Olaf Stapledon

Citas de libros de Olaf Stapledon:



"Así fue que en el cosmos, en un tiempo un enjambre de galaxias ardientes, compuestas por galaxias de estrellas, no hubo más que cadáveres de astros. Estas motas oscuras flotaban en el oscuro vacío como un humo infinitamente tenue que se alza de un fuego extinguido. En estas motas, estos mundos gigantescos, las últimas poblaciones habían creado aquí y allí con sus luces artificiales un pálido resplandor, invisible aún para los más interiores de los planetas sin vida."

William Olaf Stapledon


"Cada cosmos […] estaba dotado de su propio tiempo particular, de tal manera que el hacedor de estrellas podía ver toda la secuencia de acontecimientos en uno de los cosmos, no solo desde dentro del tiempo cósmico mismo sino también desde el exterior, desde el tiempo correspondiente a su propia vida, con todas las épocas cósmicas coexistiendo juntas."

Olaf Stapledon
Tomada del libro El futuro de la humanidad de Michio Kaku, página 351




“Con su particular falta de falsa modestia, Juan me dijo una vez: Mi aspecto es una dura prueba para la gente. Si no empiezan a verme hermoso cuando aún tienen la posibilidad de aprender algo nuevo, sé que están interiormente muertos, y que son peligrosos.”

Olaf Stapledon




"El descontento impulso el espíritu a una nueva creación."

Olaf Stapledon


“El espíritu de venganza y los supersticiosos cultos del rebaño destruyeron las mejores inteligencias de la raza, y durmieron al resto con costumbres y principios tan dañinos que las fuentes vitales de la sensibilidad y la adaptabilidad de las que depende todo progreso fueron ahogadas para siempre.”

Olaf Stapledon





“El hombre, por lo menos, es música; un tema magnífico que convierte también en música su vastísimo acompañamiento, su matriz de tormentas y estrellas. El hombre mismo en su condición es eternamente una belleza en la forma eterna de las cosas.”

Olaf Stapledon



“El Universo se me aparecía ahora como un vacío donde flotaban raros copos de nieve, y cada copo era un Universo.”

Olaf Stapledon


“En ciertas mentes, la defensa del espíritu humano se identificaba francamente con la defensa de una nación en particular, concebida como la morada de todo el conocimiento. En otras, la injusticia social despertaba una fidelidad proletaria militante, la cual, si bien era cosmopolita en esencia, contaminaba con pasiones sectarias por igual a sus adalides y a sus enemigos.”

Olaf Stapledon



"En este mundo apasionadamente social, la soledad atenazaba el espíritu. La gente buscaba continuamente una unión que nunca se realizaba. Todo el mundo sufría el terror de estar solo consigo mismo; sin embargo, cuando se reunían, y a pesar de que se creía firmemente en una camaradería universal, estos curiosos seres estaban tan separados unos de otros como las estrellas. Pues todos buscaban en los ojos del prójimo una imagen de sí mismos, y nunca veían otra cosa. Y si la veían, se sentían ultrajados y asustados."

Olaf Stapledon


"En la primera fase de nuestra aventura, cuando, como se ha dicho, nuestros poderes de exploración telepática no se habían desarrollado aún totalmente, los mundos en que entrábamos estaban en el umbral de la misma crisis espiritual que habíamos conocido tan bien en nuestros propios planetas. Esta crisis, entendí, tenía dos aspectos. Era a la vez un momento de la lucha del espíritu, que intentaba llegar a una verdadera comunidad mundial, y una etapa en la larga tarea de alcanzar la actitud espiritual correcta, finalmente apropiada, hacia el Universo."

Olaf Stapledon


"En mi agonía yo grité contra mi implacable hacedor. Grité que al fin y al cabo la criatura es más noble que el creador, pues la criatura ama y desea el amor, aun el amor de esa estrella llamada el Hacedor de Estrellas; pero el creador, el Hacedor de Estrellas, ni amaba ni necesitaba amar. Pero tan pronto como yo, míseramente ciego, di ese grito, me sentí consumido de vergüenza. Pero se me hizo evidente de pronto que la virtud del creador no es lo mismo que la virtud en la criatura. Pues el creador, si ama a su criatura, no ama en realidad más que una parte de sí mismo; perola criatura, al alabar a su creador, alaba a una infinitud que está más allá de sí misma. Advertí que la virtud de la criatura era amar y adorar, y que la virtud del creador era crear y ser la meta incomprensible, inalcanzable e infinita de las criaturas."

Olaf Stapledon


“En un principio había sido el ideal de los jóvenes de lo que debía ser la juventud: un entretejido de lealtad fanática, alegría irresponsable, camaradería, placer físico y no poca crueldad.”

