Vacunas. Verdades, mentiras y controversias



También para los altos directivos de la industria el libro ofrece una enseñanza: es más fácil comprar la opinión de un deshonesto que intentar quebrar el alma de una persona honorable. Y para todos los lectores, un mensaje hecho de metralla y purpurina: Nunca tengas miedo a no lograrlo. Ten miedo, mucho miedo, a no llegar a intentarlo.
 
Peter C. Gøtzsche
En el prólogo de Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 12
 
 
Algunas vacunas son tan beneficiosas que debería ponérselas todo el mundo, mientras que otras deben reservarse para ocasiones especiales. Unas cuantas son tan polémicas que muchos profesionales sanitarios se niegan a ponerlas en contra de las recomendaciones oficiales, como ocurre con la vacuna antigripal. Por lo tanto, debemos estudiar cada caso con detenimiento y de forma individual, sopesando sus pros y sus contras, igual que hacemos con otros medicamentos, y así decidir si conviene inmunizarse o recomendarlo a los demás. Las cuestiones clave son las siguientes: ¿cuál es el riesgo de infección y cuál el de sufrir daños graves o morir a causa de la vacuna?, y ¿qué posibilidades hay de evitar la infección y cuál es el riesgo de sufrir daños graves o morir? En cuanto al resto de las medidas preventivas, no resulta fácil dar consejos fundamentados que puedan aplicarse a toda la población, ya que la prevalencia de la enfermedad es un factor importante que tener en cuenta antes de tomar cualquier decisión. Todos los fármacos producen efectos secundarios, por lo que si el riesgo de infección es muy bajo, quizá no merezca la pena arriesgarse a sufrir perjuicios, por improbables que sean. En otros casos, las ventajas son tan evidentes con respecto a los daños que casi todo el mundo debería vacunarse, a menos, por ejemplo, que se padezca una inmunodeficiencia grave y la vacuna esté elaborada con microbios vivos atenuados, o que exista una alergia a alguno de sus componentes. Todo lo anterior está muy claro y suscita poco debate, pero el motivo de que haya tanta confusión sobre las vacunas se debe a que se han convertido en un caballo de batalla. Por desgracia, hay extremistas en ambos bandos que hacen caso omiso de los datos probados o que los manipulan en su beneficio. Cuando las autoridades sanitarias piensan que el fin justifica los medios, las recomendaciones oficiales pueden ser engañosas, y las consecuencias, muy graves. Al descubrir el engaño respecto a una vacuna concreta que genera dudas, es posible que la sociedad decida rechazar todas las vacunas en bloque. Este libro incluye muchos ejemplos de por qué no hay que fiarse siempre de las recomendaciones de los organismos oficiales ni de su manera de interpretar los datos.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 18
 
 
A quienes rechazan todas las vacunas, son inmunes a los argumentos racionales y desprecian los descubrimientos científicos se los suele llamar «antivacunas» (anti-vaxxers en inglés). Sin embargo, a mí no me gusta calificar a nadie de ser antinada. Aquellos que critican el consumo exorbitado de psicofármacos por motivos científicos válidos son denominados «antipsiquiatría» por los psiquiatras, pero no es cierto; en realidad, son «propersonas». Yo prefiero el término negacionistas de las vacunas, puesto que lo que hacen es negar la ciencia, igual que hay negacionistas del Holocausto y de la llegada del hombre a la Luna. A los del otro bando los llamo defensores de las vacunas, pese a que es una denominación demasiado amable para quienes se muestran tan irracionales como los negacionistas al afirmar que debemos aceptar todas las vacunas sin rechistar.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 20
 
 
En todo caso, existen buenas razones para mostrar escepticismo ante las vacunas en general, o al menos para cuestionarlas. Lo cierto es que el modelo de negocio de las farmacéuticas recae en el crimen organizado, ya que el fraude es una práctica habitual en los ensayos clínicos y en el marketing, lo que ha provocado cientos de miles de muertes a lo largo de los años. También está claro que no podemos confiar en las autoridades sanitarias, puesto que aprueban la comercialización de demasiados medicamentos peligrosos y tardan demasiado tiempo en retirarlos, aunque se acumulen las pruebas de su letalidad. Tampoco genera mucha confianza el hecho de que las recomendaciones oficiales sobre vacunación, como las que emiten las juntas de salud nacionales y la OMS, se basen en los resultados de estudios patrocinados por las mismas farmacéuticas y en los comunicados de las autoridades sanitarias, ni el de que muchos de los implicados tengan conflictos de intereses por su relación con los fabricantes de vacunas. Otro motivo de sospecha es que casi ninguno de los principales ensayos clínicos sobre las vacunas incluye un grupo de control sin tratar. Uno de los requisitos para que se apruebe un medicamento es que se hayan hecho ensayos clínicos aleatorizados en los que un grupo recibiera el tratamiento y otro grupo de control recibiera un placebo o nada. De esta manera, se pueden evaluar tanto los efectos positivos como los negativos. Así, después de haber pasado décadas investigando medicamentos, cuando me puse a estudiar la vacuna contra el PVH (papilomavirus humano), me horrorizó descubrir que los requisitos para su aprobación eran mucho más laxos. En casi todos los ensayos de la vacuna contra el PVH hay un grupo de control que recibe la vacuna contra la hepatitis o un potente adyuvante inmunológico, lo que impide discernir cuáles son los daños que produce la vacuna. Por otro lado, hay mucha gente que desconfía porque cree ver una relación causal cuando alguien enferma tras ser vacunado, pero ni esa relación existe ni es motivo de escepticismo.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 23
 
 
El sistema inmunitario es de una complejidad tremenda, por lo que no es posible saber a ciencia cierta qué efectos imprevistos puede producir una vacuna concreta. De hecho, las vacunas pueden afectar a otras enfermedades infecciosas de manera tanto positiva como negativa.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 25
 
 
El profesor danés Peter Aaby lleva cuarenta años realizando estudios pioneros en este campo. Su grupo de trabajo ha publicado muchos artículos que refuerzan su tesis de que las vacunas atenuadas reducen la mortalidad total, mientras que las vacunas inactivadas (elaboradas con microbios muertos) la aumentan. Por ejemplo, la vacuna contra el sarampión reduce la mortalidad mucho más de lo que puede explicar su efecto preventivo. La secuencia de administración de la vacuna también parece ejercer una influencia considerable sobre la mortalidad, y siempre es mejor finalizarla con microbios vivos. Por desgracia, tales observaciones no hacen que sea más fácil tomar una decisión.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 25
 
 
Es probable que las vacunas contra la tuberculosis (BCG, por el bacilo de Calmette y Guérin) y el sarampión reduzcan la mortalidad derivada de neumonías y síndromes sépticos. Por el contrario, se sospecha que la triple bacteriana contra la difteria, el tétanos y la tosferina (DTP) duplica la mortalidad general en los países de ingresos bajos, algo preocupante porque la neumonía y el síndrome séptico causan más víctimas en esos lugares que las enfermedades a las que está dirigida la vacuna. Como es lógico, estos descubrimientos de Aaby no sentaron muy bien en la sede de la OMS. Cuando se obtienen resultados tan inesperados, que además se confirman con estudios posteriores, las autoridades sanitarias se ven en un serio aprieto para salir del paso.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 25
 
 
Las vacunas presentan diferencias importantes con respecto a otros medicamentos. Por ejemplo, su efecto puede variar con el tiempo. Es posible que surjan nuevas cepas de virus o bacterias, así como también que existan discrepancias genéticas, epidemiológicas, demográficas o ambientales entre la población que afecten a su eficacia. En estos casos, mi regla general se basa en que, si la vacuna forma parte del programa oficial de inmunización de algunos países, pero no de otros comparables, entonces no es importante que te vacunes o que vacunes a tus hijos. Un ejemplo de ello sería la vacuna antirrotavírica contra la diarrea, que no se incluye en el programa oficial danés a pesar de que hay un grupo de presión que la promociona apasionadamente. Como suele ocurrir, no es posible emitir recomendaciones a escala mundial. En los países de ingresos bajos, donde la diarrea es una causa de muerte importante, la antirrotavírica puede ser positiva.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 26
 
 
Como científico que soy, no tomo partido por nada ni por nadie. Lo que hago es estudiar las pruebas existentes y basar mis conclusiones en ellas, sean cuales sean las consecuencias.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 27
 
 
En esta guerra de relaciones públicas, los charlatanes y timadores han vencido a los científicos. He consultado bastantes páginas web y me he dado cuenta de que muchos individuos (entre los que se incluyen profesionales sanitarios) se han enriquecido gracias a sus mentiras mortales. Hay médicos que están en contra de los antibióticos, mientras que otros recomiendan homeopatía en vez de vacunas (una auténtica estupidez porque esos productos no contienen ni una sola molécula activa), o suplementos de hierbas a precio de oro que curiosamente venden ellos mismos, pero que tampoco sirven de nada. Muchos de estos farsantes se describen como «practicantes de medicina holística», aunque debo señalar que, después de haber retado a unos cuantos a que explicaran qué significaba eso, he descubierto que es una manera bonita de decir: «No sé lo que estoy haciendo, pero me saco una pasta engañando a incautos».
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 29
 
 
No existe nada en el mundo que iguale la excelente labor que desempeñan nuestros órganos depurativos, el hígado y los riñones, para eliminar toxinas.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 30
 
 
 
Por desgracia, las vacunas más eficaces son víctimas de su propio éxito. Como han suprimido tantas infecciones, casi ningún médico vivo, por no hablar de los padres, se acuerda de lo terribles que eran esas enfermedades. En la mayoría de los países, no solo hemos eliminado la viruela, la difteria, la polio y el sarampión (que fue declarado erradicado en los Estados Unidos en el 2000, aunque ahora haya vuelto por sus fueros), sino que también hemos borrado su recuerdo.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 32
 
 
Vivimos en un mundo tan sobrediagnosticado y sobretratado que, en los países de ingresos altos, los medicamentos son la tercera causa de muerte por detrás de las enfermedades cardiacas y el cáncer, como han demostrado diversos estudios independientes en Europa y América del Norte. Además, basándome en las mejores investigaciones que he podido encontrar, calculo que los psicofármacos, por sí solos, seguirían constituyendo la tercera causa de muerte. Puede que la situación no sea tan extrema, pero lo cierto es que los antidepresivos y similares se cobran vidas, y sin embargo más del 10 % de la población de muchos países los toma cada día. Los medicamentos son un arma de doble filo, la mayoría de ellos son inespecíficos y presentan una amplia gama de efectos secundarios aparte de los pretendidos, muchos de los cuales son perjudiciales. Por todo ello, si queremos protegernos de la muerte y otros daños, deberíamos usar el menor número posible de fármacos. Las vacunas son otra historia totalmente distinta. Se trata de compuestos muy específicos dirigidos hacia un microorganismo concreto, solo deben administrarse unas cuantas veces, ofrecen muchos años de protección o hasta inmunidad de por vida, y es raro que presenten efectos secundarios graves. Además, suele ser considerablemente más barato vacunarse que medicarse. Estas propiedades convierten a las vacunas en los tratamientos médicos más valiosos y económicos que se pueden encontrar. También son, en general, muchísimo más seguras que cualquier fármaco.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 32
 
