Miguel Sousa Tavares

"Al final de la mañana o a la hora del té había siempre una suave música que emanaba de las remotas entrañas de la casa y se entrelazaba con el aroma a jazmín que venía del balcón y con el de las flores frescas, aún salpicadas de rocío, que se cogían cada mañana y se repartían por los innumerables jarrones de las estancias del palacio. A las horas de más calor se bajaban las finas cortinas de bambú sobre los portales y las ventanas, con lo que se creaba un ambiente interior de luces y sombras proyectadas sobre el suelo de madera barnizada y una danza líquida sobre las paredes blancas de las salas. Como si toda la casa flotara, mecida por una ligerísima brisa que detenía el tiempo y los dramas del mundo exterior.
A David, que no paraba de recibir elogios entusiastas por el éxito de las recepciones de Ann a las señoras de los notables de Goalpar, le encantaba volver a casa. Después de pasar incontables días, bajo un calor sofocante, por los polvorientos caminos del estado; después de la tensión de situaciones extremas en que había que hacer acopio de toda la frialdad y todo el tacto disponibles para aplacar odios irracionales que amenazaban con hacer estallar una revuelta, sin motivo lógico, en una pequeña comunidad; después de la horrorosa experiencia de tener que enviar a trabajos forzados en las minas de carbón a un condenado por robo y de ver a su mujer y a sus hijos postrados a sus pies, implorando una clemencia que él no podía ni debía conceder; después del voluptuoso terror de días y noches persiguiendo el rastro de un leopardo que atemorizaba una aldea, durmiendo al relente sobre el suelo de arena, con una piedra calentada en la hoguera por almohada y el ruido de fondo de reptiles y serpientes invisibles rondando el círculo de fuego protector; después de todo ese cansancio, de tanto polvo y sudor, del miedo y los remordimientos, de jugarse su vida y la de los demás tantas veces, se derretía de asombro, de ternura y de deseo cuando regresaba a casa y lo recibían esas sombras, esa música, esos olores y esa portentosa diosa, de frondosa cabellera rubia, ojos verdes y pecho opulento y agitado, que lo había estado esperando."

Miguel Sousa Tavares
El gobernador




"Creo que las cosas no pasan por casualidad. A veces quedo muy admirado con escritores que se sientan y dicen 'yo comienzo a escribir y no sé lo que voy a escribir'. Yo no lo consigo."

Miguel Sousa Tavares



"No encuentro en la vida actual una grandeza inspiradora."

Miguel Sousa Tavares



"¿Quiénes son nuestros héroes? El último fue Nelson Mandela, tal vez. No tenemos ni De Gaulles ni Che Guevaras."

Miguel Sousa Tavares











No hay comentarios: