José Ángel González Sainz

Citas de libros de José Ángel González Sainz:




"A veces nuestra época nos lleva de hoz y coz hacia una posibilidad, pero se trata de recordar que existe otra. Sobre todo, eso es importante en momentos delicados de civilización, como este... Nos hemos ocultado lo importante. Lo hemos reducido todo a números y a mentiras de números, y nos hemos ocultado la dimensión real de la tragedia. Y todo eso tiene mucho que ver con aquello en lo que yo estoy trabajando: la necesidad de pararse a pensar las cosas, y el valor profundo de algunas frente al valor comercial de otras."

J. Á. González Sainz


“En España no estamos creando ciudadanos, estamos creando antagonistas.”

José Ángel González Sainz



"En la literatura hay que saber decir basta."

José Ángel González Sainz


"Es que a veces te despiertas y ya no puedes más. ¿Cómo es posible? Teóricamente, las máquinas nos han liberado de muchísimas cosas. ¿Por qué no hemos aprovechado esto para vivir mejor? Nos seguimos arruinando la vida con pejigueras."

José Ángel González Sainz



"Hemos olvidado algo importante: que la tecnología es la tecnología… y nuestra relación con ella. En el momento en el que nos supere y sea lo único importante —no lo más, sino lo único importante—, estaremos ante un grave peligro. Todo se va a poder programar para que lo haga una máquina, incluso teniendo en cuenta factores de emotividad, no solo de racionalidad y de lógica. Esto te pone en guardia. Así que la palabra clave es esa, “relación”. Y, por cierto, cuando nuestra sociedad pierde el culo por la palabra “identidad”, que se relaciona con ideología y con idolatría, se equivoca de medio a medio. La palabra fuerte es “relación”. Incluso relación con uno mismo."

José Ángel González Sainz


“Invito a todos a pararse y distinguir, o acabaremos siendo cobayas. A la que nos descuidemos nos reducirán a a mascotas de algoritmos empresariales.”

José Ángel González Sainz



"La figura del centinela es extraordinaria. Machado califica la cultura como “el humano tesoro de la conciencia vigilante”. Casi nada."

José Ángel González Sainz



"La sencillez es muy trabajosa de conseguir. Yo he sido un escritor al que le ha gustado el párrafo muy largo, a veces de página entera, el párrafo de ascendencia benetiana, ferlosiana o de esa literatura del Siglo de Oro que te quita el aliento. Pero esas fascinaciones hay que superarlas, y trabajar mucho para llegar poco a poco a la sencillez. Y se llega."

José Ángel González Sainz


"Los coches le deslumbraban durante un momento al pasar; había vuelto a chispear y, en el breve lapso de tiempo en que sus faros iluminaban la carretera frente a él, podía ver el agua caer como con desgana. Aunque se fuera calando poco a poco, le gustaba ver las gotas de lluvia casi en suspensión un instante; se llenaban de luz, y el fondo oscuro ante el que brillaban parecía entonces menos oscuro, con menor poder de atracción y de absorberlo y engullirlo todo. Iba contemplándolas –cuando se cruzaba con un charco en el arcén aceleraba el paso para evitar que le salpicaran los vehículos que circulaban más pegados a la cuneta– y de pronto quiso ver los ojos reidores y la mirada cálidamente sosegada de la que se había enamorado hacía ya casi cuarenta años. Se acordó del que ambos solían decir que había sido el día más feliz de su vida en común, del día en que se empeñaban en sostener, por mucho que no salieran bien las cuentas, que habían concebido a su primer hijo.
Era una tarde seca de domingo en que el calor parecía no poder apretar ya más y el cielo, tan nítido que podía pensarse en tocarlo con la mano como si fuese un sólido, daba la impresión sin embargo de acolcharlo todo bajo su tutela. Debajo de los chopos, en la huerta, tumbados sobre la hierba al abrigo de las matas de saúcos y yezgos, se estaba bien, tan bien como no recordarían ni antes ni después haber estado nunca. Las hojas de los árboles, mecidas a intervalos por el aire, producían un juego de temblores de luz e intermitencias de sombra sobre la estrenada desnudez de su cuerpo, como espejuelos en el inaplazable misterio de su pubis y la otorgada plenitud de sus senos. Por un momento pensó –o era tal vez ahora cuando lo pensaba– que no era dado decir entonces si la luz venía de lo alto, de la nítida carne del cielo, o bien de abajo, del terso sol de su cuerpo. Arriba y abajo, lo mismo que materia y espíritu, alboroto y silencio, eran dimensiones que ahora no se contraponían; se superponían al igual que lo hacían sus cuerpos y los líquidos y el aliento que emanaban sus cuerpos. Donde no se oía nada a la redonda se oía el murmullo de las frondas, el gorjeo de los pájaros, la inquietante exactitud del fluir del agua en el río allí mismo y su respiración honda –sus leves quejidos– cada vez que, con un sosiego que parecía provenirle de la misma tierra sobre la que estaban echados, la penetraba como si no hubiese hecho otra cosa en la vida que entrar en ella ni creyera que se pudiera hacer.
Había sin duda, pudo pensar entonces o más bien ahora, muchas formas de decir lo que estaba haciendo y muchas palabras para decirlo; me la estoy jodiendo, por ejemplo, o me la estoy tirando, me la estoy cepillando o beneficiando o le estoy echando un polvo tras otro, hubiera podido decir o a lo mejor dijo como decían todo el tiempo sus amigos; pero le parecía que ninguna de ellas se acercaba siquiera de lejos a lo que allí estaba sucediendo sino que, al revés, creaban un espacio incolmable entre aquello de allí y el modo de decirlo, entre lo que hacían o más bien se producía y lo que se hacía o producía al decirlo, una distancia que, a cuantas más palabras y modos de decir recurría, más se multiplicaba en lugar de acortarse."