 
Durante la primera mitad del siglo XX, no había que demostrar que (los fármacos) tuvieran algún efecto terapéutico o profiláctico para ponerlos a la venta. Lo único que importaba era que no fueran demasiado peligrosos, y ni siquiera eso se investigaba como es debido. Por lo tanto, ocurrieron numerosas catástrofes, y no se prohibieron muchos medicamentos perjudiciales hasta después de que dañaran o mataran a un gran número de personas. No fue hasta el desastre de la talidomida, retirada en 1962, que se introdujeron cambios importantes en la legislación.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 34
 
 
Tras estudiar los hechos, he llegado a la conclusión de que la vacuna contra el sarampión es uno de los mejores inventos de la historia de la medicina. Y, sinceramente, me resulta extraño que haya que recordárselo a la población. No obstante, lo peor es que hay gente que se niega a vacunar a sus hijos (incluidos médicos y personas instruidas que deberían informarse mejor). He intentado comprender el razonamiento de los negacionistas de las vacunas, así que voy a analizar sus argumentos principales en estas páginas. A fin de cuentas, incluso entre los grupos más extremistas puede haber personas que atiendan a la razón, la ciencia y la ética, sobre todo si logramos demostrar que sus creencias se basan en datos erróneos.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 44
 
 
Lo cierto es que los estudios más rigurosos no han podido establecer ninguna relación entre las vacunas y el autismo, aunque eso les importa poco a los negacionistas, porque son inmunes al debate racional.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 47
 
 
Por lo que he podido observar, quienes están en contra de las vacunas suelen ser defensores de la medicina alternativa, a pesar de que no sirva para nada. Si de verdad funcionara, los médicos no la llamarían medicina alternativa, sino que la usarían sin más.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 71
 
 
La idea de que la vacuna del sarampión provoca autismo debería ser relegada al cementerio de las hipótesis fallidas, si es que queda algún sitio libre.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 72
 
 
Quienes se preocupen por el aumento de los casos de autismo y crean que se debe a las vacunas, están muy equivocados. Si lo causara algún factor externo, sería mejor investigar el efecto de las sustancias psicoactivas que se administran a las embarazadas o a las hembras animales embarazadas de los ensayos clínicos, como los antidepresivos.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 86
 
 
No es posible saber exactamente cuál es el riesgo de morir por sarampión. Como mencioné antes, el riesgo de muerte está relacionado con la carga vírica, que aumenta en las condiciones de hacinamiento. Solo sabemos lo que ha ocurrido cuando ha habido brotes, es decir, que suele haber unas dos muertes por cada mil casos, pero podría ser mucho peor. Durante una epidemia en Copenhague en 1887, al menos el 5 % de los niños, o cincuenta de cada mil casos, tuvieron un desenlace fatal. De hecho, puede que la mortalidad fuera más alta, porque solo se contaron los fallecidos que tenían sarpullidos en el momento de la muerte. En Viena, a principios del siglo XX, la mortalidad se situaba en el 11 % entre los más pobres y en el 0,6 % entre los más ricos. Un brote ubicado en Madagascar, que comenzó en 2018, causó más de mil doscientas muertes hasta abril de 2019, lo que supone alrededor del 1 % de los afectados. Allí, solo está vacunado el 60 % de la población. Para resumir, todos deberíamos vacunarnos contra el sarampión y vacunar a nuestros hijos, con muy contadas excepciones. La vacuna está contraindicada en caso de antecedentes de reacción alérgica grave a cualquiera de sus componentes (como la neomicina), embarazo (el sarampión durante la gestación aumenta el riesgo de parto prematuro, aborto espontáneo y desnutrición fetal) e inmunodepresión grave.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 87
 
 
Creo que es imposible defender racionalmente la vacunación obligatoria contra la gripe de los profesionales sanitarios a fin de proteger a sus pacientes de un riesgo teórico como lo es contraer la gripe. Se trata de una intrusión en el cuerpo de una persona por la posibilidad (que ni siquiera se ha demostrado de manera fehaciente) de reducir el riesgo de que le ocurra algo malo a otra persona. No recuerdo que haya habido otro caso en que la sociedad le pida a alguien que se sacrifique por el posible beneficio de otro, aparte de en tiempos de guerra, y menos aún que sea una obligación. Ninguna vacuna es totalmente inofensiva, y en el peor de los casos, el profesional sanitario podría llegar a morir, por ejemplo, a causa de un choque anafiláctico, o por golpearse la cabeza tras desmayarse, o por sufrir el síndrome de Guillain- Barré, todo lo cual puede conducir a un desenlace fatal. Con este libro quiero denunciar las barbaridades cometidas por los negacionistas de las vacunas, pero el otro bando también tiene mucho por lo que responder. Algunos fundamentalistas no ven más allá de las consecuencias positivas de la vacunación. Y cuando la gente así está en el poder, las cosas pueden torcerse mucho. En 2017, una profesora veterana del claustro de la Facultad de Medicina de Nueva York, que ni siquiera ejercía como médica, fue despedida por no vacunarse contra la gripe. Según declaró la universidad, «la inmunización resulta fundamental para proteger a nuestros pacientes, visitantes y colegas. Lamentablemente, a falta de pruebas de que esté vacunada, nos vemos obligados a rescindir su contrato con efectos inmediatos». Habiendo bienhechores que no respetan los derechos humanos más básicos, no me sorprende que algunos hablen de fascismo sanitario. Hay otro ejemplo ocurrido en Nueva York que también me hace pensar que no debemos rendirnos todavía. Un abogado consiguió que se considerase ilegal el requisito del Departamento de Salud por el que era obligatorio vacunar a los niños de preescolar contra la gripe. Fue una merecida victoria en nombre de los derechos humanos. Dicho requisito era injustificado, tanto ética como científicamente. Por desgracia, el Tribunal Supremo volvió a instaurarlo. El argumento de la cuerda resbaladiza siempre cumple un papel importante en las disquisiciones filosóficas. Está relacionado con el principio de la coherencia y viene a decir algo así: aunque en este caso concreto parezca razonable, abriría la puerta a otras cosas inaceptables que nos veríamos obligados a aceptar, porque no podríamos hallar una diferencia ética relevante entre ambas situaciones. Sucede lo mismo con el cumplimiento de la ley, sobre el que se podría argumentar: «Estoy tentado de hacer trampas en esta situación, pero ¿y si todo el mundo lo hiciera en situaciones similares?». ¿Perderíamos la confianza en los demás, provocando así el colapso de la sociedad?
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 93
 
 
Nunca hay que dar más poder a quien ya tiene mucho. La historia nos ha enseñado que siempre acaba mal.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 95
 
 
La imposición de la vacuna contra la gripe a los preescolares de Nueva York demuestra que los políticos pueden llegar demasiado lejos. Además, cuando se impone algo, siempre existe un riesgo claro de corrupción. Uno de los argumentos habituales en defensa de la vacuna obligatoria contra la gripe es que previene la transmisión del virus a otras personas. Sin embargo, no hay pruebas de que sea cierto, y, además, cuando no se sabe cuánta gente ha muerto de gripe (véase el capítulo siguiente), tampoco es posible valorar si el dinero del contribuyente está bien empleado en medidas coercitivas.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 100
 
 
 
Nunca me he vacunado contra la gripe, y después de estudiar los datos, sé que nunca lo haré. Varios de mis colegas especialistas en enfermedades infecciosas —como mi mujer, que es profesora de Microbiología Clínica— opinan igual. Sin embargo, las autoridades sanitarias aconsejan lo contrario, lo que me deja perplejo.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 107
 
 
Mucha gente habrá oído hablar del Tamiflu, el nombre comercial del oseltamivir. Hemos gastado y seguimos gastando miles de millones en este fármaco prácticamente inútil y en otro parecido, el zanamivir (Relenza). Una revisión Cochrane sugirió que el oseltamivir reducía el tiempo del primer alivio de los síntomas en diecisiete horas, lo que es un efecto tan leve que bien podría ser inexistente. Los ensayos no se cegaron eficazmente porque el fármaco tiene efectos secundarios bastante notorios. Así pues, los ensayos a doble ciego no fueron útiles, ya que en muchos casos era posible adivinar quién había tomado la sustancia activa y quién el placebo. Del mismo modo, como el fin de la gripe es algo muy subjetivo, es probable que la falta de enmascaramiento arrojara resultados demasiado positivos. Como en el caso de las vacunas contra la gripe, no había seguridad alguna respecto a los efectos más importantes (muertes, ingresos hospitalarios, neumonía, cualquier complicación grave o una menor transmisión del virus). El fabricante, Roche, omitió publicar la mayoría de los datos de sus ensayos clínicos y se negó a compartirlos con investigadores independientes. Así, basándose en estudios inéditos, Roche declaró que el Tamiflu reducía las hospitalizaciones un 61 %, las complicaciones secundarias un 67 % y las infecciones respiratorias que requerían antibióticos un 55 %. A mi entender, se trata de un fraude. Un fraude es un engaño destinado a generar ganancias financieras o personales que suele consistir en proclamar logros o cualidades injustificadas. La FDA le pidió a Roche que dejara de anunciar que el Tamiflu reducía la gravedad y la aparición de infecciones secundarias, mientras que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) aceptó la afirmación de que el fármaco disminuía las complicaciones del tracto respiratorio inferior. El comité asesor de la FDA rechazó la aprobación del zanamivir por trece votos frente a cuatro, ya que no actuaba mejor que el placebo cuando los pacientes tomaban otros medicamentos como el paracetamol. Sin embargo, tras la apelación de la empresa, la FDA desestimó el fallo de su propio comité y terminó aprobando el fármaco, por lo que también tuvo que aprobar el oseltamivir ese mismo año. Muchos se preguntaron por qué la OMS ponía a escribir recomendaciones sobre la gripe a individuos que estaban a sueldo de las farmacéuticas, y por qué no se informaba de ello en sus guías. De hecho, había tanto secretismo que desde fuera era imposible saber quién formaba parte de los comités. Los escándalos no terminaron ahí. En junio de 2009, la OMS anunció el comienzo de una pandemia de gripe porcina producida por el virus H1N1, que pronto demostró ser un brote ordinario más leve que otros ocurridos en el pasado. Ello se debió a que poco tiempo antes se había adoptado una nueva definición de pandemia, pese a las protestas de algunos de los Estados miembros. Se ha calculado que se gastaron unos 18.000 millones de dólares en vacunar a millones de personas frente a la pandemia, sin que estuviera claro que la vacuna fuera efectiva, ya que no se había probado en un entorno clínico.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 112
 
