolgdeliberadamente cumplidos, es decir, de los «trabajos conscientes y sufrimientos voluntarios».
De lo cual se desprende que esos cuerpos eserales de índole superior, deben padecer siempre, inevitablemente, conforme al grado de «conocimiento de su propia individualidad», hasta que ese «algo» sea destruido por completo de su presencia común.
Como lugar designado para los padecimientos de estos individuos «Hasnamusses» de jerarquía superior, los MUY SAGRADOS INDIVIDUOS SUPERIORES, hasta han escogido deliberadamente, entre todas las concentraciones cósmicas, cuatro planetas desarmonizados en su funcionamiento general, situados en los más lejanos y diversos rincones de nuestro Gran Universo.
Uno de esos cuatro desarmonizados planetas, llamado «Expiación» fue especialmente preparado para los «Individuos Hasnamusses Eternos» y los otros tres para los «cuerpos eserales superiores» de los Hasnamusses que aún tienen en su presencia la posibilidad de eliminar de sí mismos este algo maléfico.
Estos tres pequeños planetas tienen los nombres de:
 
  • Remordimiento de conciencia.
  • Arrepentimiento.
  • Autocensura.
 
Es interesante notar aquí que de todos los «cuerpos eserales Superiores» revestidos y perfeccionados bajo toda suerte de formas exteriores de seres tricerebrados de todo el Universo, solo han llegado hasta el presente al planeta «Expiación», trescientos trece «cuerpos eserales Superiores», dos de los cuales surgieron en tu planeta favorito, siendo uno de ellos nada menos que el «cuerpo eseral superior» de Lentrojamsanín.
En aquel planeta «Expiación», estos «individuos Hanasmusses eternos» deben soportar constantemente los inconcebibles sufrimientos llamados «Inkiranondeles», que no difieren gran cosa del llamado «Remordimiento de Conciencia», solo que son muchísimos más penosos.
«La principal tortura consiste en que esos “cuerpos eserales superiores” deben soportar esos terribles sufrimientos con plena consciencia de no tener ninguna esperanza de que cesen algún día».
 
George Ivanovich Gurdjieff
Relatos de Belcebú a su nieto, página 416-417-418

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