La muerte es un tema
importantísimo para mí. Siento un compromiso con la vida para ayudar a cambiar
el concepto de muerte, quitar lo que tiene de tabú y plantear, según los
últimos conocimientos, que es un estado de conciencia continuado. Si cambiamos
nuestra visión sobre ella, cambiaremos nuestra manera de vivir. Ya que la
muerte es un estado de conciencia, vivamos conscientemente. Si la vida continúa
con todo lo mejor de nosotros, tenemos muchos cambios que hacer en nuestra
forma de plantearnos la vida y los valores.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 4 (prólogo)
En el viaje de la vida,
debemos desprendernos de todo lo «inútil», lo que no va a servirnos, y
prepararnos conscientemente para llevar todo aquello que sí vendrá con
nosotros. Tener conciencia de lo que realmente es útil para nuestro viaje nos
ayuda a dar importancia a lo que de verdad la tiene, a buscar valores sólidos
que nos ayuden en los momentos de dificultad, entendiendo que todo tiene un
para qué. La vida es un proceso de toma de conciencia para continuar con ella
en lo que llamamos muerte. Descubramos y desarrollemos todo nuestro potencial
para poder dar lo mejor. He trabajado dieciocho años en un quirófano de cirugía
cardíaca programada y en sus urgencias. Entre las operaciones más graves que
hacíamos entonces estaba la cirugía de urgencia del arco aórtico, en la que
tenían que reimplantarse las carótidas (que son las arterias que llevan el
oxígeno y el alimento a las neuronas) en la aorta. Debíamos dejar sin sangre el
cerebro para que las arterias estuviesen vacías y que el cirujano trabajase con
comodidad y rapidez, lo cual es clave para el éxito de la operación.
Protegíamos el cerebro de la falta de oxígeno con hipotermia general a través
de la máquina de circulación extracorpórea. Además, enfriábamos con hielo
externo el cerebro y el corazón, hasta conseguir una temperatura nasofaríngea
de 12 ºC. Entonces se paraba la máquina de circulación extracorpórea (ya no
había circulación) y el respirador (dejaba de respirar), y se controlaba que no
hubiese actividad cardíaca (ECG) ni cerebral (EEG), y debíamos mantener los
valores así. Todos los parámetros «objetivos» eran de «muerte». El único
registro que se movía era la saturación de oxígeno, que cada minuto que pasaba
iba descendiendo peligrosamente hasta límites aparentemente incompatibles con
la vida; en ese momento te planteas: ¿qué es la vida?, ¿qué es la muerte?,
¿quién da vida a ese cuerpo?, ¿somos un cuerpo o tenemos un cuerpo habitado por
una energía? Si la energía no se crea ni se destruye y solo se transforma, la
energía que da vida a ese cuerpo ¿adónde va? Cuando vemos a una persona muerta
sentimos que ya no está ahí, que es un cascarón vacío. Pero aquello que le daba
vida hasta el segundo anterior ¿dónde está? Es como si la vida se pusiera un
abrigo y cuando no lo necesitara o ya no le sirviera, lo dejara, pero siguiera
existiendo sin abrigo o eligiera otro. Al día siguiente veías a esas personas
que durante un tiempo en la operación habían estado aparentemente muertas y que
en ese momento estaban bien, desayunando… La creencia hasta ahora de la
medicina es que la conciencia es un producto del cerebro, por tanto, desaparece
al desaparecer sus funciones. Pero surgen algunas preguntas: ¿Nuestra
conciencia está en nuestro cerebro? ¿Nuestra memoria queda almacenada en el
cerebro o utiliza el cerebro? ¿Somos un cuerpo o tenemos un cuerpo? ¿Qué pasa
con las experiencias cercanas a la muerte (ECM) que algunos pacientes tienen en
los momentos en que su cerebro está sin oxígeno? Las ECM desmontan nuestro
conocimiento médico sobre el cerebro y sobre la muerte. Cada vez hay más
comunicaciones e investigación sobre estos casos, aunque la gente que ha tenido
estas experiencias muchas veces no puede compartirlas porque los que los
rodean, tanto médicos como familiares, consideran que la falta de oxígeno
(anoxia) les ha producido lesiones cerebrales con trastornos mentales y
alucinaciones y que esto es la causa del desvarío que les hace contar esas
historias tan raras. Quizás estas personas hayan vuelto para explicarnos que
existe una continuidad de la vida…
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 5 (prólogo)
La muerte está mal vista por
la sociedad, y las investigaciones que se están realizando actualmente van
dirigidas a intentar conseguir una mayor longevidad, no a investigar si existe
la muerte o no.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 8
Hay algo que diferencia un
cadáver de un ser vivo, y ese algo es lo que le da la vida.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 10
Hay algo que diferencia un
cadáver de un ser vivo, y ese algo es lo que le da la vida. El cuerpo muerto y
el vivo tienen la misma composición, la misma forma, el mismo tamaño, la misma
apariencia. Pero en uno todo está parado y en el otro está en marcha. Algo hace
que se mueva, es la energía para algunos, el alma para otros. Evidentemente,
aunque ambos cuerpos sean anatómicamente iguales, no lo son. La energía, el
alma, les da movimiento. ¿Qué pasa en la muerte con esa energía? ¿Adónde va?
¿Qué forma tiene? ¿En qué se transforma? ¿Tiene identidad o se unen todas esas
vitalidades constituyendo un inmenso mar? Si es verdad lo que nos enseñaron de
pequeños, esa energía sigue existiendo.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 10
Según los tibetanos, estamos
sostenidos por dos hilos que nos conectan con nuestro yo superior, o alma: uno
es el hilo de conciencia y el otro el de vida. El de conciencia se ancla en el
centro de nuestro cerebro, cerca de la glándula pineal, y el de vida, en el
corazón. Algunos lo llaman el cordón de plata. Durante el sueño se desconecta
el de conciencia y en la muerte, ambos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 11
Una ECM es un estado especial
de conciencia que experimentan algunas personas durante un paro
cardiorrespiratorio que puede sobrevenir en diversas situaciones próximas a la
muerte. Las ECM suelen ocurrir en las muertes clínicas, por enfermedad,
suicidio o accidente, con sensaciones no captadas por los sentidos físicos.
Pueden darse a cualquier edad, en cualquier cultura, religión, sexo, y no
muestran diferencias por ello. También pueden darse experiencias compartidas
con personas muy próximas afectivamente al que se va o personas que mueren
juntas.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 13
La mayoría de las ECM se
acompañan de ciertos elementos comunes: Conciencia de estar muerto y percibir
el propio cuerpo desde fuera de él. Percepción del cuerpo completo, sin
limitaciones. El cuerpo se vuelve sutil y puede atravesar paredes y puertas.
Ven seres terrenales pero no pueden comunicarse con ellos. Los sordos oyen y
repiten lo que se ha dicho. Sensación de paz. Ausencia de dolor. Sensación de
túnel. Visión de personas fallecidas, conocidas previamente o no. Visión de una
intensa luz que los envuelve y comunicación telepática con esta. Sensación de
amor y de aceptación incondicional. Sensación de paz, armonía y luz. Revisión
de la propia vida como actor y como espectador, a veces bajo la tutela de un
ser de luz, en la cual se percibe cómo se ha vivido, qué repercusiones ha
tenido y cómo lo han vivido los demás. Duran fracciones de segundo, pero dan
una gran comprensión de la propia vida. Perciben la no existencia del tiempo ni
del espacio. Se les dice que tienen que volver, a lo que la mayoría se opone.
Muchos vuelven de manera brusca, coincidiendo con las maniobras de reanimación.