 
El oseltamivir provoca efectos secundarios en la psique, dolores de cabeza, problemas renales y vómitos. Si tuviera la gripe, jamás de los jamases tomaría ese fármaco, ni tampoco zanamivir.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 115
 
 
Se ha calculado que la gripe produce menos del 10 % de todas las muertes invernales de las personas mayores de 65 años. Siendo así, aunque la vacuna tuviera una efectividad del 100 % en la prevención de la mortalidad, la reducción total sería inferior al 10 %. Además, la vacuna casi siempre contiene virus inactivados, lo que según los estudios de Aaby sugiere un aumento de la mortalidad general (véase el capítulo 1). Por todo ello, tal resultado es sumamente improbable.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 117
 
 
 
No se puede obligar a los profesionales sanitarios a que se vacunen contra la gripe sin saber si ello conllevará menos hospitalizaciones o complicaciones ni si tendrá efectos sobre la mortalidad total.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 117
 
 
El resumen de la revisión Cochrane ya empieza diciendo que la vacuna contra la gripe es poco eficaz: «Una revisión sistemática halló que el 3 % de los trabajadores vacunados y el 5 % de los no vacunados tuvieron gripe confirmada en cada temporada». Dicha revisión incluía los mismos cuatro ensayos que la revisión de los CDC. Las fuentes principales de sesgo estaban relacionadas con el abandono de los ensayos, la falta de enmascaramiento, la vacunación entre los grupos de control y la baja tasa de cobertura de la vacuna entre los grupos activos, lo que condujo a los autores a dudar de la calidad de sus resultados. No se obtuvo información sobre otros procedimientos simultáneos a la vacunación, como el lavado de manos, el uso de mascarillas, la detección temprana de la gripe probada en laboratorio, la implantación de cuarentenas, la evitación de ingresos hospitalarios, la administración de antivíricos y la baja laboral de los profesionales aquejados de gripe y enfermedades seudogripales. Todas estas medidas pudieron introducir un sesgo hacia la búsqueda de un efecto de la vacunación. En ninguno de ellos se declaró de manera explícita que el enmascaramiento fuera adecuado, ni entre los participantes ni entre el personal sanitario, aunque dos mencionaron que se informaba a las enfermeras si algún paciente mostraba síntomas de gripe y si les tomaban muestras de la nariz o la garganta. Tales prácticas pudieron aumentar la incidencia de gripes probadas mediante análisis clínicos entre el grupo sin vacunar. No se hallaron efectos estadísticamente significativos de la vacuna sobre las gripes confirmadas (riesgo absoluto = 0; IC de −0,03 a 0,03), las infecciones del tracto respiratorio inferior (riesgo absoluto = −0,02; IC de −0,04 a 0,01; que bajaron del 6 % al 4 % en un estudio de 3.400 personas), ni sobre las hospitalizaciones por enfermedad respiratoria (riesgo absoluto = 0; IC de −0,02 a 0,02). Los autores optaron por no combinar los datos de mortalidad por infección del tracto respiratorio inferior ni por todas las causas porque la dirección y el tamaño del riesgo absoluto variaban entre los estudios. Además, tampoco pudieron estar seguros del efecto de la vacunación sobre dichos resultados debido a la baja calidad de los datos. Tal como señalaron en sus conclusiones, la revisión no logró aportar pruebas razonables a favor de la vacunación de los profesionales sanitarios al cuidado de ancianos vulnerables.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 118
 
 
Unos investigadores canadienses revisaron recientemente las pruebas y estuvieron de acuerdo con los de Cochrane. No hay pruebas sólidas que apoyen la hipótesis de que la vacunación de los profesionales sanitarios proteja a los pacientes de la gripe. Una investigadora comentó que la vacuna contra el subtipo H3N2 tenía una efectividad del 40 %, lo que quiere decir que tres de cada cinco sanitarios vacunados siguen siendo tan vulnerables al contagio como si no se hubieran vacunado. También añadió: «En estos casos, lo que más puede perjudicar a los pacientes es que nos centremos exclusivamente en el riesgo que suponen los trabajadores sin vacunar, tratándolos como apestados, o, peor aún, despidiéndolos, mientras pasamos por alto el riesgo que suponen los trabajadores vacunados».
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 120
 
 
La vacunación puede darle al personal una falsa sensación de seguridad, haciendo que se laven menos las manos, con lo que quizá aumenten el riesgo de infección en vez de reducirlo. Para saber con seguridad si la vacunación de los sanitarios beneficia a los que cuidan, habría que hacer un ensayo amplio y riguroso, pero en realidad no es necesario. Es poco probable que mostrara beneficios tangibles, y, como argumenté en el capítulo anterior, no sería ético obligar a los profesionales sanitarios a que corran un grave riesgo personal para ofrecer una eventual protección a otros. Por ese motivo, un ensayo así me parecería falto de ética.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 120
 
 
Los CDC, cómo no, recomiendan que todos los profesionales sanitarios estadounidenses se vacunen cada año contra la gripe. A fin de cuentas, si no lo hicieran, podrían quedarse sin financiación.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 120
 
 
La página web de los CDC es una mina de desinformación, peor aún que las de las farmacéuticas. Lo que hacen es anunciar una eficacia altísima de las vacunas, sin mencionar que se basan en los datos de estudios muy poco fiables, como los de casos y testigos. En la investigación médica responsable, se considera algo intolerable.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 121
 
 
La página de los CDC sobre la eficacia de las vacunas es un ejemplo perfecto de la desinformación omnipresente. El enlace que debiera justificar el interesante dato de que «Durante 2016 y 2017, la vacuna contra la gripe evitó alrededor de 85.000 hospitalizaciones relacionadas con la gripe» no lleva a ninguna parte. Por el contrario, aparece este mensaje: «¡Vaya! No encontramos la página que buscas. Prueba con la opción de búsqueda y el índice alfabético». Y aunque busqué y busqué, ni siquiera la cifra «85.000» produjo resultado alguno, dado que el botón de búsqueda estaba roto. Luego lo intenté con el índice alfabético y seleccioné «Vacunas contra la gripe». En la parte superior de esa página ponía que, en el último año, de 2018 a 2019, había habido unos cuarenta millones de casos de gripe, seiscientas mil hospitalizaciones y entre 36.400 y 61.200 muertes. ¡Toma ya! Siete veces más hospitalizaciones que entre 2016 y 2017. Tal vez fuera por eso que se eliminó la cifra más baja. Las campañas para sembrar el pánico suelen hacer uso de grandes números. Por ejemplo, si visitamos una página oficial para saber si los antidepresivos funcionan, veremos que lo primero que dicen es que más del 10 % de la población estadounidense sufre de depresión (lo que es correcto, teniendo en cuenta el criterio tan laxo que se emplea para diagnosticarla), y nos quedaremos con el mensaje subyacente de que debemos tomar antidepresivos a fin de combatir el «desastre».
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 122
 
 
Voy a poner otro ejemplo de cómo pueden torcerse las cosas en los estudios de casos y testigos. Unos investigadores españoles indicaron en su resumen que, en comparación con los pacientes que no fueron vacunados en la temporada actual y en las tres anteriores, la vacuna contra la gripe actual y de cualquier temporada anterior redujo la mortalidad en un 70 % (del 34 % al 87 %). También dijeron que «la vacunación en la temporada actual no tuvo un efecto significativo en los casos de gripe grave». Esto podría llevar al lector a pensar que hay que vacunarse todos los años para protegerse adecuadamente, y así fue como interpretaron sus datos los investigadores: «Estos resultados refuerzan las recomendaciones para la vacunación anual contra la gripe en la tercera edad». Sin embargo, el texto principal del documento señalaba que «la vacunación en la temporada actual mostró que no se redujo la probabilidad de enfermedades graves y que aumentaron las probabilidades de muerte» (CR ajustado = 3,35; IC de 1,06 a 10,58). Según los autores, estos datos apuntaban a un efecto preventivo sobre la gripe de leve a moderada, pero no sobre los casos más graves. Tal explicación no tiene sentido. Los investigadores nos venden un efecto enorme de la vacuna sobre la mortalidad, de un 70 % (algo totalmente imposible), y luego nos dicen que no funciona frente a las gripes graves. Pero es que resulta que lo que mata a la gente es la gripe grave, no sus versiones más suaves.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 126
 
 
Ningún estudio de calidad ha confirmado nunca que la vacuna contra la gripe reduzca el número de fallecimientos. Y, aun así, nos bombardean con datos engañosos no solo sobre sus efectos, sino también sobre la cantidad de muertes por gripe, con el único objetivo de sembrar el pánico y aumentar las vacunaciones.
 
Como anunció la cadena CBC en 2012, la Agencia de Salud Pública canadiense afirmó en un comunicado: «Cada año, entre dos mil y ocho mil canadienses mueren por la gripe y sus complicaciones». El editor del Canadian Medical Association Journal se unió al réquiem y repitió la declaración de que fallecían hasta ocho mil personas. Nadie sabe cuánta gente muere tras infectarse del virus de la gripe. Las cifras no se basan en el cómputo de muertos, en pruebas clínicas ni autopsias, sino en modelos informáticos. Uno de ellos cuenta todas las muertes por causas respiratorias y circulatorias, incluidos los decesos por ataques al corazón que no tienen nada que ver con la gripe. Otro modelo da por hecho que cada muerte adicional que ocurre en invierno se debe a la gripe. Por lo tanto, la idea básica es que el exceso de muertes invernales (aunque sean por tropezar en la acera, por la nieve que cubre las carreteras o por las bajas temperaturas) en comparación con las muertes estivales son muertes producidas por la gripe. Entre ellas se cuentan hasta los fallecidos por enfermedades psiquiátricas. Estos modelos son muy sensibles a las suposiciones que introduzcamos en ellos. ¿Qué ocurre cuando hay una persona muy afectada por una enfermedad cardiaca o pulmonar a la que finalmente vence una infección de gripe? ¿Se trataría de una muerte a causa de la gripe, del corazón o del pulmón? Es imposible saberlo. A pesar de tan aterradoras cifras, la tabla de mortalidad del Instituto de Estadística canadiense solo indica unas trescientas muertes anuales bajo el epígrafe de la gripe.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 127
 
 
Cuando llegó la supuesta pandemia de 2009 y la OMS alertó al mundo entero sobre su gravedad, surgió una rara oportunidad para verificar el verdadero número de muertes por gripe. Por primera vez se disponía de pruebas de laboratorio generalizadas y de un sistema nacional de informes: todas las miradas estaban puestas en las posibles muertes relacionadas con la gripe. El recuento final de cuatrocientos veintiocho fallecimientos se acercó mucho más a la estadística anual, que los cifraba en alrededor de trescientos, que a los ocho mil que calcularon los modelos informáticos. En lugar de meternos miedo, las autoridades sanitarias deberían habernos tranquilizado.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 128
 
 
En realidad, no se ha demostrado que vacunar a las embarazadas proteja a los demás de infecciones graves. Pero, además, tampoco queda tan claro como nos gustaría que proteja a las propias embarazadas.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 134
 
 
¿Qué riesgos tienen las vacunas contra la gripe?
 
