A veces ceno una bolsa de papas
pero nada tiene que ver con que mi amante y yo no nos veamos más
él tiene su vida
[La mía está en otra parte
El de la tienda me dice señora
Pido lo de siempre:
Papas, cerveza. Lo que no puedo comer.
Mi amante es feliz.
Es menor que yo.
Era feliz antes de conocerme, y claro, después.
Todo en él es futuro
[yo soy presente continuo.
Un presente difícil.
Frente al mostrador me dicen: ¿es todo? ¿algo más?
No. No hay nada más.
Lo básico es lo básico
lo que altere la presión.
No quiero ser mal interpretada:
yo quiero a mi amante.
Era hermoso. Lo es.
Es alto, moreno.
En su espalda caben poblados.
Pero no sé. El pan no se come solo
Y yo amo amo amo amo todo eso que ponemos encima del pan.
Me gusta llegar a casa, presionar el interruptor inocente:
la casa se llena de luz.
Los amantes no siempre.
Brenda Ríos
Como cuando rellenamos lentamente el alma de dinamita y encendemos la mecha. Como cuando creemos en los detalles de la escena y no acabamos de comprender qué pasó con las iluminaciones. Como cuando el sol parece imposible y el calor imparable. Como cuando nos paramos a mitad de la vida y el pasmo es intenso. Como cuando estamos en el bar mirando una multitud enardecida de intenciones felices, desbocadas, animalescas. Qué cerca estamos de las bestias cuando somos fieles.
Brenda Ríos
EL AMOR QUE NO SIRVE
Guardé el amor que tenía en una bolsa
para golpearlo contra la pared,
y deshacerlo en una rabia callada,
casi humilde; romperlo como bloque de vidrio,
insecto que se aplasta.
Caminar con su materia desmoronada en la suela del zapato,
para no verlo más;
lo arrojo al río como un cadáver,
lo tiro como se tiran los desechos
o los presagios.
En una bolsa negra que nadie viera
el bulto sanguinario
imperdonable,
que nadie viera este amor que no sirve
que se alimenta de sí mismo
que se reproduce como bacteria;
el amor presa de sí
cae al agua
ruido compacto
desde el puente homicida
y los amantes en la orilla oscura
en la rivera
sienten un viento
que refresca
la urgente necesidad del abrazo.
Brenda Ríos
Éramos zarzas ardientes
mientras yo lamía los dedos afiebrados de tus manos
solíamos cantar sin esperanza
de que llegaran otros
a suplirnos en este arder constante
tus ojos en aquel entonces de ámbar
y tu pecho estallando en llamas
al mínimo roce o suspiro o palabra
o presentimiento
no podía hacer nada por ti
desde la hoguera veía arder tus pies amados tu pecho claro
tu cuerpo anclado en el dique de humo
de mis propias llamas.
Brenda Ríos
"La lucha de clases ha estado inclinada hacia un lado minoritario y controlador. Lo que sucedió en México en la generación de los 80 es que crecimos con la palabra crisis como un mito fundacional y que marcó para siempre las expectativas de ese presente y de nuestro futuro. Mis padres pudieron comprar una casa, tener hijos, aun si tenían dos empleos pudieron tener una vida más “institucional”, más “ideal” en términos de vida y costo. En mi generación y las que siguen tener algo así es prácticamente imposible. La clase media se vino abajo y ahora en el país hay una franja inmensa entre la extrema pobreza, el puñado de millonarios extremos y en medio de todo, una gran mayoría de una clase trabajadora venida a menos, que no acepta su caída y su derrota. No habrá pensiones, ni seguro médico. Lo que se logró en la Revolución: educación gratuita, acceso a la salud y vivienda digna no existe más, nos toca ver generaciones “colgadas” de ganarse la vida sin vacaciones, haciendo freelance, y sin derechos laborales mínimos. El país se preparó por años para conformar una masa de empleados para maquila."
Brenda Ríos
La luz
cuando padre murió
aprendí a dejar las luces encendidas
de cada cuarto
aun si no fuera a entrar por horas
dejé de cuidar el dinero
y lo tiraba por ahí en objetos innecesarios
son tan bellos
justo esos
los que no sirven de nada
una alfombra de piel de conejo cuesta una fortuna
juegos de sábanas estampadas
toallas finas
porcelana azul y blanco, detalles dorados
cubiertos de acero inoxidable con mangos de madera:
una delicia
un frutero de cristal sólido
cosas
muchas cosas
llené la casa de cosas que nunca habría aprobado padre
tan austero
cerrado en gesto mitad asombro mitad rictus
de niño no aprendió a sonreir
decir gracias
no lo tocaron mucho, sus padres
su mayor gesticulación del amor
era poner su mano de basquetbolista en la cabeza
él creía que con eso decía todo
pero no
la casa es, pues, la más iluminada de la cuadra
se ve a lo lejos
como un rostro encendido de rubor
un sol naciente
un túnel de conexión en el aeropuerto
una sala de hospital vamos
donde nada puede ser colocado a oscuras
ni los cuerpos
ni los bisturís
ni esas madrecitas rezando en la sala de espera
en un hospital uno encuentra a Dios
en esas máquinas de café malo y triste pero hirviente
uno encuentra a Dios
en los dobles turnos de enfermeras alimentadas de carbohidratos y grasas
ay
hay granjas de cerdos mejor nutridas que ellas
sus ojos
necesitan toda la luz posible
y yo se las envío
desde la sala de mi casa
desde mi cocina
desde el cuarto solo al final del pasillo
desde todos los rincones con focos
les mando esta luz auténtica, luz de whats
de presencias amarilloblancuzcas
les mando esta luz con el amor invisible
de lo que no se dice
de los objetos
de las palabras
para llenar sus ojos a toda hora, día o noche,
en el mayor cansancio,
que tengan luz esas pobres mujeres
que reciben cuerpos destinados a morir
y ellas ahí, técnicas, limpias,
eficientes;
les mando esta luz de vida
luz artificial
como el tiempo en que nos toca estar
dispuestos
mirando los objetos más dóciles e inútiles
mirando con la capacidad de ver
nunca es tarde para decir gracias
qué tiempo hace, ¿no cree?