Ven sucesos invisibles a los demás que están pasando donde se hallan o a
distancia. Oyen y recuerdan conversaciones que se están manteniendo y saben
quién dijo qué. En muchos casos, posteriormente se observa un aumento de las
capacidades paranormales. Todas las experiencias son muy lúcidas y se recuerdan
perfectamente y exactamente igual que cuando ocurrieron, aunque hayan pasado
años. No como en un sueño, que con el tiempo permanece la idea, pero no la
exactitud de los detalles. Las ECM son tan potentes que dan lugar a cambios de
vida, de valores y de actitudes que se mantienen en el tiempo y no son
pasajeros. En otro tipo de experiencias similares pero que no se consideran
ECM, no existen repercusiones en el estilo de vida y no se aprecian cambios
importantes.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 16
También hay ECM negativas,
que se dan en un porcentaje bajísimo y que llevan a sentimientos de
culpabilidad, porque la mayoría de las personas que han tenido ECM la explican
como una experiencia maravillosa y ellos no. Sin embargo, al recordarlas se les
puede dar la vuelta para que se transformen en experiencias positivas.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 18
Sea como sea, todas las ECM
se traducen en cambios.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 19
Después de una ECM se valora
la vida y las pequeñas cosas, se vive más el aquí y ahora, no existe el miedo a
la muerte, se adquiere una visión más imparcial de la vida, se aprecia más la
naturaleza, se buscan valores espirituales, independientemente de la religión
que se profesara antes, y se practica más la oración y la meditación para
mantener la paz y la serenidad experimentada en la ECM. Las ECM han ocurrido en
todas las épocas. Las conocían los egipcios, los indios norteamericanos, los
chinos, los filósofos griegos, los alquimistas medievales, los pueblos
oceánicos, los hindúes, los hebreos, los musulmanes… Existen testimonios de
ellas en todos los tiempos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 19
Se considera (así nos lo han
enseñado) que la conciencia es un subproducto de los procesos neurológicos de
nuestro cerebro, pero, si no le llega ni sangre ni oxígeno, ¿cómo es posible
que estas personas puedan tener conciencia de sí mismas, de su situación, que
puedan recordar las conversaciones exactas y reconocer quién ha dicho qué e
incluso que los ciegos de nacimiento puedan ver? ¿Cómo es posible que luego
puedan evocar situaciones, personas y hechos si las estructuras de la memoria
del cerebro están sin oxígeno, por tanto, sin actividad? Y no solo eso, sino
que ¿cómo pueden reconocer a personas que no habían visto antes después del
coma?, ¿cómo pueden recordar exactamente los hechos, a pesar de que hayan
pasado diez años, por ejemplo?
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 25
Hasta el año 2000, la mayoría
de los estudios de las ECM eran retrospectivos, lo que significa que carecían
de objetividad científica y, por tanto, era imposible comprobar los hechos.
Solo se basaban en lo que contaba el protagonista del proceso, algo que no era
constatable. Y se trataba siempre de situaciones o experiencias pasadas. Ahora
los estudios son prospectivos, lo que significa que hay un diagnóstico definido
de coma o parada cardíaca, y, una vez recuperados, se les pregunta si tuvieron
algún recuerdo del período de inconsciencia, y los datos se pueden medir,
comparar y verificar a través de las personas que estuvieron allí en ese
momento. En el año 2001 se publicó un estudio prospectivo en la prestigiosa revista
médica The Lancet realizado por un cardiólogo holandés, el doctor Pim van
Lommel, y un equipo de diez hospitales en el que se recogieron 344 casos de
pacientes con un diagnóstico de paro cardiorrespiratorio. De estos, el 18 %
había tenido una ECM. Se les hizo un seguimiento durante el tiempo que
estuvieron ingresados en el hospital y se les preguntó si habían tenido una ECM
durante el paro, y si la habían tenido, contrastaron los hechos con los allí
presentes: médicos y enfermeras que habían participado en el proceso de
reanimación y familiares. Hicieron un seguimiento de las repercusiones que
estas experiencias habían tenido en sus vidas a los dos años y luego a los ocho
años (en total, diez años), siempre comparando este grupo con un grupo de
control de pacientes con el mismo diagnóstico, iguales maniobras de reanimación
y medicación, pero que no habían tenido una ECM. Se descartaron todos los
factores que pudieran haber desencadenado estas experiencias, como las
creencias religiosas, el miedo a la muerte, algún tipo de medicación previa, el
consumo de drogas, la cultura de la persona o su sexo o la edad. Se hizo lo
mismo con factores como la falta de oxígeno, endorfinas endógenas o el consumo
de alucinógenos que pueda haber habido previamente. Pero en esta búsqueda de
similitudes con otras situaciones que presentan los mismos síntomas (o
parecidos) que las ECM, como las que se dan en personas que han tenido
experiencias alucinógenas, uno se da cuenta de una diferencia fundamental: en
estas últimas, la experiencia no cambia la vida de quien la vive, no modifica
sus creencias ni le hace perder el miedo a la muerte, después de eso no está en
paz ni se dedica a ayudar a los demás. Y, además, el contenido de la
alucinación no es verificable por otros.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 26
El doctor Kenneth Ring y
Sharon Cooper completaron un estudio de dos años sobre las ECM de personas
invidentes y publicaron sus hallazgos en un libro titulado Visión mental, en el
que se documentó la evidencia sólida de treinta y un casos en los que personas
ciegas daban una información visual precisa obtenida durante una ECM. Presentan
relatos de invidentes de nacimiento por atrofia del globo ocular y del nervio
óptico con córtex visual subdesarrollado y también de otros que perdieron la
visión en otras etapas de la vida, que explican lo que ven durante las ECM,
cosas que pueden ser posteriormente constatadas.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 30
Sam Parnia y Peter Fenwick
están llevando a cabo el proyecto Aware (Awareness during resuscitation,
«Conciencia durante las maniobras de resucitación»), que es el primer estudio
científico a gran escala sobre la conciencia durante el trance de la muerte.
Para desarrollar su labor, los investigadores cuentan con técnicas sofisticadas
que les permiten estudiar en condiciones de laboratorio la relación entre la mente
y el cerebro durante el estado de muerte clínica en pacientes con paro
cardíaco. La investigación incluye la realización de un experimento para
estudiar la naturaleza del fenómeno de las ECM que a veces son relatadas por
personas reanimadas después de un paro cardíaco. En él participan inicialmente
veinticinco centros médicos europeos y estadounidenses. La investigación ha
estado precedida por una fase piloto de un año y medio de duración en
hospitales del Reino Unido previamente seleccionados. Habrá que esperar a que
los organizadores del proyecto Aware (Resuscitation Council UK, Horizon
Research Foundation y Nour Foundation de Estados Unidos) difundan sus
resultados. Este proyecto está generando una gran expectación, tanto en la
comunidad científica y médica internacional como en sectores de la sociedad
interesados en estos temas. En estos estudios prospectivos se llega a la
conclusión de que las ECM se producen durante el momento de muerte cerebral y
no inmediatamente antes o después del paro cardíaco. Las experiencias que se
tienen en esos momentos no deberían quedar grabadas en la memoria. Cuando hay
una parada cardíaca y el corazón deja de latir, cae la tensión arterial y se
altera el flujo sanguíneo del cerebro, que queda privado de actividad. Se interrumpen
todos los reflejos corporales y del tronco encefálico, paran su actividad el
centro respiratorio, el reflejo corneal, el reflejo de las pupilas a la luz, y
sobreviene la inconsciencia; ¿qué pasa entonces con las vivencias de las ECM?