Como señalé antes, las dos primeras páginas de los CDC que encontré no dicen nada útil sobre los peligros de la vacuna antigripal. Aunque lo lógico sería que el apartado
«Información sobre la vacuna contra la gripe para los trabajadores de la salud» comentara algo relevante, no es así. De hecho, solo dedica estas palabras a la cuestión:
Las vacunas contra la gripe son seguras. No es común que la vacuna contra la gripe ocasione problemas graves. El efecto secundario más frecuente que se puede padecer es un poco de dolor en el lugar donde se administró la vacuna. Generalmente es suave y desaparece en el transcurso de uno o dos días.
El mensaje terminaba así: «Visite “La seguridad de la vacuna contra la gripe” para obtener más información». Al hacer clic en el enlace, me salió el siguiente aviso: «No se puede abrir [dirección del sitio web]. No se encontró el servidor o proxy de internet».
En ese momento me harté de los CDC, que parecían estar decididos a que nadie descubriera los peligros de las vacunas contra la gripe. No sé, tal vez fuera un problema técnico, de los que ocurren cuando se modifican páginas web sin corregir los enlaces. Pero lo único que saqué en claro pese a todos mis esfuerzos y tras haber leído tanta publicidad engañosa fue este mensaje tácito: «No hagas preguntas, obedece y vacuna a todos tus pacientes cada año, desde los 6 meses hasta la tumba. ¿Qué mosca te ha picado? Ya te hemos dicho que las vacunas contra la gripe son seguras».
¿Un poco de dolor durante uno o dos días? ¿No hay nada más que decir sobre los daños de la vacuna antigripal?
La primera página que miré, la de la FDA, era aún peor, ya que su apartado «Seguridad y disponibilidad de la vacuna contra la gripe» no daba información alguna sobre seguridad.
¿Por qué ocultan estos datos los organismos oficiales? El hecho de que dos grandes instituciones estadounidenses lleven a sendos callejones sin salida resulta cuando menos inquietante. Otras entidades, ya sean agencias del medicamento, ministerios de sanidad, juntas de salud o la mismísima OMS, tampoco están interesadas en decirle sinceramente a la gente lo que sabemos sobre los daños de las vacunas, y lo que no sabemos, pero nos gustaría saber (véase el próximo capítulo). Además, las preguntas no son bien recibidas. En mi opinión, se trata de un ejemplo de paternalismo no solicitado. Yo nunca he dado permiso para que otros decidan por mí si debo vacunarme o no, ni con qué vacunas, ni para que se corra un tupido velo sobre las verdades incómodas.
Después de tanto investigar, reconozco que me puse furioso. Por fin entendí que algunas personas desconfíen de las vacunas y puedan volverse irracionales. ¿A quién deben creer?
¿Qué es lo que se encubre con tanto secretismo? La sanidad pública ha llegado demasiado lejos con su actitud paternalista, y su arrogancia le ha estallado en la cara.
Luego de todos mis desvíos involuntarios, decidí probar una última vez. Como expliqué antes, no encontré nada sobre seguridad en la página «Seguridad de la vacuna contra la gripe» de los CDC, aparte de publicidad engañosa. Entonces se me ocurrió una idea un tanto curiosa: buscar en Google «Seguridad de la vacuna contra la gripe CDC». Y aunque no esperaba nada, localicé algunos datos sobre seguridad, tanto para pacientes como para profesionales, a solo dos clics de distancia. La página incluía cuatro tipos de vacunas: la antigripal inactivada, la antigripal inactivada de cultivo celular, la antigripal genotecnológica y la antigripal atenuada. Al seleccionar la inactivada, hallé una lista de acontecimientos adversos: «Dolor y otras reacciones en el punto de inyección: hasta el 65 % de las personas vacunadas experimentan dolor en el punto de inyección durante la primera semana, sin que suela interferir en la actividad diaria». Ajá. Esto es mucho peor que un dolor leve de uno o dos días, como aseguraban los CDC en su página fácilmente encontrable. Ahí veo yo poca coherencia. Además, «otras reacciones en el punto de inyección» no se refieren solo al dolor, como mostraba el ensayo sudafricano. Este indicó que dichas reacciones (sobre todo de leves a moderadas) eran más frecuentes en el grupo de la vacuna que con el placebo, y que no había más diferencias significativas entre ambos grupos. Sin embargo, el anexo daba otra impresión. Por otro lado, detecté tres errores graves en las tablas, las cuales tendían a subestimar los daños. Primero: se recogieron los datos de las mujeres con VIH y sin VIH por separado, lo que resulta ilógico, ya que las reacciones locales son independientes del virus, por lo que deberían haberse combinado los dos grupos. Segundo: aunque las reacciones se dividieron entre suaves, moderadas y graves, las pruebas realizadas para determinar la significación estadística de vacuna y placebo también se aplicaron por separado a cada categoría. Lo mejor habría sido hacer una prueba de la χ2 para indicar si existía una tendencia. Tercero: solo se aportaban los datos de 536 de las 2.310 mujeres aleatorizadas (el 23 %). No encontré explicación alguna de por qué faltaban los datos del 77 % de la muestra. El artículo hablaba de «los detalles solicitados sobre las reacciones locales y generales», por lo que es lógico pensar que se preguntó sobre los daños a todas las mujeres. ¿Por qué entonces se habla solo del 23 %?
Estos errores reducen en gran medida la capacidad del ensayo para detectar las diferencias entre la vacuna y el placebo en cuanto a los daños locales y generales. Al haberse publicado en una prestigiosa revista, el New England Journal of Medicine, podría parecer chocante que el editor dejara pasar algo así, pero no lo es.
Después comprobé si los autores estaban envueltos en conflictos de intereses, y efectivamente así era. El estudio estuvo patrocinado por la Fundación Bill y Melinda Gates (véase el capítulo 1), la vacuna se compró a los laboratorios Sanofi Pasteur y el primer autor tenía numerosos conflictos de intereses con distintos fabricantes, incluido Sanofi Pasteur.
Además, la misma revista resulta problemática, pues se embolsa cantidades ingentes de dinero vendiendo reimpresiones de artículos y espacios publicitarios a las farmacéuticas. Tanto es así que se negaron a responder nuestras preguntas y hasta a decir qué porcentaje de sus ingresos procede de las reimpresiones.
Ya expliqué en su momento cuál fue el papel de sus editores en el escándalo Vioxx.[191] Lo que pasó es que Merck manipuló los datos sobre los infartos provocados por el medicamento, un antiartrítico, en un ensayo fundamental. Cuando todo salió a la luz, la revista culpó a Merck y a los investigadores clínicos, pero sin hacer mención de su propia responsabilidad por haber publicado semejante artículo. Tras cinco años de silencio, después de la retirada del fármaco y a punto de ser demandados ante los tribunales, los editores terminaron reaccionando con lo que eufemísticamente llamaron un «manifiesto de preocupación». Dada su influencia, si hubieran actuado antes, podían haber acabado con el Vioxx en lugar de con personas, lo que también habría afectado a sus propios ingresos. El New England Journal of Medicine vendió 929.400 copias del artículo (más de una por cada médico de los Estados Unidos), con un valor estimado entre 697.000 y 836.000 dólares. La entidad propietaria de la revista, la Massachusetts Medical Society, declaró unas ganancias editoriales de 88 millones de dólares en un solo año. Es probable que gran parte procediera exclusivamente del New England Journal of Medicine. Según mis cálculos, el Vioxx acabó con la vida de unas 120.000 personas, la mayoría de las cuales ni siquiera necesitaban el medicamento, y a las que les habría ido mejor con cualquier analgésico o con ninguno.
En el ensayo sudafricano también hubo más casos de eritema, inflamación, induración, hematomas, prurito, artralgia y mialgia en los grupos de la vacuna que en los del placebo. Todos estos perjuicios son señales que han de tenerse muy en cuenta. Varios de mis colegas, a quienes animaron desde sus hospitales a vacunar a los pacientes a fin de protegerlos, me han hablado de picores intensos, inflamación y endurecimiento de tejidos, cosa que les pilló por sorpresa porque pensaban que las vacunas eran inocuas. Eso no ocurre por una simple extracción de sangre.
Por otro lado, al ensayo no le hacía falta la presencia de un grupo de control con placebo en forma de solución salina. Si le inyectas solución salina a los pacientes y preguntas si han tenido alguna reacción, habrá unos cuantos que dirán que sí, cosa que no pasaría si no inyectaras nada. A modo de explicación, 49 de 181 mujeres no infectadas por el VIH refirieron induración en el punto de inyección en el grupo de la vacuna, frente a 22 de 172 del grupo del placebo. Sin embargo, si no se hubiera usado un placebo, el resultado habría sido de 49 frente a cero.
La página de los CDC indicaba otros riesgos: «Fiebre, malestar, mialgia y otros síntomas sistémicos pueden aparecer luego de la vacunación, que con mayor frecuencia afectan a personas que no han estado expuestas anteriormente a antígenos del virus de la gripe en una vacuna (por ejemplo, niños pequeños). En los adultos, el índice de presentación de estos síntomas es similar después de la inyección de la vacuna o de un placebo». Estoy convencido de que el placebo no provoca los mismos síntomas que la vacuna. He conocido a gente que cayó enferma y tuvo muy malas experiencias tras recibir la vacuna inactivada contra la gripe. Desde luego, siempre es posible que contrajeran una infección vírica al mismo tiempo, pero
¿qué significa que el índice de presentación sea «similar»? ¿Era más elevado en el grupo de la vacuna, pero las cifras demasiado bajas para suponer una diferencia estadística, como en el ensayo sudafricano en el que falta la mayoría de los datos? ¿Se omitieron los daños deliberadamente antes de la publicación, como se hace a menudo en los ensayos patrocinados por la industria? Me parece curioso, por ejemplo, que muchas personas digan que tienen dolor muscular cuando toman estatinas —que desaparece al dejarlas y vuelve al reanudar el tratamiento— y que los ensayos informaron de índices «similares» de problemas musculares tanto con el placebo como con las sustancias activas. No me lo creo. La exposición y reexposición a un fármaco es un método aceptado para descubrir los daños que ocasiona…
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 135 y siguientes
 
