Desde hace más de 20 años estoy en contacto con un grupo de
extraterrestres que, si bien es cierto, son parecidos en su fisonomía a
nosotros —o, tal vez, nosotros nos parecemos a esos «visitantes»— son
«distintos» al hombre por su avanzada tecnología y comprensión del Universo.
Forman parte de un conglomerado de civilizaciones muy evolucionadas que desde
hace miles de años observan y visitan la Tierra. Soy uno de tantos testigos que
afirma haberles visto. Incluso, tuve la oportunidad de visitar, físicamente, el
interior de sus naves —lo narraré más adelante—. A lo largo de este tiempo he
comprobado sus intenciones pacíficas y éticas, y cuán importante es la raza
humana para el Universo.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 8
Todas estas experiencias fueron coordinadas con seres
extraterrestres que afirman provenir de un planeta próximo a la estrella Alfa B
en la constelación de Alfa Centauro. Conocemos a esos seres como «apunianos».
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 9
En los cielos de Chosica vi las primeras «luces caminantes».
Para un niño que contemplaba la noche estrellada de la sierra —un privilegio
al que la ciudad de Lima, por la bruma del mar, tiene vetado casi todo el año—
eran solo «satélites». Pero «satélites» que se detenían, hacían zig-zags o
cambios bruscos en su dirección…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 11
Luego supe, que esa «voz mental» que me «habló», pertenecía
a Antarel de Apu, un ser extraterrestre de aspecto nórdico que conocería, más
tarde, físicamente…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 8
Aquellos «forasteros» se dirigieron hacia él y le hablaron
en su propio idioma, el yugoslavo… Algunos de sus compañeros en la planta
sabían de estas visitas, y le pidieron calma a Kapetanovic, que no se alarmara,
que esos seres eran amigos y que habían curado de múltiples enfermedades a
mucha gente de los pueblos andinos de la zona. Los llamaban «apunianos» … Apu
—luego le dirían estos seres a Kapetanovic en futuros encuentros—, era su
mundo de origen. Una palabra que recuerda a su símil en quechua, y que
significa «montaña» o «señor». ¿Era solo una casualidad? ¿Tendrá alguna relación
con el mundo de origen de esos seres extraterrestres, que lo describen como un
planeta montañoso? ¿Por esta razón sus principales instalaciones en la Tierra
están bajo grandes montañas?
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 17
«Al principio —solía decir Vlado Kapetanovic— no creí que
esos humanos, altos y rubios, fueran extraterrestres. Con mis memorias de la
Segunda Guerra Mundial pensé que eran espías de alguna nación, con prototipos
militares avanzados, y que me estaban persiguiendo. De hecho, los denuncié en
una comisaría local. Pero luego, con las demostraciones telepáticas, psíquicas
de toda clase, y también tecnológicas que me dieron, me terminé de convencer de
que no eran de este mundo…».
Vlado murió en Perú en 2005. Le conocí en persona, ya que
ambos fuimos invitados a congresos sobre los ovnis en Lima. Era un hombre de
fuerte carácter, pero amable y humilde, que se emocionaba al referirse a sus
«hermanos de Apu». Sus experiencias quedaron registradas en varios libros que
publicó de forma «novelada» bajo el seudónimo de «Vitko Novi»
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 18-20
Con el transcurrir de los años, comprendí que estos seres
tienen muchas limitaciones de acción en nuestros asuntos —al menos los que
vienen con intenciones amistosas y respetan nuestro libre albedrío—. Pero, aun
así, dentro de esas limitaciones de «no intervención», le comunicaron a
Kapetanovic el desastre que se avecinaba para Yungay. Pero no fue escuchado.
Incluso, pocos años antes de la catástrofe, Yungay fue sacudida por una intensa
oleada ovni, como si los extraterrestres estuviesen intentando llamar la
atención. Hay un registro de ello en 1967. Si no se trata de un fraude, son las
mejores fotografías de estos objetos en la historia ufológica del Perú.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 20
Kapetanovic, como ya dije, fue el primer «contactado» que
habló públicamente de los seres de Apu: extraterrestres que eran viajeros
espaciales, que perdieron su mundo de origen, y que más tarde se establecerían
en otros puntos del cosmos, como la región estelar de Alfa Centauro y, más
tarde, en bases subterráneas en la Tierra.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 22
En aquellos primeros años de contacto con los apunianos, fui
aprendiendo que no solo habían evolucionado tecnológicamente: además de
científicos, eran súper psíquicos, tal y como Kapetanovic lo había mencionado.
De hecho, Antarel y los «guías extraterrestres» —como habitualmente se les
llamaba— se presentaban como «Doctores Mentales», una suerte de antropólogos
telépatas que fueron destinados para el contacto cercano con nosotros. Fueron
ellos quienes sugirieron que nuestro entrenamiento para recibir sus mensajes se
debía basar en técnicas de relajación, concentración y meditación.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 25
El 30 de agosto de 1997 tuve el primer encuentro físico con
Antarel. Fue en Chilca, pero en la zona del desierto, unos 15 km en dirección a
las montañas —el principal escenario de contacto del «Grupo Rama», y en donde
JJ. Benítez tuvo su «bautismo de fuego» al ver dos ovnis, en un avistamiento
convocado en 1974 por «Kulba» de Apu, a través de un mensaje recibido por
Carlos Paz Wells; es decir, el famoso avistamiento de Benítez, fue «coordinado»
por un «apuniano»—. El encuentro que viví con Antarel fue intenso, pues era la
primera vez que veía, materialmente, a mi «interlocutor telepático». Los
apunianos, como ya mencioné, tienen una altura media de dos metros. Pero
Antarel es uno de los más «altos»: mide 2.70 m de estatura. Un verdadero
gigante… Su aspecto es el de un hombre de 35 años, atlético, de rasgos nórdicos
y ojos oblicuos. Vestía un enterizo metálico color plata pegado al cuerpo, como
si fuese una segunda piel. En nuevos contactos, en donde pude estar más cerca
de él, comprobé que sus ojos son de un color miel, que resaltan en su impecable
piel blanca; el cabello, muy fino, es un rubio platinado, prácticamente cano,
que lleva largo hasta los hombros. Su apariencia es tan bella, que si lo
hubiese visto hace 3000 años, pensaría que estuve frente a un «ángel» … En ese
primer contacto concertado con Antarel en el desierto peruano —que narré en mi
libro «El Legado Cósmico»—, fui invitado a subir físicamente a una de sus
naves. Experiencia que no pude afrontar por el «manojo de nervios» en que me
había convertido ante semejante situación… Sin embargo, en ese momento, Antarel
me tranquilizó con un mensaje mental, y me dijo, fraternalmente, que esperarían
a que estuviese listo para acompañarlos dentro de sus vehículos. Nunca me
imaginé que estaría dentro de sus naves, y en dos ocasiones…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 26
Antarel y otros seres extraterrestres que entraron en
contacto con diversos testigos en el Perú, fueron narrando, poco a poco, los
entretelones de una «historia cósmica» que me ha sido muy difícil de digerir…
Suena como un relato de «Ciencia- Ficción». Pero —también lo debo decir—, si
todo lo que nos contaron es verdad, la visita de estos seres adquiere mayor
sentido y profundidad.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 28
