"Creo que la poesía se defiende sola. No hay que hacer nada por ella. Es ella la que hace algo por nosotros cuando abrimos un libro y nos entregamos a su sentido. Además, existen muchos géneros poéticos. Cada uno debe encontrar el suyo de forma natural. Quizá alguien leyendo a Milton lo encuentre oscuro, hermético o solemne. Quizá prefiera una poesía más narrativa y cercana. Quizá te encuentres más cómodo ante un poema de Carver. No sé, hay tantas voces como lectores. Nunca he considerado la poesía como una única voz homogénea. No es un bloque de granito que alguien ponga en medio de una plaza. Y el acercamiento a la poesía no es obligatorio. Debemos mantenerla fuera de los programas educativos y del mundo de la obligación. Leer poesía es una opción íntima. De ahí nacerá el disfrute y el amor y el acercamiento."
Luis Acebes
FUNCIONA ASÍ
Con el motor del día
aún apagado quiero
que sepas algo.
Los amantes hablan
en la cama y se dicen
dulzuras al oído y se
mienten sabiendo que
lo dicho quedará
para siempre
en la cárcel
de las sábanas.
Pero desconocen
que uno suele
ganar en memoria
al otro. En eso
o en falta de fe,
o en algo tibio
para lo que nunca
hay nombre. Está
el atolondrado
y la perspicaz.
O la ingenua
y el que graba
su silencio
en la piedra
del tiempo
con un cincel
de punta amarga.
Luis Acebes
POSIBLE EPITAFIO
Luis Acebes hizo lo que pudo.
Bueno, no siempre. Hubo
muchos días de sofá
creyendo que el techo
acabaría en mapamundi
con naves romanas cargadas
de ánforas de aceite
para las legiones de Asia.
El contador de pasos perdidos
dio tres veces la vuelta.
Una galería de elipses y
espirales adornan
los anexos de su biografía.
Este tipo hizo muy poco,
se conformó con el pan
apalabrado, cortesía del futuro,
que llegaba en cestas cotidiano
y barnizado por la lluvia.
Analicemos sus músculos,
semejante masa no habla de brío
ni del uso de metales en la batalla.
Píndaro no le cantaría
ni con mil monedas en la mano.
Fue un explorador aficionado,
uno más del ministerio. Sus trajes
grises y esas gafas que llevó
los últimos años
hablan de una condición
sombría. Hizo más bien poco.
Jugó a dejarse hacer por la vida.
Fue la plastilina de la luz,
la cuchara
chocando a ciegas
con los bordes
de la taza del silencio
que nunca tocaron sus labios.
Luis Acebes
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