 
No se puede predecir cuáles serán los daños raros aunque graves de ninguna vacuna. Cuando los primeros médicos suecos y finlandeses empezaron a advertir a sus colegas de que la vacuna Pandemrix, una de las antigripales utilizadas durante la pandemia de 2009 y 2010, había provocado narcolepsia en niños y adolescentes, las primeras reacciones fueron de burla. Ahora se ha confirmado que la Pandemrix puede ocasionar narcolepsia, una enfermedad crónica e incapacitante con pocas opciones de tratamiento, desde los dos meses posteriores a la vacunación hasta dos años después. La EMA ha reconocido la existencia de un vínculo causal, probablemente debido a una reacción cruzada que se produce en las personas con un determinado tipo de tejido entre la sustancia activa de la vacuna y los receptores de las neuronas que controlan el ritmo diurno. Finalmente hubo más de mil trescientos afectados que contrajeron narcolepsia.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 141
 
Las revisiones sistemáticas de los ensayos publicados sobre las vacunas antigripales han señalado graves deficiencias en sus resultados de seguridad. En 2009, Australia suspendió su programa de vacunación universal contra la gripe para menores de 5 años después de que se registrara un repunte de convulsiones febriles tras la inyección (uno de cada ciento diez casos). En esta ocasión, las autoridades sanitarias también confirmaron la relación con las vacunas. De hecho, el problema salió a la luz porque la incidencia fue diez veces superior a la prevista. ¿Qué otros efectos producen las vacunas que no sepamos porque sus señales son menos obvias y no hacen saltar las alarmas en los sistemas de farmacovigilancia? Las vacunas antigripales son productos biológicos, y la biotecnología es complicada, con un riesgo de contaminación mucho mayor que el de cualquier medicamento normal. En el caso de los productos biológicos que se producen de nuevo cada año, estos desafortunados acontecimientos nos demuestran que las experiencias pasadas no predicen necesariamente la seguridad futura de las vacunas.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 142
 
 
Como dije en el capítulo 1, unos investigadores canadienses señalaron que las personas vacunadas contra la gripe en 2008 sufrieron un riesgo mayor de infectarse de otra cepa distinta en 2009, un resultado que obtuvieron en cinco estudios separados. También se ha notificado que la vacunación anual frena la producción de linfocitos T8 en los niños. Por lo menos, ya sabemos que las vacunas contra la gripe acarrean daños graves, pero no los conocemos todos, y encima pueden cambiar con el tiempo. Y a pesar de que los más serios suelen ser infrecuentes, siempre hay excepciones, como en los casos anteriores.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 142
 
 
Conclusiones sobre la vacuna contra la gripe
 
 
¿Qué hacemos con toda esta información contradictoria? La respuesta no es fácil y suscitará división de opiniones. Lo que está claro es que no podemos confiar en lo que nos digan las autoridades sanitarias que deberían velar por nuestro bienestar. Además, no hay pruebas fehacientes que sustenten la recomendación oficial de que nos vacunemos todos, no solo desde que nacemos hasta que morimos, sino incluso desde antes de nacer.
Los CDC han reconocido que la vacunación periódica contra la gripe puede debilitar la respuesta inmunitaria frente a las vacunas posteriores, y añaden que «estos hallazgos ameritan una mayor investigación para entender la respuesta inmunitaria a la vacunación repetida».
En efecto, se han publicado investigaciones convincentes que nos dicen que la manipulación del sistema inmunitario conlleva un precio, y que las vacunas pueden interactuar de manera negativa entre sí, aun estando dirigidas al mismo virus, como es el caso de las antigripales. En este contexto, me parece que recomendar la vacunación anual de por vida resulta cuando menos una temeridad. Estamos hablando de un experimento gigantesco y descontrolado sobre la vida humana.
(…)
¿Habría que vacunar a todas las embarazadas? Yo creo que no. El mejor argumento a favor sería lo angustioso que puede resultar tener a una criatura con fiebre, sin saber qué la provoca, sobre todo cuando no se tiene experiencia en enfermedades infantiles. En tales casos, se puede sospechar de una meningitis u otra infección bacteriana mortal. Del mismo modo, vacunarse durante el embarazo parece bastante seguro. Sin embargo, son muchos los datos que nos advierten en contra de vacunar a las embarazadas: el riesgo de transmitir la gripe solo se disminuye un 50 %; desconocemos si la vacunación tiene algún efecto en resultados importantes; puede ser perjudicial y reducir la eficacia de las vacunas posteriores; el riesgo de contraer gripe es muy pequeño y puede reducirse practicando la higiene. Además, hay pruebas de que las vacunas inactivadas aumentan la mortalidad total. Así pues, dado que carecemos de datos fiables sobre la mortalidad total y la mortalidad por infecciones, no creo que deba recomendarse la vacunación.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 143
 
 
El prospecto de la vacuna Flublok, de uso frecuente, nos dice que no hay datos suficientes sobre los riesgos asociados a la vacuna en mujeres embarazadas. Además, se indica que se están vigilando los resultados de los embarazos y se alienta a los profesionales sanitarios a informar de ellos a Sanofi Pasteur. Por otro lado, aunque no hay estudios en animales de la vacuna cuadrivalente, un estudio de la vacuna trivalente no mostró indicios de daños fetales en ratas. Sin embargo, nos advierten de que las embarazadas sufren un riesgo mayor de complicaciones debidas a la gripe que las no embarazadas, y que también puede aumentar el riesgo de resultados adversos del embarazo, como el parto prematuro. Es difícil reducir el riesgo de que un niño tenga fiebre alta, ya que esta puede estar causada por virus diferentes que el de la gripe y porque el efecto de la vacuna no es espectacular. La vacuna atenuada redujo el riesgo de enfermedades seudogripales del 17 % al 12 %, las vacunas inactivadas del 28 % al 20 %, si bien todas las vacunas pueden producir síntomas que superen estos pequeños beneficios.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 145
 
 
En cuanto a la tercera edad, tampoco parece que tenga mucho sentido vacunarse. Los ancianos internados en residencias pueden morir pronto igualmente, y para aquellos con baja calidad de vida (por ejemplo, los que padecen de demencia avanzada, incontinencia fecal y urinaria y otros males), una infección que acabe con su vida puede suponer un alivio. A menudo hablamos de las vidas que se salvan gracias a la atención sanitaria, pero casi nunca se menciona qué clase de vidas son. Hay una enorme diferencia entre salvar a un bebé y salvar a una persona seriamente incapacitada. Por otra parte, el efecto de las vacunas sobre las enfermedades seudogripales en ancianos es pequeño, con una reducción del riesgo del 6 % al 3,5 %. Mi punto de vista acerca de la atención médica es que a las personas que han sobrevivido hasta la vejez se las debería dejar en paz, sin intrusiones por parte de entrometidos cargados de recomendaciones. ¿Qué se supone que tienen que hacer los profesionales? ¿Informar a los ancianos de las residencias sobre la gripe cada año y ofrecerles la vacuna? ¿O vacunarlos sin más, vulnerando el derecho al consentimiento informado? ¿Qué hay de aquellos cuya demencia les impide entender la cuestión? ¿Y qué pasa con los que se ponen a gritar cuando alguien les acerca una jeringuilla? ¿Acaso los médicos no tienen cosas más importantes de las que ocuparse?
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 145
 
 
Se podría decir que el hecho de que los mensajes de las autoridades sanitarias exageren siempre es una de las leyes de la naturaleza. La vacuna no protege a la mayoría de las personas de las complicaciones graves de la enfermedad. En realidad, ningún estudio fiable ha demostrado que proteja a nadie. Ya nos podemos imaginar cómo se abordará a los ancianos internados en residencias para la tercera edad. El personal se asegurará no solo de que coman, sino de que reciban sus inyecciones anuales. Así es el mundo de las residencias. Sinceramente, espero no acabar nunca en un lugar en el que deje de ser mi propio dueño. Ser libre es más importante que recibir inyecciones gratis.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 146
 
 
Ser libre es más importante que recibir inyecciones gratis.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 147
 
 
… existen muchas opciones aparte de la vacunación. La página de los CDC sobre la seguridad de las vacunas concluye con la siguiente advertencia: «Deberían tomarse las mismas medidas preventivas diarias para evitar la propagación de la gripe, como cubrirse la boca y la nariz al toser, lavarse las manos con frecuencia y evitar el contacto con personas que estén enfermas. Los medicamentos antivíricos constituyen el segundo método de defensa más importante para tratar la gripe». Dejémonos de chorradas, por favor. Los medicamentos antivíricos NO son importantes. Visto lo visto, no sirven de nada si se combinan con paracetamol para tratar la fiebre, y provocan efectos secundarios graves. Al margen de esto, usar medicamentos para aliviar la fiebre (antitérmicos) es muy mala idea. Un artículo señaló que el uso de antitérmicos para disminuir la fiebre se correlaciona con un aumento del 5 % en la mortalidad en personas con gripe y afecta negativamente a los resultados de los pacientes en la unidad de cuidados intensivos. Se trata de algo más que una correlación. Multitud de estudios sustentan la teoría de que la fiebre es una respuesta importante a la infección. Un aumento de entre uno y cuatro grados centígrados de la temperatura corporal se ha asociado con una mejora de la supervivencia y la resolución de muchas infecciones, y las temperaturas entre cuarenta y cuarenta y un grados reducen la tasa de complicaciones del virus de la poliomielitis en las células de mamíferos en un factor superior a doscientos. Indudablemente, la fiebre resulta indispensable para la supervivencia, ya que se trata de un mecanismo moldeado a lo largo de cientos de miles de años de selección natural entre distintas especies. Los reptiles, los peces y los insectos elevan su temperatura basal durante las infecciones mediante un proceso de regulación, lo que los lleva a buscar ambientes más cálidos pese al mayor riesgo de encontrarse con depredadores. Por ejemplo, la supervivencia de la iguana del desierto (Dipsosaurus dorsalis) se reduce un 75% si se impide que su temperatura aumente dos grados tras infectarse con la bacteria gramnegativa Aeromonas hydrophila.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 147
 
 
He llegado a la conclusión de que todo el mundo debería vacunarse contra el sarampión y, en cambio, nadie tiene por qué vacunarse contra la gripe.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 120
 
 
El periodismo crítico es cada vez más escaso debido a la creciente concentración del capital en unas pocas empresas que ejercen una influencia enorme en la política. Me ha pasado varias veces que los editores cancelen de pronto la publicación de las entrevistas que me hicieron concienzudamente sus periodistas y que eran bastante oportunas. En todas ellas acabé descubriendo que los medios habían sido corrompidos por el dinero de la industria, o que dependían en gran medida de sus ingresos por publicidad de medicamentos.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 154
 
 
A pesar de los numerosos escándalos en los que el ocultamiento de daños graves ha provocado la muerte innecesaria de cientos de miles de pacientes, las autoridades encargadas de la regulación de los medicamentos siguen confiando en las empresas farmacéuticas.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 156
 
 
Las revistas médicas tienen una relación parasitaria con los investigadores. Estos realizan estudios que a menudo se financian con fondos públicos, los redactan y los publican, y luego otros investigadores e instituciones públicas deben pagar para acceder a ellos. Además, los investigadores revisan gratuitamente los artículos presentados. Cada vez hay más críticas hacia este arreglo, por lo que algunos crean sus propias revistas para evitar la manipulación y para que sus artículos estén disponibles a un precio asequible o sin coste alguno. En 2012, la Universidad de Harvard reveló que algunas revistas costaban hasta cuarenta mil dólares anuales, y que los precios de los contenidos en línea de dos proveedores habían aumentado alrededor de un 145 % en seis años.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 170
 
 
¿Hay que vacunar a las niñas?
 