José Ángel González Sainz
Ojos que no ven


"Los libros de autoayuda son eso, coger dos trocitos de Séneca y tal y cual, pero, oye, será mejor leerse el libro original, ¿no? Pero, a ver, que es totalmente lícito. Yo siempre he creído que el lector tiene que ir a un libro como se va al campo, a recolectar lo que hay. Como el escritor José Jiménez Lozano, que salía por la noche y miraba las estrellas, y decía: “¡Todo esto es solo para mí!”. Lo mismo pasa con los libros. Que son solo para uno."

José Ángel González Sainz


"Me maravilla la religión que ayuda a ir de lo concreto a lo más sobrenatural."

José Ángel González Sainz




"Necesitarás siempre buscar un objeto tan grandioso e incierto para tu amor como grandiosa e incierta es la noche, y lo querrás dotar de las cualidades más vivas y apremiantes para copiar lo que hace el día con su temperamento, por lo que estarás siempre solo», me dijo, «solo y defraudado e insatisfecho, y no podrás prescindir nunca de la necesidad de depositar tu odio atrabiliario en algo o en las múltiples constelaciones del algo para que ello te exima por lo menos de la melancolía a la que te aboca la noche; y por eso no sólo estarás solo sino también rodeado de enemigos, tan reales y a la vez fantasmagóricos como la soledad que te has creado o crea en torno la noche.» «Hay quien aprovecha la vida y disfruta de las cosas», continuó, «y quien deja que la vida se aproveche de él y disfrute a su costa dando forma a la ironía o al azar o dando forma a la paradoja. Tú eres de estos últimos, y a tu lado no está la felicidad como tampoco el sosiego, sino una permanente insatisfacción y una forma dolorosa de amar que tanto daño hizo a Blanca o a Clara y que yo no tengo la menor intención de volver a sufrir, aunque sea tu opuesto y por lo tanto tu complemento.»
Margarita era hermosa o es hermosa, y es como si toda ella se concentrara en su rostro o más bien en la zona de su rostro que abarcan sus ojos. Es rubia y ha llevado siempre una melena corta y algo crespa que deja al descubierto la nuca. Sus ojos son grandes y azules y ella sabe que la luz que irradian imanta toda la belleza. Cuando toma el sol y está morena —ella siempre toma el sol— una lluvia de pecas pequeñas se le extienden por la nariz bajo los ojos y se le aclara todavía más el cabello como si fuera oro. Es menuda y «poca cosa de cuerpo», como decía Jorge, pero ha sabido sacar siempre el mejor partido de su sonrisa como de tantas otras cosas de la vida, de forma que no he conocido nunca a nadie —excepto a Jorge cuando ella estaba conmigo— a quien no le pareciera excepcional; «hermosa como el sol», dijo de ella Ismael un día en la taberna de El Valle guiñándome un ojo. Durante el breve período que duró nuestra historia —nuestro romance— a mí me bastaba mirarle a los ojos cuando sonreía para que se me pasara cualquier inquietud o se me aplacase por lo menos cualquier pesadumbre, lo que sin duda también le ocurrirá a su marido, que como yo también ha nacido de noche, aunque a diferencia de mí haya encontrado en Margarita su complemento."