En los estudios se ha cuantificado el flujo sanguíneo que hay durante esas
experiencias en la arteria cerebral media, que es la que nutre el cerebro, y se
ha observado que cesa durante el paro y se recupera al restablecerse el ritmo
cardíaco. También se han hecho controles de la actividad cerebral a través del
registro del electroencefalograma (EEG) durante el paro cardiorrespiratorio y
se ha visto que, después de un breve lapso de tiempo, la actividad eléctrica
del córtex y de las estructuras más profundas desaparece. Seis segundos y medio
después del comienzo del paro se detectan los primeros síntomas de déficit de
oxígeno en el cerebro. Si el paro dura más de treinta y siete segundos, el EEG
no se normalizará enseguida, ya que aparece un edema cerebral. Si la reanimación
ha sido complicada, el EEG no vuelve a la normalidad hasta al cabo de horas o
días, aunque tener actividad en el EEG no quiere decir que haya conciencia,
como ocurre en el sueño o en una operación sometida a anestesia general. La
única fuente de energía de las neuronas es la glucosa y el oxígeno; si hay
déficit, se desintegra la membrana celular y la neurona muere. Paradójicamente,
el funcionamiento mental durante las ECM es mejor que antes y, además, las
personas conservan una memoria muy precisa que ha sido registrada hasta quince
o veinte años después. Los científicos han propuesto que la mente es una
entidad independiente del cerebro que podría existir como un campo de energía
que puede interactuar con las neuronas de la corteza cerebral a través de
intercambios eléctricos. En todos los estudios que se han hecho, las personas
experimentan la conciencia, la percepción y la memoria en unos momentos en los
que el cerebro está inconsciente, con abolición de reflejos, ausencia de
respiración y monitorizadas todas sus funciones, incluida la cerebral. Hay
miles de experiencias recogidas por numerosas publicaciones y diversos estudios
al respecto. No podemos cerrar los ojos ante ello y seguir diciendo que no es
posible. El verdadero científico es el que se da cuenta de unos hechos e
indaga, busca explicaciones, causas, y no se cierra a la evidencia. Si personas
inspiradas no se hubiesen atrevido, si personas inquietas se hubiesen
conformado con las explicaciones establecidas, si no se hubiesen aceptado retos,
si hubiese importado el qué dirán, si no se hubiesen lanzado al vacío, a seguir
lo que creían y defenderlo ante los inmovilistas, aún estaríamos en el
Paleolítico. La vida es evolución continua… afortunadamente.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 32
Aún no hemos descubierto ese
orden implicado que lleva implícito el desarrollo de todo lo externo y sus
circunstancias porque no tenemos los medios, pero intuimos que existe porque el
universo es perfecto en su evolución.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 37
En nuestro cuerpo, el ADN es
considerado el medio universal de almacenamiento de información holográfica. La
física moderna, llamada también física cuántica, ha demostrado en sus intentos
por comprender las leyes que rigen el mundo de las partículas subatómicas que
el observador modifica lo observado, es decir, somos creadores. En la física
clásica el hombre simplemente era un observador, una entidad separada. Este
cambio es muy importante, porque actualmente los físicos nos hablan de la
interrelación y la interconexión de todo lo creado. Hablan de la relación con
nuestro entorno, con lo que nos ocurre, y hacen que nos planteemos nuestra
implicación con lo que la vida nos presenta, cosa que nos es bastante incómoda,
pues siempre es más fácil echar pelotas fuera y creer que los culpables de lo
que nos pasa son los demás. Lo contrario implica que tenemos una
responsabilidad en todo lo que nos ocurre, según mi opinión, actual o pactada
previamente antes de nacer, como experiencia y aprendizaje de vida. Si nosotros
somos creadores, ¿qué estamos haciendo con nuestro mundo? Aceptemos nuestra
responsabilidad, tomemos conciencia de ello, ya que, si nos cambiamos a
nosotros mismos, estaremos estableciendo un campo magnético a nuestro alrededor
que irá modificando el entorno.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 39
A algunos les es más cómodo
seguir aferrados a lo viejo, porque es lo que dominan, que aceptar lo nuevo,
que les da inseguridad.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 42
La conciencia, según los
científicos, reside en el córtex cerebral y es el resultado de una simple
combinación de compuestos químicos y células cerebrales. La química, pues, es
responsable de las imágenes que se despliegan en nuestro cerebro y también es
responsable del yo que realiza la observación. Pero la actividad cerebral por
sí misma no explica la conciencia. No hay demostración de que nuestras neuronas
fabriquen los pensamientos y los almacenen, como tampoco las emociones.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 42
Para mí, la conciencia es un
estado del alma que se manifiesta en el físico a través de una capacidad de
autorreflexión, de darse cuenta, de discernir, de decidir. No está en el cuerpo
físico.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 43
Funcionamos a través de un
sistema de jerarquías, también en nuestro cuerpo: las emociones son la energía
que mueve el motor que nos impulsa a actuar y están reguladas por la mente; por
encima de esta está el intelecto, que puede racionalizar, y más arriba está el
ego, que es el observador capaz de visualizar sus pensamientos. Finalmente, por
encima del ego está la conciencia. A mí me parece que la conciencia es un campo
electromagnético que el cerebro descodifica, igual que la televisión, que
descodifica unas ondas electromagnéticas que le llegan y las transforma en luz
y sonido, pero nadie en nuestro medio pensaría que las personas que están
saliendo en imágenes están vivas dentro del televisor. La conciencia es más que
nuestro cerebro, simplemente lo utiliza y, cuando nuestro cerebro no está en
condiciones, nuestra conciencia sigue existiendo, véase las ECM, las parálisis
cerebrales, el autismo…; lo que falla es la comunicación, no la conciencia.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 43
La luz tiene una propiedad
que es la dualidad. Se puede comportar como materia (partícula) o como onda
(energía electromagnética). Haciendo un símil, el cerebro sería la partícula,
los corpúsculos, la materia; la mente sería la onda, o energía
electromagnética, y la conciencia sería un campo unificado.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 43
Robert Lanza ha escrito un
libro, Biocentrismo, la vida y la conciencia como claves para comprender el
universo,3 que trata de la teoría según la cual la biología y la vida originan
el universo y no al revés. El biocentrismo se basa en que el universo es una
forma mental. La materia no existe si no hay una conciencia que la cree. El
observador influye en lo observado y la conducta de las partículas depende del
observador. Hasta que este no observa, existen todas las posibilidades; cuando
observa, colapsa una, que es la que se manifiesta. El espacio y el tiempo son
herramientas de nuestra conciencia. Lanza señala que el biocentrismo es similar
a la idea de universos paralelos, la hipótesis formulada por físicos teóricos
según la cual hay un número infinito de universos y todo lo que podría suceder
ocurre en alguno de ellos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 44
Todas las religiones nos
hablan de inmortalidad, algunas consideran que tenemos solo una vida con una
continuidad después de la muerte, pero, en mi opinión, si la energía no se crea
ni se destruye, no podemos tener nuestro inicio como ser en esta única vida. El
alma no muere, lo que está demostrado, pero, si es energía, tampoco nace con
nosotros, debería venir a esta vida desde otro estado o dimensión.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 47
Según todos los relatos de
las ECM, hay continuidad de la vida, de una vida más plena y más feliz que la
nuestra en la Tierra, con sensaciones, percepciones, claridad de mente,
comprensión de los porqué y de los para qué, proximidad de nuestros seres
queridos fallecidos y de los que aún viven. Yo creo que la energía última es
una, somos nosotros los que tenemos necesidad de la individualidad, pero llega
un momento en que nos fundimos con el todo y nos convertimos en uno, el reino
de las almas o del alma una. También creo que las personas que se nos presentan
en el momento de la muerte adquieren la forma de lo que para nosotros es
significativo, de nuestras creencias, para que las reconozcamos. Gracias a la
física cuántica sabemos que nosotros intervenimos en lo observado; por eso los
cristianos verán a Jesús y a la Virgen María, los musulmanes a Alá y los
tibetanos a Buda. Interpretamos unas experiencias multidimensionales, algo que
se escapa de nuestros marcos de referencia, con la escasez de nuestro lenguaje,
según nuestra cultura, religión y nuestra visión tridimensional y pobre, pero
necesitamos palabras y lenguaje para expresarlo y se nos quedan cortos para
describir los colores, los paisajes y las sensaciones que experimentan las
personas que han tenido una ECM.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 48
Somos inmortales. La vida es
como el hilo de un collar de perlas y las distintas encarnaciones son como las
perlas, que a medida que se van ensartando en el collar lo enriquecen, le dan
más brillo y más valor, hasta que el collar está completo.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 48
El doctor Brian Weiss asegura
que con las regresiones te das cuenta de que no eres un cuerpo, sino que eres
un ser espiritual que está habitando un cuerpo.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 51
Según dicen los pacientes
bajo hipnosis en la consulta del doctor Weiss, hay siete planos o niveles de
conciencia después de la muerte, cada uno con siete subplanos. En el más
próximo a nosotros pueden estar aquellos seres que han muerto y tienen algo
pendiente. Estos seres pueden manifestarse de alguna manera con los vivos, ya
sea telepáticamente, a través de un sueño o como sensación de presencia o cosas
que se mueven. Una vez acabado aquello que los ataba o tenían aún por
solucionar en la Tierra, continúan ascendiendo de plano y aprendiendo hasta que
les toca un nivel o período de reflexión en que tienen que decidir cuándo
quieren volver, con quién y qué vienen a desarrollar aquí. En ese primer nivel
es cuando la familia, los amigos o parapsicólogos podrían conectar con ellos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 55
Creemos que conocemos mucho,
pero ¡es tan poco lo que sabemos…! Tenemos que investigar no desde la
prepotencia, sino desde la humildad. El verdadero científico es el que tiene la
mente abierta, observa, ve qué ocurre e intenta investigar cómo sucede. Tenemos
mucha información sobre la existencia de vidas pasadas y de que continuamos
viviendo después de la muerte física. ¿No valdría la pena dedicar esfuerzos
conjuntos de médicos, neurólogos, psiquiatras, estadistas, investigadores y
físicos cuánticos para, sin prejuicios, ni miedos, ni prepotencias, ni falsos
cientifismos, ni ideas preconcebidas, estudiar la muerte, ya que hay numerosos
datos que hacen sospechar que no existe? Cuando intuimos o sabemos que no
existe ese fin temido, el viaje aquí en la Tierra se hace diferente. Cada cual
se responsabiliza de lo suyo, intentando aprender, desarrollando y utilizando
todas sus capacidades y descubriendo que tiene más cualidades de las que pensaba.