Olaf Stapledon



“Es inevitable que a veces nos hagamos daño. Somos tan distintos...Sí -contestó el perro-. Pero cuanto más distintos, más hermoso es el amor.”

Olaf Stapledon



“Es suficiente haber sido creado, haber encarnado un instante el espíritu infinito, tumultuosamente creador. Es infinitamente más que suficiente haber sido utilizado, haber sido un esbozo preliminar para una creación más perfecta.”

Olaf Stapledon



“Ésa era nuestra relación. Desde ese punto de vista no parecía muy importante para la comprensión del universo. Pero en mi corazón yo sabía que no era así. Ni aun las frías estrellas, ni aun la totalidad del cosmos con todas sus vacías inmensidades podían convencerme de que ese nuestro preciado átomo de comunidad, que era tan imperfecto, que moriría tan pronto, no tuviese ningún significado.”

Olaf Stapledon



“Estériles, estériles y triviales son estos mundos. Pero la experiencia no es estéril.”

Olaf Stapledon



"La belleza de las bestias y las aves que cazaba, una belleza que expresaba poder, fragilidad, vitalidad, y tontería, lo sorprendía constantemente, como una luz nueva. Las formas orgánicas parecían haberlo conmovido de un modo muy profundo, y para mí incomprensible. El ciervo que había matado y devorado, y cuyos restos utilizaba ahora diariamente, parecía tener para él un profundo simbolismo, que yo apenas podía apreciar y que no trataré de describir."

Olaf Stapledon


“La expansión de la totalidad del cosmos no era sino la reducción de todas sus unidades físicas y de la longitud de onda de su luz.”

Olaf Stapledon



“La filosofía es un sorprendente tejido de pensamientos agudos y equivocaciones pueriles. Se parece a esos huesos de goma que se dan a mascar a los perros, buenos para los dientes pero de ningún valor alimenticio.”

Olaf Stapledon




"La verdad es aquí algo más sutil y extraordinario que cualquier milagro físico. No importa. Lo importante fue que, cuando vi las estrellas -que se lanzaban desordenadamente en todas direcciones según el capricho de sus propias naturalezas salvajes, y sin embargo confirmando las leyes con todos sus movimientos --, el horror confuso que tanto me había atormentado se me reveló por primera vez en toda su verdad y belleza. Y comprendí que el período de mi ceguera había terminado."

Olaf Stapledon


“Las amaba sin piedad. Pues sabía ahora que la finitud, las particularidades mínimas, el torturado equilibrio entre la torpeza y la lucidez eran precisamente la virtud distintiva de estas criaturas, y que evitarles todo esto era aniquilarlas.”

Olaf Stapledon




"Las comunicaciones telepáticas entre los mundos se estaban haciendo más precisas y seguras. La Galaxia había salido del estado primitivo donde cualquier mundo podía vivir en soledad desarrollándose en un espléndido aislamiento. En verdad, así como en la experiencia del Homo Sapiens la Tierra está ahora "reduciéndose" a las dimensiones de un país, así en este crítico período de la vida de nuestra Galaxia, toda la Galaxia estaba "reduciéndose" a las dimensiones de un mundo."

Olaf Stapledon


“Las estrellas brillaban débilmente sobre las farolas de la calle. ¿Grandes soles? ¿O débiles chispas en el cielo nocturno? Soles, se decía. Luces que servían para navegar, y que hacían señas a la mente invitándola a apartarse de las preocupaciones terrenales, pero que traspasaban el corazón con sus espadas frías.”

Olaf Stapledon



“Me pareció que yo veía al Hacedor de Estrellas en dos aspectos: como el particular modo creativo del espíritu del que había nacido yo, el cosmos; y también, lo que era más terrible, como algo incomparablemente superior a la creatividad: la perfección eternamente realizada del espíritu absoluto.”

Olaf Stapledon


"Muchos aspectos de esta visión os recordarán a vuestros místicos; sin embargo, entre ellos y nosotros existe mucha más diferencia que similitud, tanto en el tema como en la manera de pensar. Pues, mientras que ellos creen que el cosmos es perfecto, nosotros sólo estamos seguros de que es muy hermoso. Mientras que ellos llegan a esa conclusión sin ayuda del intelecto, nosotros nos hemos valido de él en todas las etapas. Así, aunque respecto de las conclusiones estamos más de acuerdo con vuestros místicos que con vuestros aplicados intelectuales, respecto del método aprobamos más a los intelectuales, pues ellos rehusaron engañarse a sí mismos con cómodas fantasías."