deberíamos considerar mudarnos a otra parte
pero -sabe? uno es animal de pocos hábitos
y uno es animal fiel
una estampa pegada en el álbum de fotos
si nos despegan queda la marca añeja del adhesivo
donde estaba nuestro rostro
Brenda Ríos
"La poesía y el hambre de una y otra forma suelen estar cerca, no hambre de comida sino de otra cosa. El poeta busca alimento. Y en ese sentido siempre tiene hambre. No hay poeta “lleno”, “satisfecho”. Su naturaleza es el vacío mismo y la inquietud."
Brenda Ríos
Lastima vivir a flor de piel.
Me quito la piel entonces.
No florezco.
Me hago de noche.
Sin piel uno respira por los continentes liberados,
y si hay que llorar
el cuerpo es una pared que no absorbe.
Brenda Ríos
Poema de los atrapamientos
Porque he dormido en el cuerpo de un hombre y he visto amaneceres en su piel.
porque he dormido con sus piernas en las mías y he tenido el peso de la cercana humanidad en mí.
porque sus manos me han buscado cuando duermen
y mi espalda recibe sus palabras humeantes.
porque he dormido junto a hombres que no he tocado, hermanada en ellos.
porque he dormido conmigo.
porque he tenido mañanas sin extrañar nada ni a nadie y me he sentido libre y desapasionada,
porque he tomado el desayuno sola tantas veces que aprendo:
he hecho la vida.
en zigzag.
pero me he llegado.
Porque sé todo esto y varias cuestiones más: el árbol de blancas flores suelta jugos al anochecer y toda la cuadra se moja en el almíbar liberado.
Porque he visto la reproducción de los peces
fuera de mi iglesia
no deberíamos llorar Magdalena cuando se agoten los hombres delgados.
sé fuerte, aguanta, como hacemos todos.
no podemos andar por ahí en llantos interminables sujetándonos a las piernas
del único,
no es posible, y sí agotador.
porque hablarán de ti Magdalena, dirán cosas,
la biblia es una vecindad de viejas que reprochan
y no pasarás de una mujer voluble.
Tú, la sensual perfumada, no dejes que te vean en los desmoronamientos.
porque los actos de la subversión no puede ser tan sólo
lo humanamente posible
de no amar al prójimo
cuando las mujeres desciendan de los barandales de las antiguas casas
y los hombres escondan los ojos los manos las palabras
porque no sabemos elegir
ni amar
ni pedir de rodillas por nadie.
Porque extrañar es una llamita que empieza dentro y sale fortalecida a morder lo exterior, a adormecerlo todo con su ventisca digna y ferviente.
Porque he plantado en ti y en mí
sombras
que no tienen nada que hacer
salvo mirarnos
los dos al fondo de la sala quitándonos la ropa
porque el cuerpo define contornos
entre los dientes.
Extrañar es amanecer con un nudo en la garganta, una resaca de saldo blanco.
Porque me he levantado en la punta de los pies para besar a un hombre
para decirle adiós en los labios en las puertas
nadie de nosotros porque los amantes que se abrazan son todos los amantes que se abrazan
suelta el abrazo
mi pecho pide refugio político al suyo sin consultarme,
pide amparo; huye de mí
porque he llegado a pensar que su boca se lleva la mía cuando vuelvo callada a mi habitación
no hay nada más que ver por hoy
juguemos a esto: el que se enamore pierde un país.
Pongamos orden de una vez por todas.
Digamos algo, sí, no, algo, para que no parezca que flotamos entre ires y venires,
en desaciertos.
He aprendido: hay que arrojarse, hay que ser capaz de arrojarse si queremos un buen día
entender lo que significan
los atrapamientos…
después de todo las guacamayas se aparean en el vuelo.
Porque he bañado un hombre de pies a cabeza y me he detenido
en ciertos lugares a mirar
y toco
para cerciorarme de que el cuerpo
es incesante, áureo,
tan de mí.
