Mijail Lamas

JANIS 

…la muerte nos anuda la corbata

LIVIO RAMÍREZ 

El aire me desgarra, Janis,
tu voz me parte el rostro
y mi corbata es el signo de todos los ahorcados.

Restos de mí se van rodando por el suelo
y el filo de tu voz
hace explotar mi lunes en pedazos. 

Sólo, Janis, me queda
el hambre de este empleado que mira con desprecio
el rostro de sí mismo en los cristales,
el hambre de una fábrica de angustias,
certezas de saber que en el futuro
nada podrá ir mejor
y que esta bandera enarbolada de la juventud
también se caerá al suelo
y el último refugio tendrá que ser la piel
o el alcohol solitario. 

Janis,
tu voz es un cuchillo
que vibra en la garganta del dolor. 

Pero ahora el silencio.
He llegado al lugar de los pequeños señores
y me apresuro a aniquilar
estas ganas de mandar todo al diablo.

Mijail Lamas






NEVERMIND… 

No recuerdo muy bien que pasó aquel día en que te volviste un amasijo informe la cabeza de Colosio también voló en pedazos un mes antes todo apuntaba a que la cúpula del PRI lo había planeado todo a las 17:12 horas de ese 22 de marzo una mano se alza con un revólver Taurus 38 lo recuerdo porque a ella la besaba en la calle y yo sus caderas sus pechos la saliva y aquel tipo que siempre vestía de traje a pesar del calor nos lo dijo a quema ropa mataron al candidato como si nos importara más que la fiebre pero a ti te encontraron un mes después y en el MTV la policía concluyó que había sido una escopeta Remington M-11 calibre 20 la que te dio el pase de entrada al concurrido club de los 27 luego Ruanda un exterminio del 75 % de la población tustsi que nadie recuerda pero sí que volaron tus sesos por toda la sala de esa mansión en Seattle y Richard Lee acusado de asesinato y violación fue ejecutado en Texas tampoco nadie lo recuerda y los pasamontañas se volverían un artículo de moda para los activistas del mundo simpatizantes con la revolución en Latinoamérica y la reivindicación de los pueblos indígenas disculpen las molestias esto es una revolución pero yo no me acuerdo donde estaba yo y al cruzar por primera vez la frontera el mamón del migra y los días aburridos en San Diego escuchando In Bloon en la casetera de mi primo y ni por asomo el Tratado de Libre Comercio que entraba en vigor ante las dudas de los firmantes la crisis mercaderes privatizadores y ni la devaluación dios mío me robaban el sueño y no saber lo que se va persiguiendo “que ya lo imaginé que lo presiento ahora” que leeré después como un vestigio brillante de aquel año de cráneos hechos polvo la memoria en que tú te morías de tanta fama y tal vez sólo tal vez por no querer saber con quien durmió tu mujer la noche anterior…

Mijail Lamas





PETER PAN RECLAMA

Y un buen día nos volvemos adultos
y vamos al trabajo enfundados en un traje,
pero llevamos un riff de Nirvana sonando en la cabeza
y es ese nuestro único amuleto.

Mijail Lamas





TRES IMÁGENES
(A partir de un poema de Álvaro Mutis)

I

El dí­a se vuelve piedra en la oficina, la luz enferma. Hemos quedado casi ciegos: sólo podemos ver la vida a través de la pantalla. En los cubí­culos el aire es la frustración que nos respira. La mujer del aseo pega una imagen de San Judas Tadeo en el cuarto de las escobas, después ofrenderá su paga en el casino.  En el umbral de una sala de juntas, un hombre calvo trata de esconder su erección y una secretaria lo mira de reojo, recordando la partida de su amante. En los baños, media hora antes salir, un hombre reza arrodillado, para que todo estalle. 

II 

Esta calle por la que han paseado las ví­ctimas y sus asesinos, donde dos hombres se besan bajo el amparo de la diosa fortuna; es una lí­nea recta donde nadie encuentra a nadie, sólo la lujosa decadencia de los héroes y su herrumbre. Acaso sea el telón de fondo para los derrotados, última ruta que conduce al sueño. 

III 

Nadie está seguro del origen de este canto. Se inició en el tiempo de los grandes milagros y las soberbias herejí­as. Algunos otros creen que nació como una voz entre los cafetales, en el pecho de una mujer habitada por demonios, o antes, a la orilla de un rí­o donde moran los hombres que sólo cubren su sexo con la corteza exacta. Acaso en un bosque donde un padre abandonó a su hijo un instante previo a la tormenta, o mucho antes todaví­a, en el monte Sinaí­ como un mandamiento ignorado. En ninguno de esos lugares quedan dioses que confirmen su existencia. 

Un dí­a vino a instalarse frente a mí­ y se quedó en mi cuarto. Hoy ha salido a posarse junto a la torcaz, en los cables del teléfono, donde cuelga también la tarde y lo precario.

Mijail Lamas













No hay comentarios: