"Como cuestión previa, ¿por qué los seres humanos poseen derechos? ¿Qué hay en la especie humana y en los individuos humanos que los haga merecedores de derechos? Si las personas son especiales, ¿por qué esta inviolabilidad se concede tan a menudo de palabra, pero no en la práctica? Si los seres humanos son especiales, ¿por qué nos tratamos tan mal unos a otros?
Los derechos humanos se han convertido en un artículo laico de fe, aunque los fundamentos metafísicos de la fe no están claros. El Artículo 1 de la Declaración Universal evita toda justificación para afirmar simplemente: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". La Declaración Universal enuncia derechos, pero no explica por qué los poseen las personas.
El proceso de redacción de la Declaración Universal deja claro que este silencio era deliberado. Cuando Eleanor Roosevelt convocó por primera vez al comité de redacción en su apartamento de Washington Square en febrero de 1947, un confuciano chino y un tomista libanés se enzarzaron en una profunda discusión acerca de los fundamentos filosóficos y metafísicos de los derechos. La señora Roosevelt concluyó que el único camino posible pasaba por el acuerdo a discrepar de occidentales y orientales.
Por tanto, existe un silencio deliberado en el corazón de la cultura de los derechos humanos. En lugar de un conjunto sustantivo de justificaciones que nos expliquen por qué los derechos humanos son universales, en lugar de razones que se remontan a los principios fundacionales -como en el inolvidable preámbulo de Thomas Jefferson a la Constitución norteamericana-, la Declaración Universal de los Derechos Humanos simplemente da por hecho que existen los derechos humanos y procede a enunciarlos."
Michael Ignatieff
Los derechos humanos como política e idolatría
"Cuando alguien de mi edad ve lo que ha construido España tiene que decir: 'No echéis la casa abajo'."
Michael Ignatieff
"He sido liberal toda mi vida y conozco a personas de ese entorno. Como suele decirse en inglés, siento su dolor. Yo mismo me he encontrado en situaciones en las que el centro se ha quedado huérfano por culpa de la polarización. Pero el liberalismo no muere tan fácilmente. En todos los sistemas políticos del mundo es necesario un impulso liberal. Más tarde o más temprano, este partido u otro volverán, porque gran parte de la opinión pública de los países se reconoce en el centro. Espero que ese hueco sea ocupado por liberales."
Michael Ignatieff
"La democracia necesita reformas. El sistema no va a cambiar desde dentro, hay que empujarle desde fuera. La gente dice: 'Estoy harto de la corrupción y de que las élites se ayuden entre sí'. Eso nunca cambiará a menos que se ejerza presión y se produzca una movilización popular. Cuando se produce, uno descubre la capacidad de cambiar las cosas. Y una cosa más que también creo que es importante: cuando alguien llega a la edad que tengo yo es preciso recordar de dónde se viene. Es absolutamente increíble dónde estaba España y dónde está ahora. Así que diría: 'No echéis la casa abajo'."
Michael Ignatieff
"La democracia siempre ha sido una debate sobre lo que es la propia democracia."
Michael Ignatieff
"Siempre he estado igualmente a favor del reconocimiento de la especificidad lingüística, cultural e histórica de Cataluña. De ahí que me haya posicionado frente a visiones de la identidad nacional española unitarias e intolerantes. Se trata, por tanto, de una doble posición. Estoy firmemente en contra de la secesión unilateral porque supondría una violación de la Constitución y del Estado de derecho, y la democracia no puede sobrevivir si alguien decide cambiar las reglas y largarse sin más. Dicho esto, mi objeción a la independencia no remite sólo a lo que tendría de ilegal. También estoy en contra de algo de lo que no se habla lo suficiente: hay muchas personas en Cataluña a las que les encanta vivir allí pero quieren que sus hijos crezcan hablando español. Sienten una identificación con España y no quieren que ningún maldito político intente cortarlas por la mitad. Me siento afín a la identidad compleja. No veo ninguna contradicción en que alguien pueda amar Cataluña, sentir apego por su cultura, y querer una Cataluña que no rompa con España. Esas son las personas que me importan, igual que en mi país. Los canadienses que me importan en Quebec son quebequenses de origen inglés que hablan francés, quieren que sus hijos hablen francés pero están orgullosos de su herencia. Esta complejidad es lo que los políticos deberían lograr para sus pueblos. Cortar a la gente por la mitad y decirle que tiene que elegir -en Cataluña, Quebec o Bélgica- siempre es un error."
Michael Ignatieff
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