Cuadernos destruidos
Acá me sangran los dedos
con sólo extraer estas palabras de su sitio.
Las pulo bajo el silencio puro,
roca dura
y deforme.
Una cadena arrastro cuando escribo,
cuando cavo entre las palabras de la mina.
El rostro se me tizna de oscuros adjetivos
y visto del color de los presentimientos.
De tanto picar esta música incrustada y deforme
mis manos son un mapa sangriento.
Mi cuerpo se dobla por el peso del silencio
donde socavo la fuerza.
La lluvia rompe mis zapatos con su furia.
Y hasta el aire no es sino una mínima derrota,
una mínima derrota arrendada
y un pequeño olvido prestado.
Llueve mientras escribo encadenado al aire obrero,
mientras un tren espera en este renglón
a sus pasajeros vestidos de recuerdos.
Alexánder Buitrago Bolívar
La casa
1.
Dibujo sus contornos de niebla
y lleno sus salones fantasmas
de un olor a distancia marina
y un quejido de aldaba sola.
Coloreo el corredor de angustia
que conduce a mi desasosiego
y construyo esta casa de suspiros.
Las palabras crecen como esta casa
levantada sobre los días y los sueños.
2.
En mi casa
visto de viejo grito
como una ventana
entre las grietas del aire,
como una gotera
al bajar
los escalones
de las obsesiones
y los sueños.
Humedecer la noche
es un grito.
Alexánder Buitrago Bolívar
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