Pareciera arrojado por el oleaje
y bienlanguidece
en el terreno de la toalla.
Porque era yo y no otra
quien desnudaba al ebrio equilibrista
lo metía a la cama
y le ponía la sábana hasta la barbilla.
La última frialdad del día se cierra
en él y en mí,
no hay refinamientos: la dureza de su aliento
se posa en mi nuca como una piedra.
Soñamos los dos sombras que rodean
y una distancia entre la cama y el cielo protector.
Porque era yo y no otra
quien dormía en tu pecho
y sentía el latido acompasado
de tu voz en el pelo
aguardábamos el pulpo del sueño, la mandrágora de la noche
sin nada que nos proteja
cerramos los ojos y decimos sí
a esto que se abre
estamos ya en la balsa, en el agua desconocida.
Porque dices árbol y yo siento en el bosque sumergirme en eucaliptos.
Porque dices agua y la veo romperse en formas y silencios, en goteos imprecisos como de un lagrimar de ciego.
Porque dices noche y se me llega el sueño para dormir contigo no sin ti; la noche es mi estación: este cuerpo desperezado tuyo es primavera. y yo ando en él, descalza ando en él, en los corredores amplios de su casa húmeda.
Porque tiemblas cuando duermes
te rodeo por la espalda sin traicionarte nunca,
y el agua de tu piel
resbala en la mejilla.
Porque dices Dios y lo veo agitarse entre nosotros.
Porque dices vaso y me llega la sed y el ardor, porque yo digo nada para poder escucharte,
tu voz es en mí la galería más amplia.
Porque quiero florecer en ti,
en el interior de ti,
en el fuego blanco
Era por ti que quería una casa
para habitarte todo,
llenarte de mí como si yo fuera el sol
y tú el patio, el jardín, el zaguán, las paredes,
abrazar las esquinas, poner las piernas los brazos los dientes de luz
en ti,
llenarte de mí en tu boca.
Porque dices mi nombre y ya siento las caléndulas en mí
la penumbra tiembla
el ángulo de tu hombro se inclina
por fin en la gruta
toco tierra
y no es de mí de quien hablan las baladas del marino.
Por este modo lento de irnos perteneciendo,
sin agotarnos nunca
un ejercicio de fe es el amor que se inventa
donde antes había la amplitud cerrada.
Por este andar a ciegas titubeante
que desliza en mí y en ti
sin que seamos muy conscientes de ello
un empalagoso
acaso hirviendo
crepúsculo de luces
Porque estabas hecho como se hace un hombre
llego a tu conformación
sin recelos
me pongo en ti perfecta
en el vaso de agua el tallo de la flor sacrificado.
Porque camino en ti
sudo la libertad que echa a andar
Lázaro resucita
abre los ojos
y mira el mundo nuevo:
los crisantemos amarillos
respiran aliviados
Porque llegabas tarde siempre tarde
y tu tiempo entra en el mío
en una calidez de pasmo
me suspendes
y soy yo y no otra
la que derrama en tu piel
el aceite virgen
de mis ojos.
Porque en la boca resta un amargo
crepitar de sal
tu lengua entra en mí
y son de mí las palabras
tintineantes
galope constante
el crujido de las sombras
tu cuerpo es el mar abierto,
el mar de los sargazos;
sé mi Pacífico,
el Atlántico
el frío mar del norte,
el mar que separa para que pueda nacer en nosotros el imaginar
las diferencias.
Ven en mí
a mí
a decirme del agua y la luz
y de toda materia que vive.
Brenda Ríos
"Siempre estamos en crisis, la económica es la más visible, la sentimental es la que tratamos de eludir: mira el éxito de las sectas de couching, el veganismo, adoptar mascotas, andar en bicicleta, cuidar el planeta, todo aquello que compone los nuevos mercados verdes del bienestar. Irónico, ¿no? Para cuidarse hay que pagar más, hacer turismo ecológico, cuidar a los animales, creer en algo: Buda, un grupo de rock, una marca de jabón que cuida al planeta… volver a los sentimientos y saber reconocerlos es algo como primitivo: nos cuidamos tanto y por mucho tiempo de hacerlos a un lado, ser casi industriales y productivos. Sentir no es trabajar. Así que andamos como sonámbulos o insomnes y no reconocemos el frío, el calor, la apatía, el cariño, el odio. Eso nos vuelve seres alienados."
Brenda Ríos
"Uno no suele tomar conciencia de lo que uno es como parte de una maquinaria enorme de producción. Lo que dice Thomas Bernhard de que el obrero se suicida los sábados tiene que ver con que es el único día donde está solo y en silencio, y si piensa en lo que es realmente le corresponde el suicidio. Los domingos no, porque suele ver futbol y hay ruido, distracción alrededor. Ahora, si agregamos estar todo el tiempo mirando videos de gatitos tocando el piano o memes, podemos “escapar” de pensar en nosotros, en nuestra aportación, en nuestro lenguaje, en nuestras relaciones interpersonales."
Brenda Ríos
No hay comentarios:
Publicar un comentario