Una «agenda» mayor No será nada fácil sintetizar tan
extraordinaria historia. Pero haré el esfuerzo… Ellos afirman que el Universo
alberga múltiples dimensiones, mundos y civilizaciones inteligentes. Y que cada
una de estas «realidades» involucra distintos niveles de consciencia. En este
inmenso escenario —aseguran—, las civilizaciones extraterrestres que nos precedieron
alcanzaron un altísimo desarrollo tecnológico. Sin embargo, algunas de ellas,
al volverse tan «mentales» y «científicas», fueron perdiendo contacto con sus
emociones, quedando así estancadas en el proceso de evolución. Todo esto los
llevó a comprender que debían retomar sus orígenes. Aquí entramos nosotros: el
ser humano se transformaría en un «espejo» para que ellos pudiesen recordar y
enrumbar los pasos. Pero todo esto no fue al azar: la aparición del ser humano
formaba parte de un proyecto en diversos planetas para sembrar «una nueva forma
de vida» que fuese, al mismo tiempo, una síntesis del Universo existente. Así,
esa forma de vida, a través de una experiencia diferente de crecimiento,
encontraría el eslabón perdido que necesitaba el Universo para salir del
estancamiento. La Tierra y los seres humanos somos parte de ese proceso que los
extraterrestres denominan «Plan Cósmico». De acuerdo a los guías
extraterrestres, este «Proyecto Maestro» contiene tres partes básicas: Dónde
llevar a cabo el proyecto. Ello dictaminaba ubicar un «planeta muerto», para
restituir en él la vida a través de una dimensión paralela. De acuerdo a estos
seres, ese era el caso de la Tierra, que originalmente había sido devastada por
el impacto de lluvia meteórica. Supuestamente, ello ocurrió hace más de 1200
millones de años… ¿Cómo «rescataron» a la Tierra? Según ellos, un grupo de
científicos extraterrestres, procedente de algún lugar de las estrellas
Pléyades, realizó un viaje en el tiempo, «llegando» a nuestro planeta «antes»
de que este muriese, creando a partir de ese momento una realidad paralela de
cara al futuro: una especie de paradoja espacio-tiempo, en donde nuestro mundo
podría sobrevivir y albergar, más tarde, a los seres humanos. Ignoro qué clase
de tecnología puede afectar la realidad de todo un planeta. De hacer viajes en
el tiempo y de crear —o solo «reubicar» al planeta— en una dimensión paralela.
Mientras escribo estas líneas, ese «tiempo alternativo», que se activó para que
la Tierra tuviese un futuro con humanos, se está fundiendo con el «real tiempo
del Universo». Es decir: estamos pasando a «existir» en la matriz de donde
proceden los extraterrestres. Una matriz de «múltiples dimensiones». Nuestra
«inserción» —que empezó luego del 21 de diciembre de 2012, coincidiendo con el
final de la «Cuenta Larga» de los mayas— representa grandes cambios en las
civilizaciones extraterrestres. Es un proceso largo y gradual que ya está en
marcha y que los seres del cosmos denominan simbólicamente «tercer tiempo». Propiciar
la forma de vida del proyecto. Ya en una realidad paralela, se sembrará la vida
en el planeta «rescatado». Ayudando a la naturaleza, se establecerá el mejor
marco para el desarrollo de las especies. Ello involucró, inclusive, la
modificación genética de antiguos antropoides a manos de un grupo de mentes
extraterrestres que, según el relato de los «guías», proceden, como ya mencioné
en el episodio del «tiempo alternativo», de las estrellas Pléyades. De acuerdo
a ello, así nació el ser humano u homo sapiens, siendo este originalmente de
raza negra. La «intervención» se produjo en África, en un lugar que diversos
textos esotéricos asocian al mundo perdido de «Lemuria». Asistir la forma de
vida del proyecto. Como parte de este enorme plan de aprendizaje y evolución,
los extraterrestres propiciarán en la Tierra la inserción gradual de
conocimientos. De esta manera habrían germinado las primeras grandes
civilizaciones de nuestro mundo —la mayoría de ellas desconocidas por
nosotros—. No obstante, hubo un detalle en este proceso: al notar los
extraterrestres que su presencia estaba generando dependencias, decidieron
«marcharse» y dejar solo al ser humano, para que por mérito propio
redescubriese su misión. Según Antarel, en esta etapa hubo muchas «interferencias»
de otras civilizaciones extraterrestres que no veían con buenos ojos la misión
del ser humano —de ser «puente» con el Universo—. Estas disputas
extraterrestres se ven bien reflejadas en leyendas y textos antiguos de la
cultura egipcia y sumeria. Actualmente diversas civilizaciones del espacio
cósmico nos observan con agudo interés, pues todo lo que logre el ser humano
puede repercutir en ellos y en sus mundos de origen…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 8
Las misiones secundarias La agenda de estos seres —distintas
civilizaciones organizadas, que actúan en nuestro plano de percepción material,
pero que obedecen a un designio superior emanado por conciencias de universos
no-físicos—, requirió de la aplicación de distintos programas de contacto en
la Tierra. La intención era crear grupos de trabajo que pudiesen estar en
conexión con los «emisarios» extraterrestres que sirven a ese «Plan Cósmico».
Así nacieron las denominadas «misiones secundarias». Esas misiones, aunque en
sintonía con el «Plan Mayor», tenían sus objetivos específicos, fases y etapas
de ejecución. Para los extra- terrestres era también una suerte de
«aproximación antropológica»: así conocerían más al ser humano y podrían medir,
sobre la marcha, cómo respondíamos ante una experiencia de contacto. La
experiencia con grupos en Perú era una de esas misiones secundarias.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 31
El programa, según los extraterrestres, tenía cuatro fases
de preparación que, de acuerdo a mi comprensión, se ajusta a cualquier
escenario de intercambio con seres de otros mundos: Aurón o «El Llamado al
contacto». Xendra o «Experiencias de confrontación». Lunar o «Recepción de
información». Xolar o «Irradiación del conocimiento adquirido». El proceso
tenía sentido. Luego del «llamado» —una sensación poderosa que te hace sentir
que formas parte de «algo», como si antes de ello hubieses estado «dormido»—
sobrevienen experiencias concretas de contacto que ponen en relieve la visita
de estos seres y sus intenciones de conectar con nosotros. Pero una vez
establecida esa conexión, surgirá una tercera etapa: el intercambio de
conocimiento. Ellos aprenderán del hombre —nuestros sentimientos, sueños,
acciones— y el testigo recibirá importantes conocimientos sobre la historia
cósmica de la humanidad, aunque de forma gradual y «paso a paso», todo de
acuerdo al nivel de consciencia y avance en el camino. Un camino de comprensión
que precipitará la cuarta fase: la irradiación del conocimiento adquirido. En
otras palabras, el momento en que nos transformamos en «soles» que irradian.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 32
En mi libro «Intraterrestres», le dediqué varias páginas a
Monte Shasta y su relación con una supuesta hermandad de maestros subterráneos:
un conjunto de seres evolucionados que vivirían dentro de la montaña y que, en
determinadas ocasiones, se han dejado ver. Este asunto, aparentemente desligado
al fenómeno de los ovnis y más cerca de lo esotérico, es una de las «llaves»
para entender lo que Shasta esconde…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 8
De acuerdo a los indios hopi, Shasta esconde un secreto.
