Carolina Zamudio

Extranjera 

Puedo extrañar
a quien no fui
en aquellas tierras
que tampoco fueron mí­as.
Una brisa furiosa
me planta y abandona.
No atina a besar
a esta que tampoco soy:
nuevo paisaje
en el que un faro indigente
distante se esmera en alumbrar.
Yerta, pesados los brazos
en cruz.

Carolina Zamudio



Inundación 

Hay un par de zapatos
jugando bajo tu cama.
Parece que también hay ví­boras
te atan a las sábanas.
Un cortocircuito, una historia rebanada
un trago áspero
tu alma en el espejo delineando sudor.
Parece que la inundación fue por tu llanto
no cesó ni en los paros
a los que se atrevió tu corazón.
Parece que el amor abrió
de golpe la ventana
y sin haberlo pensado hizo lo suyo
el suicidio mejor.
Hay una mujer amarrada a una cama
una historia en pausa
entre alambres de púa.

Carolina Zamudio



Nuevo ritual 

El cuadro que hoy completo
hace un tiempo no era
yo, antes de los pinceles
ni mis manos antes de la paleta.
Como estas palabras que aún no
son pero quieren
la suavidad del vino en la boca
una noche que sí­ es ―lo sé por la furia de afuera―
los ángeles que velan el sueño de las niñas
mientras la madre pinta, mientras la madre crea
y el padre atraviesa un océano
sin pedir a cambio nada
navega en aire de olvido
adivina un frí­o que aquí­ no merodea.
Quizá mañana armemos un árbol
un deseo, quizá, pidamos también
las niñas bailarán invocando fiesta
la madre les hablará de los dí­as allá lejos
llegará el padre, un brindis
se colgará el cuadro, se prenderá la estufa a leña
se iniciará un ritual que atraviese océanos
nuevo, uno que antes no era.

Carolina Zamudio



Prestidigitadora 

De la soledad
el cajón abierto en el alma
niñez de palabras atragantadas
del miedo al goce que paraliza el cuerpo.
Hablabas con la determinación del temporal
que recién comienza
ojos negrí­simos curtidos de tanto mar
la palabra alta, chispeante y clara.
Yo empezaba a confiar
en una seducción de prestidigitadora
encantadora de serpientes.
El aire amalgamaba furia y sosiego
la gente se disolví­a
sonaba una melodí­a que
quizá, fuera Bach
en dos direcciones
algo nací­a.

Carolina Zamudio

















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