Nicola Barker

"El condujo de regreso al hogar más tarde de lo que en un principio había previsto, en plena hora punta. En denodado esfuerzo por evitarlo no había podido cambiarse, de modo que llevaba un traje totalmente blanco, a excepción del casco. Desde el cuello hacia abajo parecía un extraterrestre. O un astronauta. Incluso llevaba puestos sus guantes plásticos, los cuales provocaban una curiosa fricción con el volante cuando giraba en las esquinas.
Deteniéndose en una rotonda en Lee Green, Ronny advirtió algo excepcional. Un hombre permanecía de pie en el centro de la rotonda. Era alto y lucía barba, su brazo estaba extendido, su brazo izquierdo. Y en su mano sostenía algo que brillaba bajo la luz de muchos focos. Algo dorado.
El tráfico era pesado. Ronny aguardó su turno para unirse a la afluencia. Contempló al hombre. Alguien hizo parpadear sus luces tras él. El aprovechó su oportunidad. Se incorporó al tráfico. Hizo un circuito. Hizo dos. Al tercer circuito indicó la izquierda y se deslizó hacia un aparcamiento apartado de toda aquella vorágine. Se quedó sentado durante un instante contemplando toda aquella frenética actividad a través del parabrisas. Entonces salió de su coche y se dirigió de nuevo a la carretera. Se detuvo en el bordillo. Puso sus manos sobre los labios y gritó:
-¡Ronny!
El otro Ronny no pareció advertir haberle escuchado, así que silbó y lo llamó de nuevo.
-¡Ronny!
El otro Ronny giró, ladeó la cabeza hacia un lado pero no se movió. Ronny esperó que hubiera un hueco en el tráfico y corrió hacia él. El otro Ronny continuó aguantando el objeto brillante. Era un reloj.
Ronny elevó su voz sobre las bocinas del tráfico.
-¿Qué haces aquí?
El otro Ronny le mostró el reloj.
-Estoy mostrando este reloj.
-¿Por qué?
-Me lo ofrezco a mí mismo. Le estoy ofreciendo mi tiempo a esta isla.
Después de una pausa añadió, Me gusta ese traje. Te pareces al hombre de Michelin.
-Es un uniforme de protección.
Ronny contempló el reloj. Le parecía familiar. El otro Ronny lo sorprendió mirándolo y le preguntó, ¿Lo reconoces?"

Nicola Barker
Wide Open


"¿Por qué preocuparse? –demandó ella. ¿Por qué toda esta inútil preocupación? Puedes hacer lo que te plazca. No es el toilet de los hombres sino tu propia habitación. Tu cuchitril. Es tu pequeña y especial atalaya…
Jenn sacó un taburete y se sentó, desparramando su rubia coleta sobre los hombros, se inclinó hacia delante, presionó con sus pulgares sobre los elásticos del diamante forrado de sus calcetines rosa, que le llegaban hasta la rodilla y tiró de ambos un par de centímetros.
-¿Mi atalaya? –repitió sorprendido Gene.
-Es un poco raro, ¿pero no te lo parece? Jenn contempló su alrededor, frunciendo el ceño. Quiero decir que tienes una oficina con una larga ventana que va a dar justo a las letrinas.
Se torció hacia los lados, presionando sus manos sobre el estante que corría sobre la ventana y miró a través de él. En ese preciso instante se abrió la puerta del toilet y entró un hombre que vio a Jenn asomada a la ventana, dio un giro rápido de 180º y se marchó.
-Bueno te suplico que vengas a ver algo extraordinario.
-Desde luego que parece extraño, Jenn, dijo Gene mientras trataba de controlar el sarcasmo del que estaba teñido su voz. Estoy en los toilets para trabajar –dijo, haciendo señas a las fregonas, no para pervertir a los pobres clientes todo el día.
-¿Pero por qué habría una ventana si no fueras a mirar a través de ella? –preguntó Jenn.
-¿Puede la gente mirar? Gene hizo una peligrosa conjetura ¿Para pedir por ayuda, quizás?
-¿Pero por qué querrían ellos hacer eso?
-No tengo ni idea –se encogió de hombros Gene. Para cerciorarse, o si hay algún tipo de obstáculo en uno de los toilets, o si se han quedado sin…"

Nicola Barker
The Yips










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