Dicen que los sobrevivientes del hundimiento de Kasskara —un mundo sumergido en
el océano Pacífico— fueron trasladados hace unos 12 000 años hacia América en
«escudos volantes» y «pájaros de fuego» por unos dioses cósmicos llamados
Katchinas, denominación que se puede traducir como «venerable, juez y sabio».
Este dato es sorprendente ya que los hopi —actualmente afincados en una
reserva indígena de Arizona— consideran a Shasta como uno de los lugares donde
«aterrizaron» los pájaros de fuego con los supervivientes…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 47
Gracias a Josef F. Blumrich —el ingeniero de la NASA que
reconstruyó el esquema de la nave que vio y describió en los textos bíblicos el
profeta Ezequiel—, conocemos en buena parte estas leyendas, que el científico
norteamericano recopiló en su momento de boca del mismísimo líder Hopi «White
Bear» (Oso Blanco) en 50 horas de conversaciones registradas en su grabador.
Cuando uno se encuentra ante esas fascinantes historias no puede evitar la
pregunta de rigor: ¿Quiénes eran los Katchinas? ¿Por qué los hopi afirman que
esos dioses venían de las Pléyades? ¿Acaso una civilización extraterrestre
ayudó a los habitantes de Kasskara en su éxodo hacia Shasta? ¿Todo esto era
parte del «Plan Cósmico» que vimos páginas atrás? Según Blumrich, los Katchinas
eran seres físicos que necesitaron de naves para desplazarse. No se trata de la
figura etérea de un «dios», sino de cosmonautas… Pues bien, los supervivientes
de Kasskara —o «Mu», en su nombre esotérico, que se suele confundir con la
Lemuria del océano índico—, ayudados por esos seres de las Pléyades se habrían
refugiado en las entrañas de la montaña blanca para depositar en ella
importantes archivos y conocimientos de su civilización. Es decir: Shasta sería
una inmensa bóveda subterránea con antiquísimos archivos y reliquias de
culturas perdidas. Consultando en comunicación a los extraterrestres, ellos nos
confirmaron la extraordinaria historia hopi, y añadieron que bajo la zona en
donde se levanta el dormido volcán, poseen una importante base que agrupa a
distintas civilizaciones de otros mundos. Entre ellas, un laboratorio
científico de los apunianos… Ello podría explicar por qué Antarel eligió Monte
Shasta para los avistamientos programados y contactos físicos con ellos. De
acuerdo a Antarel, los apunianos tienen diversas bases en nuestro mundo —la
mayoría de ellas en los Andes—. Entre las que nos han podido revelar como las
más «activas» en la actualidad, figuran: Monte Shasta, Estados Unidos. Monte
Perdido, Pirineos, Francia-España. Siberia, Rusia. Región de Annapurna, Nepal.
Tepoztlán, México. Parque Nacional Huascarán, Perú. Andes de Huánuco y Cerro de
Pasco, Perú. Ausangate, Cusco, Perú. Base submarina, frente a las costas de
Chilca, Perú. Laguna Verde (Licancabur), Bolivia. Sierra de la Ventana,
Argentina. Talampaya, Argentina. Somuncura, Argentina. Base submarina, frente
al archipiélago de Chiloe, Chile. Además, Antarel señaló en un contacto que
poseen instalaciones en la Antártida. De acuerdo a ellos, la mayoría de estas
bases no son «estructuras permanentes», sino naves-laboratorio que se ubicaron
en enclaves de interés científico o sobre «nodos» de poder en nuestro mundo.
Algunas de esas «bases», son solo «puertas de entrada y salida» a niveles
«extradimensionales», como ocurre en Sierra de la Ventana, en la Argentina. Y
otras, son instalaciones mayores, como la que se ubica en el nevado Huascarán
en Yungay, en los Andes peruanos. Ello lo veremos más adelante… Si bien es
cierto los apunianos pueden manifestarse físicamente en cualquier lugar —si lo
quieren, en la propia habitación del testigo—, prefieren que las entrevistas
directas con humanos se desarrollen próximas a la ubicación de sus bases. Es
una especie de «protocolo». Si el testigo atiende la invitación de ellos, y
acude por decisión propia a una «zona de contacto» prefijada, se habilita a los
extraterrestres a dar mayor información. Son las «reglas» de aquellas
civilizaciones cósmicas que procuran interferir lo menos posible en la vida
humana. Intentan ayudar, pero dentro de esas limitaciones de acción. Una cosa
es lo que «pueden» hacer, y otra lo que «deben», de acuerdo a su escala de
valores y ética de comportamiento con una especie en aprendizaje como la
humana.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 47
Habitualmente me preguntan cómo uno se puede preparar para
vivir este tipo de experiencias. Ya mencioné que, si bien es cierto, existen
todo tipo de técnicas de meditación, que ayudan a relajarse y a elevar la
frecuencia personal para afrontar encuentros cercanos con seres que esgrimen
una alta tasa vibratoria, ellos, los extraterrestres, son quienes finalmente
deciden con quién, cómo y en qué circunstancias mostrarse. Sería infantil
suponer que esas personas son «elegidas». Yo no me siento así. No lo vivo así.
