Mágica fe



El último día en la «escuela del sufrimiento», Samuel me pidió que prestara atención a sus ojos voladores. Y añadió: —Cuando ya no quedan lágrimas, el camino está cumplido. ¿Qué quiso decir? Simple y difícil de verificar: el hombre, según el Manual de mantenimiento de la escudería divina, viene al mundo con una medida exacta de lágrimas. Y debe pasar al «otro lado» con él tanque vacío. (Recuerda las normas: en el rally del más allá correrás —madurarás— con un fórmula 1 refrigerado por luz.) Las lágrimas, por tanto, son el cuentakilómetros de la existencia terrenal. Cada uno es un acierto en la quiniela de la vida. Al igual que la mies prospera con él rocío, tú deberás beneficiarte de las lágrimas. Esas lágrimas, precisamente, como un telescopio interior, te aproximarán al sol y al arco iris del corazón. Dios, previsor, ha puesto las lágrimas cuando faltan las palabras. No lo olvides: cuando la mirada se seca, el camino está cumplido.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 107


Todo es posible en el club de la mágica fe.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 114

Ser inocente equivale a vestir en vida el ropaje de Dios.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 129

No lo olvides: cuando la mirada se seca, el camino está cumplido.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 107

— ¿Cómo pudiste conservar la calma? Y le confesé mi secreto: —Dejé hacer a la Providencia.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 3


«Había una vez dos hombres buenos que convivían en la misma casa, compartiendo igualmente el duro trabajo. En realidad, sus vidas eran muy parecidas: rezaban con idéntica devoción, luchaban con él mismo coraje, padecían infortunios muy similares... »Ambos, en definitiva, creían en la Providencia. »Pero, con los años, sólo uno conservó la fe. El otro, a pesar de sus oraciones, la fue perdiendo misteriosamente. »Y un día, creyendo que Dios no era justo, preguntó a su amigo: »— ¿Cuál es tu secreto? »Y el segundo hombre replicó: »—Abrir los ojos.»

J. J. Benítez
Mágica fe, página 10


La verdad no está en lo que vemos, sino, precisamente, en lo que no vemos. Me explico. No es que la verdad sea invisible. Lo que sucede es que circulamos por la vida sin mirar o con él sentido común desenfocado.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 11


La posibilidad de creer, como los tréboles de cuatro hojas, no es un milagro. Están ahí. Son algo real. Sólo hace falta una condición para hallarlos: abrir los ojos. Es decir, detener la frenética carrera a ninguna parte y regalarnos un minuto para mirar, reflexionar y sacar conclusiones respecto a esas «extrañas cosas que ocurren todos los días».

J. J. Benítez
Mágica fe, página 11


Las personas —si te fijas— corren, corren y corren. Pero, si las interrogas, no sabrán decirte por qué corren. Y empeñadas en esa absurda carrera a ninguna parte, no tienen tiempo para mirar.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 12

El término «casualidad» —cada vez que lo manejamos— significa eso: una piedra contra nuestro propio tejado.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 13


Como recordarás, y aprovecho para refrescarte la memoria, la «película» que deseo que «veas» consta, digámoslo así, de tres bloques principales: 1. La Providencia existe y actúa físicamente. [Si la palabra «Providencia» se te atraganta o te resulta oscura, cámbiala. «Dios», por ejemplo, es una buena elección. Papá dice que Dios entiende, aunque nos confundamos. (Nota de tu hermana Lora, que está en todo.)] 2. Descubrirlo es cuestión de «vista». 3.  Son esas extrañas cosas que nos ocurren todos los días el mejor laboratorio donde comprobarlo. Así de simple y fascinante.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 16


¡Cuán cierto es que, con suerte, a lo más que podemos aspirar es a soñar a Dios!

