Vasco Graça Moura

Educación sentimental

A menudo vivimos de acuerdo con una impulsiva
noción de contrastes entre el bien
y el mal, la grandeza y la miseria, las raudas acciones
imbuidas de ávido heroísmo y la inexorable marcha del destino.

El melodrama fragmenta nuestra más íntima naturaleza,
sembrando de nostálgica oscuridad al inquieto corazón,
que recorre velozmente las sendas contradictorias y oníricas,
engendrando seductoras imágenes repletas de libertad.

Cautivos de la estruendosa imprudencia, caemos
rendidos a los embustes del mundo, inesperadamente
traicionados por la muerte, o debemos renunciar a
los destellos más sublimes, a pasiones que nos laceran.

En la búsqueda de la felicidad hallamos obstáculos
acreedores de cuentas pendientes y crueles esplendores,
nos sumimos en febriles actividades, desesperados por el
fracaso del amor, origen de la lírica.

Sentimos vértigo ante el melodrama del torbellino
de sangre, recuerdos, esperanzas frustradas y música trágica,
que deviene en muerte o locura,
a no ser que alguien se salve a través de la pluma.

Añadimos música a la historia
haciendo las emociones más opresivas y quizás lentas,
sentimos escalofríos
y la banalidad de una voraz e inconfesa emoción.

Vasco Graça Moura


“La poesía es una cuestión de técnica y de melancolía. Y no sé lo que predomina más.”

Vasco Graça Moura



“Mi objetivo en aquello que escribo, objetivo siempre frustrado pero siempre reiterado, como Sísifo, es que cada texto constituya una plena declaración de amor a mi lengua portuguesa.”

Vasco Graça Moura



Una palabra en el corazón

Cuando Celan visitó a Heidegger y recorrieron juntos
el bosque antes de que lloviera, antes de marcharse
escribió en su libro de visitas la esperanza
de que naciera una palabra en el corazón y en Todtnauberg.

Dos años antes de morir, volvió a referirse a esa oscura frase
escrita en el libro, acerca de la esperanza de que una palabra
vendría (¿a un ser pensante? ¿de un ser pensante? al corazón, en el corazón, a se lugar donde

La palabra es capaz de conciliar
la ardiente espera, haciéndolo menos visceral,
porque está ahí, dispuesto a salir y no tiene
sentido quebrantar el silencio con tanta expectativa.

Las huellas del fuego y la sangre violentan el poema,
su magma convulso lo maravilla
o la llama tenue y azulada extiende sus alas
en delicadas sílabas, posándose en el corazón.

Una palabra, una ofrenda de música y plantas silvestres,
que bendiga el rocío,
que lo olvide todo, menos la paz,
eso era todo lo que Celan pidió y no sabemos si lo obtuvo.

O si todavía lo añora en las noches de abril del río Sena. 

Vasco Graça Moura






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