Canto del frío
En casa hace frío, un frío amargo;
lobos andan corriendo por mi casa,
los vidrios se han poblado de osos,
mi mujer, yo y mis hijos tiritamos
sin poder ayudarnos.
Y nadie lo ve ni quiere escucharlo.
No lloren, oh, no lloren: las lágrimas,
aun calladas
pueden, Dios nos guarde,
quedárseles en los ojos congeladas.
En casa hace frío. Tengo miedo,
el pánico me asalta en casa
y salgo a las calles desoladas.
Ando por sobre personas congeladas
como árboles hachados,
con manos caídas en un terror enmudecido
como en un desolado, inútil grito
pidiendo socorro
o saludándome acaso, precisamente a mí,
con un saludo tan rígido.
Yitzhak Katznelson
Canto del hambre
Ven, salgamos a la calle, querida;
ven a morir por las calles,
sobre las duras, tristes veredas.
Y trae contigo a nuestros pálidos hijos.
Trae al mayor; trae al mediano;
trae a nuestro tercero que es aún muy joven
pero que también ha de lograr, como un judío adulto,
irse muriendo por la calle, de hambre.
Ven a la calle, ven a Karmelitzka;
entre la variedad humana no desentonamos;
hay por Karmelitzka un gran tumulto:
unos andan, otros caen, otros permanecen sentados.
¡Ven afuera! Oh, sal de casa,
una casa vacía; me avergüenzo ante mí mismo
permaneciendo tendido allí, vivo, en la fosa;
un hambriento no debe morir en su casa, solitario.
En la calle no hay de qué avergonzarse;
uno sale, hinchado, se tiende.
allí se muere al por mayor;
Por la calle va muñéndose toda junta una legión.
También nosotros nos tenderemos sobre las veredas;
no, tendernos no, iremos cayéndonos;
no, no, cayéndonos tampoco; nos acostaremos, un corazón contra el otro
a morir, a morir como todos.
Ven a la calle.
Yitzhak Katznelson o Itzhak Katzenelson o Iizjok Katzenelson o Jizchak Katzenelson
No hay comentarios:
Publicar un comentario