Olaf Stapledon


"Muy pronto los cielos presentaron un aspecto extraordinario, pues todas las estrellas que estaban detrás de mí fueron de un rojo encendido, mientras que las de adelante eran de un color violeta. Rubíes atrás, amatistas delante. Rodeando las constelaciones rojas se extendía un área de estrellas de topacio, y alrededor de las constelaciones de amatista un área de zafiros. Junto a mi curso, de los dos lados, los colores empalidecían hasta transformarse en el color blanco normal de los familiares diamantes del cielo."

Olaf Stapledon


“Ningún ángel visitante, ningún explorador de otro planeta, hubiera podido sospechar que en este orbe suave proliferaban las alimañas, unas bestias incipientemente angélicas que se torturaban a sí mismas y dominaban el mundo.”

Olaf Stapledon



"Para ver estas burbujas simultáneamente, debemos estar fuera del tiempo normal, fuera de todos estos universos."

Olaf Stapledon
Tomada del libro El futuro de la humanidad de Michio Kaku, página 351



“Pero tú...No debes atarte a mí. Serás siempre, es cierto, y en cualquier mundo en que viva, mi más encantador aroma, la presa más codiciada. Pero no puedes hacer un mundo para mí. En verdad, no es posible que tenga un mundo, pues mi misma naturaleza carece de sentido. El espíritu que mora en mí necesita el mundo de los hombres, y el lobo que también mora en mí necesita la vida salvaje.”

Olaf Stapledon



"¡Qué predestinada me había parecido nuestra unión! Y ahora, en el recuerdo ¡Qué accidental! Por supuesto, como muchos viejos matrimonios, nos entendíamos muy bien, como dos árboles que han crecido unidos, distorsionándose, pero soportándose. Fríamente, la vi a ella como un simple aditamento a mi vida personal, a veces útil, pero muy a menudo irritante. Éramos en realidad buenos compañeros. Nos concedíamos una cierta libertad, y así nos tolerábamos."

Olaf Stapledon


"Sentado allí en el seto, en el grano planetario, me encogí alejándome de los abismos que se abrían a los lados y en el futuro. La oscuridad silenciosa, lo desconocido e informe, eran más temibles que todos los terrores alimentados por la imaginación. La mente miraba alrededor y no veía nada indudable, nada en toda la experiencia humana que pudiese ser realmente cierto, salvo la misma falta de certeza, nada sino una oscuridad engendrada por una densa niebla de teorías. La ciencia del hombre era una mera neblina de números, su filosofía una bruma de palabras. Aun la percepción que tenía de este grano de arena y de todas sus maravillas no era sino una cambiante y engañosa apariencia. Aun uno mismo, ese hecho aparentemente central, era un mero fantasma, tan engañoso que el más honesto de los hombres tiene que cuestionar su propia honestidad, tan insustancial que debe dudar de su propia existencia."

Olaf Stapledon


"Soy un chapucero congénito, protegido (¿o estropeado?) por el sistema capitalista. Sólo ahora al cabo de medio siglo de esfuerzo, he empezado a aprender a desempeñarme. Mi niñez duró unos veinticinco años; la moldearon el Canal de Suez, el pueblito de Abbotsholme y la Universidad de Oxford. Ensayé diversas carreras y periódicamente hube de huir ante el inminente desastre. Maestro de escuela, aprendí de memoria capítulos enteros de la “Escritura”, la víspera de la lección de historia sagrada. En una oficina de Liverpool eché a perder listas de cargas: en Port Said, candorosamente permití que los capitanes llevaran más carbón que el estipulado. Me propuse educar al pueblo: peones de minas y obreros ferroviarios me enseñaron más cosas de las que aprendieron de mí. La guerra de 1914 me encontró muy pacífico. En el frente francés manejé una ambulancia de la Cruz Roja. Después: un casamiento romántico, hijos, el hábito y la pasión del hogar. Me desperté como adolescente casado a los treinta y cinco años. Penosamente pasé del estado larval a una madurez informe atrasada. Me dominaron dos experiencias: la filosofía y el trágico desorden de la colmena humana… Ahora, ya con un pie sobre el umbral de la adultez mental, advierto con una sonrisa que el otro pisa la sepultura."

Olaf Stapledon


“Toda esta historia humana, apasionada y trágica para sus criaturas, no parecía en la vida de la Galaxia sino un esfuerzo minúsculo, estéril e insignificante, que duraba sólo unos momentos. Cuando se desvaneció del todo, la multitud de sistemas planetarios seguía viviendo, con algunas víctimas ocasionales, y algún nuevo nacimiento planetario, aquí y allá entre las estrellas, y algún desastre nuevo.”

Olaf Stapledon



“Una criatura pequeña, por supuesto, no necesita un cerebro tan grande como un animal mayor de la misma categoría mental. Un cuerpo más desarrollado requiere un cerebro también mayor, sólo para gobernar la maquinaria.”

Olaf Stapledon





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