Germano Almeida

"Ella se echó a reír, lo llamó tonto y él también rió, mientras sus manos se encontraron, a pesar de que no se habían buscado conscientemente. La modestia hizo que se soltaran, él sacó un cigarrillo y empezó a hablar de su infancia en S. Nicolau, pero ya habían pasado casi cuarenta años y ya no estaba seguro de lo que decía, de si lo que recordaba había existido realmente. Relataba los acontecimientos tal como habían quedado impresos en su memoria, sin saber a ciencia cierta si lo había presenciado como testigo o había oído hablar de ello. Siendo niño, supo del nacimiento de un niño con una membrana. Adélia no sabía lo que era un niño con una membrana y nos explicó que se trataba de un niño nacido en un saco y que todo el mundo sabía que las brujas prefieren comerse a este tipo de niños porque su carne es más suave y sabrosa y dio la casualidad de que cerca de la Praia Branca vivía una mujer que tenía la reputación de ser una bruja. Echaron sal sobre los hombros del niño, que parecía un ángel caído del cielo, para exorcizarlo contra el mal del ojo, pero, no obstante, a los pocos días rechazó la leche materna, por lo que la comadrona ordenó que le diera té de cola de lagartija, que era un antídoto muy eficaz contra los hechizos, y que pusieran ramas de mejorana dulce bajo su almohada, además de ungirlo con grasa de cabra. Al séptimo día murió y cuando lo estaban vistiendo para el entierro vieron que el niño tenía una línea en forma de hexágono que iba de oreja a oreja, señal inequívoca de que había sido comido por una bruja. El pueblo corrió a la casa de la mujer de Praia Blanca y comenzó un exorcismo, diciendo que se había comido al hijo de una vecina y le gritaban que saliera, pero ella mantuvo la puerta cerrada. Entonces, alguien tuvo la idea de lanzar una piedra a la puerta y así todos comenzaron a arrojar piedras contra la puerta y las ventanas, llamándola bruja desvergonzada, por lo que la mujer apareció en la puerta y él todavía recordaba su expresión horrorizada, mirando con los ojos muy abiertos, envuelta su cabeza en un pañuelo y cubiertos sus hombros con un chal negro. Se quedó de pie en la puerta sin poder decir una sola palabra, sólo temblaba como el cáñamo verde. "

Germano Almeida
El testamento del señor Napumoceno da Silva Araújo



"Lo único que puede hacer con el dinero es gastarlo."

Germano Almeida


"Los caboverdianos tenemos una cultura de resistencia. No nos decepciona el clima. Ahora mismo nos estamos preparando para esperar las lluvias que no llegaron el año pasado. Si no vienen este año, los seguiremos esperando, porque la esperanza no muere. Pero los caboverdianos también se burlan de la semilla que plantaron en el suelo y que se echó a perder. Intento traducir, lo mejor que sé, el espíritu del caboverdiano y el humor que encontramos en la vida cotidiana."

Germano Almeida



"Por teléfono me dijo que era un joven escritor que quería hablar con un representante de la editorial Ilhéu y a falta de otra persona, me dispuse a verlo. Poco después se presentó un hombre de edad indeterminada. Ceremonioso, humilde, sopesando cada palabra, extendió su mano con gesto tímido. Me pregunté si ésa sería la actitud de todos los autores cuando se acercaban a una editorial por vez primera. Llevaba una bolsa de plástico arrugado que, una vez sentado, mantuvo agarrada con toda su fuerza entre las rodillas.
Tímidamente se identificó como procedente de Sierra Leona, exiliado en Cabo Verde por un período de ocho años. Hablaba bastante bien criollo, pero vi que no tenía idea alguna de portugués. Cuando le pregunté acerca de esta laguna cultural, dijo que acababa de inscribirse en las clases del Centro Cultural Portugués en Mindelo, pero apenas había empezado y le costaba un gran esfuerzo descifrar un par de líneas.
Pero, para llegar al meollo de la cuestión, dijo con una sonrisa perpleja que había venido a mí porque tenía un libro que quería publicar y alguien le había mencionado la prestigiosa editorial Ilhéu. Escuché en silencio su adulación con la cordialidad propia de todo representante de una casa editorial, acostumbrado al diálogo y al trato con los autores cuyas obras edita. Sólo había un pequeño problema, dijo, mientras sacaba de la bolsa unas hojas sueltas, la mayoría de lo que escribo está todavía en inglés.
Eso me llamó la atención: ¿El libro está todavía en inglés?, pregunté, porque no había barajado en absoluto esa posibilidad. "

Germano Almeida
El vendedor de libros










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