Para reducir el riesgo de contraer cáncer de cuello uterino, la alternativa a la vacuna pasa por la realización de pruebas de detección o cribado. De hecho, las pruebas de detección son muy efectivas, y es posible localizar cambios celulares que pueden extirparse mucho antes de que se conviertan en cáncer al cabo de los años.
Además, como la vacuna contra el PVH solo proporciona una protección parcial, es recomendable hacerse las pruebas, aunque se esté vacunado. Así pues, la vacunación podría parecer ilógica, pero no lo es. Debido a la frecuencia de los cambios celulares detectados, el cribado da lugar a muchas conizaciones (extirpación de parte del cuello uterino). La conización puede provocar hemorragias graves y duplica el riesgo de parto prematuro, de alrededor del 5 % al 11 %. Se trata, por tanto, de un daño considerable, pero es posible reducirlo. Muchos de esos cambios celulares no se convierten nunca en cáncer, y a menudo desaparecen por sí mismos. De este modo, siempre existe la posibilidad de adoptar un enfoque de «esperar y ver», lo que podría reducir las conizaciones de manera sustancial.
Los estudios sugieren que la vacuna ofrece una protección que no se limita a los tipos de PVH a los que se dirige. En Escocia, la vacunación bivalente contra los tipos 16 y 18 dio lugar a una disminución del 86 % de la neoplasia intraepitelial del cuello uterino de grado 3 (que no es cáncer; también se denomina carcinoma localizado en estadio 0) y a cierta inmunidad colectiva.[299] Una revisión sistemática determinó que la prevalencia del PVH 16 y 18 disminuyó en un 83 % entre las jóvenes, y la del PVH 31, 33 y 45 en un 54 %.[300] Las verrugas anogenitales disminuyeron un 67 % entre las chicas y un 48 % entre los chicos.
La controversia de la vacuna contra el PVH es un ejemplo típico del choque entre la salud pública y la individual, que también vimos en las vacunas contra la gripe. Desde el punto de vista de la salud pública, se puede afirmar que el cáncer de cuello uterino es una enfermedad terrible; que se pueden evitar muchas muertes mediante la vacunación; que los daños son triviales en comparación con los beneficios, y que todas las personas de un determinado grupo de edad deberían vacunarse. Sin embargo, como individuos, siempre hay que preguntarse: «¿Qué saco yo de esto?». Casi nadie muere de cáncer de cuello uterino. En Dinamarca, por ejemplo, son unas cien personas al año, mientras que unas catorce mil, incluidos los dos sexos, fallecen a causa del tabaco. Por lo tanto, conseguiríamos mucho más si utilizáramos esos recursos para evitar que los jóvenes empiecen a fumar, en lugar de convencer a sus padres de que sus hijas e hijos deben vacunarse contra el PVH.
Una cuestión clave es que ignoramos qué efectos tiene. Las vacunas reducen el riesgo de infección de algunas cepas del PVH que se sabe que causan cáncer y el riesgo de cambios celulares, pero solo protegen frente al 70 % de las cepas a las que se dirigen, mientras que otras cepas pueden causar cáncer. Aún no sabemos si estas otras cepas tomarán el relevo, o durante cuántos años protegerán las vacunas, pero sí sabemos que los virus mutan. Es muy probable que las vacunas reduzcan las muertes por cáncer de cuello uterino, pero es algo que no se ha documentado todavía.
Otra cuestión clave es cuándo llegará el beneficio esperado. La propaganda se centra en las jóvenes, pero cerca de la mitad de las mujeres que mueren de cáncer de cuello uterino tienen más de 70 años. Solo unas doce danesas menores de 45 mueren al año a causa del cáncer de cuello uterino. Si suponemos que todas las niñas de 12 años se vacunan y que la vacuna tiene una eficacia del 70 %, entonces se salvarán unas ocho mujeres cada año.
En Dinamarca hay unas 32.000 niñas de 12 años. En tal caso, si podemos salvar a ocho cada año, eso significa que habría que vacunar a cuatro mil para salvar a una, lo que representa un beneficio muy pequeño. Y, en realidad, ni siquiera estamos seguros de si esta estimación es correcta. Si la abundante propaganda hace creer a las mujeres que están a salvo y no tienen que someterse a pruebas de detección, habrá más casos de cáncer de los previstos.
La tercera cuestión clave es que desconocemos cuál es el número de personas que hay que vacunar para perjudicar seriamente a una. No podemos deducirlo de los ensayos aleatorizados, no solo por la falta de controles con placebo, sino también porque las empresas farmacéuticas han tratado de evitar activamente el registro de cualquier daño. Algunos médicos han sido cómplices de esto, y otros han insinuado que lo que tenían estas chicas eran problemas psicológicos. Tal vez sea así a veces, pero afirmarlo de todas, aparte de incorrecto, es también insultante.
Una revisión de los ensayos publicados desde 2017 detectó más muertes en los grupos de la vacuna que en los grupos de control (14 frente a 3; p = 0,01). También mencionaba un amplio ensayo que comparó el Gardasil de 9 valencias con el Gardasil de 4 valencias en 14.215 mujeres. En él se observaron reacciones locales mucho más graves con la vacuna de 9 valencias (272 casos de inflamación frente a ciento nueve). Un anexo reveló también que se produjeron acontecimientos adversos generales más graves entre las niñas que recibieron la vacuna de 9 valencias que entre las que recibieron la de 4 valencias (3,3 % frente a 2,6 %; p = 0,01). El número necesario para perjudicar fue de solo 141, y sin duda habría sido aún menor si el grupo de control no hubiera recibido también Gardasil.
Este resultado indica que, contrariamente a los mensajes tranquilizadores de la EMA, los adyuvantes son perjudiciales no solo a nivel local, sino también general. El Gardasil 9 contiene 500 μg de adyuvante de aluminio, mientras que el Gardasil 4 contiene 225 μg. Sin embargo, los autores del ensayo consideraron que únicamente cuatro de los cuatrocientos dieciséis acontecimientos adversos graves estaban relacionados con la vacuna. Resulta interesante que los investigadores clínicos, muchos de los cuales presentaban diversos conflictos de intereses con los fabricantes de vacunas, decidieran que solo el 1 % de los acontecimientos adversos graves estaban relacionados con la vacuna. ¿Dónde se publicaron estos datos? En el New England Journal of Medicine, claro, al que uno de mis colegas ha renombrado como New England Journal of Medicalisation (Revista de medicalización de Nueva Inglaterra, en lugar de Revista de medicina). ¿Y cómo pudieron llegar a tal conclusión cuando ambos grupos recibieron Gardasil? Sencillamente, no tiene sentido.
En mayo de 2018, la base de datos de farmacovigilancia de la OMS, VigiBase, gestionada por el Centro de Upsala, registró 499 muertes relacionadas con la vacuna contra el PVH. Cuesta saber cuántas de estas muertes se debieron a la vacuna y cuántas fueron fortuitas, pero en algunos casos no hay duda de que la vacuna fue la causante.
En España, una joven con asma sufrió un grave empeoramiento tras recibir la primera inyección de la vacuna. A pesar de ello, le pusieron una segunda inyección al mes siguiente, presentando disnea grave y convulsiones doce horas más tarde. Ingresó en la unidad de cuidados intensivos, donde murió dos semanas después. La resolución judicial determinó que había existido una relación causal con la vacuna.
En Suecia, una niña se ahogó en la bañera tras la vacunación. Según la información que recibí del Centro de Vigilancia de Upsala, la niña mostró síntomas durante las dos semanas siguientes a la primera vacuna, y su evolución clínica estuvo marcada por el dolor de cabeza, la fatiga y los síncopes. Fue remitida a un neurólogo pediátrico que le diagnosticó epilepsia basándose en ciertos cambios leves en el electroencefalograma. En realidad, es más probable que se ahogara por un síncope que por una epilepsia.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 198
 
 
En 2013, la OMS introdujo nuevos criterios para determinar la relación de causalidad entre los distintos acontecimientos adversos y la vacunación que hacen que sea casi imposible detectar las señales de daños graves (incluidas las muertes). Nunca he visto tantos comentarios críticos en PubMed como los que hay en el resumen sobre los nuevos criterios de la OMS. Ambos textos resultan escalofriantes de leer.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 202
 
 
Cuando los daños graves son muy raros y difíciles de diagnosticar, y cuando tanto las empresas farmacéuticas como las autoridades contribuyen a la falta de notificación asegurándonos que no hay nada de qué preocuparse, es fácil que se pasen cosas por alto.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 203
 
 
Lo que hace falta son grandes ensayos aleatorizados y realizados con independencia de la industria farmacéutica. Tales ensayos podrían comparar diferentes vacunas, y las vacunas frente a ningún tratamiento o un placebo salino, llevando a cabo un control riguroso de los daños, por ejemplo, mediante pruebas objetivas como las de basculación para diagnosticar el POTS.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 207
 
 
Asustar a la gente con cifras elevadas constituye el arquetipo de la propaganda sanitaria.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 207
 