Si creemos que podemos, podremos. También ayudamos a los demás compartiendo
conocimientos, resolviendo nuestros conflictos aquí; nos perdonamos y
perdonamos a los demás, ya que sabemos que todo tenemos que solucionarlo aquí.
Recordemos que venimos a ser, a adquirir conciencia, a evolucionar, a ser
mejores personas. Potencialmente todos somos iguales, aunque en realidad
depende de lo que hayamos trabajado en otras experiencias vitales y en esta
existencia, pero al final, sí, todos seremos iguales, porque ese es nuestro fin
último, la evolución de toda la humanidad. Si evolucionamos nosotros,
cambiaremos nuestro alrededor; no se necesitan las palabras, solo las acciones.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 60
Yo creo que hay una serie de
situaciones que pueden desmontar la creencia de que no existe nada más cuando
nos morimos o que, como mínimo, pueden poner la semilla de la duda ante la idea
de que somos solo materia y que con la muerte se acaba todo: Una son las ECM
que ocurren actualmente y que están siendo sometidas a estudios prospectivos serios;
se están realizando en diferentes hospitales y son comprobables por otras
personas que estaban ahí en ese momento, como médicos, enfermeras o familiares.
Otra evidencia es que hay muchos datos recopilados y publicados sobre la
reencarnación y los recuerdos de vidas pasadas. La mayoría de los estudios se
han realizado con rigor metodológico, comprobando los datos, algunos de los
cuales se han conseguido bajo regresión hipnótica, otros sin hipnosis y otros
bajo drogas como el LSD o con otras técnicas, como la respiración holotrópica.
Somos energías con cuerpo de materia que venimos aquí a experimentar, a
evolucionar. Somos inmortales porque somos energía y la muerte es solo dejar la
materia en la materia, pero, a medida que lo hacemos, ayudamos a evolucionar
también al planeta, aunque lo que aprendamos aquí es el equipaje que nos
llevaremos. Así que aquello que intuíamos que debía ser, que la vida era algo
más que simplemente nuestro paso por la tierra, finalmente así es. Cada vez hay
más y más demostraciones de que la conciencia no muere con la muerte de nuestro
cuerpo físico, lo que nos lleva a sentir que la vida es trascendencia y el ser
humano es trascendente en esencia. La vida es un viaje para adquirir cada vez
más conciencia y llegar a través de la conciencia de regreso a casa.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 61
Yo siempre digo que la crisis
es lo mejor que puede pasarnos en la vida, aunque nos parezca un contrasentido.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 63
Cuando no aprendemos, la
vida, como la gran escuela de aprendizaje que es, nos presenta el mismo tema en
diferentes versiones para permitirnos que consigamos superarlo. Felizmente, en
algún momento, captamos la lección, nos ganamos el visto bueno y podemos subir
de curso.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 64
Lo mejor que podemos hacer en
nuestra vida es ocuparnos de acumular experiencias que nacen del corazón y nos
hacen crecer como seres humanos; esas serán las herramientas para el otro
mundo, para la otra vida.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 67
Nosotros hemos venido a esta
vida a ser, no a tener. Y lo que nos llevamos es lo que somos, lo que está en
nuestro interior, lo que un vendaval no puede llevarse, ni tampoco los
ladrones. Lo que va con nosotros es lo que atesora nuestro corazón.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 67
Saber que la muerte no existe
como final de nuestro ser nos ayudará a vivir la vida de otra manera.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 69
Todas las personas que han
tenido experiencias cercanas a la muerte (ECM) tienen y relatan unos hechos en
común: el infinito amor que sienten y el hecho de que es uno mismo y nadie más
el que hace una revisión panorámica de su vida con una gran claridad mental, y
entonces se da cuenta de la trascendencia de sus acciones y del «para qué» de
todo.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 70
¿Hemos puesto nuestros
denarios a producir o los hemos malversado o enterrado para devolverlos tal
cual? Todos nacemos con un potencial que debemos desarrollar; no se trata de
imitar a otros, sino de permitirnos ser, ya que siendo seremos únicos. No
podemos imitar a otros porque la semilla de melón no puede dar sandía.
Nosotros creamos lo que
creemos. Si nuestras creencias son de carencia, tendremos carencia en nuestras
vidas; si creemos en la abundancia, siempre tendremos todo lo que necesitemos;
si creemos que la vida nos sonríe siempre, siempre nos sonreirá, e incluso
ciertas dificultades las viviremos como una protección, un para qué, como algo
para aprender, que nos va a permitir ser mejores, tener más experiencia.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 72
Nuestra mente es la mejor
herramienta para la expansión o para la contracción, para realizar nuestros
sueños o para el encogimiento. Si tú crees que no puedes, ya ni lo intentes
porque, o cambias de pensamiento, o tu mente te bloqueará y te hará dudar
continuamente de que podrás conseguirlo. Cuando dejas entrar en la mente la
duda, te hundes.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 73
En esta vida todo es más
cuestión de actitudes que de aptitudes. El dolor es neutro, el sufrimiento es
mental. La muerte es un proceso natural de la vida que nos ayuda a vivir el
presente sin miedo. Nuestros miedos no detienen la muerte, que vendrá cuando
toque, sino el flujo del amor y de la vida. Por temor a morir dejamos de vivir.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 74
Existen muchos miedos a la
muerte, pero realmente lo único que debemos temer es que venga y no hayamos
vivido. En función de cómo haya sido nuestra vida, así será nuestra muerte. ¡La
muerte puede ser la experiencia más maravillosa de nuestra vida! Todo depende
de cómo hayamos vivido.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 75
Qué triste llegar al momento
de la muerte y darte cuenta de que no has vivido a causa del sufrimiento por
situaciones y sucesos que nunca han sucedido más que en tu imaginación, pero
que te han mantenido en vilo, angustiado, y te han impedido disfrutar de los
buenos momentos, de las pequeñas cosas, del amor, del cariño, de los colores,
de la risa, de la ternura, del sol, de las flores, los olores, los sonidos…
Todo aquello que constituye la vida y que frecuentemente olvidamos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 75
El cerebro no sabe si es
verdad o no lo que le decimos, pero siempre actúa como si lo fuese.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 76
¡Es tan importante vivir el
presente, vivir desde el corazón, mirar el aquí y ahora…!
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 76
Estar en el presente es darse
por completo, rítmicamente y no con rutina. La diferencia entre el ritmo y la
rutina es la conciencia. Para muchos, hacer algo repetidamente es una rutina.
Pero es rutina cuando no estás en el presente, cuando estás pensando en lo que
harás después o en lo que te hicieron ayer. Ese instante pasa y tú no lo has
vivido. Si tú quieres trascender el tiempo y las limitaciones y adquirir
voluntad, pon ritmo en tu vida.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 78
La rutina es un movimiento
circular, siempre es el mismo. El ritmo no. El ritmo es un movimiento en espiral
ascendente. Al completar la vuelta, parece que estemos en el mismo punto,
parece que estemos haciendo lo mismo, pero en la espiral, aunque se esté en el
mismo lugar, ya se está un poco más arriba. Es decir, se tienen más
herramientas y más experiencia. En nuestro cuerpo todo son ritmos (el corazón,
el pulmón, el aparato digestivo, la menstruación, el cerebro…) y cuando se
altera uno de los ritmos se dice que tenemos una disritmia, o una alteración o
una enfermedad si es más grave. También en la naturaleza todo son ritmos (el
día y la noche, las estaciones, el vaivén de las olas…). Asimismo, en nuestra
vida tiene que haber ritmos, entre trabajar y descansar, pensar y actuar. Que
no todo sea trabajar, busquemos más tiempo para estar con nosotros mismos, para
interiorizar, para volver a encontrarnos, para hacer ejercicio, para estar con
nuestra familia, con nuestros amigos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 78
Cuando uno se va, lo único
que queda es lo que dejamos en el corazón de la gente y nuestro único equipaje
son nuestras experiencias como ser y lo que nos llevamos en el corazón. Todo lo
demás lo dejamos aquí.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 80
Cuando nos marchemos, nos
daremos cuenta de que la vida se nos ha ido por caminos que no son los
nuestros.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 51
Al final, al hacer revisión
de nuestra vida, una de las cosas que más nos pesa es no haber demostrado
nuestro amor, no haber sabido expresar nuestros sentimientos, no haber amado
bien.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 80
Hay un cuento sufí que a mí
me parece muy sencillo y muy gráfico: un discípulo va a ver a su maestro y le
dice: «Creo que ya estoy preparado para la iluminación, llevo muchos años
preparándome. Estoy todo el día en la presencia, en mi centro». El maestro le
contesta: «Cuando entraste, ¿en qué lado dejaste el bastón?, ¿en la derecha o
en la izquierda?». Y el discípulo no sabe qué contestar.
