a Santiago Maldonado
debería llover toda la lluvia ahora
llover sobre el campo / sobre las montañas
llover y llover
que el cielo se cubra de un negro mortuorio
que parezca un sudario el cielo
que su azul mentira se olvide por días y por días
que se lave el mar
que la tierra desbarate sus terrones
debería llover hasta gastarse la lluvia
hasta que nos queden pálidos los huesos
hasta que se camufle el llanto para siempre
debería llover y llover
que los pájaros aprendan la urgencia del nado
que los peces no distingan océano de nube
que la lluvia en su lloverse pierda el sentido de caer
que flote la lluvia
que confunda los ríos
que atragante alcantarillas
que hunda todo / todo lo devore
y después
cuando el mundo esté limpio de ceniza / polvo / asesinos
y otras miserias geográficas
después
que vuelva él
y diga madre no te apenes / encontré refugio del agua y otras bestias
ni la lluvia ni ellos
me han tocado
Gabriela Yocco
en el vasto territorio de la soledad se erigen países y océanos y torres ásperas
como un lamento viejo
en el vasto país de mi soledad se alzan los muros de un sueño
o el prisma infinito de la pesadilla o
ese sabor salobre de la ausencia
en el vasto país de mi soledad
hay cientos de espejos que sólo reflejan los rostro idos idos
como si reflejar pudieran el sentido del viento
hoy no acuno ningún nombre ninguna sílaba
tal vez sólo mueva en el centro vertiginoso de mi entraña la mirada buena del amigo
su mano en mi espalda su voz en medio del sonido de los vidrios rotos
hoy no veo el blanco encalado del cielo ni tampoco puedo ver su gris esmalte de tormenta
hoy cerré los ojos tan fuerte tan duro que sólo puedo ver el interior del vasto país
de mi soledad
lleno de estrellas que multiplican el mareo y la náusea
hoy las plantas las hojas de los libros me miran con sus ojos inexplicables
en el vasto país de la soledad que comprende largos territorios de arena
y amplias montañas y ríos escabrosos yo me muevo
como un alga o un confín
porque el dolor ha tomado el poder
en la pequeña región de mi cuerpo y su bandera oscura
atrapa cada palabra y la vuelve un sonido infértil
porque la bandera oscura del dolor es señora de mi país y de sus fronteras
como si hubieran atrapado con un lazo oscuro a cada ciervo y su osamenta fatal
como si hubieran puesto a cada ciervo contra un alambre para que muriese lento
-pocas cosas más tristes tal vez que esa muerte lenta mansa de los ciervos atrapados-
hoy no sé de nada más que las dimensiones espesas del mapa de mi soledad
que despliego como si fuese ciega y palpo palpo
sangrando los nudillos
Gabriela Yocco
No hay comentarios:
Publicar un comentario