 
He analizado en profundidad tres vacunas que suelen aparecer en los medios de comunicación y que son muy diferentes en cuanto a si las necesitamos y a quién debemos creer. En un extremo se encuentra la vacuna contra el sarampión, que deberíamos ponernos todos. En este caso, las autoridades tienen razón en sus recomendaciones, y los padres y otras personas que piensan que causa autismo se equivocan. En el otro extremo está la vacuna contra la gripe, que creo que no debemos utilizar. Las autoridades, incluida la OMS, han publicado mucha información extremadamente engañosa al respecto. Entre ambas se sitúa la vacuna contra el PVH, que despierta mucha polémica. No es necesaria porque la detección del cáncer de cuello uterino resulta muy eficaz; además, las autoridades han sido poco sinceras en cuanto a las numerosas dudas relacionadas con la vacuna y su adyuvante, y los padres que han informado de graves daños neurológicos a menudo han tenido razón.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 209
 
 
A la gente que viaja a otros países se le ofrecen muchas vacunas, pero no todas son igual de importantes. Deberíamos tratar de encontrar un equilibrio entre los beneficios y los daños, y distinguir en qué momento se inclinan en una u otra dirección.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 209
 
 
Imagina que el riesgo de infectarse durante una estancia de dos semanas en un país tropical es de uno entre mil. Este cálculo es un tanto delicado, ya que el riesgo puede variar según la época del año, por ejemplo si la infección se transmite por mosquitos, y puede aumentar durante las epidemias. Si el riesgo de padecer una complicación grave de la enfermedad es de uno entre cincuenta, entonces el riesgo de sufrir daños graves sin la vacuna será de uno entre cincuenta mil (1.000 x 50). Si el prospecto de la vacuna u otros datos en línea indican que el riesgo de sufrir daños graves a causa de la vacuna es de uno entre diez mil, significa que se puede viajar a esos lugares cinco veces sin vacunarte ni exponerte a un riesgo mayor de sufrir daños graves que con la vacuna. Cabe señalar que este ejemplo está algo simplificado. Así, los daños de la infección no son los mismos que los de la vacuna, a menos que solo nos interese el riesgo de muerte con y sin vacunación, en cuyo caso son directamente comparables.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 209
 
 
Aunque no existe una cura (para la encefalitis japonesa), según la OMS «hay vacunas seguras y eficaces disponibles». Nunca deben creerse estas afirmaciones tan tranquilizadoras, que forman parte de la jerga de la industria. Nada es a la vez seguro y eficaz; la eficacia siempre tiene un precio. Tendrás que averiguar con qué frecuencia resultan gravemente perjudicadas las personas que se vacunan y las que no, y cuáles son los daños. Se habla de efectos secundarios, lo que es un eufemismo para referirse a lo inevitable: el hecho de que algunas personas se verán perjudicadas y en casos raros incluso morirán después de vacunarse. Mientras que esta tradición continúe, lo mejor será investigar los efectos secundarios que puedan surgir. También son útiles los términos como reacciones adversas, acontecimientos adversos, efectos adversos y daños.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 210
 
 
En mi opinión, la mayoría de las personas que viajan a zonas endémicas deberían evitar vacunarse.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 213
 
 
el vacunarse contra las paperas es una excelente idea, ya que estas pueden causar muchos daños, incluida la infertilidad masculina. Pero, como de costumbre, las páginas web antivacunas están llenas de tonterías. Una de ellas, con el seductor y engañoso nombre de Child Health Safety (Seguridad de la Salud Infantil), tiene un anuncio en su portada con el siguiente texto: «Las vacunas no nos salvaron: dos siglos de estadísticas oficiales». También se dice: «Este sitio tiene como objetivo proporcionar información fiable para los padres que quieran saber si deben vacunar a sus hijos y otros datos relacionados con la salud». En realidad, se trata de publicidad falsa.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página221
 
 
La OMS considera la renuencia o negativa a vacunarse como uno de los diez peligros más importantes para la salud mundial, algo que amenaza con invertir los progresos realizados en la lucha contra las enfermedades prevenibles mediante la vacunación. De acuerdo con sus declaraciones, la inmunización es uno de los métodos más rentables que existen para erradicar las epidemias. Las vacunas evitan de dos a tres millones de muertes al año, y se podría evitar otro millón y medio si se mejorara la cobertura mundial. Sin embargo, las vacunas difieren notablemente en cuanto a sus ventajas e inconvenientes, por lo que algunos se cuestionan si vale la pena utilizarlas. En consecuencia, si queremos llegar a una decisión racional sobre si conviene vacunarse o vacunar a nuestros hijos, debemos estudiar cuidadosamente cada caso por separado. Determinadas personas, alrededor del 1-2 % en los países de ingresos altos, se oponen a todas las vacunas como si no hubiera diferencias entre ellas. Si se habla de vacunas en general, sin diferenciar entre ellas, los hechos científicos son muy convincentes: es mucho mejor ponerse todas las vacunas recomendadas que rechazarlas todas. En efecto, hay bastantes más probabilidades de que suframos lesiones graves o mortales por enfermedades que podrían haberse prevenido con las vacunas que por las propias vacunas.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 240
 
 
Hay demasiadas cosas que no sabemos sobre las vacunas, y es demasiado fácil conseguir que se aprueben a partir de ensayos defectuosos realizados por los fabricantes sin controles con placebo, en los que no se registran o se suprimen muchos daños y en los que las autoridades encargadas afirman erróneamente que los adyuvantes son seguros.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 242
 
 
La OMS considera la renuencia o negativa a vacunarse como uno de los diez peligros más importantes para la salud mundial, algo que amenaza con invertir los progresos realizados en la lucha contra las enfermedades prevenibles mediante la vacunación. De acuerdo con sus declaraciones, la inmunización es uno de los métodos más rentables que existen para erradicar las epidemias. Las vacunas evitan de dos a tres millones de muertes al año, y se podría evitar otro millón y medio si se mejorara la cobertura mundial. Sin embargo, las vacunas difieren notablemente en cuanto a sus ventajas e inconvenientes, por lo que algunos se cuestionan si vale la pena utilizarlas. En consecuencia, si queremos llegar a una decisión racional sobre si conviene vacunarse o vacunar a nuestros hijos, debemos estudiar cuidadosamente cada caso por separado. Determinadas personas, alrededor del 1-2 % en los países de ingresos altos, se oponen a todas las vacunas como si no hubiera diferencias entre ellas. Si se habla de vacunas en general, sin diferenciar entre ellas, los hechos científicos son muy convincentes: es mucho mejor ponerse todas las vacunas recomendadas que rechazarlas todas. En efecto, hay bastantes más probabilidades de que suframos lesiones graves o mortales por enfermedades que podrían haberse prevenido con las vacunas que por las propias vacunas.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 243
 
 
La pandemia de coronavirus tiene muchas similitudes con las epidemias de sarampión y gripe, y aunque todavía no existe una vacuna, es importante para la salud pública analizar y debatir cómo reaccionaron las autoridades y qué podemos aprender de ello, para estar mejor preparados la próxima vez que nos enfrentemos a una situación semejante. Muchas empresas e instituciones públicas están trabajando en la creación de una vacuna que, sin duda, se aprobará por la vía rápida, e incluso basándose únicamente en resultados sustitutivos, como el aumento de los anticuerpos contra el virus. Por lo tanto, cuando la vacuna se empiece a usar, es probable que no sepamos si ejerce algún efecto importante en, por ejemplo, la transmisión a otras personas, los ingresos en hospitales, otras enfermedades graves y la muerte. Recordemos que todavía no se ha documentado que las vacunas antigripales produzcan tales efectos, aunque existan desde hace mucho tiempo (véase el capítulo 4). De hecho, seguramente no sabremos casi nada sobre los daños que pueda ocasionar y nada sobre los daños raros pero graves. Hace treinta años se elaboró una vacuna contra un coronavirus, pero cuando se probó en gatos, les fue peor a estos que a los gatos que no estaban vacunados. Por otro lado, si dejamos la vacuna en manos de la industria farmacéutica, lo más seguro es que se venda a un precio que muchos países no podrán permitirse.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 244
 
 
A principios de marzo de 2020 describí la situación como una pandemia de pánico, lo que reiteré dos semanas después. Muchas de las medidas draconianas que se impusieron carecían de pruebas que las respaldaran. Además, el cierre de países enteros tiene importantes repercusiones que discutiré más adelante. Lo que eché en falta en los primeros meses de esta ola de pánico fueron dos elementos cruciales: las autoridades no prestaron la atención suficiente a los conocimientos que ya teníamos, y los investigadores no se embarcaron en experimentos que pudieran decirnos lo que funciona, lo que no funciona y lo que es perjudicial.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 246
 
 
Los estudios de Peter Aaby nos han enseñado otra importante lección. Parece que lo más prudente sería pedir a las personas infectadas que se queden en casa para no contagiar a los demás, y los países que llevaron a cabo un seguimiento intensivo de los contactos y abundantes pruebas diagnósticas, como Corea del Sur y Taiwán, ofrecieron ejemplos atinados de esa contención. Sin embargo, la cuestión tiene otra cara. El caso índice o paciente cero (el primer infectado de una comunidad) suele tener un buen pronóstico debido a la baja carga vírica. Cuando se le ordena a esa persona que se quede en casa, quienes sufran infecciones secundarias en ese mismo hogar tendrán un riesgo considerablemente mayor de morir, dado que, al vivir muy cerca y estar expuestos a la transmisión repetida de una persona en la que el virus se ha multiplicado, la carga vírica será más elevada. Aaby ha demostrado que en Guinea-Bisáu la mortalidad por casos secundarios de sarampión en el mismo hogar era de tres a cuatro veces mayor que la del caso índice. Teniendo en cuenta este dato, las autoridades no deberían haber mandado a casa a las personas infectadas, sino que deberían haberlas aislado en centros de cuarentena, como estadios deportivos y salas de conferencias, hasta que dejaran de ser infecciosas. Esta parece haber sido la estrategia utilizada en China, pero no sé de ningún otro país que lo haya hecho.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 246
 
 
Cuando todo esto acabe, con suerte habremos aprendido algo de ello. En Corea del Sur y Taiwán, la gente podía ir al gimnasio y comer en restaurantes, mientras que en muchos países prácticamente estaba todo cerrado. Tal vez hayamos aprendido algo ya. A pesar de la amplia gama de políticas adoptadas en los diversos países, la disminución del número de muertes ha sido bastante similar. Parece que mientras se aplique el distanciamiento social, lo que queda es un elemento inherente a la dinámica de las epidemias que es idéntico en todas partes.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 248
 