Estar en el presente es estar en nuestra presencia, es estar con el máximo de conciencia en cada gesto, en cada hecho nuestro y de nuestro alrededor, de nuestra cotidianidad. No solo es estar elevado en nuestra inspiración, sino que hay que llevarlo a la «ritmicidad» (no a la rutina) de la vida diaria.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 81
El sueño es una manera de
muerte. Según los tibetanos, como decíamos antes, nuestra alma está unida a
nuestro cuerpo por dos hilos, el de conciencia, que se fija junto a la glándula
pineal en nuestro cerebro, y el de vida, que se ancla en nuestro corazón.
Durante el sueño se desconecta el hilo de conciencia y en la muerte se
desconectan los dos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 82
Si hemos dicho que sí a algo
que pensamos y sentimos que debemos decir que no, debemos intentar arreglarlo
esa misma noche, a través de una llamada telefónica o una conversación, o como
máximo al día siguiente. Si hemos hablado con mal tono y pensamos que no
debería haber sido así, hablarlo, pedir excusas por la forma de decirlo, pero
no por el contenido, ya que seguimos pensando lo mismo que hemos dicho y es lo
que queremos que comprendan. Si os han dicho algo que no os ha gustado, en vez
de sacar la caballería, debéis preguntar: «¿Qué querías decir?». Con ello
muchas veces os ahorraréis una discusión, porque no es lo que vosotros
pensabais, ya que estabais supersensibles. Intentad, al ir a dormir, haberlo
arreglado todo, al menos lo que podáis, pero, si lo vais haciendo cada día, no
llevaréis mochila y será más rápido y fácil. Revisad, no carguéis con la
mochila de otro, porque no le estamos haciendo un favor, ya que estamos
quitándole la oportunidad del aprendizaje. A veces ayudamos más con un no que
con un sí, pero muchas veces nos es más fácil decir que sí y dejarlo correr,
para no discutir. Si hay algo que nos preocupa, valorémoslo en relación con la
muerte: «Si yo me muriese hoy, ¿sería esto importante?». Debemos perdonarnos y
perdonar, y hacer que nuestro último pensamiento antes de conciliar el sueño
sea de agradecimiento y de paz.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 82
Nuestro organismo es un
ecosistema. Somos ritmo y relación. Somos sistemas que procesan información:
mantenemos un intercambio con nuestro exterior, a través de lo que comemos,
respiramos, sentimos, pensamos y hacemos. Lo mismo ocurre en nuestro interior,
donde funcionamos como una sociedad. Nuestro cuerpo mantiene una relación entre
sus células, sus tejidos, sus órganos y sus sistemas.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 83
Yo siempre digo que aquí
venimos a solucionar las relaciones y la primera tendría que ser con uno mismo.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 84
Tomar conciencia nos ayuda y
modifica cualquier cosa en esta vida.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 87
Siempre planteo la misma
pregunta: quién nos hace más daño: ¿la persona que hizo ese comentario o
nosotros, que estamos día y noche, las veinticuatro horas, repetitivamente
pensando en lo que nos ha dicho y el daño que nos causó? Nosotros somos
nuestros máximos carceleros. Pero no olvidemos que también somos nuestros
máximos libertadores, porque nuestro cerebro es un amigo obediente que nos da
aquello que le pedimos. Si nuestros pensamientos son de odio, el cerebro pone
en marcha todos los neurotransmisores para que nuestro cuerpo no solo «piense»
en odio, sino para que, además, «sienta» odio y, al sentirlo, se segregan más
neurotransmisores que harán que «pensemos» en más odio. Es un círculo vicioso
que solo podemos romper nosotros mismos dándonos cuenta de ello, a través de
nuestra conciencia y nuestra voluntad.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 88
Ahora podemos dejar de ser
tiranizados por la muerte, porque ya hay suficientes testimonios que apuntan a
la liberadora realidad de que no existe.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 90
La trascendencia nos libera
de la «ceguera» impuesta por los cinco sentidos y nos proporciona la capacidad
de reconocer, despertar y desarrollar nuestra esencia divina. El camino más
directo hacia la trascendencia es la coherencia de nuestra vivencia con lo más
elevado de nuestras creencias y propósitos. Esto nos permite vivir el aquí y
ahora desde nuestros valores, siendo mejores personas por ello. Estamos siendo
trascendentes cuando dejamos de lado nuestros miedos, nuestra densidad y una
visión básicamente incompleta de la vida. Podemos, entonces, ir más allá de la
tragedia, más allá de la muerte, y adueñarnos de la eternidad. Nuestra esencia
es totalmente trascendental y esto nos hace universales y coparticipantes del
Todo o Dios.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 91
La verdadera iluminación no
nos permite obviar lo sencillo y simple.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 92
No se trata de hacer grandes
cosas, sino de hacer extraordinario lo ordinario, como refleja una cita zen:
«Antes de la iluminación, cortar leña y llevar agua; después de la iluminación,
cortar leña y llevar agua». Todo aquello que nos toca en cada momento, por muy
sencillo y cotidiano que sea, no solo refleja lo mejor de nosotros, sino que
nos dignifica. La verdadera iluminación no nos permite obviar lo sencillo y
simple.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 92
Somos la extensión espiritual
que nos hace trascendentes.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 93
Tenemos un cuerpo que muere,
pero somos la energía que vitaliza el cuerpo y que no muere. Nuestra
continuidad es infalible. Somos la extensión espiritual que nos hace
trascendentes.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 93
Acaba de llegarme un mensaje
de texto que dice así: «Cuando nos despertamos por la mañana tenemos dos
opciones: o volvemos a dormirnos para seguir soñando o nos levantamos para hacer
realidad nuestros sueños». Siempre estamos en el momento preciso y perfecto del
camino para dar vida a nuestros mejores propósitos y proyectos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 96
La muerte es transformación y
es continuación. Y para los que creemos en sucesivas experiencias evolutivas en
la materia que nos llevan a ser cada vez más completos, más capaces y más
universales, la muerte es la expansión entre esas experiencias y, como hemos
visto, nos permite dejar las densidades y seguir agrandando la conciencia con
la cosecha integrada de todo lo que hemos superado y aprehendido. Todo lo que
forma parte de nuestro mundo material tiene su origen y su extensión en el
mundo energético. Cuando nuestra estancia aquí llega a su fin, nuestra
conciencia se retira y el corazón para su latido. Lo denso permanece aquí, pero
ya no hay experiencia de vida; la conciencia, que es puro espíritu, se ha
retirado del cuerpo físico y con lo mejor de los cuerpos sutiles, el emocional
y el mental, continúa con el aprendizaje. La expansión jamás se detiene.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 97
Nuestra conciencia continúa
después de la muerte. Esto no solo es una creencia o intuición, sino que ha
sido experimentado por miles de personas. Existe el «otro lado» y su percepción
casi siempre supera todas las expectativas que tenían las personas que lo han «vivido».
Sabemos esto porque cada vez son más los que han estado ahí y han vuelto para
contarlo.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 98
«Vida y muerte son las dos
caras de la mortalidad. Desde nuestra impermanencia como seres mortales, la
máxima expansión nos la ofrece la muerte. La inmortalidad es la verdadera cara
de la muerte.»
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 100
Os invito a grabar esta
meditación para poder escucharla y meditar cuando lo necesitéis. Con esto en
mente, utilizo la primera persona.
Cierro los ojos.
Soy consciente de mi respiración sosegada.
Tranquilamente me observo. Observo mi respiración.
Me permito todo el tiempo necesario para acceder a la quietud que acompaña mi paz interna.
Descubro y acepto mi expansión, que me eleva hacia dimensiones cada vez menos densas.
Observo la amplitud de mi ser.
Me reconozco más allá de mi cuerpo, más allá de mis emociones, más allá de mis pensamientos.
Entro en niveles progresivamente más sutiles.
Permito que la armonía me rodee y me llene.
Permito que la quietud me serene.
Soy armonía, soy quietud.
Con cada inspiración me envuelvo con más luz.
Veo la muerte como un espacio inmenso de paz y luz.
Está a un paso.
Soy yo, sin apegos ni límites terrenales.
Soy yo.
Me alineo con la ampliación de mi luz, en mí y en mi entorno.
Me acepto como la manifestación de luz que soy.
Dejo que estas sensaciones se asienten.
Soy un ser de luz en crecimiento y expansión.
Soy crecimiento.
Soy potencial.
Me permito serlo.
Mantengo una respiración armoniosa y tranquila y, cuando quiera, serenamente, pongo mi conciencia en el aquí y ahora.