Comprendo que esto ocurre, como ya lo expliqué, por necesidades de un
«programa», que tiene sus objetivos y tareas. Pienso que algunos testigos de
contacto, como mi humilde caso, hemos formado parte desde siempre de ese «programa»
…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 59
No es mi interés formar «grupos» ni «seguidores», solo
compartir mi testimonio y un mensaje. Mi camino es libre, y por ello incito a
la libertad.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 60
Al margen de que empleo el término «extraterrestre» a lo
largo de este libro —para facilitar la comprensión de lo que narro a lectores
ajenos al tema—, mi percepción de ellos es distinta: son hermanos mayores del
cosmos. Criaturas que no son «mejores» que nosotros, sino razas más viejas:
civilizaciones muy antiguas que tienen mayor experiencia que la nuestra, pero
no por ello son «mejores». Solo están en un peldaño diferente en el proceso de
la evolución. Y, aun así, aguardan muchas cosas del ser humano. Y con esto me
refiero, como también ya expliqué, a las civilizaciones éticas y respetuosas
que han entablado comunicación con nosotros.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 60
Una segunda nave luminosa apareció en el cielo, sobre el
bosque en donde me encontraba. Pasó por encima y parecía dirigirse en dirección
al grupo. Pero algo me sacó de mi concentración. Algo que no esperaba: escuché
unos niños jugar cerca, como riéndose… «No puede ser —reflexionaba—, hay gente
acampando aquí…». Las voces provenían del claro adónde me dirigía…
Desconcertado, me acerqué… Y efectivamente, había un grupo de cinco o seis
niños, entre ellos una niñita rubia, todos ellos muy pequeños, jugando y dando
vueltas por la zona. Tenían unos siete años, y parecían ser niños
norteamericanos. En ese momento me olvidé del contacto… Pensaba: ¿Dónde están
sus padres? ¿Qué está pasando? Como hipnotizado, caminé hacia ellos. No parecía
inquietarles el que estuviera allí. Entonces vinieron hacia mí corriendo, y se
tomaron de las manos, haciendo una ronda a mi alrededor. Parecía «real» … Pero…
ni bien hicieron la ronda y empezaron a girar —en medio de mi sorpresa—, un
intenso «flash», como un resplandor blanco, muy brillante, salió de todas
partes y me obligó a cerrar mis ojos, mientras sentía cómo una fuerza poderosa
me «arrancaba» a una velocidad de vértigo hacia arriba… Tal y como me ocurrió
en Chilca el año 2001… De pronto, estaba de pie en un gran salón circular, al
que me tuve que acostumbrar, ya que la luz de ese «flash» aún permanecía en mi
vista. Solo distinguía la forma circular de ese recinto, en donde reinaba un
acentuado silencio. Y frente a mí, logré ver la silueta de dos personas… Me
hallaba dentro de todo tranquilo, tratando de tomar conciencia de la situación.
Entonces mis ojos se acostumbraron al salón, viendo que tenía unos 25 metros de
diámetro, y una gran puerta oval «abierta» en la pared circular. Y allí estaban
dos «guías» que conocía muy bien: Anitac y Antarel, erguidos a ambos lados de
esa puerta. Anitac se hallaba hacia mi izquierda, sonriente, sosteniendo en su
mano un cubo metálico negro —que me recordó un objeto similar al que vi en el
contacto de Chilca—. La guía extraterrestre vestía un enterizo plateado, con
sus manos y rostro descubiertos. Es una mujer de unos 40 años de apariencia, de
cabellos rubios muy claros, y de estatura más «normal», estimo un poco más de
1.70 m. No es el caso de Antarel… El gigante apuniano, que estaba hacia mi
derecha, y más próximo a mí, mide, como ya dije, unos 2.70 m. Sus cuerpos son
muy «perfectos». Pero no por un adiestramiento especial. Genéticamente son así.
Como una visión «perfeccionada» del ser humano, más estilizada. Pero al ver que
tienen nariz, boca, cabello, me hace suponer que sus mundos de origen no son
tan distintos al nuestro… Antarel tenía, también, un enterizo metálico similar
al de Anitac. Su cabello rubio-cano, largo, era tan lacio y brillante que
parecía «artificial». Sus ojos miel, tan humanos como los nuestros, irradiaban
algo que conocía. Algo que me hacía sentir parte de ellos… —Bienvenido otra vez
—me dijo, telepáticamente, mientras me sonreía. —Ustedes hicieron lo de los
niños… —les dije. —Recuerda que somos doctores mentales —respondió Antarel—;
podemos generar hologramas muy reales para ustedes. Lo hicimos para que te
relajaras antes de subir. —¿Y cómo sé que ahora no estoy en otro holograma?
—repuse, a pesar de que «sabía» que estaba físicamente allí, con ellos.
Antarel, aún sonriente y con expresión de ternura, se acercó hacia mí, haciendo
que todo mi cuerpo se estremeciera… Acercó su mano izquierda hacia mi pecho,
que tocó profundamente con sus gigantes dedos índice y medio, mientras,
mirándome a los ojos, me habló en perfecto español: «Ri… chard… Siempre estamos
con ustedes… Soy tu amigo, tu hermano…». No se cómo transmitir esto… Fue uno de
los momentos más intensos de la experiencia. Nunca antes los había escuchado «hablar»
… Sabía que ellos podían aprender nuestros idiomas, pero siempre emplearon en
los encuentros la comunicación telepática. Hablarme en mi lengua, y llamarme
por mi nombre «humano», mientras me tocaba el pecho… fue uno de los regalos más
maravillosos que he tenido en mi vida…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 64
Ver los ojos de Antarel, era como echar un vistazo al
Universo a través de un «ser humano de las estrellas».
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 69
—El paso del hombre por la Tierra es un «instante», hermano
—me dijo—. Nosotros tenemos otra percepción del tiempo y de la vida. Por ello
entendemos sus dudas, cuestionamientos y exigencias. Nos gustaría explicarles
muchas cosas, pero todo debe ser dosificado y en su momento para que lo
asimilen de la mejor forma.
—¿Los «xendras» o portales dimensionales que ustedes pueden
abrir no son «físicos»? —expresé mentalmente la pregunta, entrando en la línea
habitual de contacto telepático. —Sabemos que ya lo has estado reflexionando:
hay distintas puertas, pliegues y experiencias, y todas ellas ocurren a
diferentes niveles de acuerdo a lo que programamos y, también, obedeciendo a la
preparación de los testigos. Sin embargo, incluso en aquellas puertas
dimensionales que pueden permitir un traslado físico de ustedes, o de nosotros al
salir de ellas, la energía que se mueve es más sutil, conecta otro tipo de
fuerzas. Es, en otras palabras, una realidad paralela, holográfica. Por ello en
medio de esas experiencias se ven «luminosos» y perciben todo distinto, aunque
estén «físicamente» allí. —Entiendo… —Los xendras fueron establecidos desde un
principio del contacto como la principal herramienta para tener encuentros
cercanos con ustedes —prosiguió—. Es una forma menos traumática para que
puedan entrevistarse con nosotros, y al mismo tiempo adiestrarles en otras
realidades interdimensionales que en un futuro próximo abrazarán a la Tierra.
Los contactos físicos que involucran una relación más próxima con nosotros, son
individuales. En algunas ocasiones hemos intentado encuentros con grupos de
personas, pero no tuvimos mayor éxito.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 69-70
En ese momento sentí que Antarel conectaba su mente con la
mía, haciéndome «ver» como llegaron ellos a Alfa Centauro. Fue un momento
particular de la experiencia. Por un instante, me sentí flotar en el cosmos.