 
Soy miembro de dos listas de correo electrónico en las que todos los días hay un animado debate sobre la pandemia. Han circulado muchos puntos de vista, análisis, datos y artículos interesantes. La mayoría parece estar a favor de las medidas draconianas (o simplemente se hacen oír más que el resto), pero varios de sus argumentos no han sido más que suposiciones o corazonadas. Uno de sus razonamientos principales se basa en que el coronavirus es mucho más contagioso que el virus de la gripe, pero cuando pedí pruebas que lo demostraran, no obtuve respuestas convincentes. En mi opinión, el índice de transmisión es muy similar al de la gripe estacional. Para ello me baso en la información recogida durante un brote producido en el crucero Diamond Princess (en el que se hizo la prueba a todos los pasajeros y tripulantes en cuarentena, y en el que el índice de infección fue solo del 19 %, a pesar de que la gente se había amontonado en los bares, en los restaurantes y en la pista de baile), así como en la información de otro artículo…
 
… el alegato más importante ha sido que la COVID-19 es mucho más mortal que la gripe, pero los mejores datos disponibles indican que son similares. Como el riesgo de morir por una infección depende de la carga vírica, que es más alta en entornos con hacinamiento, solo podemos calcular las tasas de mortalidad de forma aproximada. En los brotes de sarampión se suele estimar en un 0,2 %, pero puede ser mucho más alta
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 249-250
 
 
El 3 de marzo, el director general de la OMS declaró que una diferencia importante entre la gripe estacional y la COVID-19 era que esta última causa una enfermedad más grave: «A nivel mundial, alrededor del 3,4 % de los casos notificados de COVID-19 han muerto. En comparación, la gripe estacional suele matar a mucho menos del 1 % de los infectados». En realidad, se trata de una exageración tremenda, incluso por un factor superior a 10, ya que no se tuvo en cuenta que el denominador (el número de personas infectadas) se había subestimado enormemente. El resultado de tan engañoso anuncio fue provocar horror e incluso más pánico del que ya existía. En el caso de la gripe, se observan grandes variaciones en las tasas de mortalidad notificadas. En una revisión sistemática, la mediana fue de alrededor del 1 % durante la pandemia de gripe leve de 2009 y los años posteriores (calculada por mí a partir de la figura 3 del artículo), pero es probable que sea otra exageración.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 251
 
 
… la edad promedio de los que mueren por coronavirus es de unos 80 años, y la mayoría presentaba una comorbilidad importante, como dolencias cardiacas o pulmonares. En Italia, el 99 % de los fallecidos sufría al menos una enfermedad previa, y la mitad tenía tres o más. También son el tipo de personas que mueren durante las epidemias de gripe. Por lo tanto, al hablar de los casos individuales, resulta imposible saber si una persona murió a causa del virus o teniendo el virus.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 251
 
 
 
Un argumento habitual a favor de las medidas draconianas es que debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para limitar el número de muertes, cueste lo que cueste, porque no se puede poner precio a la vida humana. De hecho, ese fue el principal argumento del periodista que me entrevistó para la cadena Sky News el 6 de abril de 2020. Según decía este, ponerle precio a la vida humana era de cínicos, pero lo cierto es que ya lo hacemos, y no tenemos más remedio que hacerlo. Hay un límite económico y también social en cuanto a lo que podemos hacer, y si no fuera así, podríamos agotar el producto nacional bruto para ayudar a la gente a sobrevivir a todo tipo de enfermedades. También podríamos evitar, con mucho, la mayoría de las muertes por accidentes de tráfico si redujéramos el límite de velocidad de los vehículos al paso de una persona a pie. La realidad es que podrían evitarse muchas más muertes si centráramos nuestros esfuerzos sanitarios en otras cosas que no sean la pandemia actual. Millones de personas mueren cada año de paludismo, tuberculosis y otras infecciones, y el número de años de vida perdidos es formidable, ya que muchos de los que mueren son muy jóvenes. La mayoría de estas muertes podrían prevenirse si quisiéramos. De hecho, podríamos ayudar a millones de personas a sobrevivir cada año si tuviéramos una reglamentación eficaz en materia de medicamentos, ya que la mayoría de los que mueren a causa de ellos no los necesitan, y ayudar a otros tantos si ilegalizáramos el tabaco. Sin embargo, no lo hacemos. Debemos dejar atrás la noción engañosa de que salvamos vidas. Como todos vamos a morir, lo único que podemos hacer es prolongar vidas, y las vidas que prolongamos ya están llegando a su fin. Si una persona de 80 años no muere por coronavirus, podríamos alargar su supervivencia en unos ocho años, pero con una calidad de vida por debajo del 100 % debido a la comorbilidad.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 252
 
 
El 8 de marzo planteé la siguiente duda: ¿qué habría pasado si los chinos no hubieran hecho las pruebas del coronavirus, o si estas no existieran? ¿Habríamos seguido con nuestras vidas, sin restricciones y sin preocuparnos por las muertes dispersas entre la tercera edad que se dan cada invierno?
A pesar de que ha habido un número terrible de víctimas en ciertas zonas, la cuestión sigue siendo pertinente. Sabemos que el pánico ha ocasionado muchos fallecimientos, no solo por el virus, sino también a causa de enfermedades cardiovasculares.
Puesto que no parece haber grandes diferencias entre la COVID-19 y la gripe en cuanto a la infecciosidad y la mortalidad, cabría preguntarse por qué no se aplicaron medidas draconianas durante la pandemia de gripe de 2009, y por qué se aplican ahora. Asimismo, debemos considerar que siempre es invierno en algún lugar, y no podemos encerrar al mundo entero de manera más o menos permanente. Incluso los coronavirus del resfriado leve o común pueden tener tasas de letalidad de hasta el 8 % cuando infectan a personas mayores en residencias de ancianos. Además, es posible que el confinamiento total deba continuar durante mucho tiempo para obtener el efecto deseado, por ejemplo más de un año.
El estallido de pánico se puede explicar en parte porque nadie se meterá en problemas por haber adoptado medidas extremas, pero sí por no haber hecho lo suficiente. De hecho, la preocupación y la ansiedad pueden precipitar los acontecimientos más que la propia enfermedad. En 2005, la OMS vaticinó que se iba a producir «un gran número de muertes a causa de la gripe porcina […], utilizando una estimación relativamente conservadora, de dos a 7,4 millones». El Gobierno del Reino Unido tampoco se quedó corto durante la pandemia de gripe porcina de 2009, lanzando la predicción de que podrían morir hasta 65.000 ciudadanos, cuando en realidad murieron menos de quinientos.
Creo que, desde la cautela, pueden extraerse algunas conclusiones. Por ejemplo, el pánico ha generado efectos tanto negativos como positivos. Así, cabe esperar que el enseñar a la gente a lavarse las manos y a no toser en la cara de los demás tenga efectos duraderos y reduzca la mortalidad en futuras epidemias de virus respiratorios.
Como la inmunidad colectiva queda todavía lejos, lo más probable es que la pandemia regrese en una nueva oleada. En tal caso, creo que además de aislar a los que se sabe o se sospecha que están infectados, sería mejor centrarse en el distanciamiento social, e incluso en el aislamiento de los más vulnerables, además de ser especialmente cuidadosos cuando se visita y se ayuda a los ancianos, mientras se permite que el virus se propague y cree una inmunidad colectiva sin bloquear la vida social. Esto podría evitar más muertes que las actuales medidas draconianas, que, por otra parte, no podemos permitirnos aplicar cada vez que haya una epidemia.
No obstante, el número sorprendentemente bajo de muertes en Corea del Sur, donde se llevó a cabo un enérgico rastreo de los contactos, se hicieron extensas pruebas de laboratorio, se aisló a los infectados y se evitó el hacinamiento de los hospitales ingresando solo a los enfermos más graves, sugiere que este es el mejor enfoque. De hecho, solo han muerto cuatro personas por millón de habitantes. Los países que ignoraron el peligro durante demasiado tiempo han padecido muchas más muertes: 358 y 193 por millón en Italia y el Reino Unido, respectivamente (es demasiado pronto para saber qué ocurrirá en los Estados Unidos, donde también se menospreció el peligro y las muertes están aumentando con rapidez; los últimos datos apuntan a ochenta y siete por millón). El Reino Unido y los Estados Unidos introdujeron el confinamiento bastante tarde, y no tienen la capacidad suficiente para hacer pruebas, rastrear los contactos y aislar a los infectados. No he visto que ningún país formule una estrategia clara de desconfinamiento.
También se tendría que considerar el cierre de los mercados abiertos de animales en el sudeste de Asia, ya que han sido el origen de muchas infecciones víricas mortales, como el coronavirus, la gripe porcina, la gripe aviar, el sida, el ébola, la rabia y la fiebre amarilla.
Deberíamos protegernos mejor.
Por último, y, sobre todo, es necesario que los científicos se involucren desde el principio, de tal modo que podamos reunir datos importantes mediante la realización de ensayos aleatorizados y de pruebas repetidas y aleatorias a la población, a fin de detectar infecciones anteriores o actuales. Pocas de las medidas utilizadas se han basado en los hechos, y ni siquiera ha habido debates públicos esclarecedores. Lo que hemos tenido ha sido políticos que, después de consultar a quien les ha dado la gana, han impuesto medidas draconianas que son muy perjudiciales para nuestra sociedad. También se han asegurado de que más adelante sea muy difícil analizar si las medidas han funcionado como se pretendía. No es así como debería ser la asistencia sanitaria.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 255
 
 
Como la inmunidad colectiva queda todavía lejos, lo más probable es que la pandemia regrese en una nueva oleada. En tal caso, creo que además de aislar a los que se sabe o se sospecha que están infectados, sería mejor centrarse en el distanciamiento social, e incluso en el aislamiento de los más vulnerables, además de ser especialmente cuidadosos cuando se visita y se ayuda a los ancianos, mientras se permite que el virus se propague y cree una inmunidad colectiva sin bloquear la vida social. Esto podría evitar más muertes que las actuales medidas draconianas, que, por otra parte, no podemos permitirnos aplicar cada vez que haya una epidemia.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 256
 
 
Por último, y, sobre todo, es necesario que los científicos se involucren desde el principio, de tal modo que podamos reunir datos importantes mediante la realización de ensayos aleatorizados y de pruebas repetidas y aleatorias a la población, a fin de detectar infecciones anteriores o actuales. Pocas de las medidas utilizadas se han basado en los hechos, y ni siquiera ha habido debates públicos esclarecedores. Lo que hemos tenido ha sido políticos que, después de consultar a quien les ha dado la gana, han impuesto medidas draconianas que son muy perjudiciales para nuestra sociedad. También se han asegurado de que más adelante sea muy difícil analizar si las medidas han funcionado como se pretendía. No es así como debería ser la asistencia sanitaria.
 
Peter C. Gøtzsche
Vacunas. Verdades, mentiras y controversias, página 257
 
 
 
 
 
 
 
 


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