António de Sousa Macedo

El hombre trabaja y anhelante aspira
La gloria que el deseo le antoja
Siendo el juego pueril que mientras gira
va cavando a sí mismo la tumba.

Cuanto mejor hiciera se advirtiera;
que la vida se va muriendo en lo que dura.
Ah, pecho humano de la codicia enfermo,
a quien pequeño hoyo es largo término.

António de Sousa Macedo



"Pero porque no es lícito que los padres nieguen a los niños, puesto que defectuosos: confieso que la arquitectura es mía, y que me parece que en ella sirvo; al igual que las abejas fabricando del ajeno sirven más que las arañas, que tejen para sí mismas."

António de Sousa Macedo
Eva y Ave, o María triunfante



"Tratando de la muerte en el mejor tiempo de su vida, fundó, armó y dotó esta capilla para él y su mujer D. Mariana Lemercier y sus descendientes, con treinta mil reis de renta cada año para una misa cotidiana perpetua y oficio de nueve lecciones en el ochavario de los difuntos, y otros seis mil reis de renta para la fábrica y con otra renta para los almacenistas."

António de Sousa Macedo


"Y últimamente, el Padre Fray Juan de la Sylveira, Carmelitano Escritor, más insigne de nuestros siglos, e ilustre grande de esta su Patria, en el Opúsculo de la Concepción escribe, que afirman esta conclusión seis mil, y cincuenta Doctores, entre ellos, ciento y cincuenta de la Familia Dominicana de los Predicadores, y que la profesan treinta Universidades. El Padre Alva, en un grande Tomo, que justamente intituló: Sol veritatis, con heroico ánimo tomó por empresa, y la consiguió, probar claramente, que casi todos los Autores, que se acostumbran citar en contrario, se alegran, o falsamente, o mal entendidos, diminutos, y con equivocaciones, y ficciones (como él dice) y nombrándolos por la orden del Alfabeto, muestra en seiscientas y cuarenta autoridades de trescientos y quince Doctores, treinta y tres mil yerros gravísimos, y ciento y veinte y seis yerros menores, que todos corrompen, y tuercen el sentido de los Escritores: obra admirable en las noticias de tantos libros, sus diferentes impresiones, y originales de muchos, en la menudencia, y juicio con que se examinan, y declaran; y en la felicidad con que se hace evidente; que la opinión contraria no tiene por sí los Doctores que se imaginaba, y la de la Inmaculada Concepción fue sin comparación más común en todos los siglos. Ni San Bernardo dice otra cosa, como explica el Padre Samaniego."

António de Sousa Macedo
Eva y Ave, o María triunfante




































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