Por un segundo, pude comprender… Y supe entonces que habría hallazgos relativos
al mundo de Antarel… —Creo que nuestros científicos ya están percibiendo esto…
—Pero no lo han dicho todo. Y tampoco, aún, han previsto lo que viene —aseguró
el apuniano. —¿Qué viene? —pregunté. —El «redimensionamiento», la conexión… Los
científicos de la Tierra detectarán fenómenos desconocidos, interdimensionales
y energéticos, que replantearán todo… La Tierra volverá a la «madre de todas
las cosas». Y esa gradual integración a la membrana de realidad donde nosotros
fluimos les habilitará a «crear» nuevas posibilidades en nuestros mundos de
origen, e incluso en nosotros mismos como criaturas. Ustedes abrirán una
puerta. Trazarán un camino. Algo que aún a muchos de ustedes les resulta
imposible con todas las injusticias que ven en la Tierra. Pero como les hemos
dicho anteriormente, hay más luz en ustedes de la que se imaginan. Pueden hacer
cosas maravillosas. Solo están dormidos… Por ello deben recordar… El momento
final de todo será recordar…
—Entonces, ¿confirman que el tránsito de la Tierra y el
despertar de mucha gente va bien encaminado? —No solo va bien encaminado. Está
hecho —aseguró Antarel. En ese momento se me vino una cifra en la cabeza: 400
años… Era como si el gigante apuniano me estuviese tratando de decir algo… Él
me estaba «proyectando» esa cifra, que entendí era el tiempo necesario que
requería la humanidad para establecer una nueva y luminosa sociedad de
consciencia, y, así, ser integrada a una «comunidad cósmica» …
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 73-74
De acuerdo a Antarel y los guías extraterrestres, la
mencionada red de discos actúa como un «catalizador» de nuestra conciencia e
intenciones. A través de esas claves tonales recibidas —el mantra de los trece
nombres—, se puede conectar con la red y mantener el pulso de los discos, cuya
radiación procura acompañar a la Tierra en su proceso gradual de trasformación.
(…)
—Nuestro mensaje es uno solo —contestó firme Antarel—. Son
los testigos quienes interfieren y contaminan lo que transmitimos. Nosotros
somos conscientes de ello, y es un riesgo que tomamos, ya que esperamos que con
el tiempo puedan mejorar como canales y «medios» de nuestras comunicaciones.
Por ello, en algunos mensajes nos perciben más «místicos», o más «científicos».
A veces ocurre porque es la forma en que ustedes decodifican las experiencias.
En nosotros, en realidad, lo que ustedes denominan «personalidad», no existe.
Es verdad que cada uno de nosotros tiene una «característica», propia de
nuestros cuerpos sutiles y experiencia de vida, que estamos aprendiendo cosas
de ustedes y que nos pueden sentir, a veces, muy humanos… Pero estamos más allá
de los espejismos de la mente.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 76
A lo largo de estos años de contacto pude constatar que los
extraterrestres mantenían un vínculo con una avanzada sociedad intraterrena,
conocida en diversos círculos místicos como la «Hermandad Blanca». La
existencia de esos enigmáticos emisarios se remonta a la leyenda de Shambhala
en Asia central, y en la supervivencia de antiguos sacerdotes de conocimiento,
que huyeron con los archivos de su extinta civilización hacia refugios
subterráneos. El relato hopi que vimos anteriormente, en donde seres de otros
mundos rescatan a gente de un hundimiento en el océano —y posteriormente los
ubican en una base subterránea en Monte Shasta—, es parte de esta historia.
Además, en la experiencia de contacto verificamos que muchas de las denominadas
«zonas calientes» de avistamientos ovni, se hallaban próximas a enclaves
asociados a esos esquivos maestros intraterrenos. Ellos son los guardianes de
esos trece discos de poder y de otros objetos que poseen facultades
sobrenaturales. El más relevante es la mítica Piedra de Chintamani: un cristal
de origen extraterrestre que fue traído hace miles de años a nuestro mundo por
32 maestros cósmicos —me imagino que son los mismos «32 Reyes de Shambhala»
que menciona la doctrina budista del Kalachakra o «Rueda del Tiempo»—. La
piedra fue el elemento fundacional de su legendaria base en el desierto de Gobi
en Mongolia.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 78
La siguiente imagen fue un rostro que empezaba a tomar
forma. Una cara de un hombre anciano, imponente, de rasgos nórdicos y delgado
cabello blanco. Lo había visto antes, en la misma experiencia de Gobi. Solo
que, esta vez, tenía sus ojos abiertos, unos hermosos ojos celestes… —Emuriel…
—dije, temblando de emoción. —Están muy próximos los tiempos que les anunciamos
—habló, muy despacio, escuchando su poderosa voz mental en mi cabeza—. Nuestra
transformación es inminente y con ello se cumple lo que esperábamos. —Van… a
volver… como decían los mensajes… —dije, aún temblando en ese momento,
empequeñecido ante la situación. —No nos marchamos en el sentido literal que
ustedes entienden una partida. Dejamos la posta en la Hermandad Blanca de la
Tierra, y en ustedes. Nosotros, desde otros planos, seguiremos de cerca todo,
pero ya no establecidos en su mundo. Emuriel es uno de los 32 maestros cósmicos
que llegó a la Tierra con la misión de traer el cristal y generar un archivo
seguro de toda la historia humana, para que esta no se perdiese. Desde la
fundación de Shambhala, hace miles de años en Mongolia, ellos habían
permanecido físicamente vivos gracias a un sistema de «animación suspendida»,
controlado por un programa de su nave. Estuvieron así, por miles de años, en
ese estado «latente», dentro del macizo del Belukha, la montaña más alta de la
cordillera del Altai en Siberia. Y ahora, Emuriel nos decía que había llegado
el momento de su partida.
Vi entonces, en otra imagen «holográfica», el cristal
—antes ubicado en el Gobi, y actualmente emplazado en la montaña Sajama en los
Andes bolivianos—, la «Piedra de Chintamani», brillando en una luz blanca-azul,
intensa, hermosa… —La Piedra, el «Oráculo» que empieza a ser «leído» por la
humanidad, para ser escrita la historia de su futuro, y el nuestro, empieza a
mular, a encontrar su sentido y misión. Por ello la ves cambiando desde su
color verde original al color azul: es la energía del aura de tu mundo. La
energía de ustedes. La energía, también, de donde vino… Este acontecimiento une
nuestro pasado y el futuro que representan. También es un portal. Comprende
esta visión y compártela a tus hermanos.
—Entonces —pregunté—, ¿ese cristal es el que terminará
«afectando» a la creación? —Ustedes, como seres vivientes en este planeta,
están afectando con sus sentimientos, pensamientos y acciones, al Universo. Y
todo cuanto hagan al conectarse con esa nueva realidad será más influyente para
nosotros, para todo… El cristal reúne esa información. Es un registro. Y forma
parte de lo programado desde un principio…
—Las energías del mundo hallan su punto focal en los Andes.
Es allí donde deben empezar a reunirse para lo que viene…
—Emuriel, disculpa mi pregunta, pero ¿qué objetivos?
