Salustio González Rincones

Ábrense las bocas de Luto; que los barrancos.
Solo un canto espejuéla
se, en el Silencio feraz, como
estraña ramazón profusa
en amplio charco de brillo plomo:
es el Búho cristalino
en el árbol, lóbrego del camino..

(…y ese canto, bajo las estrellas
todas las Noches, hurla,
siempre con total semejanza de huellas
y con ironías recónditas de burla…)

Salustio González Rincones


DREAM

A José Ignacio Cárdenas.

Crees que tu carne sueña, que tus huesos no sueñan
Y el esqueleto sirve sólo como espantajo
Yaciendo entre la Muerte, sin fin, helada y bruna
Y en urna subterráneo, metido en lo debajo…
Esas mentiras turbias a tu Vida domeñan!

Los sabios de los siglos en su engaño se empeñan
La Mentira hizo cierta su secular trabajo
Y hoy Verdad evidente como no fue ninguna
El esqueleto sirve a la carne andrajo:
En Ella vive el alma: Si los huesos no sueñan!

Y es todo lo contrario… La carne siempre huye
Se encabrita en las horas de sol donde el día fluye
Y sólo por la noche cesa su agitación…

Y el esqueleto entonces la ampara, abuelo blanco,
Y sostiene su nada al borde del barranco
Del no ser donde cae latiendo el corazón.

Salustio González Rincones



“He ido por los caminos blancos de Sol ardiente.
Los días claros entre su paz de oro,
ha corrido como el agua de fuente.”

Salustio González Rincones



Hoy la tristeza

Hoy la tristeza usual de las
Ruinas.
Las vegas amarillas.
Lejanas, siluetas sencillas
De Sauces.
Tarde con golondrinas.
Ha pasado la mártir acequia por
Juncos terribles.
Horribles los profusos árboles hacen
gestos truncos.

Las ásperas copas;
Las resecas colinas estopas;
Los magueyes luengos y grises.
Tonos de Veranos; enormes matices.

Abruptos sobre la Montaña.
La Ruina llena de amarilias.
Esta paz extraña. 

Salustio González Rincones


LVIIII

… dos sauces locos…

Qué pared tan larga…
Sólo las rosas
hacían su grisura menos amarga
llenándola de claras aguas hojosas.
Al lado con suavidad sarga
escapaba la pálida acequia misteriosa. S.

Salían los verdes quebradizos
de los próximos juncos lisos,
enjutamente con suavidad irónica
asperando del muro la vejez crónica.

Los claros movedizos
del sol, eran todos en la vereda
haciéndola tigres alegorías
con sus rubias gotas seda-
S. La paz aquella solo turbában-
la, dos sauces locos que contorsionaban,
y la carreta garza
estriando la carretera bruñida y cuarza.

Salustio González Rincones



MITHRA

¡Avemaría Crispulera
que son deleite profano,
cantaré quién es el Dios
el Jesucristo cristiano!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Jesú, Jesucristo,
Jesú es el Sol!

¡Cuando tengo el pecho claro
hago lo que me da gana;
si quiero lo hago reló
y si no lo hago campana!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡No lo hago campana
que lo hago reló!

Miren lo que va marcando
como Jesús va naciendo,
el veinticuatro e diciembre;
¡Es el sol que va viniendo!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡La estrella e los Magos
es la del pastor!

Doce meses tiene el año;
los Apóstoles son doce:
¡San Pedro se llama Enero
y Diciembre el Iscariote!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡La Luna es la Virgen:
Ha parío el Sol!

Jesús ha sido su hijo
y en la Pasión que le han dao
le pusieron una túnica
teñida de colorao…
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
Colorao se pone
teñío de arrebol

el Sol que nace e la Noche
y sale a pasar trabajos:
¡Iluminando a los buenos
y también a los… marrajos!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Jesús era bueno
p’al que lo insultó!

Herodes lo envió a Pilatos
y éste se lavó las manos:
¡Vio que Jesús sí tenía
la figura de cristiano!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Herodes es como
el nacer del sol!

Pilatos es la caída
del sol en banco e sabana;
los sayones son las nubes,
la Pasión es su jarana.
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Esa Cruz de Mayo
es la Cruz de Dios!

La luna sale de noche
al pie de ese crucifijo
y llora muchas estrellas.
¡La Virgen lloraba su hijo!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Jesús, Jesucristo:
Jesús es el Sol!

