Lorenza Mazzetti

"Habíamos construido en el bosque una iglesia en la que también Baby y yo podíamos seguir la misa los domingos. Nos arrodillábamos todos delante del altar. De una caja de lata sacábamos trocitos de chocolate que habíamos renunciado a comernos para salvar al tío y los depositábamos sobre el altar. Zeffirino trajo pollo.
Para sufrir más, nos poníamos piedrecillas puntiagudas debajo de las rodillas durante todo el tiempo que duraba el rosario. Pasquetta sacó una estatuilla de la Virgen con vestido azul celeste y manto color rosa y dijo que había probado a lamer la estatuilla y que sabía a azúcar... Todos nosotros lamimos la estatuilla que sabía a azúcar. Bajo la estatuilla estaban la fotografía del tío y la del Duce.
Lea dijo que Santa Teresa se daba latigazos todos los días delante de la Cruz, y que San Francisco dormía en el suelo hasta cuando estaba enfermo, y que cuando los frailes le decían: «San Francisco, queremos que te cures, y por eso tienes que dormir en la cama», San Francisco les respondía que él en la cama no quería dormir, que quería dormir en el suelo, y expiró. Decidimos que también nosotros teníamos que flagelarnos las carnes y dormir en el suelo. Entonces Pierino fue a buscar un bastón y volvió con un látigo de junco.
[...]
Nello hacía esperar a Rosa en el cruce de la calle y no venía. Aquella tarde lloraba porque era domingo y se había vestido de fiesta con el vestido ajustado y los rizos que yo le había hecho y la rosa en el pecho que yo le había prendido. Todo esto por Nello. Pero Nello aquella tarde se había quedado a jugar a las cartas con Pippone y los otros en la hostería del pueblo y había dicho «ese cerdo de Mussolini». No sé por qué Nello la tiene tomada con nuestro Duce.
Ferruccio fue al Partido a contar que Nello había llamado cerdo al Duce. Rosa, en cambio, se afana en decir que lo que Nello dijo es «viva el Duce», pero yo no me lo creo porque lo he oído hablar mal de Mussolini con mis propios oídos y me ha sabido mal. Si Mussolini lo oyese, quién sabe lo afligido que se sentiría.
Al día siguiente, Ferruccio llegó a la Villa en un coche negro del que bajaron muchos hombres vestidos de negro con el uniforme fascista y prendieron a Nello, que estaba en la era, y se lo llevaron al bosque."

Lorenza Mazzetti
El cielo se cae



"Los muertos por muerte violenta no mueren. Sólo nosotros, los que estamos vivos, somos los muertos; presa de convulsiones me debato entre unos y otros."

Lorenza Mazzetti



"Me miro al espejo. Mi cabello todavía es negro. La casa está llena de fantasmas gracias a Elsa, que la llena de duendes. Solo ellos, Annie, Marie, Katchen y el tío Robert, callan prudentemente, callan y no dicen nada. Con sus bocas abiertas, inexorablemente callan.
Elsa nos arropa bien con las mantas y luego se sienta a los pies de la cama. Como siempre, nos canta aquella maravillosa canción de misa que dice: «¡Ave! ¡Ave! ¡Ave Maria! ¡Ave! ¡Ave! ¡Ave Mariii-aaa!».
Después, Elsa se acuesta. Baby, pegada a mí, se duerme enseguida. Yo me quedo despierta. La casa gira con nosotras alrededor del Sol, mientras la Luna gira en torno a la Tierra provocando las altas y las bajas mareas.
Absorta con la luna, me siento extraña. Tengo la sensación de no pertenecer ni a los vivos ni a los muertos y de girar con el firmamento, pero en sentido contrario a la Tierra. Me quedo sola cuando Baby duerme. Absolutamente sola cuando Elsa y Baby duermen. El vacío invade la casa. Tengo miedo de esa ausencia absoluta de almas, la casa está vacía, ni un duendecillo ni un pequeño gnomo, también el cielo está vacío, ni una bruja, nada.
El vacío me da miedo. Si Baby no estuviera en mi cama me moriría de miedo. ¿Cómo es posible dormir solo?
Me acerco mucho a ella y le susurro algo al oído.
Baby iluminada por la luna.
Desearía que al menos ellos, los muertos, pudieran venir a visitarme.
Este silencio, el de ellos, es aterrador.
En plena madrugada me levanto despacio de mi cama, atravieso el largo pasillo atestado de cuadros, corro descalza por la alfombra de pelo rojo hasta la puerta de la habitación de Elsa, la abro y me meto en su cama. Elsa lo entiende todo y me abraza. Me hundo en el océano. Elsa sube la manta sobre mi espalda y siento cómo las olas se cierran sobre mí.
Mis lágrimas son de mar y el cabello largo de Elsa, suelto, son las algas que se pegan a mí. Elsa es la madre que perdí, es la Tierra, sus senos que suben y bajan son el ritmo del Universo. Elsa es fuerte como una roca, como una torre de marfil: de día se equivoca, de noche tiene razón. De día yo canto victoria con la boca llena de juicios, trampas y razones; de noche, Elsa crece como la hierba y
ocupa toda la casa, y hunde todos mis principios de cristal. De noche, Elsa ya no es Elsa. Está en su cama, con Dios entre los brazos."

Lorenza Mazzetti
Con rabia


"Muero continuamente. ¿Tú crees que estás viva? ¿No ves que en esta ciudad están todos muertos?"

Lorenza Mazzetti





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