Per Olov Enquist

“A la gente del atletismo le ocultaba que escribía. A los escritores, que hacía atletismo. Me ahorré las risas de los unos y el desprecio de los otros.”

Per Olov Enquist



“El futuro ha sido intenso. Algunos de los libros que he escrito me gustan todavía y no me he repetido, que es típico de escritor viejo. Una de las cosas que me hicieron salir del alcohol fue pensar que tenía un par de cosas por escribir. Un par. Al final ha sido un montón: novelas, teatro, dos óperas, libros infantiles para mis nietos…Y todo, de propina.”

Per Olov Enquist


"El hombre vivía en un pequeño pueblo y pertenecía a los Testigos de Jehová. No sólo él, sino también su mujer y sus hijos. Y los Testigos de Jehová eran una congregación bastante estricta, y con gran fortaleza de fe. Nada se cuestionaba, y no se abandonaba la comunidad impunemente. Y el hombre que escribió aquella carta había visto esa obra de teatro sobre el colapso del fundamentalismo comunista, y había empezado a cavilar sobre su propio credo, y sobre la congregación, y el fundamentalismo que reinaba en ella. ¿No se trataba de un comportamiento sectario que prescindía de la razón?
Y de la conciencia.
¿Debería ese hombre anteponer ahora su conciencia? ¿A su convicción religiosa ya establecida? Además, era bien conocido que el autor de la pieza dramática había formado parte del movimiento evangélico del despertar religioso en su juventud, y había sido un devoto creyente: un hombre, por tanto, que no había sido mudo en su fe. Sino más bien de una fe desbordante. Y había pasado algún que otro mes después de que el aparato televisivo irradiara la obra, y el hombre de Norsjö, entre oraciones y suspiros, había deliberado, y se había armado de valor para contarle a la congregación que había visto una pieza sobre el fundamentalismo y la conciencia, y que la había escrito el unánimemente respetado escritor. Y que ahora su conciencia le había llevado a reflexionar.
La razón le había dictado que hasta ese momento había vivido en una secta, pero ahora quería decir no, se acabó. Y lo expulsaron, tanto de la congregación como de la familia. Esposa, padres e hijos. Y se vio obligado a abandonar su casa, prácticamente sin un céntimo en el bolsillo.
Ahora vivía solo. En Estocolmo.
Toda su vida se había hecho añicos, pero estaba en paz con su conciencia."

Per Olov Enquist
El libro de las parábolas



“Empecé usando el yo, pero no funcionaba. Era demasiado doloroso y todo sonaba dramático o pintoresco. Con la tercera persona gané distancia y capacidad crítica. Puedes ser más sincero. Ese del que estaba escribiendo a veces era odioso, pero a veces me caía bien”. Paradójicamente, el relato de su alcoholismo fue, dice, el “más fácil” de escribir: “Acabé esas 150 páginas en tres semanas, espontáneamente, sin autocensura. Y no toqué una coma. Me di cuenta de que no podía escribir esas memorias sin contar mi historia con el alcohol. Fueron 10 años y estuvo a punto de matarme. En Islandia estuve cerca de morir, y matarse bebiendo es terrible. Mejor pegarse un tiro.”

Per Olov Enquist


"En la primera carta de Helen Portiz hay una frase de la que no me di cuenta al principio.
Luego la he leído una y otra vez.
Allí escribe: "Pasqual me contó una vez que en los últimos años había añorado muchísimo besar a María, su esposa, y que a veces no podía pensar en otra cosa, sólo porque sabía que nunca podría hacerlo".
Soñaba con poder besarla.
Al principio pensé que no era más que un curioso detalle, casi repugnante. Luego se volvió cada vez más importante. Soñaba con poder besarla porque era muy hermosa. Pero nunca podría ser.
Ahí está.
Los conozco desde hace veinte años, pero nunca los he entendido. A veces, cuando los veo, se me ocurre que un mundo libre de amor sería un mundo considerablemente mejor para vivir.
Si realmente el amor es lo que es. No lo sé: esa gabardina verde, y cómo ella espera en el parque, y él detrás de la cortina de su consulta, y luego bajan a su maldito sótano con cortacéspedes y sacos de yute y hacen el amor, o como se deba llamar aquello que hacen.
El único con quien puedo hablar ahora es K. Una vez él intentó averiguar qué era lo que realmente la había cautivado del chico: al principio ella no había querido contestar; luego le mandó un pequeño poema."

Per Olov Enquist
El ángel caído


"La democracia funciona gracias a continuas negociaciones y pactos, lo que es algo muy fatigoso."

Per Olov Enquist



"La desinformación consiste en tomar fragmentos de la verdad y juntarlos de una manera mentirosa."