Cuando estoy preparado, abro los ojos.
Observo mi entorno…
Observo la armonía que existe entre mi entorno y yo… Doy gracias.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 105
Las meditaciones siempre nos
permiten niveles de energía más sutiles, donde son posibles intuiciones
inspiradoras. Muchas veces meditar puede ser el disparadero hacia nuevas maneras
de vivir siendo, el primer paso que nos proporciona nuevos enfoques. Estos, a
su vez, pueden provocar cambios de actitud, que tarde o temprano se convierten
en nuevas formas de ir por la vida. Hacer esta meditación o cualquier otra que
inspire a una universalidad abre enfoques liberadores ante la vida y la muerte.
Cuando meditamos, la fuerza y la serenidad, el amor, la armonía, la paz y
sensaciones de plenitud están con nosotros. Y, aunque haya pasado tiempo, en
cualquier lugar podemos cerrar los ojos, respirar profundamente y en pocos
segundos volver a ese estado que nos sosiega y que al mismo tiempo nos llena de
energía. Esto crea una sensación de seguridad que potencia nuestra presencia en
todo momento y lugar y nos completa. Son sentimientos altamente integrantes que
fortalecen la confianza en nosotros y en la vida.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 107
Todo camino sirve si nos
ayuda y nos inspira a seguir buscando y creciendo como seres enfocados en
nuestro propio potencial divino.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 108
«¿Quién eres? Tu respuesta te
limitará o te dará alas.»
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 110
Cada incursión o nacimiento
en el mundo tangible tiene su propósito, que es la específica expansión de la
conciencia perteneciente a ese nivel evolutivo. Para esto siempre tendremos el
marco adecuado, con las circunstancias pertinentes. En el momento en que el
aprendizaje se cumple, la experiencia llega a su término y se «muere», hecho
que marca el fin de esa etapa y el principio de otra. Son partes únicas y
valiosas de un proceso que no acaba hasta que conquistamos la totalidad. Esta
conquista no es nada más que la fusión con el todo. La muerte, entonces, es la
continuidad de la conciencia liberada de la materia cuando esa experiencia
específica que ha permitido el aprendizaje llega a su fin. Todo esto ratifica
que no somos un cuerpo con una dimensión espiritual, sino la fuerza vital que
da vida al cuerpo. Evidentemente, nuestro origen y razón de ser se encuentran
fuera del ámbito de lo limitado y perecedero. La ciencia demuestra que la
energía no se destruye, sino que se transforma. Somos energía y nuestra
principal misión es nuestra propia evolución, para ser cada vez más completos
y, por ello, más inclusivos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 112
«Para cada uno de nosotros,
la mejor forma de ir por la eternidad es la nuestra.»
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 132
Cualquier cosa que no nos
permita un vuelo liberador ha de descartarse para potenciar el camino de la
sabiduría, adquirida en nuestra última experiencia en el marco limitativo de la
materia.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 135
Tenemos que dejar de juzgar y
entrar en una aceptación de los pasos evolutivos de ensayo y error, sin culpa
ni castigo.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 135
Últimamente estamos siendo
influenciados por algunas creencias en torno a la reencarnación que apuntan a
una continuidad de lo que habíamos sido en vidas anteriores, en especial de
nuestros traumas y errores. Esta perspectiva puede mantenernos presos de
nuestro pasado a través de experiencias que nos hicieron daño. Es evidente que
esas memorias de vidas vividas aparentemente mal no encajan ni pertenecen a la
necesidad evolutiva de experimentar y evolucionar en el presente para ser cada
vez más capaces. Tenemos que dejar de juzgar y entrar en una aceptación de los
pasos evolutivos de ensayo y error, sin culpa ni castigo. En realidad, no hay
error, hay una actuación progresivamente mejor. Cada vez sabemos más y cada vez
lo hacemos mejor. Pero no por eso vamos a menospreciar nuestros primeros pasos
y las caídas que nos permitieron llegar hasta aquí más sabios y capaces.
Nuestro compromiso hacia nosotros mismos se basa en el conocimiento de que no
podemos juzgar actuaciones de ayer con la crecida conciencia de hoy, ya que
esto puede mantenernos presos de la culpa. Seguimos influenciados por nuestra
herencia de culpa, en vez de comprender que cualquier equivocación nos lleva a
una ampliación de la conciencia que nos permite reconocer las lecciones que
acompañan a los errores y aprovecharlas. Si no lo sabemos, nos quedamos
enganchados al error ya vivido, actitud que no nos permite cosechar la
sabiduría pertinente.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 135
Morir significa una renovada
oportunidad, una liberación y la continuidad de lo mejor que somos. Su dinámica
impulsora nos permite recibir cada nueva experiencia con un potencial crecido.
La muerte precipita hacia el renacimiento y una prolongación en la que nuevas
capacidades serán ampliadas a través de nuevos retos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 137
Soltar lo que ya no sirve
Sin la perspectiva de vida,
muerte y… vida, la muerte es nuestra gran enemiga. No nos gustan los finales.
Preferimos acarrear con lo que ha sido, aunque eso nos pese, porque no queremos
soltarlo. Entonces empezamos a perder, porque mantener lo que ya no tiene que
ser dificulta la entrada de lo nuevo. Solo los espacios libres pueden recibir.
La forma inequívoca para crear posibilidades de crecimiento es dejando ir lo
que ya no toca. Saber que la muerte nos libera de todo lo que no nos hace falta
tiene que inspirarnos a desprendernos de lo que no nos sirve… sin tener que
morir. Si somos capaces de ello, podremos «sobrevolar» las cárceles de las
posesiones mentales y emocionales que ya no necesitamos y lograremos una nueva
libertad y un impulso hacia nuestra propia expansión. Cuando comprendemos que
lo que aún está por descubrir va a facilitarnos el acceso a un potencial hasta
ahora desconocido, podemos deshacernos del miedo al misterio. Los vacíos
permiten la verdadera creación, ya que nos proporcionan la condición perfecta
para lo que aún está por llegar. Pero el verdadero vacío está lleno. Todo lo
aprendido crea nuevos espacios que apoyan la auténtica dinámica de crecimiento.
Cualquier enriquecimiento fruto de lo que hemos hecho, sentido y pensado ya
forma parte de nosotros y no se puede perder. Toda experiencia transforma y
expande. Lo que hacemos mal se convierte en un aprendizaje irreemplazable. El
hecho es temporal, la lección perdura. Permanece lo aprendido, lo demás, si lo
dejamos, cae por su propio peso. Lo auténticamente valioso se asienta y se
convierte en semilla de futuros. Cada nuevo segundo puede significar la muerte
de lo que ya no tiene que ser. Si es así, entonces cada segundo se convierte en
nacimiento. El continuo de muerte y nacimiento es existencia pura en la
eternidad del aquí y ahora. En esa dinámica sin fin somos puro potencial. Lo
caduco deja de influenciarnos y nuestras capacidades se amplían y nos
proporcionan futuros descubrimientos. El auténtico autoconocimiento arranca de
lo positivo. Cuando potenciamos nuestras cualidades, neutralizamos lo negativo.
Estas pequeñas muertes de todo lo que ya no toca nos abren para que aparezca lo
impensable. Es en ese momento cuando podemos potenciar lo mejor que somos. Este
es un buen principio.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 137
Nuestro mayor miedo
existencial es el miedo a la muerte. El mejor antídoto… saber que no moriremos.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 142
La meditación del ocho
Debemos escoger un lugar
cómodo donde podamos estar tranquilos. En una postura buena nos aquietamos,
respirando tranquilamente. Al principio con una respiración amplia y profunda,
para poco a poco ir encontrando nuestro ritmo.
Dejo que todo se tranquilice,
dentro y fuera de mí.
Creo un estado de quietud, un espacio sereno y tranquilo.
Los ruidos no importan… ni cualquier pensamiento que llegue… Todo está bien.
Siento cómo mi cuerpo se va relajando.
Con cada inspiración voy aquietando las emociones.
Con cada exhalación potencio mi serenidad.
Mi cuerpo está relajado, suelto, ligero…
La armonía y la tranquilidad se potencian a medida que suelto la tensión.
Observo cómo la tensión se disipa y desaparece.
Sigo respirando profundamente… lentamente.
Delante de mí dibujo un ocho con mi mente. Con cada inspiración lo agrando. El ocho se eleva y yo también.
Elevo mi vibración.
Siento cómo me voy volviendo cada vez más ligero, más armonioso.
Ahora observo mis emociones.
Respiro y noto que empiezan a soltarse.
Flotan libremente en una nube rosa de tranquilidad que se eleva.
Me siento arropado.
Todo está bien.
