Antonio Marín Albalate

Blues del cortaúñas 

Recortando tristeza de mis uñas,
oigo el llanto de la bestia
pidiéndome, por piedad,
que te olvide.

Antonio Marín Albalate



Caracol de luz 

Como un regalo caído a mis manos,
vino el rojo encendido de tu boca
en copa de luz envolviéndome todo.

De tu boca de blanca dentadura,
vino esa luz para morder la sombra
del cuerpo que me habita.

Sin apenas darnos cuenta, vino
el deseo mudándonos de piel
como de camisa se mudan
la serpiente y los infieles amantes.

Vino, sin quererlo,
la bestia azul de los sobresaltos.

Antonio Marín Albalate



Celebración de lo a ti bebido 

Qué camisa tan triste
la mía, con la sal de tus lágrimas,
empapándola toda
poco antes de abrazarte en el andén
para decirnos adiós.

Y qué alegre ahora
—no sin melancolía—
recordar el ángel caído
del tatuaje de tu espalda
que tan enloquecidamente besé.

Recordar y nombrarte,
más allá de esta triste camisa,
muchacha de mis noches mejores.

Antonio Marín Albalate



"¡Claro que Eros es más, es todo! Sin erotismo la vida sería un baile de zombis, o sea, no habría vida y, por tanto, tampoco escritura. Al menos para mí. Así ha sido desde siempre y lo seguirá siendo. En su momento fui un coleccionista compulsivo de los libros de La sonrisa vertical, hay ahí verdaderas obras maestras de autores que son la polla o el coño, según."

Antonio Marín Albalate




"Como tantos jóvenes de la Transición, luchaba por cambiar los estigmas de una reciente dictadura con el arma de la palabra. En aquellos tiempos, tan sombríos, yo leía mucho a Gabriel Celaya, a la vez que escuchaba, entre otros cantautores, a Paco Ibáñez. La poesía, entonces, debía ser «un arma cargada de futuro». Aunque nunca tuve carné de militante, simpatizaba mucho con partidos de izquierda como la ORT y cosas así. El PSOE, aunque más tarde llegase a votarlo, me pareció un partido muy “descafeinado”… Nunca me gustó el Nadiusko —así llamaban a Felipe González en aquellos años—, su verborrea me producía gonorrea, como tantas putas en aquel Molinete de entonces. […] Lo cierto es que aquella estética de la Transición me llevó, como a muchos, al panfleto. Era muy difícil no caer en su trampa. En los mítines te invitaban a leer y tú tenías que jugar con el lenguaje directo para llegar al pueblo. Con el dedo en la llaga, por cierto, publicado con el alter ego de Josep Tapies Segundo, era un horrendo e infumable panfleto. Apocalipsis en mí menor fue una publicación que tampoco me convenció. Hice quinientos ejemplares, vendí unos pocos, y cuando fui consciente de la porquería impresa, me dediqué a destruir el resto. Era, como ahora, muy crítico con lo mío. Lo que no sé todavía es cómo cojones pude publicar aquello. Locuras de juventud, supongo."

Antonio Marín Albalate




El canto de la bestia 

Sentina de mentiras.

Estantigua de sombras.

Desfile impuro de besos
contra el sex(t)o o noveno
mandamiento.

Escalera al infierno,
el canto de la bestia

(esfinge en el muro
de las lamentaciones)

es sonido de sierpe
y nunca y siempre
cascabel que llama
a la rebelión amada
de los desterrados
por el dios del rayo
en el reino de Babia.

Antonio Marín Albalate



"El erotismo es algo que a mí siempre me ha llevado a escribir."

Antonio Marín Albalate




Nostalgia 

Te recuerdo ebria de noche y vino
abrazada a mí, pasando calles,
plazas, avenidas, ríos de gente,
mientras lanzabas al aire —camino
del mar— tu infatigable letanía:
«ojalá y pudiera estar contigo».

Y —aunque alegre a mis oídos— era
triste, por imposible, escucharlo
una y otra vez de tus locos labios.

Abrazada a mí entre las sombras
—tan perdidas tu conciencia y la mía—,
sin más destino que los bares rumbo
al alcohol que redime y libera,
te recuerdo ahora.

Abrazada a mí, te vengo a recordar
con la nostalgia del viejo que añora
la insolente juventud de un cuerpo
que jamás, bien lo sabe, volverá
a brillar en su piel para escribirlo.

Antonio Marín Albalate























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