José Ángel González Sainz
Un mundo exasperado



"No es lo mismo escribir “hay que hacer esto” que “puedes hacer esto”. La utilización del verbo “puede” es muy importante. No quiero que haya nada de oracular, y sobre todo nada de ideológico. Eso me da miedo: caer en el error de convertir la prosa en receta, que es lo más fácil. Es un peligro. Yo huyo de lo absoluto y de la palabra “absolutamente”."

José Ángel González Sainz


"No podía dejar de estar pendiente de ella; a ratos recostada en el pretil y a ratos de pie junto a la niña, no conseguía quitarle ojo de encima y cada tanto, cuando ya no podía contenerse, hacía ademán de ir a sujetarla hasta que, en los momentos de mayor aprensión, la cogía directamente en brazos y la bajaba con brusquedad a ras de suelo. No hace ninguna falta que te aúpes y te asomes tanto, le decía, ¿me has oído?; puedes hacer igual todo lo que haces sin asomarte.
Pero la niña volvía inconscientemente a darse impulso al cabo de poco y, con el vientre sobre la piedra y las manos ocupadas, se asomaba de nuevo fascinada sobre la corriente del río. Sacaba la cabeza de la línea del pretil y miraba planear las pompas de jabón, mecerse un momento en el vacío y romperse de pronto como por encanto. Estallaban sin previo aviso para quedarse en nada, y eso la deslumbraba tanto como que pudieran formarse con su soplo.
También miraba fluir las aguas rápidas y oscuras que venían de lejos, que pasaban un momento frente a ella y enseguida desaparecían por debajo del puente. Venían de no sabía dónde, de remotas montañas donde se formaban los ríos según le habían dicho, e iban a no sabía dónde, a mares inmensos en los que desembocaban desapareciendo para siempre igual que las pompas de jabón en el aire. Apenas las veía fluir un momento frente a ella, ya se metían debajo de los ojos del puente y entonces ya no conseguía seguir viéndolas. Tenía que asomarse un poco más, restregar el vientre, como reptando sobre la piedra, y avanzar levemente hacia fuera para sacar así más la cabeza y poder mirar abajo y hacia atrás y ver aún un poco más, todavía un instante más, lo que se iba.
Le parecía que perdía algo cada vez que una de las ramas o de los hierbajos que arrastraban las aguas, o bien de los palitroques que tiraba al río su padre, desaparecía bajo los ojos del puente corriente abajo, como tragado por una cavidad cavernosa. Pero también le parecía que cada paso, que cada deslizamiento de algo bajo el puente, y sobre todo cada burbuja de jabón que brillaba al sol un instante, era de veras una maravilla, y una maravilla es siempre a su modo una eternidad. ¿Tan delicadas eran algunas cosas y tan rápido se deslizaban?, se podía pensar al verla tan hipnotizada por la corriente como por sus pompas de jabón; ¿y no serán a lo mejor maravillosas precisamente por lo poco que duran y lo frágiles que son?"

José Ángel González Sainz
El viento en las hojas


"Para darse cuenta de la belleza de la música hay que partir del silencio, y para percatarse de la manipulación del lenguaje es preciso callar. Vivimos en una sociedad en la que hemos perdido dimensiones extraordinarias, y el silencio es una de ellas. Hoy resulta complicado encontrarlo, hay un ruido constante en los lugares públicos, en los ascensores... Ese barullo hace imposible la reflexión."

José Ángel González Sainz



"Porque gran parte de lo que hacemos es intercambiable y prescindible. Y ahí asoma la cuestión de la superfluidad del hombre, algo muy grave. Entonces, por eso es importante ese pararse y reconsiderar las cosas."

José Ángel González Sainz


“¿Por qué tanta prisa en salir a hacer lo mismo de antes? Lo aprendido no nos sirvió de mucho.”

José Ángel González Sainz


“Vivimos sumergidos en relatos, todo se ha convertido en eso. Todo vendido a la publicidad y la propaganda. La política es una venta total de relatos... ese grado de falsedades que nos pide a gritos que reduzcamos nuestra vida a lo mínimo.”

José Ángel González Sainz








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