Todo está unido en esa nube, armonizado y transportado por encima de cualquier preocupación.
Me elevo a las vibraciones del amor.
Noto cómo todo se funde en un abrazo acogedor.
Del abrazo surge el símbolo del infinito.
Se une con el ocho y juntos forman una cruz.
Toda mi solidez se ha diluido y el cuerpo de luz que soy se ha liberado del peso.
Soy el centro donde se une el ocho con el infinito.
Mis límites se desdibujan y empiezo a ser uno con todo.
Suelto lo que me pesa y me centro en mis energías de amor.
Pulso con ellas…
Me libero de mis incertidumbres y potencio mi confianza en mí mismo.
Lo abrazo y descubro que yo soy amor, yo soy la respuesta.
Con amor empiezo a crear mi presente.
Soy.
Soy, y cada sentimiento se disuelve en una corriente de amor.
Soy amor.
Amo, y cada pensamiento se disuelve en una nube de sabiduría.
Soy luz.
Soy luz, y cada onda de mi ser se disuelve con la totalidad y se convierte en potencia pura.
Cada inspiración es la última y la primera.
Cada espiración es la última y la primera.
No hay final.
Uno mi respiración a la eternidad y me conecto con todo.
Entro en lo eterno de la mano de mi luz, que empieza a brillar cada vez más.
Cada vez se ilumina más espacio.
Mi espacio se vuelve infinito, donde cabe todo.
Reconozco la grandeza de mi expansión.
Inhalo la totalidad, que es vida, y recojo la expansión de mis intenciones para seguir sembrando vida, calor y luz.
Soy consciente de que soy la fuerza que potencia la vida, la claridad que la nutre.
Mi espacio se ha convertido en un territorio de amor en expansión.
Ensancho mis límites más aún y me permito disfrutar.
Con este sentimiento, abro los ojos y agradezco.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 142
Las experiencias de personas
que han tenido una ECM y cuentan cómo se han encontrado con sus seres queridos
suelen ser una inspiración para aquellos que dudan de la continuidad de la
persona que acaban de perder.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 148
Liberarse de las dudas acerca
de la continuidad de nuestros seres queridos nos coloca en una situación de
unión constante. El hecho de que estén energéticamente con nosotros se vive de
forma que incluso contamos con ellos y, muy importante, nunca más nos sentimos
solos. Este es un gran paso, ya que si hay algo que desmonta durante el duelo
es la sensación de total soledad por un lado y, por otro, el sentirse
incomprendidos por parte de las personas que nos quieren y quieren vernos bien.
El querer ver bien es un arma de doble filo, ya que muchas veces las personas
que no pueden estarlo porque aún les pesa la ausencia van a sentirse
incomprendidas y forzadas a unas actividades que rechazan porque aún es
demasiado pronto. La integración y la aceptación de la situación que se está
viviendo (no del hecho de que el ser querido haya muerto) marcan un cambio
importante y una transformación de cómo se va a vivir la ausencia y de la
actitud ante la propia muerte.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 150
Nuestra apertura de
conciencia está en total contraposición con nuestro nivel de rechazo. A más
conciencia, más nos abrimos a la vida y a la muerte y a todo lo que pueden
ofrecernos. Con un nivel trascendental mínimo vivimos la muerte desde lo más
denso, negando, con miedo, sufrimiento, dolor… A medida que vamos elevando la
conciencia, entramos en la aceptación y la comprensión, para finalmente vivir
la muerte como una celebración expansiva que nos permite nuevos niveles de
amor, éxtasis, gozo… no disponibles aquí. Esta sabiduría nos permite vivir la
muerte como la entrada en una etapa libre del espejismo que suele envolvernos
en el mundo de la materia y podemos acceder a una crecida en nuestra visión que
nos rescata de la tragedia. Queda perfectamente representada en el símbolo de
la mariposa, que emprende el vuelo hacia horizontes prometedores y posibilidades
desconocidas. Lo utilizaba la doctora Elisabeth KüblerRoss cuando algún niño
perdía a un ser querido. En los funerales en los que sabía que habría niños,
ella solía llevar en su bolso un gusano de peluche que tenía en su interior una
mariposa. En el momento del entierro, la doctora Kübler-Ross explicaba al niño
que su ser querido (padre, madre o hermanito) ya no era lo que estaba siendo
enterrado. «Eso –decía– solo es…», y le enseñaba el gusano. «Ahora
–continuaba–, la persona que tú quieres ya es…», y sacaba una preciosa mariposa
del interior del gusano. Los niños comprendían lo que quería decir y
normalmente se quedaban tranquilos. La herencia positiva que nos otorga la
muerte viene a través de energías más sutiles y trascendentales. Esto de alguna
forma explica por qué las personas que tienen creencias espirituales o
religiosas sólidas y trabajadas que apuntan a una continuidad en un estado
liberado tienen una actitud mucho más positiva ante la muerte y la vida después
de ella. Séptimo principio: género, impulso de vida que completa y armoniza «El
género está en todo, todo tiene su principio masculino y femenino, el género se
manifiesta en todos los planos.»
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 162
W. Somerset Maugham, en su
cuento Cita en Samarra, escribe: «En Bagdad, un mercader envía a su criado al
mercado a comprar provisiones. Al poco tiempo, vuelve pálido y con trémula voz
dice: “Maestro, justo cuando estaba en el mercado fui empujado por una mujer en
la multitud y, cuando me volví, era la muerte que me atropellaba. Ella me miró
e hizo un gesto amenazante… Présteme su caballo para viajar lejos de esta
ciudad, para marcharme a Samarra y, así, eludir mi destino”. El comerciante le
da su caballo y, cuando ya se ha montado, el siervo clava sus espuelas en los
ijares y a todo galope se pierde en la distancia. Molesto, el mercader bajó al
mercado y vio a la muerte de pie entre el gentío. Se le acercó y le dijo: “¿Por
qué has amenazado a mi siervo cuando lo has visto esta mañana?”. Ella, sin
inmutarse, le respondió: “Solo fue un respingo de sorpresa. Me ha extrañado verlo
en Bagdad, porque esta noche tengo una cita con él en Samarra”». Cuentan que el
sirviente huyó de la muerte hacia Samarra, pero lo que no cuentan es que entró
en la sabiduría de haber tenido que enfrentarse a su propia muerte cuando dejó
atrás todo lo que para él era su vida. Huyó de la muerte y murió para lograrlo.
Cruzó el desierto de sus miedos y los venció. Y cuando llegó a Samarra y el
guarda de la ciudad lo vio no como un sirviente sino como un señor que había
conquistado la batalla más importante de toda vida, le comunicó que la muerte
estaba alojada en la ciudad. Entonces, por primera vez, sintió su verdadero
poder y pidió hablar con la muerte. ¿Qué le dijo? ¿Qué le hubiésemos dicho
nosotros? Eso está escrito en el centro de nuestro propio encuentro con
nosotros mismos. Desde allí, que es el lugar más asequible para todo ser que
ama la vida, conocemos las respuestas, desaparecen los miedos y la relación
resultante nos permite caminar con la muerte siempre más, ganando, así, una
vida plena. Cuando leí el cuento, encontré lógico que el maestro pudiera
dirigirse directamente a la muerte sin ningún miedo. Luego me pregunté qué se
necesita exactamente para ser maestro y no sirviente. En vuestras manos dejo el
poder de estar por encima de la vida y la muerte. ¿Qué necesitamos para poder,
como el maestro, hablar con la muerte sin miedo ni reticencia? Es solo un viaje
de menos de un día, pero ¿qué pasó para que el cambio fuera total y las
consecuencias para siempre? A mí me encantaría conocer vuestras propuestas y,
si queréis, podéis escribirlas y mandármelas a anjicarmelo@gmail.com, poniendo
como tema del correo «Viaje a Samarra».
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 174
Podría casi decir que creo
que he descubierto lo que nos hace felizmente longevos… A ver si estáis de
acuerdo conmigo. Creo que si algo nos llena de ganas de seguir creciendo es la
curiosidad. Y creo que, mientras tengamos ilusión por conocer y descubrir,
nuestra propia dinámica evolutiva apoyará y facilitará que así sea. Así que
tendremos toda la energía que necesitemos, lo que nos regala una ¡eterna
juventud!