Per Olov Enquist



“La memoria funciona como esos calendarios de adviento que abren ventanitas con una sorpresa. Tienes cierta información, pero hay que zambullirse para sacar algo.”

Per Olov Enquist



“La pregunta es quién soy de verdad. En mis libros trato de limar el humor, pero normalmente soy bastante gracioso. ¿Se lo parezco?”

Per Olov Enquist



“Lo que te ha influido de joven no te lo quitas de encima. En el deporte aprendí el valor de las reglas.”

Per Olov Enquist



"Los intelectuales a veces ceden a la tentación del poder; conocen las respuestas pero carecen de la ductilidad necesaria para llevar adelante sus propósitos."

Per Olov Enquist


“Pamplinas sobre artistas. Te dicen que es normal, que la creación te lleva a la depresión, y la depresión, a la bebida. Lo que nadie te dice es que dejes de beber de una puta vez.”

Per Olov Enquist



"SCHIWE (asombrado, hablando para sí mismo).- Si al menos pudiese comprender …qué es, en realidad, lo que tienen de extraordinario los escritores.
SIRI.-¡¡Nada!!
STRINDBERG.- Yo se lo voy a decir. Escribimos palabras. En el fondo eso es realmente extraordinario.
SCHIWE.- Realmente … ¿lo es?
STRINDBERG.-Yo pongo por escrito en un papel los sentimientos y los temores de los hombres antes de que ellos noten que los tienen. ¡Un año antes – diez años – cien años antes! Cuando ven las palabras, los sentimientos, bien documentados, se asustan y se indignan. Y no por el terrorismo que ejercen las señoras sobre nosotros. Que sería lo natural. No. ¡Se indignan contra el que lo ha escrito!¡Eso es lo que a mí me parece extraordinario!"

Per Olov Enquist
La noche de las tríbadas



“Si te educan como a mí leyendo y releyendo la Biblia, es muy difícil desentenderse de todo eso. He visto que gente tan metida como yo en el cristianismo se rebela a los 18 años. No fue mi caso. A mí se me fue desvaneciendo. Pero te quedan las cuestiones existenciales: lo bueno, lo malo, el cielo, el infierno. No sé las respuestas, pero nunca te desentiendes de las preguntas.”

Per Olov Enquist



“Suena cursi, pero un libro me salvó la vida.”

Per Olov Enquist


 “Toda la vida he sido socialdemócrata.”

Per Olov Enquist


"Todavía bajo influencia de sus amigos y enemigos letones en el exilio, y su forma de pensar, se pregunta si esa expedición cinematográfica ha estado sometida a vigilancia desde el primer momento. Si ellos, en realidad, como unos «idiotas útiles», durante su fuga irracional e intensamente ebria, han sido no sólo vigilados sino también protegidos; pero teniendo en cuenta el caos, y la decadencia, lo duda.
Atraviesan las llanuras polacas en medio de tormentas de nieve. Berlín Este, luego Berlín Oeste. El mundo parece despojado de cualquier forma de control.
¿Quizá sea así? Quizá todas las historias del muro hayan sido simplemente exageraciones. ¡Asaltado por detrás, el muro quizá estuviera hueco! En el cuarto de la caldera, encima de su mesa de trabajo, ha colgado una reproducción de Europa tras la lluvia de Max Ernst, ese cuadro en el que la selva invade la ciudad que se desmorona.
Quizá es allí adonde se dirige. 
Le han concedido una beca de un año, y se va con su familia a Berlín Oeste.
Durante los primeros días de enero de 1970 tiene lugar el traslado. Mete a su esposa Margareta y a su hijo Mats, ahora de nueve años de edad, en un coche repleto de todo el material de trabajo, y parte hacia el sur, hacia Berlín Oeste, a través de la RDA. La sombría tristeza de la tétrica campiña de la RDA resulta casi paralizadora, pero se sobrepone y se dice que el socialismo no se construye en un día, y que al final siempre acaba convertido en socialdemocracia.
La pequeña, Jenny, tiene ahora dos años.
Es rubia y brilla sin cesar con una hermosa sonrisa, y la van a mandar en un vuelo acompañada por una canguro, Marianne. El plan de viaje puede parecer una locura pero se basa en un «profundo análisis». Como los poderes de ocupación aún controlan los permisos de vuelo, y no hay línea directa a Berlín Occidental desde Estocolmo, y la canguro sólo tiene dieciséis años y difícilmente será capaz de hacer trasbordo en Hamburgo, encuentran una solución sencilla y práctica: vuelo directo entre Estocolmo y Schönefeld, o sea, Berlín Este. Desde allí salen autobuses de tránsito hasta Berlín Oeste."

Per Olov Enquist
Otra vida








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