«… Amad a los hombres con el mismo amor con que os he amado. Y servid a vuestros semejantes como yo os he servido… Servidlos con el ejemplo… Y enseñad a los hombres con los frutos espirituales de vuestra vida. Enseñadles la gran verdad… Incitadlos a creer que el hombre es un hijo de Dios… ¡Un hijo de Dios!… El hombre es un hijo de Dios y todos, por tanto, sois hermanos…»
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 22
Que la fe ilumine el mundo y que la revelación de la verdad abra los ojos cegados por la tradición. Que vuestro amor destruya los prejuicios engendrados por la ignorancia.
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 64
«… Aprende a pensar en las consecuencias de tus palabras y actos. Recuerda que la cosecha es obra de la siembra. Reza por la tranquilidad de espíritu y cultiva la paciencia. Con fe viva, estas gracias te sostendrán cuando llegue la hora de beber la copa del sacrificio. No temas nunca…»
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 67
«Los ríos van todos al mar y la mar no se llena»
«Que el honor de tu amigo te sea tan querido como el tuyo propio»
«No te fíes de ti mismo hasta el día de tu muerte».
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 258
«Ve con los sabios y te harás sabio. Al que necios se acerca le llega la desdicha».
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 258
«Todo te ha sido dado como préstamo y una red se extiende sobre ti»
«No juzgues en solitario. Como mucho, júzgate a ti mismo».
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 259
«Que tu amor no dependa de las cosas, ni de lo que tienes, sino de lo que eres»
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 260
«Creí no tener nada, pero, al descubrir la esperanza, comprendí que lo tenía todo»
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 275
Después le tocó el turno a Eliseo. Le entregó una bolsita de arpillera y, sonriente, aclaró: —Son «sueños»…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 275
— ¿Estás diciendo —manifestó el ingeniero con incredulidad— que ahí fuera hay vida inteligente? —Mírame… ¿Me consideras inteligente? Eliseo, aturdido, balbuceó un «sí» —Pues yo, hijo mío, procedo de «ahí fuera», como tú dices…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 415
—El Hijo del Hombre ha venido también para sanear la memoria humana. Ahora, no por vuestra culpa, se halla enferma. Dominada por la oscuridad. Sujeta al error y a la desesperación. Yo soy el fuego que purifica. Yo os traigo la esperanza. Yo os anuncio que, a pesar de las apariencias, todo está por estrenar. Dios, el Padre, está por «estrenar»…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 434
Ignorancia y escepticismo tienen arreglo. Recuerda: para dar sentido a tu vida, para saber quién eres, qué haces aquí y qué te aguarda tras la muerte, sólo precisas de la voluntad. Si quieres, puedes «saber»…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 440
— ¿Cómo, Señor? Tú mismo acabas de reconocerlo… Somos finitos, limitados, lo último de lo último… Parece que el Jefe se descuidó al pensar en nosotros… El Maestro acogió la broma con dulzura. —No, querido «pinche»… En el reino de Ab-bá no hay descuidos. Todo se halla minuciosamente planificado. Y, aunque no lo creas, vosotros, los «destrozapatos», sois y seguiréis siendo la admiración de los universos. — ¿Nosotros? — ¿Imagina por qué? —Ni idea… —Vosotros, lo más denso y limitado, poseéis algo de lo que no disfrutan otras criaturas, creadas en perfección: tenéis la maravillosa virtud de ascender y progresar…, sin saber, sin haber visto. Tenéis la envidiable capacidad de creer, de confiar…, sin pruebas. —Exageras… El Galileo negó con la cabeza. —No, no exagero. Y ése es el «cómo». Ésa es la respuesta a tu pregunta. Al Padre, de momento, sólo puedes buscarlo con la ayuda de la confianza. Ése es el plan. Eso es lo establecido. Progresar. Progresar. Progresar…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 443