¡Yo creo que he hablado bien claro,
crean lo que les dé la gana!
¡Mi pecho lo hice reló!
¡Ahora me lo hago campana!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Ese Sol que alumbra,
Ese Sol soy yo!

Porque he nacío en Arauca
el veinticuatro e diciembre.
Mi madre cuando me vio:
¡A pasar trabajos vienes!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Bastantes trabajos
he tenido yo!

¡Tengo también doce amigos
así como doce meses!
¡Enero sería Diciembre!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Un año de amigos
somos, cómo no!

Y hasta he tenido mi Judas
porque uno me hizo traición.
Se me atravesó en un pleito.
¡Contra mí el juez sentenció!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Hasta treinta pesos
también me quitó!

En el Apure yo tengo,
yo tengo también dos hatos:
al uno lo llamo Herodes,
y al otro llamo Pilatos.
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡En Pilatos taba
la revolución!

Como el Sol cuando se muere
mi Pasión tuve allí preso:
¡Me se llevaron los toros
y no me quedó ni un queso!
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¿Tan ya convencidos
que yo soy el Sol?

Pues ahora echen un pie alante
y crean que soy Jesucristo,
si Jesucristo es el Sol
como ustedes ya habrían visto.
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Soné la campana
y sueno el reló!

Tres jueves tengo en el año
que causan admiración:
Jueves Santo, Corpus Christi
y Jueves de l’Ascensión.
Qué conga, qué conga
qué conga señó:
¡Un cuarto de caña
en sol me cambió!

Avemaría Crispulera
socórreme con tu mano:
¡Yo resulto que soy Dios!
¡Jesús resulta del llano!…

Salustio González Rincones



Silencio

En la Noche pulida,
llena de suspensivos claros, por las estrellas;
sobre la extensión raída
del Paisaje,
hora un reloj con voz de tisis
y la Luna surge con atención de visaje
esperando una tremenda crisis.

Luz. Silencio. A veces, pasajeras,
montan voces de gallos sus escaleras.
O! voces pasivas. O! voces hueras.

Las Ranas.
Croan la Noche. Saltan en las mañanas.
Allá, todas entre los charcos
protegidos por umbrosos yerbajos arcos.
(La croáfila
cáfila
croaka incestuante por toda la Noche lunáfila).
Ahora la Luna en los remajes
como grácil burbuja toda yerma.
…por la vereda la claridad merma
en las crónicas yerbas.
Espionajes
agudos, los sauces hacen sobre el Río.

Y tenaz nube pone su llamarada
blanca sobre la Luna.
Sólo, un lucero frío
castañetea con blancura cansada.

Salustio González Rincones




Te escribo antes de la comida
vegetal y monótona que mantiene mi vida.
(…)
Las muchachas gobiernan por semanas.
Siete días se levantan y miran las mañanas
en el jardín tropezado de flores.
Si las vieras! De todos colores
Hay – Ya las enredaderas
están tupidas ¡qué verdes! Si las vieras!
(…)
He ido de turista, al picacho.
Cinco leguas. Subida. Es un camino macho.
Suben isleños, borricos, mulas y yeguas.
¡Al devolverse: también hay cinco leguas!!
Y como consecuencia clarísima se ve
que a la ida son andando, y al regresar a pie!
Los tres de siempre: Julio Horacio, el catire
y yo.¡Diez leguas sin respiro!
(Por aquellos caminos angostos cual baúles
los isleños y burros tienen ojos azules!)
también fuimos, pero muy de mañana
montados en Caballería Rusticana
(esto es; en burro), al Hatillo. Cercano
de Petare. Qué camino tan llano!
Sobre los pobres asnos éramos tres Jesuses!
Mucho rocío. Gallos cantando solos.
Los humos de los ranchos rezando sus trémolos.
Y todo diluido en la mañana suave,
En un mijao vimos cantar un ave,
dulcemente. Qué melodía fina!
Más lejos cacareaba una gallina!
Nos bañamos (Qué frío!) al pasar por Los Chorros.
Los burros se veían tristes como ajos poros!
En fin, mamá, en fin
llegamos a las casas torcidas del pueblín.
Muy solo es. Más que cualquier cementerio.
(…)
Cuándo vuelves? (No vengas tan ligero).
A fines de Diciembre o principios de Enero.
Esperando ese día y ocasión tan magnífica.
Adiós. Contesta. Dame un beso Malífica!

Salustio González Rincones
Carta de Salustio González Rincones para su mamá que está en Nueva York.





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