Teleny o El reverso de la medalla


Tenía una peculiar manera de mirar, que acababa haciéndote sentir incómodo. Hay hombres que, al mirar a las mujeres, parecen querer desnudarlas. Bryancourt mostraba esta indecente manera de mirar con todo el mundo.

Oscar Wilde (¿atribuido?)
Teleny o El reverso de la medalla, página 10


Hay manos discretas, y manos que palpan con toda indecencia; manos cuyo apretón hipócrita expresa las reservas de quien las estrecha; manos aterciopeladas, untuosas, clericales y lánguidas, de un lado está la palma abierta del pródigo, de otra la garra encorvada del usurero. Hay, por fin, la mano magnética, que parece tener una secreta afinidad con la propia, y cuyo solo contacto basta para quebrantar nuestro sistema= nervioso y llenarnos de goce.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 11


… siempre hay un grano de locura en el cerebro de todo artista.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla


– ¿Quién es el sano de espíritu y quién el loco en nuestro mundo? ¿Quién es el vicioso y quién el virtuoso? ¿Lo sabe usted? Yo no.

Oscar Wilde
Teleny o El reverso de la medalla, página 21


Si bien, según los fisiólogos, el cuerpo del hombre cambia cada siete años, sus pasiones permanecen siempre las mismas, y se conservan en él, aunque sea en estado latente. Su naturaleza no mejorará por el hecho de darle vía libre. Sigue equivocándose y confundiendo a los otros, mostrándose siempre bajo una luz que no es la verdadera.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 54


–El pecado es lo único que da valor a la vida.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 61


Nada excita tanto al placer como la batalla. Una corta lucha acompañada de sonoros golpes y algunos cachetes ponen a cualquier hombre en erección, del mismo modo que, más que ningún otro afrodisíaco, actúa mejor sobre un viejo agostado que una buena flagelación.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 77


Sentí que mi cerebro se nublaba. Y perdí toda conciencia. Maldije entonces a nuestro soberbio mundo, al que la imbecilidad del hombre ha convertido en un verdadero infierno. Maldije a nuestra sociedad de ideas estrechas y oscuras, donde sólo prosperan los hipócritas y los mentirosos. Y maldije a nuestra religión, tan limitada como corrompida, llena de estúpidos vetos sobre cada uno de los placeres de los sentidos.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 100


No fueron besos lo que intercambiamos, sino el soplo ardiente que nos embargaba.

Oscar Wilde


Teleny o El reverso de la medalla, página 101
Todo el mundo sabe que existen personas más o menos magnéticas. Unas emiten vibraciones que atraen, otras vibraciones repelentes.

Oscar Wilde
Teleny o El reverso de la medalla, página 106


– ¿Tienes frío? –le dije–. ¿Encuentras esto demasiado oscuro? Él me besó tiernamente. –En la sombra tú eres mi luz –seguí diciendo yo–; tú eres el fuego que me calienta; las extensiones heladas del Polo serían para mí un paraíso, si tu estuvieras allí.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 108


¿Por qué la naturaleza no nos ha hecho ser como los pájaros, o mejor, como esos insectos efímeros que no viven más que un solo día, pero un largo día de amor?

Oscar Wilde
Teleny o El reverso de la medalla, página 125


El infierno tiene su boca en el umbral mismo de los Cielos, y un paso en falso hace pasar sin transición de las delicias del Cielo a los tormentos del Erebo.

Oscar Wilde
Teleny o El reverso de la medalla, página 126


… ni el más valiente de los hombres es capaz de hacer frente a un enemigo que no se muestra.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 129


–Se dice en mi país que un hombre jamás debe encontrar a su alter ego, ya que esto traerá la desdicha a uno de los dos, si no a ambos.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 132


Lo mejor que tenía era la boca, que no solamente presentaba un dibujo perfecto, sino que además sus labios, parecidos a dos cerezas, despertaban inevitablemente el deseo de besarlos. Semejante boca debe haber tentado a todos los hombre temperamentales que la contemplaban, como si, dotada de un filtro amoroso, sedujera con él hasta los corazones más fríos.

Oscar Wilde
Teleny o El reverso de la medalla, página 162


La quintaesencia del placer sólo pueden proporcionárnosla las personas de nuestro propio sexo.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 169



… la verdad, por dolorosa que sea, siempre es preferible a la falta de certeza.

Oscar Wilde 
Teleny o El reverso de la medalla, página 185



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