Necesitamos saber más para comprender. —Recuerda: En algún momento se te dijo
que para conocer la verdad tenían que ser parte de ella. ¿Lo entendiste? ¿Lo
quieres ver? Para esto también fuiste traído aquí… —Estoy listo —dije, sin
imaginarme lo que vería—. Antarel y Anitac permanecían en silencio, observando
mi «entrevista» con Emuriel. Entonces la burbuja de plasma se amplió, y vi,
como en una película, muchas de las revelaciones a las que habíamos tenido
acceso en otras experiencias, como antiguas visitas extraterrestres a la
Tierra, la historia de la Piedra de Chintamani y su origen en Orión, la
destrucción de enormes civilizaciones, y el proceso seguido posteriormente con
la ya citada «Hermandad Blanca». Empezaba a entender mejor el proceso. A
«hilar» esas historias… Y los trabajos por hacer… Todo lo que venía era
diferente… Estuve varios minutos observando y absorbiendo las imágenes, hasta
que una escena me estremeció: Veía el Belukha, y un lugar subterráneo, que no
era la nave de los 32… Observé otro recinto, que parecía haber sido construido
en una inmensa cavidad de roca dentro de la gran montaña del Altai. Allí había
otras urnas de cristal. Y dentro de ellas, cuerpos de seres extraterrestres
humanoides, en perfecto estado de conservación. No estaban «criogenizados» como
el caso de los 32. Eran los envases «vacíos». ¿Por qué conservaban esos
cuerpos? «Son los mártires», escuché la voz de Emuriel, mientras yo seguía
«metido» en esas imágenes… «Vinieron hace mucho desde las estrellas, y ahora
están en la Tierra, viviendo la experiencia humana y ayudando en el tránsito».
—¿Por qué se conservan sus cuerpos? —preguntaba, con cierta ansiedad. «Por ello
irán al Altai. Completarán otro episodio de información. Y allí lo sabrán…».
Y en un instante, estaba otra vez de pie en el centro de la
nave… Antarel me miraba con una expresión de alegría extraordinariamente
«humana», mientras Anitac sostenía el cubo negro —que había vuelto a ser
«sólido»— sobre su mano derecha. Como veremos más adelante, ese misterioso
artefacto tendría un papel importante en la experiencia del 12 de abril de 2015
en los Andes peruanos… —No lo puedo creer… ¿Cómo hicieron eso? ¿Abrieron un
portal dentro de la propia nave? —me decía. —Nunca te moviste de aquí —dijo
Antarel, sonriente—. «Estuviste» allí, pero no te moviste de aquí. —¿No fue
real? —le pregunte, desconcertado. —Fue real, pero no te moviste de la nave,
siempre estuviste con nosotros. Es lo que te explicamos antes sobre las puertas
dimensionales.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 79-80-81-83-85
«No dejes de confiar… siempre estamos contigo», me dijo mi
viejo hermano de las estrellas…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 108
Y el mensaje que recibí en la reunión —según mi cuaderno de
notas, a las 8:00 pm del 29 de diciembre de 2014—, empezó de forma intrigante…
«Sí, escribe, soy Antarel: Les estamos transmitiendo este mensaje desde nuestra
base subterránea emplazada en el corazón del Huascarán. Esa montaña esconde una
de nuestras más viejas instalaciones en la Tierra. Tal y como lo interpretaste,
la ubicación de esa base estuvo conectada con nuestros primeros acercamientos
de contacto en Perú… Volverás a esa región de los Andes que visitaste en tu
juventud…». ¿Huascarán? ¿Volver a esa zona andina que no visitaba desde hacía
casi 20 años? Los extraterrestres nunca dejan nada al «azar» … Sabía que había
una «intención» de mencionar esa «base» dentro del gran nevado andino. ¿Era
acaso una «invitación»? El Huascarán (del quechua ancashino: Mataraju «nevados
mellizos»), es la montaña más alta de los Andes peruanos —su cumbre sur mide
6768 metros—. Como un detalle curioso: si la medición se realiza desde el
centro de la Tierra, es la segunda montaña más alta del mundo —luego del
volcán Chimborazo, en Ecuador—, superando en casi dos kilómetros la altura del
Everest. El mensaje de Antarel y la «base» que los apunianos tendrían allí
«desempolvó» mis viejas investigaciones de los contactos en Áncash, incluyendo
el testimonio de Vlado Kapetanovic y nuestros primeros viajes a esa zona andina
del Perú. Fue así que, investigando, me tropecé con un dato interesante sobre
el Huascarán que se me había pasado por alto: en 2013, un equipo de científicos
australianos y alemanes revelaron que el Huascarán es el lugar de la superficie
terrestre con la menor fuerza de atracción gravitacional… Para llegar a esa
conclusión, el equipo de expertos seleccionó tres mil millones de
localizaciones en el planeta, cada una de ellas equivalente a unos 250 metros
cuadrados, y las procesó con ayuda de una supercomputadora. El proceso tardó
unas tres semanas —en un PC doméstico medio hubieran sido necesarios unos 475
años para finalizar los cálculos—. Los resultados arrojaron que el lugar con
«menos gravedad del mundo» es el Nevado Huascarán… Teniendo en cuenta que era
en esa zona andina en donde se reportaron los primeros casos de contacto con
los «apunianos», el dato me parecía relevante… ¿Qué hay realmente allí?
Luego de ese encuentro en los dominios del Uritorco, y
después de un nuevo y extraordinario viaje de contacto en Talampaya, tendría en
Buenos Aires la confirmación «definitiva». Fue en un «sueño»,
extraordinariamente vivido y «real» … En él, me veía con Antarel, y una mujer
joven de menor estatura, estimo 1.90 m, de rasgos hermosos y cabello corto de
un rubio muy claro. «Te presento a Ivika», me dijo el apuniano. Y añadió: «Ella
es nuestra actual comandante…». Me encontraba en un lugar muy iluminado, que no
podía distinguir bien, pero sí la mirada atenta de esa misteriosa mujer
apuniana que se apuró en explicarme: «Esto está ocurriendo. Es el contacto que
estás viviendo con nosotros. Estás en nuestra base del Huascarán». Le dije
entonces que no entendía, y que era consciente de que estaba soñando en mi
cama… «Está ocurriendo, pero en otra línea de tiempo que tu llamarías futuro»,
me dijo Ivika. «Tu sueño es en realidad una captura holográfica que estamos
haciendo ahora mismo de la experiencia. Esa captura es enviada a tu pasado como
una imagen mental, mientras estás descansando en tu dormitorio». Desconcertado,
le pregunté el objetivo… «Es para que cuando en tu línea de tiempo llegues a la
cita con nosotros, el 12 de abril en Yungay, vivas el encuentro con mayor
calma, pues tu cerebro reconocerá que ya vivió todo esto…». Entonces me
desperté… ¿Será posible? Me preguntaba una y otra vez, mientras trataba de
ordenar mis ideas conversando de todo esto con Sol. Como sea, estaba claro que
aquello no era un «sueño» normal. Era un mensaje…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 111-112
El Minius
Ivika, una mujer de joven apariencia, muy humana, aunque de
facciones ligeramente estilizadas, estaba de pie frente a mí, acompañada, a su
izquierda, de Antarel. El gigante apuniano que ya conocía estaba vestido con su
típico enterizo metálico color gris. Una suerte de «uniforme» que también
llevaba puesto Ivika. En esa vestimenta pude distinguir un símbolo, que no
recuerdo muy bien, pero que me recuerda un tridente.