— ¿Cómo, Señor? Tú mismo acabas de reconocerlo… Somos finitos, limitados, lo último de lo último… Parece que el Jefe se descuidó al pensar en nosotros… El Maestro acogió la broma con dulzura. —No, querido «pinche»… En el reino de Ab-bá no hay descuidos. Todo se halla minuciosamente planificado. Y, aunque no lo creas, vosotros, los «destrozapatos», sois y seguiréis siendo la admiración de los universos. — ¿Nosotros? — ¿Imagina por qué? —Ni idea… —Vosotros, lo más denso y limitado, poseéis algo de lo que no disfrutan otras criaturas, creadas en perfección: tenéis la maravillosa virtud de ascender y progresar…, sin saber, sin haber visto. Tenéis la envidiable capacidad de creer, de confiar…, sin pruebas. —Exageras… El Galileo negó con la cabeza. —No, no exagero. Y ése es el «cómo». Ésa es la respuesta a tu pregunta. Al Padre, de momento, sólo puedes buscarlo con la ayuda de la confianza. Ése es el plan. Eso es lo establecido. Progresar. Progresar. Progresar… — ¿Aquí? ¿En este basurero? —Aquí, en este atormentado mundo —le corrigió—, en los que te reservo después y siempre… Ya me has oído. Para llegar a la presencia de Ab-bá, primero debes recorrer un largo, muy largo, camino. Ése es el objetivo. Ésa es la única razón de tu existencia: una aventura fascinante…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 443
Estás en este mundo para VIVIR. El ingeniero no pudo contenerse. —Claro, Señor. Obvio… —No… Jesús me señaló y prosiguió: —Escríbelo con mayúsculas… VIVIR… No he dicho vivir, tal y como vosotros lo entendéis. Si el Padre os ha puesto aquí es por algo realmente interesante… Interesante para vosotros. Escuchadme: ¡sois inmortales! Ahora os encontráis sujetos en esa envoltura carnal pero, en breve, cuando entréis en los mundos que os tengo reservados, este cuerpo sólo será un recuerdo. Un recuerdo cada vez más difuso… ¡VIVID, pues, la presente experiencia! ¡VIVID con intensidad! ¡VIVID con amor! ¡Con sentido común! ¡Con alegría! Y recordad que sólo tenéis esta oportunidad. Después, tras la muerte, VIVIRÉIS de otra forma…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 465
—… Si tu corazón se abre y se hace aliado de la vida, si te abandonas a su voluntad, nada, dentro o fuera de ti, te hará temblar. Como un prodigio, tu alma caminará segura. Nada, querido ángel, ¡nada te hará retroceder! Y esa sensación, ese sentimiento de seguridad te escoltará hasta el fin de tus días. «Pero no os equivoquéis. Al mismo tiempo que ese afortunado hombre crece, así desaparece… —No entiendo. —Es fácil, querido «pinche». El Amor que se derrama desde el Padre es turbulento. No sabe del reposo. Y deberás irradiarlo. Compartirlo. Catapultarlo. No es de tu propiedad. Pues bien, un día, sin previo aviso, caerás en la cuenta de algo igualmente maravilloso: ¡no existe!, ¡Has desaparecido para ti mismo! ¡No cuentas! ¡No exiges! ¡No precisas! ¡No reclamas! Y rubricó la revelación con la mejor de sus sonrisas. — ¡Habrás triunfado! En ese momento, al fin, habrás comprendido, querido «socio»… — ¿Y qué pasa si me guardo ese Amor para mí mismo? —Se escurriría, sin remedio, por la sentina del buque. Sería una lástima. Tendrías que empezar de nuevo… Aquel que intenta encarcelar la verdad…, la pierde. Sois hermanos. Y te diré más: eso que propones no sucede jamás en un auténtico «socio». Te lo dije: se trata de un viaje sin retorno. Si Él te «toca»… nada es igual. — ¡Socios de un Dios! —En efecto, Jasón. Y todo depende de tu voluntad… Si dices «sí», si te abandonas en sus manos, si te dejas gobernar por ese «piloto» interior, romperás las barreras que te limitan. Y tu capacidad de asombro será desbordada una y otra vez. Todo, a tu alrededor, estará a tu servicio. Tú «sí» es el «sí» de Ab-bá. En palabras sencillas: habrás encontrado una mina de oro… El ingeniero, eufórico, le interrumpió. — ¡Aunque sea de carbón, Maestro! Jesús rió con ganas. Después, terminando la inconclusa frase, nos dejó boquiabiertos. —…Habréis encontrado una mina de oro… ¡que funciona sola! Y preguntó: — ¿Os animáis?… ¡Es gratis! Entonces, señalando la casi extinguida fogata, se apresuró a comentar: —Pensadlo. Ya me diréis… Mejor dicho, se lo diréis a Él… Y ahora… descansad. Y añadió socarrón: —Si podéis…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 466
—… Más allá de lo que veis existen otras realidades, tan físicas y concretas como esa luna, que pertenecen al mundo de lo no material. Ese mundo invisible e inconcebible para vosotros constituye en verdad la auténtica «realidad».
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 474
Cuanto más importante y serio es un asunto, más humor necesita…
J. .J. Benítez
Hermón
Caballo de Troya 6, pág. 504
No hay comentarios:
Publicar un comentario