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 176
La verdadera madurez no se
mide por la experiencia que hayamos amontonado, sino por nuestra comprensión de
la vida y nuestra capacidad para vivirla lo mejor para nosotros y para nuestro
entorno. Así nos damos cuenta de nuestra capacidad para responder y descubrimos
nuestra responsabilidad o «respons-habilidad». Nuestros puntos de vista
construyen nuestra vida. Así tiene que ser, porque lo que vemos, pensamos y
sentimos conforma nuestra realidad. Claro… y de pronto sabemos que tenemos la
última palabra. Mandamos en lo nuestro cuando dictamos cómo viviremos lo que
nos pasa. Y para esto tenemos muchísimas opciones. Podemos vivir la vida mal,
tristemente, de una forma incompleta, como si no fuera con nosotros o… podemos
vivirla bien. Esto marca la diferencia. Y cuando estamos seguros de que lo que
nos pasa es lo mejor que nos puede suceder porque ha pasado para algo,
empezamos a sacar juego a todo y descubrimos que podemos con todo. Entonces
conseguimos dar un paso más y saber que desde esa parte nuestra sabia que está
en contacto con nuestro plan evolutivo elegimos todo lo que nos pasa. Sí,
¡todo!
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 176
Vivir la vida bien lleva a
vivir la muerte igual de bien o mejor.
Luján Comas y Anji Carmelo
¿Existe la muerte?, página 177
¿Existe la muerte?, página 4 (prólogo)
¿Existe la muerte?, página 5 (prólogo)
¿Existe la muerte?, página 8
¿Existe la muerte?, página 10
¿Existe la muerte?, página 10
¿Existe la muerte?, página 11
¿Existe la muerte?, página 13
¿Existe la muerte?, página 16
¿Existe la muerte?, página 18
¿Existe la muerte?, página 19
¿Existe la muerte?, página 19
¿Existe la muerte?, página 25
¿Existe la muerte?, página 26
¿Existe la muerte?, página 30
¿Existe la muerte?, página 32
¿Existe la muerte?, página 37
¿Existe la muerte?, página 39
¿Existe la muerte?, página 42
¿Existe la muerte?, página 42
¿Existe la muerte?, página 43
¿Existe la muerte?, página 43
¿Existe la muerte?, página 43
¿Existe la muerte?, página 44
¿Existe la muerte?, página 47
¿Existe la muerte?, página 48
¿Existe la muerte?, página 48
¿Existe la muerte?, página 51
¿Existe la muerte?, página 55
¿Existe la muerte?, página 60
¿Existe la muerte?, página 61
¿Existe la muerte?, página 63
¿Existe la muerte?, página 64
¿Existe la muerte?, página 67
¿Existe la muerte?, página 67
¿Existe la muerte?, página 69
¿Existe la muerte?, página 70
¿Existe la muerte?, página 72
¿Existe la muerte?, página 73
¿Existe la muerte?, página 74
¿Existe la muerte?, página 75
¿Existe la muerte?, página 75
¿Existe la muerte?, página 76
¿Existe la muerte?, página 76
¿Existe la muerte?, página 78
¿Existe la muerte?, página 78
¿Existe la muerte?, página 80
¿Existe la muerte?, página 51
¿Existe la muerte?, página 80
Estar en el presente es estar en nuestra presencia, es estar con el máximo de conciencia en cada gesto, en cada hecho nuestro y de nuestro alrededor, de nuestra cotidianidad. No solo es estar elevado en nuestra inspiración, sino que hay que llevarlo a la «ritmicidad» (no a la rutina) de la vida diaria.
¿Existe la muerte?, página 81
¿Existe la muerte?, página 82
¿Existe la muerte?, página 82
¿Existe la muerte?, página 83
¿Existe la muerte?, página 84
¿Existe la muerte?, página 87
¿Existe la muerte?, página 88
¿Existe la muerte?, página 90
¿Existe la muerte?, página 91
¿Existe la muerte?, página 92
¿Existe la muerte?, página 92
¿Existe la muerte?, página 93
¿Existe la muerte?, página 93
¿Existe la muerte?, página 96
¿Existe la muerte?, página 97
¿Existe la muerte?, página 98
¿Existe la muerte?, página 100
Soy consciente de mi respiración sosegada.
Tranquilamente me observo. Observo mi respiración.
Me permito todo el tiempo necesario para acceder a la quietud que acompaña mi paz interna.
Descubro y acepto mi expansión, que me eleva hacia dimensiones cada vez menos densas.
Observo la amplitud de mi ser.
Me reconozco más allá de mi cuerpo, más allá de mis emociones, más allá de mis pensamientos.
Entro en niveles progresivamente más sutiles.
Permito que la armonía me rodee y me llene.
Permito que la quietud me serene.
Soy armonía, soy quietud.
Con cada inspiración me envuelvo con más luz.
Veo la muerte como un espacio inmenso de paz y luz.
Está a un paso.
Soy yo, sin apegos ni límites terrenales.
Soy yo.
Me alineo con la ampliación de mi luz, en mí y en mi entorno.
Me acepto como la manifestación de luz que soy.
Dejo que estas sensaciones se asienten.
Soy un ser de luz en crecimiento y expansión.
Soy crecimiento.
Soy potencial.
Me permito serlo.
Mantengo una respiración armoniosa y tranquila y, cuando quiera, serenamente, pongo mi conciencia en el aquí y ahora.
Cuando estoy preparado, abro los ojos.
Observo mi entorno…
Observo la armonía que existe entre mi entorno y yo… Doy gracias.
¿Existe la muerte?, página 105
¿Existe la muerte?, página 107
¿Existe la muerte?, página 108
¿Existe la muerte?, página 110
¿Existe la muerte?, página 112
¿Existe la muerte?, página 132
¿Existe la muerte?, página 135
¿Existe la muerte?, página 135
¿Existe la muerte?, página 135
¿Existe la muerte?, página 137
¿Existe la muerte?, página 137
¿Existe la muerte?, página 142
Creo un estado de quietud, un espacio sereno y tranquilo.
Los ruidos no importan… ni cualquier pensamiento que llegue… Todo está bien.
Siento cómo mi cuerpo se va relajando.
Con cada inspiración voy aquietando las emociones.
Con cada exhalación potencio mi serenidad.
Mi cuerpo está relajado, suelto, ligero…
La armonía y la tranquilidad se potencian a medida que suelto la tensión.
Observo cómo la tensión se disipa y desaparece.
Sigo respirando profundamente… lentamente.
Delante de mí dibujo un ocho con mi mente. Con cada inspiración lo agrando. El ocho se eleva y yo también.
Elevo mi vibración.
Siento cómo me voy volviendo cada vez más ligero, más armonioso.
Ahora observo mis emociones.
Respiro y noto que empiezan a soltarse.
Flotan libremente en una nube rosa de tranquilidad que se eleva.
Me siento arropado.
Todo está bien.
Todo está unido en esa nube, armonizado y transportado por encima de cualquier preocupación.
Me elevo a las vibraciones del amor.
Noto cómo todo se funde en un abrazo acogedor.
Del abrazo surge el símbolo del infinito.
Se une con el ocho y juntos forman una cruz.
Toda mi solidez se ha diluido y el cuerpo de luz que soy se ha liberado del peso.
Soy el centro donde se une el ocho con el infinito.
Mis límites se desdibujan y empiezo a ser uno con todo.
Suelto lo que me pesa y me centro en mis energías de amor.
Pulso con ellas…
Me libero de mis incertidumbres y potencio mi confianza en mí mismo.
Lo abrazo y descubro que yo soy amor, yo soy la respuesta.
Con amor empiezo a crear mi presente.
Soy.
Soy, y cada sentimiento se disuelve en una corriente de amor.
Soy amor.
Amo, y cada pensamiento se disuelve en una nube de sabiduría.
Soy luz.
Soy luz, y cada onda de mi ser se disuelve con la totalidad y se convierte en potencia pura.
Cada inspiración es la última y la primera.
Cada espiración es la última y la primera.
No hay final.
Uno mi respiración a la eternidad y me conecto con todo.
Entro en lo eterno de la mano de mi luz, que empieza a brillar cada vez más.
Cada vez se ilumina más espacio.
Mi espacio se vuelve infinito, donde cabe todo.
Reconozco la grandeza de mi expansión.
Inhalo la totalidad, que es vida, y recojo la expansión de mis intenciones para seguir sembrando vida, calor y luz.
Soy consciente de que soy la fuerza que potencia la vida, la claridad que la nutre.
Mi espacio se ha convertido en un territorio de amor en expansión.
Ensancho mis límites más aún y me permito disfrutar.
Con este sentimiento, abro los ojos y agradezco.
¿Existe la muerte?, página 142
¿Existe la muerte?, página 148
¿Existe la muerte?, página 150
¿Existe la muerte?, página 162
¿Existe la muerte?, página 174
¿Existe la muerte?, página 176
¿Existe la muerte?, página 176
¿Existe la muerte?, página 177
No hay comentarios:
Publicar un comentario