J. J. Benítez
Mágica fe, página 19


La Providencia es un bello rostro.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 20

Querida niña, entre los «socios del club» solemos decir que lo peor de la muerte no es la muerte, sino el no pensar en la muerte. El que lo hace, el que se «entrena» para morir, sólo muere una vez-El que la ignora muere cada día.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 43


… la poesía es un mapa de carreteras que Dios «olvidó» en la Tierra.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 50


La vida, dicen en el club, es el perfume de Dios. Su colonia habitual.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 86


«Hubo una vez un rey justo. Y queriendo conocer el porqué de la vida convocó a los sabios del reino. Y les pidió que rindieran cuentas. »Compareció el físico y habló así: »—La vida, señor, es acción y reacción. »A continuación, se presentó el médico y habló así: »—La vida, señor, es un fenómeno automático. »Le tocó el turno al filósofo y habló así: »—La vida, señor, es una ecuación con dos incógnitas: nacimiento y muerte. »Desfiló después el teólogo y habló así: »—La vida, señor, es un botón de muestra de la bondad divina. »Apareció finalmente el poeta y señalando el sol habló así: »— ¿Podéis verlo, señor? El monarca asintió. »— ¿Os beneficiáis de él, señor? »—Evidentemente —respondió el soberano. »— ¿Le habéis preguntado alguna vez "por qué" está ahí? »Y el rey, comprendiendo, guardó silencio.»

J. J. Benítez
Mágica fe, página 86


«ESCUELA DEL SUFRIMIENTO CERRADA POR RESURRECCIÓN. SAMUEL SE HA LEVANTADO Y ANDA DE PALIQUE CON DIOS.»

J. J. Benítez
Mágica fe, página 98




Ser inocente es volver al pan y chocolate del corazón: la niñez.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 133


El peor pecado, querida Tirma, no es dejar de creer en las hadas. Lo que no perdona el Cielo es que un niño deje de creer en ellas por nuestra causa.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 136


Hoy, la búsqueda de la felicidad es un «acné» que nos traumatiza, y al que estamos aplicando remedios equivocados. La felicidad —torpe traducción humana de plenitud— se ha convertido en el más cínico engañabobos de la Historia. Nos acostamos soñándola y nos despertamos deseándola. La felicidad se saca a subasta. Nos la ofrecen en directo o enlatada. Se vende a plazo fijo, a bajo interés o en cómodos plazos. Te la recomiendan por correspondencia, en cursos intensivos o puerta a puerta. Se incluye en viajes organizados. Tiene sabor a aventura. Puedes encontrarla en un ataúd de caoba o con vistas al mar. Se disfraza de político con niño en brazos, heroína, salvación eterna y portada de revista. Es cantada en campañas electorales, pulpitos y planes de jubilación. Y el ser humano —incauto— hace (hacemos) cola en las ventanillas de la belleza, del dinero, del triunfo (el fanfarrón de las minúsculas) y del poder. Y cuando abre el «paquete», siempre obtenido «a cambio de», comprueba (comprobamos) con desesperación que ha sido timado. El paquete de supuesta felicidad sólo contiene una reluciente y sutil cadena que nos engancha y obliga a seguir buscando y consumiendo. Y él marketing se frota las manos. La búsqueda de la felicidad se ha convertido, en suma, en una estudiada y diabólica fosa común. En una orquestada guerra santa, en la que nadie sabe por qué pelea. Porque, dime, ¿qué es exactamente la felicidad? A la hora de definirla, en efecto, nunca hay acuerdo.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 142


Los momentos de felicidad no son otra cosa que el sabor de la otra vida.

J. J. Benítez
Mágica fe, página 146


» ¿La Verdad es un caballo al paso, montado por el tiempo? ¿Es el paso del tiempo? ¿Es el paso al "no tiempo"? ¿Es el caballo sin paso ni tiempo? » ¿Es la Verdad un espejo? ¿Es la imagen reflejada o somos nosotros? » ¿Es lo verosímil o lo inverosímil?

J. J. Benítez
Mágica fe, página 211


Desde que él mundo es mundo, estupidez y soberbia nos tienen «fritos».

J. J. Benítez
Mágica fe, página 246



Reconocerás al necio porque es «deficiente mental voluntario».

J. J. Benítez
Mágica fe, página 248








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