Al lado derecho de Ivika, aunque un poco más separada,
estaba de pie otra mujer, vestida con el mismo «uniforme» gris, que solo dejaba
el rostro y las manos al descubierto. Aquella «guía» era un poco más baja en
estatura que Ivika; estimo, según mi percepción, 1.80 m. También lucía joven,
entre unos 25 y 30 años, mostrando un cabello largo hasta los hombros de un
color marrón. Aquella mujer sostenía en su mano izquierda un cubo, que estaba
encendido en una luz blanca azulada, como el resplandor que me llevó hasta
allí…
—Ella es «Aimana» —me dijo Ivika—. Vemos que te llama la
atención el objeto que tiene.
—Sí… —le dije—, he visto a ese cubo en otras experiencias
con ustedes.
—En tu mundo lo conocen como «Teseracto»[24]. Utilizaremos
ese nombre para que puedas entender. Con él te hemos traído hasta nosotros.
—¿Cómo fue posible? ¿Por qué desde esa roca en Ichic Puna?
¿Estoy, físicamente, aquí? —pregunté atropelladamente.
Entonces Ivika le hace un gesto a Aimana con su mano
derecha. Instantes después el cubo se ilumina un poco más y proyecta una imagen
extraordinariamente «real», en donde me veía aún en la roca de Ichic Puna, con
las manos y frente apoyados en ella.
—¿Mi cuerpo quedó en Ichic Puna, y estoy proyectado
mentalmente aquí? —consulté, mientras veía absortó la imagen.
—Estás en ambos lugares al mismo tiempo —me dijo Ivika—,
solo que tu conciencia se halla activa aquí con nosotros, en esta experiencia.
No te debería sorprender. Ya hicimos una prueba similar contigo en el contacto
de Monte Shasta. El objetivo es que puedan familiarizarse con la multiplicidad
de realidades en las que nos movemos.
Elegimos Ichic Puna —prosiguió Ivika— luego de un estudio
que realizamos en el área. Buscábamos un lugar que estuviese próximo a tu
ubicación, y que pudiese conectarse con las líneas de fuerza naturales del
Huascarán. Utilizamos esa «red» a través del «Teseracto» para traerte.
—Tengo varias preguntas… —le dije a la mujer extraterrestre,
mientras Antarel observaba en silencio—. ¿Esta experiencia tiene conexión con
lo que me empezaron a revelar en el año 2001? ¿Con los proyectos humanos de
viajes a Alfa Centauro? ¿Me estuvieron tratando de decir que ustedes son «humanos»
que vienen del futuro?
—No, no somos humanos —respondió Ivika—. Para ustedes
seríamos «extraterrestres», porque no nacimos en la Tierra. Pero algunos de
nosotros estamos estrechamente vinculados a la humanidad porque somos, en
cierta medida, sus «descendientes» …
—No entiendo —dije perplejo.
—Observa por ti mismo… —me pidió la guía apuniana.
Entonces, nuevamente el «Teseracto» entró en acción, y me
mostró una imagen de la Tierra… Sentí que estaba viendo el futuro… En la
escena, veía que nuestro mundo había acentuado sus problemas de convivencia,
con guerras, hambruna y desigualdad. Pude distinguir enormes masas de gente
deambulando, en un claro retrato de una superpoblación mundial.
Era una imagen de caos y desesperanza. Luego, esa imagen
cambió y vi una importante instalación científica en un lugar que supe era el
desierto de Atacama en Chile. Se trataba de una plataforma de despegue para
naves espaciales. Una mega corporación humana, con el auspicio de la ONU, había
creado un proyecto espacial para viajar hacia un mundo susceptible de ser
«terraformado» en Alfa Centauro…
Lo más inquietante de esa imagen fue ver que los astronautas
eran niños…
Cientos de muchachos, entre 12 y 15 años estimo, habían sido
entrenados psíquica y científicamente para el «gran viaje». Esto ocurría en un
futuro distante, más allá de nuestra actual generación.
—Ese viaje fue posible gracias al «Minius» —me explicó
Ivika—, la fuente de energía más poderosa detrás de la ilusión de la materia.
Esas naves que observas tendrán una tecnología híbrida, que combinarán el poder
del «Minius» para acortar los desplazamientos espaciales. La humanidad
ingresará al conocimiento de los pliegues dimensionales y otras realidades en
el cosmos.
—¿Y qué ocurrió?
—Sigue observando… —dijo Ivika.
El «Teseracto» me mostraba ahora otra «escena»: algo ocurría
con el viaje espacial de esas naves hacia Alfa Centauro. Durante el trayecto,
un fenómeno vinculado al «Minius» y los «pliegues» hizo que las naves entrarán
a otra realidad, llegando a Alfa Centauro, pero en una línea de tiempo
«pasado». Los niños astronautas, debido al incidente, perdían la memoria…
Sin embargo, al llegar a ese astro en algún lugar de Alfa
Centauro, eran recibidos por una civilización extraterrestre de aspecto humano
que ya lo había colonizado… Esos seres —los «ancestros» de Antarel—,
rescataron a la expedición espacial humana y la integraron a su cultura.
En una primera etapa —me mostraba y me hacía comprender el
«Teseracto»— los extraterrestres no le revelaron su origen humano a la fallida
misión espacial terrestre. Consideraron que no era el momento por múltiples
razones, desde psicológicas a científicas.
Las naves humanas llevaban dos importantes archivos, una
«supermemoria», que consistía en un registro de toda la historia de la Tierra,
los inventos humanos, el arte, las primeras civilizaciones, todos los datos
disponibles sobre la evolución del hombre; y un segundo archivo llamado
«supersemilla»: una verdadera «bóveda» con millones de muestras genéticas de
casi todas las formas de vida de la Tierra. En las naves, además, había
numerosos robots y avanzadas computadoras con capacidad de construcción, todo
ello a disposición de los jóvenes científicos astronautas para «terraformar»
ese nuevo hogar en Alfa Centauro.
Los apunianos mantuvieron todo esto en «cuarentena» hasta
que esos cientos de cosmonautas terrestres se «adaptasen» a su nueva situación.
Así, con el tiempo, se produjo la mezcla entre los humanos y
los «apunianos», siendo los descendientes de esta unión los depositarios de la
verdad.
Aquellos «mestizos» tuvieron acceso a toda la información de
las naves de sus «ancestros» terrestres, y tomaron una decisión: volver a la
Tierra para evitar que la humanidad pase por la crisis que precipitó el viaje.
Los mestizos consideraban que más allá de la supervivencia
de la especie humana, el proyecto del viaje espacial era la consecuencia de
haber descuidado la sana convivencia en un planeta que era un paraíso de
recursos y belleza.
Los apunianos se sentían identificados, pues perdieron a su
mundo de origen, situación que los había llevado a colonizar ese planeta de
Alfa Centauro. De esta forma, extraterrestres y mestizos idearon un proyecto
para enviar una misión al «pasado» de la Tierra y alertar al ser humano.
La particular «situación dimensional» de la Tierra —que ya
mencioné cuando me referí al «Plan Cósmico»— permitía a los apunianos hacer un
viaje al pasado. Pero no podían actuar por sí solos. Posteriormente se
integrarían a la agenda de la denominada «Confederación Galáctica», para
asistir al planeta en todo tipo de misiones de ayuda…
Luego de esta última «visión», el «Teseracto» se «apagó» …
—Todo ello ocurrió en otra línea de tiempo ajena a la
percepción actual de ustedes —me explicó Ivika—. Somos conscientes que es muy
complejo de entender, para una criatura que se mueve habitualmente en un plano
de conciencia tridimensional, las diferentes realidades que ocurren en el
Universo. Y esta que se te ha mostrado, que pertenece a lo que llamarían
«futuro», es el inicio del origen de algunos de nosotros…
—¿Por qué eligieron este momento para decirnos esto?
—Varios científicos de tu mundo han recibido nuestros
mensajes y advertencias sobre lo que has visto —habló firme Ivika—. No todos
se han sensibilizado. Luego que constatamos los avances de los científicos
terrestres con el «Gran Acelerador de Partículas», el paso previo al hallazgo
del poder del «Minius», decidimos que era el momento.
Entonces Aimana levantó el «Teseracto» hacia mi vista,
mientras «Ivika» agregaba:
—No es el «Teseracto» en sí mismo lo que tiene poder. Sino
el «Minius» …
Sin mayor titubeo, me acerque al misterioso cubo, intentado
ver en su interior…
—No podrás ver al «Minius», es infinitamente pequeño e
infinitamente poderoso. El «Teseracto» solo lo contiene —intervino Antarel.
—Esta experiencia —continuó el gigante apuniano— constituye
una importante evaluación para nosotros y los pasos a seguir. Deseamos ver si
pueden asimilar esta información para pasar a una segunda etapa de
revelaciones.
—¿Cuándo será esa segunda etapa de revelaciones? —pregunté.
—Si se dan las condiciones, luego del encuentro sugerido en
Atacama —añadió Ivika.
Mi mente estaba intentando ordenar toda esta información,
importante y reveladora. Había transcurrido 14 años desde que Antarel me puso
tras la «pista» de esta historia… Una historia que ahora se empezaba a completar
con detalles que ni por asomo me había imaginado…
—El mensaje es que deben seguir el camino trazado —siguió
hablando Antarel—. Te dijimos en el contacto de Monte Shasta que la transición
de la Tierra a una realidad superior estaba asegurada, y también el inicio del
despertar de la humanidad; pero deben mantener esa conciencia despierta y en
equilibrio con sus acciones…
Tengan presente —aseveró— que están viviendo un tiempo
crucial de decisiones. Todo lo que decida el hombre en estos próximos años será
gravitante para su futuro. Es el gran paso final para el «redimensionamiento».
—Ahora podrán entender —habló Ivika—, que más que contactar
con ustedes, estamos conectando con sus «descendientes», y también con toda la
gente que están tocando con estos mensajes y que generará una reacción en
cadena de cara al futuro. No somos solo viajeros especiales, sino también del
tiempo, por ello no podemos actuar tan libremente en la Tierra, o con los
testigos, salvo puntuales excepciones, ya que cualquier movimiento en falso en
nuestro accionar podría crear peligrosas paradojas.
—Nuestra misión ha involucrado muchas etapas —intervino
Antarel—, empezando por nuestra inserción en la cultura humana en diferentes
épocas, viviendo como ustedes, aprendiendo y observando. Nuestra base
laboratorio, aquí, en Huascarán, es en realidad una nave, la primera que llegó
para este proyecto. Y, como sabes, tenemos otras instalaciones semejantes en
diversas zonas montañosas de tu mundo.
Luego de la Segunda Guerra Mundial y las explosiones
atómicas en Japón —continuó Antarel—, empezamos a contactar a los habitantes
de esta región andina. Ellos fueron una muestra importante para nosotros:
mientras otros seres humanos se enfrentaban en una guerra, el hombre de aquí
cultivaba el campo, amaba las montañas y bendecía al Sol. Vlado tuvo contacto
con nosotros después. Y como podrás comprender, fue un importante nexo en
nuestro estudio antropológico, ya que él había sido soldado en esa guerra; un
soldado por las circunstancias; un soldado que sufrió por el dolor humano y que
amó estas montañas tanto como la propia gente local.
—Intentamos evitar el desastre en Yungay —añadió Ivika—.
Pero nos hallábamos muy limitados en nuestro proceder, y tampoco nuestras
advertencias fueron escuchadas. La acción del hombre en detrimento del
equilibrio del planeta se aprecia en esta región y por ello es posible que se
generen otros eventos destructivos en el futuro. Estamos haciendo todo lo
posible. Mas recuerden que ustedes tienen la llave para modificar las cosas…
—Ivika, tú eres… mestiza… —le dije, por un impulso, en medio
de esta «conversación».
—Aimana y yo lo somos —respondió.
—Pero… —Profundamente emocionado, intentaba aquietarme para
hacerles una pregunta muy importante—. Si cambiamos esa «historia futura»,
cuidando el planeta y la convivencia pacífica, ese viaje espacial a Alfa
Centauro nunca se haría… Es decir… Algunos de ustedes dejarían de «existir» en
esa «línea de tiempo» …
—Hermano —me dijo Ivika, con una paz inconmensurable—,
comprenderán que en el Universo nada desaparece, solo se transforma… Volveremos
a ser uno…
—Volveremos a ser uno —repitió Antarel.
Entonces se despidieron, no sin antes entregarme algunos
mensajes personales…
Ivika también me anticipó que se sucederían todo tipo de
noticias en el ámbito científico relativas a lo que ellos me habían revelado. Y
así ocurriría…
Luego de un nuevo fulgor emitido por el «Teseracto», que
«operaba» la silenciosa Aimana, me encontraba de regreso, en un instante, en
Ichic Puna…
Me sentía mareado, como si fuera dos personas al mismo
tiempo que intentaban integrarse…
Volví al encuentro del grupo, y allí les compartí la
extraordinaria experiencia y su poderoso mensaje…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 120-125
Hay cosas que a la mente le costará entender… Pero hay otras
que el corazón sabrá «reconocer» … Sé que el mensaje llegará a quien tenga que
llegar… No estamos solos… Y nosotros somos ellos…
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 131
El término «Teseracto» fue acuñado por primera vez en 1888
por el matemático inglés Charles Howard Hinton. Básicamente se define como un
cubo desfasado en el tiempo. Por supuesto, no podemos ver a ese «hipercubo» en
la cuarta dimensión, ya que solo se verían los puntos que tocan nuestro
universo, así que con suerte veríamos un «cubo común» únicamente en el caso de
que el hipercubo toque el espacio 3D en forma paralela a una de sus hipercaras.
Ricardo González
Los extraterrestres del planeta Apu, página 136
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